Un lirio que florece en otro mundo – Día 13, al mediodía: Refuerzos, lamebotas e ¡idiotas!

Traducido por Kiara

Editado por Tanuki


Umi descendió al suelo sin hacer ruido, llevando en su espalda a Miyako con su oscilante vestido carmesí y a Fuuka con su traje ceremonial de color blanco puro.

El séquito de la familia Rainhalt gritó al verlo.

Por supuesto que lo hicieron; esa fue la reacción natural. La criatura que llevaba a Miyako y Fuuka no se parecía a ninguna criatura mágica que hubieran visto antes. Tenía un cuerpo translúcido, una aleta dorsal ondulada y una joya enterrada en su frente.

Entre los guardias presentes había varios con conocimientos de magia negra, magia blanca, invocación y otras artes arcanas, pero ninguno había visto nunca una bestia como Umi.

El miedo y la confusión se apoderaron de los espectadores. Los libros antiguos hablaban de una de esas criaturas.

—Esa forma… y el poder de detener el diluvio en su camino… No, esto no puede ser.

—¿Un espíritu de agua? ¡Pero sólo los mejores del país podrían formar un contrato con uno de los cuatro grandes espíritus!

Los susurros agudos se extendieron por toda la multitud. Incluso la familia Hamilton olvidó su pánico por el repentino colapso de Dan y se unieron a la sorpresa.

Siempre habían tratado a Fuuka como basura a pesar de su posición como hija mayor, usando su nacimiento ilegítimo como excusa. Pero ahora, esa misma Fuuka estaba ante ellos en el lomo de una misteriosa criatura, un poderoso espíritu del agua.

—¡Oh nooo!

Umi maulló con fuerza y la multitud comenzó a gritar.

—¡Se va a vengar de nosotros!

Aunque el trato abismal de Fuuka no había sido su elección, los sirvientes sabían que no era correcto, pero estaban seguros de que no la habían tratado como se debería hacer con una dama. Normalmente nunca confinarían a una dama a un cobertizo de jardín.

—Mi señora, nosotros… —comenzó una criada mientras la lluvia caía, su voz temblaba. Estaba claramente a punto de defender su caso.

Fuuka la ignoró y gritó.

—¡Que nadie se mueva!

 La multitud se agitó.

—¡Todos, sus cuellos! —dijo Miyako, siguiendo el ejemplo de Fuuka.

—Oh Dios —gimieron los sirvientes—. ¡Somos los siguientes!

—No, me refiero a verifiquen la parte entre sus cabezas y hombros.

—Todos cálmense. Quiero que todos se inspeccionen el cuello para comprobar si tienen el mismo sarpullido rojo que Dan Hamilton —dijo Fuuka, corriendo en ayuda de Miyako.

—¡S-sí, lo que ella dijo!

—Quiero que los que tengan el sarpullido se alineen aquí. Hay una posibilidad de que sea fiebre de decapitación.

Los gritos salieron de la comitiva.

—¡¿Fiebre de la decapitación?!

—¡Nunca he oído hablar de tal cosa!

—Creo que se lo que es… he visto ese término una vez, cuando estaba en la escuela para convertirme en curandero… Si lo recuerdo, hay leyendas de la devastación que causó.

Se revisaron el cuello con miedo, y un grito siguió a cada descubrimiento de un sarpullido rojo. El número de infectados superó las expectativas de Fuuka, e incluso varios del séquito Rainharlt se unieron a los Hamiltons frente a Miyako y Fuuka.

Miyako regañó a algunas de las personas sin síntomas por tratar de escapar.

—¡Alto! Puede que todavía estés en el período de incubación, así que no salgas corriendo. Su tono amenazador los congeló en su lugar. Entre ellos estaba el heredero de Marqués Rainhalt, Klaus.

—Ja, ja, ja… No estaba, huyendo, solo… solo… Iba a buscar ayuda, cariño.

—¿A quién llamas cariño? Nuestro compromiso está muerto y enterrado. Deberías saberlo; tú lo cancelaste.

Aunque fue Miyako quien puso el cuchillo en su mano, había sido Klause quien dio la estocada final.

—Pero volviste a mí, ¿verdad? Si realmente insistes, podría darte otra oportunidad de ser mi prom…

—Púdrete en el infierno.

Ella lo interrumpió. Miyako no quería perder el poco tiempo que les quedaba para tratar con idiotas.

Con Fuuka al frente, la comitiva comenzó a recuperar algo de orden en medio de la confusión. Dan se quedó inmóvil donde había caído, jadeando por aire.

Fuuka suspiró.

—Ahora entonces, comencemos el tratamiento.

No abandonaría a nadie, sin importar quiénes fueran. Haría todo lo posible por salvarlos. Esa era la verdadera naturaleza de la villana, Fuuka Hamilton.

♦ ♦ ♦

Bajo la protección de los poderes curativos de la Undine, Fuuka hizo rápidos progresos en el tratamiento. Se coordinó con aquellos de la comitiva que tenían conocimiento de la curación. Fuuka vigiló toda la escena y dio las órdenes apropiadas a medida que la situación se desarrollaba.

Como Miyako tenía un contrato con Undine, su papel era convocar el poder del espíritu del agua y dirigirlo hacia Fuuka. La fría luz azul que envolvía su vestido carmesí le daba a Miyako un aire de divinidad.

El mayordomo jefe de la familia Rainhalt la llamó nervioso.

—¿Disculpe, señorita Miyako?

—¿Hmm? ¿Qué pasa? Estoy un poco ocupada grabando a Fuuka actuando heroicamente en mi memoria, si no le importa.

Umi estalló en una carcajada.

—¡Oh Dios! ¿El espíritu del agua habla? ¡Lo siento mucho!

—¡Vamos, no hay necesidad de actuar de esa manera! Entonces, ¿qué es lo que quieres?

—Bien… Me gustaría mucho que pensara un poco más en un compromiso con el amo Klause —sugirió el mayordomo.

—Oh, ¿esto otra vez? ¡¡Estoy harta de oír hablar de ello!! Puede que no lo hayas notado, pero tengo algo con Fuuka.

—Pero ahora que has formado un contrato con una undine, uno de los cuatro grandes espíritus, se te reconocerá con el mayor de los honores, recibirás el título de noble excepcional!

—¿Oh?

—Noble Excepcional es un título glorioso otorgado a individuos que han mostrado gran poder o habilidad, sin importar su linaje. No puedes pasar el título a tus hijos, pero tienes el potencial de estar en pie de igualdad con las seis grandes familias nobles, incluyendo la familia Rainhalt… De hecho, en algunas circunstancias podrías obtener más honor que eso…

—¿Y qué?

—Por favor, te lo ruego, ¡reconsidere su compromiso con la familia Rainhalt! La verdad es que el amo Klause le tiene a la señorita Fuuka Hamilton con mucho cariño.

—¡¿Qué?!

¿Qué tiene de cariñoso arrastrarla a un ritual bajo una lluvia helada y hacer de ella un sacrificio vivo?

—Y es por eso que está haciendo arreglos para comenzar las negociaciones para un matrimonio entre ella y el jefe de la más estimada familia Hickes, la más importante de las seis grandes familias nobles y la más gloriosa de todas.

—¡¿Te refieres al mismo jefe de la familia Hickes que cumplió sesenta y nueve años este año?! ¡¿Famoso por ser un viejo lujurioso?!

Eso es todo, he terminado. Esto no va a ninguna parte. Si Fuuka se casará alguna vez con ese viejo lujurioso, creo que mi rabia sería tal que podría inundar la capital, pero solo escucharlo me hace enojar. Tratan a las personas como objetos.

Justo cuando Miyako estaba a punto de gritar “¿Cómo te atreves a hacerle eso a mi querida Fuuka?”, escuchó a Fuuka decir su nombre.

—¡Miyako!

—¿Qué pasa, hermosa Fuuka? ¿Necesitas una mano?

—Sí. He tratado con la gente que no tenía síntomas, pero los que tenían síntomas… Puede que sea demasiado tarde para ellos.

—¿Tu padre? —pregunto Miyako.

—Sí —asintió Fuuka.

Para sorpresa de Miyako, la expresión de Fuuka era tranquila.

Dan Hamilton yacía gimiendo, cubierto de barro. Ya no había ningún rastro de la dignidad de un orgulloso noble.

—No, por favor… Fuuka, ayu… ayudame… Te crié aunque eras una bastarda… ¿Lo has olvidado?

—¡Esa no es una carta de triunfo que puedas sacar cuando quieras! —dijo Miyako.

—¡¿Qué?!

Miyako recordó cómo había maltratado a Fuuka, así como sus inocentes intentos de satisfacerlo, y las palabras se elevaron sin tapujos.

—Ella dijo que no puede tratarte. Y aunque Fuuka pudiera, depende de ella si lo hace o no.

—Miyako.

Fuuka dijo unas palabras de agradecimiento. el tono de su voz bajo al punto de que era un débil susurro, pero llegó a Miyako.

—Además, no estoy segura de que podamos evitar que otros la desarrollen. Al menos aquí tenemos a Umi; las undine son la encarnación de la curación, así que gracias a su protección no es tan malo, pero en otro lugar…

—Entonces, ¿cuál es el plan?

—Si tuviéramos la hierba medicinal multiusos que encontramos en la región del Atika. Si tuviéramos la hierba a la luz de la luna…

Fuuka apretó los puños.

Quiero salvar a la gente de aquí. Si tan sólo tuviéramos la hierba que crece donde Miyako y yo nos quedamos, la hierba de la luna, la panacea que curó a la hija de Shan Li, Aisha, de su enfermedad.

En ese momento, Miyako se rió.

—Miyako, no es gracioso.

—Esto es serio… Estamos tratando de averiguar cómo detener una pandemia —pensó Fuuka, perdiendo los estribos.

—No es eso. Escucha, Fuuka

—¿Escuchar qué?

Fuuka levantó sus oídos, que escucharon una ligera vibración.

—¡Heeey, pequeña hermana!

Desde la distancia…

—¡Atar diez caballos rápidos a un carruaje realmente te lleva a lugares rápidos! —gritó Shan Li.

Escucho el golpeteo de los cascos y el estruendo de las ruedas.

—¡Mira, mamá, mamá! ¡Ahí están la señorita Miyako y la señorita Fuuka!

—Mantén tu cabeza dentro del carruaje, Aisha, es peligroso —advirtió María.

Fuuka reconoció sus voces. Odin Florence agitó su mano desde el interior del carruaje dirigiéndose hacia ellos con estruendosos golpes de pezuña.

—¡¿Esa es la señorita Shan Li?! ¡Y Odin también!

—La verdad es que los llamé para que nos ayudarán a escapar. A cambio, les ofrecí toda la hierba a la luz de la luna que recogiste la última vez.

Odin tenía la carta que Miyako escribió para él. Bolsas negras descansaban bajo sus ojos, el resultado de una loca carrera a toda velocidad en un carruaje de diez caballos desde la región del Atika hasta el río Enot. Estacionaron el carruaje a una distancia corta para evitar que las aguas bravas asustaran a los caballos.

—¡Odin! ¡¿Cuánta hierba de luz de luna metiste en el carruaje?! —preguntó Miyako.

—¡Esta cantidad! dijo, levantando una mano y extendiendo los dedos. Miyako sintió que sus esperanzas se desvanecían.

—¿Cinco? ¿Eso es todo?

—¡Como si! Obviamente no conoces a muchos comerciantes continentales confiables como yo! —, dijo Shan Li con una sonrisa como de gato. “¡Cincuenta plantas con raíz incluida!

Fuuka casi se mordió la lengua en su prisa por responder, su voz chillona con emoción.

—¡¡¡Los compraré todos!!!

Ante su petición Shan Li comenzó a hablar en continental y Fuuka le respondió con fluidez.

Una sonrisa se deslizó por la cara de Shan Li.

—Trato hecho. También agregaré algunos extras.

—Muchas gracias… Puedo hacer medicina más que suficiente ahora —dijo Fuuka, agarrando su pecho con alivio.

Detrás de ellos, Klause vio a Odin y levantó la voz.

—¿Tú? ¡¿Qué está haciendo mi espía aquí?!

—¡Oh Dios, él está aquí también!

—¡¿Eh, esa es la forma de hablarle a tu jefe?!

El lamentable trabajador Odin Florence miró a su jefe con desdén. Es tu culpa por estar aquí, pensó.

—Oh, espere… señor Klause —dijo Odin, señalando con el dedo al cuello de Klaus—. Tienes un sarpullido.

—¡¿Qué?!

El primer síntoma de la fiebre de la decapitación, un sarpullido rojo, rodeó el cuello de Klause.

—¡Oh no! ¡¡Espía, haz algo!!

—¿Hacer qué, exactamente? Oh, por cierto, renunció, ¿está bien? Y ya que renunció, no tengo ninguna obligación de hacer lo que dices…

—¡¿Perdón?! ¡¿Quieres decir que estás traicionando a la familia Rainhalt?! —pregunto Klause indignado.

—Bueno, vamos, la paga no es tan buena…

—¿Comparado con qué? Si no puedes soportar trabajar para nosotros, no podrás trabajar en ningún sitio…

Al escuchar eso, Shan Li levantó su mano.

—¡Por aquí! Está trabajando para nosotras.

—¿Quién demonios eres tú? ¡¿una especie de comerciante del continente?!

—Así es. De donde vengo, tenemos un dicho: “ponga su dinero donde está su boca”. Si no pagas, entonces cállate. Si pagas, aún así cállate. Entonces, ¿pagarás lo suficiente como para entrometerte en el cambio de trabajo de tu espía?

Shan Li puso su sonrisa de negocios. A su lado, la voluptuosa María habló entre suspiros.

—Siento decírtelo, pero mi esposa ha comprado y pagado por ese hombre.

 —Ella, espo… ¿qué?

—Y ella pagó esto.

Klaus se negó a aceptar la cantidad pagada y soltó un grito.

—¡Esto es ridículo! Claro, es un espía, pero sigue siendo sólo un sirviente!

—¡No, no, no! Es rápido con los pies, y no hay mayor virtud que esa. Además, está lo suficientemente bien versado como para manejar cualquier cosa que podamos pedirle, y sobre todo, ¡es tan adorable!

—¡Concederé el hecho de que es inteligente! P-Pero…

—Lo siento, pero así es como es, señor Klaus. Así que ya no tengo ninguna razón en particular para ayudarte con tu enfermedad… ¡¡No podría decir que no a los altos salarios y las abundantes vacaciones!! Hasta luego, permanezca saludable.

—¡¿Espía?! ¿Ves mi cuello? ¡¿Qué parte de él se ve bien para ti?! ¡Ayúdame!

—¡Ah, es cierto, ahí está la hierba medicinal!

Primero perdio la mujer a la que deseaba, luego su propio sirviente, Klause Rainhalt, gritó en vano.

—He preparado la hierba a la luz de la luna. La administrare en orden, ¡así que alineense! Klause, padre, eso va para los dos también.

Después de la última reprimenda de Fuuka, el conde Hamilton y el heredero de la casa Rainhalt se unieron a los sirvientes en la fila y esperaron su medicina. Dan se arrastró, mientras Klaus caminaba con los hombros hundidos.

—Por favor, Fuuka ayuda… ayúdame… —dijo Dan.

Pero por mucho que se agarrara al vestido de Fuuka o besara los zapatos de Miyako, nadie le prestó atención. El trato abusivo de Dan Hamilton hacia Fuuka, con el tiempo, le hizo perder la confianza de sus sirvientes.

Fuuka continuó con los tratamientos.

—Esperamos haber reducido el riesgo de que más personas desarrollen síntomas.

Dan Hamilton besó las botas, se postró, y finalmente lloró y pidió perdón. Le arrojaron algunas medicinas y terminaron su tratamiento.

Ahora todo lo que queda es que Fuuka y yo nos marchemos de este lugar —pensó Miyako con alivio.

Pero justo entonces…

—Miyako, ¡cuidado! —gritó Fuuka—. ¿Eh?

Algo la golpeó.

—¡Nya, amo!

 —¡Miyako!

Los pies de Miyako dejaron el suelo. De cabeza, cayó del precipicio hacia el río que Umi había calmado anteriormente.

—¡Si no te pones del lado de los Rainhalt… entonces no podemos tolerar la creación de un nuevo Noble Excepcional!

Confundida, Miyako escudriñó la orilla mientras caía y vio a un hombre gritando histéricamente. Detrás de su espantosa expresión, el mayordomo principal de la familia Rainhalt.

No, esto no puede estar pasando… ¡¡La brillante y tranquila vida que tendríamos juntas apenas estaba empezando!!

La colisión con el agua cortó simultáneamente los gritos desesperados de Miyako y su conciencia.

♦ ♦ ♦

La voz de la amada villana de Miyako penetró en su conciencia que se desvanecía.

—Miyako, yo… Todos los días que estuve contigo, todos esos días que pasamos juntas, me sentí muy feliz.

Tenía dos semanas para hacerte decir que eras feliz. ¿Cuándo es el último día? Ahora que lo pienso… 

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