Traducido por Lugiia
Editado por Sakuya
No mucho después de mi conversación con el joven Druna, Louis llegó al jardín.
—Perdón, te hice esperar.
—No, está bien. El joven Druna estuvo aquí hasta no hace un momento.
—¿De verdad? Oh, probablemente vino a ver a su prometida.
—Sí, eso parece.
Mientras él se sienta a mi lado, coloco una mano en su mejilla y observo su rostro con mucho cuidado.
Aunque acabamos de regresar de unas largas vacaciones, tanto él como yo estuvimos ocupados, por lo que no pudimos reunirnos mucho.
Solo nos encontramos una o dos veces para discutir cómo procederemos en la fiesta de bienvenida del Principado de Rinmel y para decidir nuestro atuendo.
Por eso, en realidad había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vi.
—Lo sabía… Otra vez tienes bolsas debajo de tus ojos.
—Sí, lo sé.
Louis hizo una sonrisa amarga y suavemente puso su mano sobre la mía. Luego, tomó mi otra mano y la colocó en su otra mejilla. De esa forma, su rostro quedó entre mis manos.
—¿Q-Qué sucede?
—¿Hm? Solo estoy recuperándome con tu toque.
—P-Para decir eso en un lugar como este…
Aunque entré en pánico por un momento, me di cuenta de que esto solo mostraba lo cansado que estaba Louis, y entonces, me tragué mis palabras…
Era obvio el motivo de sus ojeras… Como los archiduques del Principado de Rinmel nos visitarán, el horario de su visita y los preparativos para la ceremonia deben ser supervisados a fondo. Ya que él tiene que encargarse de casi todo por sí solo, debe sentirse extremadamente estresado.
—No se puede evitar, supongo. Esto sólo muestra cuán pesada es la responsabilidad que se te ha encomendado. Pero tienes que cuidar de tu salud, Louis. Como soy bastante fuerte físicamente, de verdad quisiera ser capaz de transferir hacia mí toda tu fatiga…
Decir eso de alguna manera me entristeció… pero era cierto, tengo mucha confianza en mi fuerza.
Soy capaz de recibir al mismo tiempo el entrenamiento del cuerpo de guardias así como el del ejército.
Después de escuchar mis palabras, Louis se rió.
—Realmente eres más de lo que merezco como prometida.
Incliné la cabeza, incapaz de entender el verdadero significado de sus palabras.
—Lo que quise decir, es que ya me estás ayudando. Esas palabras son suficientes para que siga adelante con los preparativos.
Me siento tan feliz por sus palabras que puedo sentir el calor acumulándose en mis mejillas.