Traducido por Dea
Editado por Lugiia
Pobrecito, simpatizo con él. ¡Vamos, tú puedes! ¡La vida no es tan triste! Si no me crees, mírame. Mi padre se enamoró de mi encanto, ¡y ahora no puede vivir sin mí!
Por supuesto, sé que ese es en realidad mi sueño, pero… bueno, ¡algún día lo lograré!
Después de que ambos se miraran fijamente por un momento, Ferdel dejó la habitación. Al mismo tiempo, la puerta de la oficina se volvió a abrir y un sirviente entró con noticias.