Traducido por Shroedinger
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Era el día del Consejo de Estado mensual. Numerosos ministros de alto rango y miembros del comité se reunieron en el palacio, y aunque el emperador Sovieshu estaba obligado a asistir, mis deberes como Emperatriz eran ligeramente diferentes. Mi presencia en la reunión no era obligatoria y solo aparecía cuando mis propios deberes y asuntos estaban en la agenda.
Revisé mi horario hoy y descubrí que estaba libre. Sin embargo, después de media hora de pensar, decidí asistir a la reunión y envié un mensaje informando a la asamblea. Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 75: Dos parejas”
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Koshar resopló al bandido.
—¿Qué tipo de estafa es esta?
—Es… estafa. ¡Es la verdad! Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 74: Un hombre con los ojos vendados”
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¿Por qué McKenna estaba ahí desnudo…? ¿No debería estar en el Reino Occidental? No tenía idea de por qué el caballero y ayudante más cercano de Heinley, estaba acostado en la cama del Duque Elgy. Además, estaba gimiendo como si tuviera dolor.
Un momento después, me di cuenta de que estaba mirando al hombre a través de la ventana como un espía. Estaba a punto de dejar la ventana para llamar a la puerta, pero la mirada de McKenna de repente se clavó en la mía. Sus ojos se abrieron y se apresuró a cubrirse con una manta. Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 73: Sospecha del pájaro azul”
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Mientras seguía mirando fijamente lo escrito en el informe, me empezaron a doler los ojos y regresé a mi habitación. Me había sentido mareada. En estos días, mis ojos palpitaban continuamente cuando observaba tan densas palabras.
—No he ordenado la habitación todavía, Su Majestad.
—Está bien. Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 72: Entre nosotros hay secretos”
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Desafortunadamente, hoy era el día en que cenaría con Sovieshu. Como acababa de regresar de mi viaje, podía posponerlo con la excusa de que estaba cansada. Sin embargo, en lugar de hacerlo, me lavé rápidamente, me cambié y luego fui al palacio oriental tan pronto como llegó el momento.
—¿Cómo estuvo Wirwol, Emperatriz? Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 71: No vengas aquí”
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Heinley tuvo un momento de duda, pero luego su rostro se iluminó. Las palabras que me dijo antes no fueron vacías, y se veía genuinamente feliz. Yo tampoco podía creer que consideraría su loca oferta.
Heinley abrió y cerró la boca varias veces antes de susurrarme rápidamente.
—Si… si fueras mi reina, yo sería el hombre más feliz del mundo. Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 70: Me gustaba más de lo que pensaba”
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Las palabras de Heinley fueron divertidas y dignas de reír. Sovieshu, mi esposo, quería dejarme y yo estaba atrapada esperando el inevitable divorcio. Sovieshu me había acusado de tener un corazón frío y sin compasión.
Y, sin embargo, el rey de otro país me elogió diciendo que la gente me amaría… Qué cosa más extraña que decir.
—Gracias por el cumplido. Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 69: ¿De verdad quieres que sea reina?”
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Navier había dicho que iría a Wirwol inmediatamente, y Sovieshu no pudo atraparla cuando se fue. Estaba frustrado porque ella había rechazado su oferta de acompañarla, pero había algunas otras cosas de las que tenía que ocuparse mientras ella estaba fuera.
—¿Dónde está el Vizconde Roteschu?
—Está recibiendo tratamiento en el palacio sur. Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 68: Mis estándares son altos”
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¡Alan no es bueno para mi vida!
Sovieshu había visto el mechón de cabello y se fue, y Rashta luchó por reprimir su creciente ira. Fue una suerte que el cabello del bebé fuera del mismo color que el suyo; de lo contrario, Sovieshu le habría preguntado por qué se lo quedaba.
Rashta arrojó inmediatamente el cabello a la papelera. Había querido quedárselo como recuerdo de su bebé, pero una vez más su primogénito casi le había pillado el tobillo. Ella y su hijo estaban en extremos opuestos. Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 67: El amor es lo más grande”
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El tiempo no pasó rápido, quizás porque tenía algo importante que quería decir.
Mis ojos se abrieron al amanecer y tuve que moverme en silencio para no despertar a las sirvientas demasiado temprano. Leí un libro, pero me costaba concentrarme. Terminé sintiéndome exhausta en el desayuno en lugar de relajada.
Después de que terminé de comer, lavarme y vestirme, fui al palacio central y me encontré con Sovieshu. Además de querer hablar con él sobre mi hermano, había otro tema que quería mencionar. Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 66: Abandono”
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—Pido disculpas por mi llegada tardía, Su Majestad.
El Marqués Farang me saludó y agité la mano para indicar que todos los demás debían salir de la habitación. La Condesa Eliza se dio cuenta y se llevó a las otras dos sirvientas para que yo pudiera hablar en privado.
—¿Qué es? Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 65: La tormenta azotara”
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—¿Quieres que la ayude con su bebé?
Koshar estalló en una carcajada burlona.
—¿Es esa tu más sincera súplica? ¿Por qué no dices tú oración correctamente? Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 64: El guardián de los secretos”
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Fui al gran patio dentro de la puerta del palacio para despedir a Sovieshu en su viaje de dos días. Rashta también estuvo presente, vestida simplemente con un vestido blanco. Mantuve mi mirada firmemente apartada de ella como de costumbre, pero por el rabillo del ojo me di cuenta de que me estaba mirando. Me molestó.
Nuestras miradas se encontraron inesperadamente y vi que ella me estaba lanzando una mirada. Esto era raro para Rashta, quien usualmente mantenía sus expresiones suavemente serenas. Cuando la miré, inmediatamente se sonrojó y bajó la cabeza…
Eso fue ciertamente sorprendente. Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 63: Explorando con un toque”
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¿Podría ser ejecutado ese terrible hombre? ¿Era eso posible? Los ojos de Rashta temblaron. Era difícil saber si Sovieshu estaba tratando de hacerla hablar o si estaba siendo sincero. Pero si realmente hablaba en serio, ¿por qué no lo hizo cuando apareció por primera vez el Vizconde Roteschu?
Tiene que ser una mentira.
—Rashta. —Sovieshu volvió a pronunciar su nombre con cuidado—. Si alguien te está amenazando por algo que estás ocultando, por favor, dímelo. Una vez que empiezas a dejarte arrastrar por las amenazas, no hay fin. Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 62: Yo también soy tuyo”
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Algunos de los profesores que Sovieshu asignó a Rashta, alguna vez fueron míos.
—¡De ninguna manera!
La cara de la Condesa Eliza se puso blanca de ira cuando escuchó la noticia. Mientras relajaba mis pies en un baño de agua tibia. Seguí leyendo “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 61: Una oportunidad para borrar el pasado”