Traducido por Yonile
Editado por Meli
Leah salió de su aturdimiento y vio que Ishakan sonreía con una expresión ligeramente perpleja sus ojos dorados parecían decir: “¿Se lo diste a ella?”
Ella negó sutilmente con la cabeza agachada. Por una fracción de segundo, una oleada de náuseas se apoderó de ella, lo que hizo que se llevarse de inmediato el dorso de la mano a la boca.
Sin duda, dentro de su palacio había un traidor. Uno, con el que tenía una relación muy estrecha. Leer más…