Princesa Bibliófila – Volumen 3 – Arco 2 – Capítulo 3: El guardaespaldas de las sombras, el Espantapájaros

Traducido por Maru

Editado por Sakuya

Entonces… Su nombre e identidad están bajo estricta confidencialidad, por lo que, para los propósitos de nuestra historia, me referiré a él como “Espantapájaros”.

Como implica el título de su trabajo, Espantapájaros protege a la señorita Elianna desde las sombras y… ¿qué? ¿Estás diciendo que es natural que él esté con ella porque es su guardaespaldas? ¿Te parece extraño que sea un posible candidato en una apuesta para ver con quién pasa la señorita Elianna sus vacaciones de año nuevo?

Está bien, sí, entiendo lo que estás diciendo, pero escúchame. La señorita Elianna ama tanto los libros que se ganó el epíteto de “Princesa Bibliófila”. El príncipe está planeando un retiro previo a la boda en Gral Villa, pero si ella lo abandona y elige pasar su tiempo en casa leyendo, ¿con quién pasará más tiempo? Su guardaespaldas, ¿verdad?

Por esa razón, creo que Espantapájaros es el caballo negro de esta carrera. Vaya, estoy dejando que mis opiniones personales se deslicen demasiado. De todos modos, dejadme contaros un poco de las luchas que lo he visto experimentar estos últimos cuatro años.

♦ ♦ ♦

Unos momentos antes de la explosión en el laboratorio, me había acercado a Espantapájaros preocupado.

—Esos tipos están haciendo un movimiento con ella. Eso significa problemas para nosotros. ¿Cómo vamos a salir de esto?

El Espantapájaros era un hombre de complexión delgada y una apariencia poco digna de mención. Recientemente me enteré de que su trabajo (y posteriormente su empleador) era el mismo que el mío. Su misión era acompañar a la señorita Elianna mientras ella deambulaba por el palacio.

Estaba parado en un rincón de la habitación, bostezando, con una expresión aburrida en su rostro. Ignoró el alboroto pasando en el fondo, manteniendo a la señorita Elianna a la vista, pero en realidad nunca mirándola a ella mientras se encogía hacia mí.

—Eh, ¿a quién le importa? El príncipe solo dijo que teníamos que protegerla. Nunca me dijo que interviniera en lo que sea que esté haciendo.

—Bueno… —murmuré pensativamente—, es cierto que ha sido entretenido ver esto.

—Me aseguré de deshacerme de cualquier cosa que se vea desagradable para que no corra ningún peligro. Estoy haciendo lo que me pidió que hiciera, así que no tiene motivos para quejarse. —Su boca se abrió en otro bostezo—. De todos modos, creo que voy a tomar una siesta.

Era difícil saber qué tan en serio estaba o no este hombre tomando su trabajo. Le creí cuando dijo que había eliminado cualquier posible peligro a su alrededor, pero ¿estaba realmente bien dejar a esos tipos que le estaban coqueteando? Podía imaginarme la vena apareciendo en la frente del príncipe Chris ahora.

Espantapájaros había estado protegiendo a la señorita Elianna desde antes de que se mudara a la capital. ¿También había hecho la vista gorda a los avances de los hombres sobre ella en ese entonces? Podía imaginarme otra vena apareciendo en la frente del príncipe Chris.

Volví a mirar a los investigadores. Había muchos de ellos para usar como sacrificios potenciales para mantenernos a salvo al menos. Y justo cuando estaba pensando eso, ocurrió la explosión.

La señorita Elianna estaba cubierta de hollín y justo a tiempo para que nuestro empleador llegara al lugar y lo presenciara. Antes de salir a toda velocidad de la zona de peligro, me detuve para preguntarle a Espantapájaros:

—¿Pensé que habías dicho que ella no estaría en peligro?

—Supongo que subestimé esas hierbas. La dama y esos investigadores son una combinación volátil. —Un sudor frío se formó en su frente. Parecía que incluso Espantapájaros no había predicho esta situación.

La repentina aparición del príncipe en el laboratorio dejó a los investigadores luchando por adaptarse a su llegada.

La señorita Elianna se volvió hacia él, con una expresión de sorpresa en su rostro cubierto de hollín.

—Príncipe Christopher, ¿por qué está…? ¿Necesita algo? ¿No se está sintiendo bien?

A pesar del lamentable estado de su prometida, el príncipe todavía le dedicó su habitual sonrisa deslumbrante.

—Deberías preocuparte más por ti que por mí. Vine a buscarte porque no te vi en los archivos.

Sus ojos se cerraron como si procesara lo que estaba diciendo. Ella le dio una disculpa formal antes de inclinar la cabeza con curiosidad.

—¿Necesitaba algo de mí? —Por la forma en que preguntó, estaba claro que la señorita Elianna no veía ninguna otra razón por la que él quisiera reunirse con ella si no tuviera nada que ver con ella.

Los labios del príncipe se tensaron aún más mientras sacaba un pañuelo y trataba de limpiarle la cara.

—No, gracias —dijo ella, dándole la espalda—. Solo lo ensuciará. —En cambio, aceptó un trapo de uno de los investigadores mayores y comenzó a limpiarse.

Eso fue suficiente para que yo decidiera. Sí, me voy a largar de aquí.

Podía escuchar a Espantapájaros murmurar detrás de mí.

—¿Alguien tiene una de esas agujas que me pueden hacer parecer como que estoy muerto? Al menos hasta que esto termine.

Recé por su bienestar mientras huía de la escena.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido