Dama a Reina – Capítulo 12: Si tienes algún sentimiento de vergüenza

Traducido por Kiara

Editado por Yusuke


—Su Majestad, ha pasado algún tiempo desde que se convirtió en reina, así que creo que debería organizar una fiesta de té —dijo Raphaella.

—Ah, una fiesta de té —murmuró Patrizia. 

No era una obligación y tampoco un evento oficial, pero era costumbre de la nueva reina invitar a las mujeres nobles y celebrar una fiesta de té, un ritual destinado a establecer su autoridad.

Por supuesto, ya que Rosemond fue nombrada baronesa recientemente, sería una de las invitadas. Otra razón por la que Patrizia la invitó fue porque si no lo hacía, Rosemond correría llorando al emperador y afirmaría que la reina la estaba intimidando. Entonces el emperador enfrentaría a Patrizia una vez más, y la confrontaría con el tratamiento que le daba a su concubina.

Patrizia sacudió la cabeza dolorida. No deseaba ver la cara de la concubina tan pronto.

—Organizaré la fiesta. ¿La marquesa Bringstone lo sugirió? —preguntó. 

La marquesa Bringstone es la madre de Raphaella.

Raphaella asintió. 

—Dijo ayer que la duquesa Vasi vino a verla. Supongo que fue en ese momento que surgió el tema.

—Sí… las reinas anteriores lo han hecho, y sería extraño no continuar con el evento.

—Sé que no te gusta ese tipo de trabajo, Rizi. Pero el momento ideal es ahora, así que espero que lo pienses.

—Sí, está bien. —En general, los nobles tenían más probabilidades de apoyar a la reina que a la baronesa. Sin embargo, había excepciones, como la duquesa Ephreney…

—Mirya, ¿redactarias las invitaciones? escribe que habrá una fiesta de té la próxima semana organizada por la reina.

Cuanto más tiempo lo pospusiera, más parecería que la reina estaba despreciando a las mujeres nobles. Incluso si Patrizia ganará apoyo más tarde, no debía permitir ni una pizca de disgusto si pudiera evitarlo.

Mirya miró a Patrizia con expresión preocupada. 

—Su Majestad… ¿qué pasa con la baronesa Phelps?

—Envíale una invitación. No quiero terminar viendo el rostro del emperador por ese asunto —dijo Patrizia con voz tranquila, pero Mirya sintió una nota de tristeza.

—Sí, Su Majestad —respondió Mirya.

♦ ♦ ♦

Como este sería el primer evento de Patrizia que organizaría con la nobleza, se dedicó a que la fiesta fuera lo más perfecta posible. Ella no permitiría que un solo defecto estropeara la reunión. Más importante aún, Rosemond estaría allí, y Patrizia se sentía aún más decidida. Si Patrizia pudiera construir amistades con la nobleza, su posición podría estar asegurada. No sucedería fácilmente, por supuesto, pero tenía poco que perder y mucho que ganar.

—Su Majestad, ¿cuándo se darán los regalos a los invitados?

—Dáselos al final de la fiesta. Te haré una señal para que lo hagas —dijo Patrizia.

Miró el vestido blanco que llevaba puesto. Era elegante y rico en detalles, y no podía decirse que fuera simple en ningún lado. Se sintió aliviada y se tocó el pelo para comprobarlo. Incluso si pretendía ser madura y serena, solo tenía diecinueve años.

♦ ♦ ♦

Patrizia no era una mariposa social, no como su hermana Petronilla, que podía hablar fácilmente con extraños y pedirles que bailaran con ella. El hecho de que Patrizia y Raphaella fueran tan cercanas fue solo después de que Petronilla las presentó.

Patrizia no se describiría necesariamente como pasiva, pero no tuvo más remedio que participar en algo que la hacía sentir incómoda. Sin embargo, se trataba de supervivencia. Si ella se quejaba, entonces bien podría derrumbarse y morir.

—Gracias por venir —saludó a un invitado.

—Felicidades por convertirte en la ama del palacio, Su Majestad. Ojalá pudiera haberte visitado antes —respondió la duquesa Vasi.

Patrizia ofreció una pequeña sonrisa ante sus palabras. 

—Es más fácil reunirse de está manera. Más bien, debí haberlo arreglado antes. Tomó un sorbo de su té, luego miró hacia la entrada. Rosemond no se veía por ninguna parte. ¿Ella decidió no venir?

—No veo a la baronesa Rosemond —comentó una señora, y el estado de ánimo cambió. 

Algunos miraron hacia Patrizia, y otros parecían estar disfrutando del potencial drama.

—¿Cómo puede siquiera pensar en asistir? No sería capaz de mostrar mi cara si fuera ella —dijo una mujer.

Solo había pasado un poco más de un mes desde que Patrizia fue coronada reina. Ella y el emperador todavía eran considerados recién casados, y el emperador ya había anunciado oficialmente una concubina y le había dado un título. No tenía precedentes, pero obviamente no proyectaban una imagen ideal de pareja. No se podía negar que esto, intencionado o no, había disminuido la autoridad de Patrizia como una nueva reina.

—Para que ella sea tan descarada…

—Siento llegar tarde —interrumpió una voz.

Los ojos de todos se volvieron hacia la recién llegada. Era ella, Rosemond, Patrizia mantuvo la mirada fija en la concubina mientras entraba en el lugar. Su sencillo vestido blanco se veía hermoso con su pálido rostro. Se acercó a la mesa donde Patrizia y varias de las damas estaban sentadas y se inclinó con gracia.

—Saludos. Soy la baronesa Rosemond Mary Phelps.

—Bienvenida, baronesa —dijo una de las mujeres con una expresión malhumorada. La presencia de Rosemond no fue tan bienvenida entre los otros invitados. Las esposas de los nobles de altos estatus la mirarían por debajo de su pedigrí, mientras que las de los rangos inferiores se sentirían celosas porque ella era la concubina del emperador, a pesar de que tenían el mismo estatus noble o similar. En cualquier caso para Patrizia, cuantos más enemigos tuviera Rosemond, mejor.

—Por favor, tome asiento, baronesa —dijo Patrizia con una sonrisa. Debido a que los asientos se ordenaron según el rango, Rosemond se sentó naturalmente en el extremo más alejado de Patrizia. Además, era seguro asumir que estaba sentada del otro lado porque era joven y una baronesa recién titulada. Patrizia sintió un poco de consuelo ante el hecho. Si Rosemond estuviera a su lado cuando bebía té, ni siquiera sentiría el líquido, incluso si llegara a través de sus fosas nasales.

—¿De qué estaban hablando? —dijo Rosemond.

—Oh, no mucho. —Raphaella sonrió inocentemente. Hoy no había venido como caballero, sino como una señorita de casa noble—. estábamos hablando de ti.

—¿De mí?

—Sí —dijo secamente Raphaella, y el final de su boca se levantó mientras le reprochaba sigilosamente a Rosemond—. No esperaba que vinieras. Por supuesto.

—¿No esperabas?

—Sí, no hubiera venido si estuviera en tu lugar.

—¿Por qué? —Rosemond persistió.

La brillante sonrisa de Raphaella contrastaba con sus palabras. 

—Me daría vergüenza. Si llevara conmigo semejante clasificación, no habría venido.

Rosemond no retrocedió ante su condena. Mientras tanto, Patrizia pensó que Rosemond debería ser elogiada por la habilidad de manejar las expresiones en su rostro.

Otra dama habló. 

—Yo tampoco lo haría. Si tuviera algún sentimiento de vergüenza, no estaría cerca del emperador durante un año antes de siquiera tener una reina.

La sala se volvió agresiva contra Rosemond. Esto no habría sucedido tan abiertamente si fuera una mujer del más noble linaje, pero desafortunadamente solo era una baronesa. Rosemond permaneció inmóvil durante mucho tiempo mientras escuchaba el abuso, antes de que finalmente abriera la boca.

—No sé qué mal he hecho a todas.

—¿Qué?

—Como has dicho, he estado con Su Majestad durante un año cuando no tenía reina. No creo que eso esté mal. 

La boca de Rosemond se extendió ampliamente en una sonrisa irónica. Patrizia se estremeció al mirarla a la cara. Era una mirada espeluznante.

—No le hice ningún daño directo a Su Majestad, así que por favor no me culpen demasiado. Espero que el emperador también le dé su favor a Su Majestad, me busca todas las noches que mi cuerpo y mi barbilla están agotadas.

La sutil burla no pasó desapercibida. Patrizia esbozó una sonrisa rígida, y Rosemond continuó con voz suave. 

—Por supuesto, eso no es lo que quiero, pero… voy a decirlo más abiertamente. Como dijeron, también tengo conciencia, y estoy desconsolada si la reina tiene que vivir una vida solitaria alejada de su marido.

Los otros invitados se ofendieron visiblemente por sus palabras. Tenían que saberlo. El emperador estaba enamorado de su concubina y no le importaba para nada su reina.

Patrizia abrió la boca para decirle algo a Rosemond, cuando alguien entró en la habitación.

—Baronesa Phelps.

Patrizia se sorprendió por la voz familiar.


Kiara
Jajajaja, no puedo, se que ha sido un capítulo duro, pero no puedo con los chistes de doble sentido, esta concubina es una bitch demasiado grande, cuentan en los comentarios si también lo notaron.

9 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 12: Si tienes algún sentimiento de vergüenza”

  1. Es una maldit* desvergonzada, se nota que es la amante, una reina jamas diría algo tan vulgar. Ya quiero que Patrizia la golpeé, no se como se contiene.

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