Reina Villana – Capítulo 5: ¿Te atreverías a alejarte de tu rey?

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


—Kasser, el Rey de los Muertos… —murmuró Eugene, en voz baja, al ver al hombre que estaba frente a ella.

Ella no podía quitarle los ojos de encima. Era como un adonis en la tierra. Su cabello es de un azul cobalto. De dónde ella provenía, ese color de cabello solo era posible mediante el teñido. Pero, en este mundo, el brillo natural que emitían sus mechones azules era diferente de lo que serían los efectos si hubiera sido coloreado artificialmente.

Recordó haber escrito que la mayoría de las personas que habían vivido en Mahar tenían cabello castaño natural y ojos marrones. Solo, en unas pocas personas selectas, el color de cabello variaba.

Lo que significa que su cabello es especial, era un símbolo de su identidad y habilidad.

Los seis reyes de Mahar tienen su propio conjunto único de habilidades. Lo que significa que cada rey tenía un color de cabello diferente, el color indicaba exactamente qué tipo de habilidades tenían.

Y en Mahar, el que tenía el pelo azul y los ojos azules sería el sucesor del rey.

Por mucho que Eugene estuviera emocionada de conocer a uno de los personajes más importantes de la historia que había estado creando y hablar con él, tenía que mediar entre eso y la terrible posición en la que se encontraba, ya que actualmente, ella es Jin Anika…

Y, en la historia, Jin Anika, definitivamente, es una villana. Lo que significa que es la enemiga mortal del rey Kasser. Algo demasiado horrible para ser considerado bueno, Kasser también sería quién tomaría el último aliento de Jin Anika. Ella se maldijo por haber escrito eso.

— ¿Por qué lo escribí así? —Pensó para sí misma, antes de que pudiera sentir las gotas de sudor deslizarse por su espalda— ¿Me va a matar si me equivoco? —Se preguntó preocupada…

Kasser se rió secamente, mientras la miraba. Jin Anika, definitivamente, está actuando de una manera mucho más extraña de lo que suele ser, lo que significa que está tramando algo, y cualesquiera que fueran los planes que tiene, nunca le auguraban nada bueno. Era como lo había observado en el pasado después de todo. No fue parcial de su parte, por grosero que sea, fue un hecho.

—Bueno, aquí estoy —le dijo, mientras su mirada paseaba alrededor de su habitación una vez más, antes de volver sus ojos a los de ella —Me pregunto qué quieres que haga ahora —dijo, levantando la cabeza, en un desafío feroz, no queriendo ser influenciado para hacer su voluntad.

— ¿Qué? Quiero decir, ¿sí? —Tartamudeó, Kasser frunció el ceño y caminó de un lado a otro como un tigre haría con su presa…

— ¡Habla fuerte! —Ordenó con dureza— ¡Si tienes algo que decir, entonces dilo de una vez!

Era muy consciente de que el tono de su voz estaba muy por encima de lo que Marianne le había pedido que hiciera, pero sus acciones comenzaban a molestarlo. Nunca le gustó la forma en que la Reina se contenía cuando quiera algo. Su comportamiento se volvió aún más errático.

Eugene solo pudo parpadear un poco más, antes de dirigir su mirada hacia el suelo. Por qué el rey está tan enojado con ella, no podía entenderlo. Apenas podía recordar en qué parte de la historia estaba, o qué estaba sucediendo.

Cuanto más tiempo permanecía callada, más se irritaba Kasser…

— ¡Mírame! —Él exigió, y sus ojos se levantaron rápidamente para encontrarse con los de él. Ahora se burlaba abiertamente de ella, inclinando la cabeza mientras continuaba observándola.

— ¿Te atreverías a alejarte de tu rey? —Él le preguntó, la ira estaba marcada en su voz.

Este nuevo acto también la tomó desprevenida. No sabía cómo debía comportarse. Eugene sabía que tenía que hacer algo para no incurrir en su ira: le dirigió una sonrisa suave y gentil…

La simpatía en la sonrisa sorprendió al rey. Era extraño encontrar sus sonrisas agradables. Por lo general, solo traían temor a su propia existencia. Sus iris de ónix siempre tenían una cierta frialdad en ellos, tanto que él nunca podría encontrar una onza de calor. A menudo, casi podía confundirla con una muñeca humana; real en la carne, pero carecía de alma.

Ella le sonrió torpemente, mirándole a la cara con inocencia, los ojos de Kasser se abrieron por un momento. Pero, detrás de esta sonrisa estaba Eugene gritando en su cabeza:

— ¡Déjame en paz!

—Las noticias me han llegado —se aclaró la garganta y comenzó de nuevo —Sé que te has estado saltando las comidas.

—He tenido muchas cosas en mente últimamente —ella se excusó —Pero ahora estoy bien, no me olvidaré de volver a comer.

Incapaz de sostener su intensa mirada, ella miró hacia el suelo una vez más, perdiendo por completo el cambio en su expresión.

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