Vida feliz – Capítulo 74 – Historia extra 4: Quiero llamarte hermano mayor (1)

Traducido por Soyokaze

Editado por Ayanami


Soy la hija mayor de la casa Adelcian y sólo tengo un hermanito. En total somos cuatro y creo que somos una familia feliz.

Nací en la nobleza, así que mi familia es rica, mis padres me aman de verdad y mi lindo hermanito me adora; y, por si no fuera poco, tengo un guardaespaldas muy qué capaz.

En realidad, no hay nada que desee con ansias, ya que todo lo que quiero, me lo compran. Por otro lado, sería una molestia que me compraran cosas que no quiero, como vestidos ondeantes que harían que me moviera con dificultad; en lugar de eso prefiero vestimentas austeras pero cómodas.

Bueno, sé que estoy en una situación más que privilegiada. No deseo ser más extravagante de lo que ya soy.

Pero… sí hay algo que deseo, que por mas que quiera no voy a conseguir por ningún medio…

♦ ♦ ♦

—¡Qué envidia! —Exclamé mientras miraba hacia abajo, apoyando mi barbilla sobre mis brazos cruzados encima del borde de la ventana abierta.

Lo que veía con tanto detenimiento era el movimiento de dos personas que se animaban mutuamente a grandes voces, y además podía escuchar el resonar del metal de sus espadas cada que vez que éstas se encontraban.

No había lugar del jardín que no se haya remodelado al extremo, a excepción de una parte del césped. Allí se encontraban la señorita Fiona y el joven Roland divirtiéndose y llevándose bien. Sus brazos se movían ágilmente blandiendo sus espadas y un destello plateado salía de ellas.

«No cabe duda», pensé. «Se llevan muy bien».

—Hermano, ¡hoy vengo por tu vida!

—¿Por qué tienes que decir esa frase inquietante tan trillada…?

Se escuchaba el sonido de metal del choque de sus espadas y salían chispas que brillaban intensamente. Sus pasos desgastaban el césped, tanto que el color ocre de la tierra era visible.

Les dije que no se excedieran, así que no me preocupé demasiado. Confío en ellos.

—¡Sí que se llevan bien!

Soy la primera hija, así que por más que quiera, no puedo tener un hermano ni hermana mayor. Creo que sería estupendo tener hermanos mayores y llevarme así de bien como ellos.

En cuanto a Gilles, la verdad es que nunca lo vi como a un hermano mayor. «Es malo para mi corazón el sólo pensarlo», pensé para mí, disculpándome con él.

Él me mima mucho, pero siento que algo no cuadra. Siento que no tenemos la distancia debida que caracteriza a los hermanos mayores. No tengo ninguna queja, ya que soy yo la que insiste en estar cerca de él, pero eso no evita que tenga ese sentimiento.

Gilles no tiene pinta de hermano, es más cercano a un guardián. En eso radica la diferencia.

No lo puedo negar: desearía tener un hermano mayor. Ansío tener uno y no tengo más que un hermanito.

«¡Qué maravilloso sería si tuviera un hermano mayor!»

Mi hermano mayor ideal sería alguien que fuera amable, confiable, genial y que no interfiriera demasiado en mis asuntos. Una persona que no fuera demasiado empalagosa y que, en ocasiones, me reprendiera si hiciera algo mal.

Ahora que lo pienso, se me vino a la mente alguien cercano que, quizás, se ajuste a esas características.

A decir verdad, se trata de un chico amable, pero de carácter firme y que tiene sentido común.

♦ ♦ ♦

—¡Por eso te lo pido, Cecil-kun!

—¿Qué planeas tan de repente?

—¡Sé mi hermano mayor sólo por hoy! ¡Por favor!

—¿¡Que, Queeé…!?

«¡Ya está!», se lo pedí a Cecil-kun, quien había venido a entrenar a Ruby, inclinando mi cuerpo ante él con entusiasmo.

Claramente estaba confundido, tal como esperaba. O, mejor dicho, su exclamación fue como si no entendiera para nada en qué situación se encontraba en este momento.

—¡Es que mi sueño dorado es tener un hermano mayor!

—Pero no estamos relacionados por la sangre.

—Lo sé. Pero aun así quiero uno sin importar qué, así que por favor: sé mi hermano mayor sólo por hoy, ¿sí?

—¡Sé me dificulta comprender lo que pasa por tu cabeza! —Cortó Cecil-kun de tajo, ante la seria insistencia de mi anhelo.

Aunque levanté la cara y mostré mis mejillas infladas, parece que no logró entender mi deseo. Al contrario, se veía un poco, no, bastante sorprendido.

Creo que para él, fue demasiado repentino…

—¿Por qué yo?

—Es que tu eres lo que más se asemeja al ideal de un hermano mayor. ¿Verdad que sí, Ruby?

—¿Sí?

Ruby, quien estaba cerca, contestó al instante. Se ve que no comprendió mucho cuando le pregunté, e inclinaba su cabeza de forma adorable.

Cecil-kun frunció el ceño, y yo, ignorando su molestia, abracé a Ruby por detrás.

Entonces, reí para mis adentros. Sabía que Cecil-kun era débil ante Ruby, así que pensé que mi hermanito sería una gran estrategia para, de alguna forma, convencerlo, aunque no quisiera. Después de todo, no voy a ser castigada por los cielos sólo por llamar a Cecil-kun, “hermano mayor”, por un día completo.

—Tú también quieres que Cecil-kun sea nuestro hermano mayor por un día, ¿verdad, Ruby?

—T-Tú, ¡no digas nada innecesario, tonta!

—Cecil onii-chan, ¿vas a ser nuestro hermano mayor? ¡Yupi!

—Tramposa… Lo hiciste a propósito, ¿no? Pedirme tal cosa estando Ruby presente.

—Hazme el favor de llamarme “estratega”, ¿sí?

Cuando simule una sonrisa infantil a propósito, él me regresó a cambio una sonrisa crispada. Sin embargo, su expresión era como si ya se hubiera rendido.

¡Lo logré! Ahora sí podré llamarlo “Cecil onii-chan…”

♦ ♦ ♦

—Ahora, hermano mayor, practiquemos esgrima con escobas.

—No es necesario un hermano mayor para eso.

Recordando que el acuerdo para llamarlo “hermano mayor” era por sólo un día, quise aprovechar todo e intenté decírselo inmediatamente y pedirle practicar esgrima.

Por cierto, como no soy más que una simple amateur, le sugerí escobas porque no sería peligroso aún si llegáramos a golpearnos con ellas. Además, una espada real es muy pesada y sería muy difícil para mí balancearla de un lado a otro.

—¿Por qué no? Hacer este tipo de cosas entre hermanos, es el verdadero encanto.

—No es propio que se hagan tales cosas entre un hermano y una hermana.

—¿Tú crees? Pero el joven Roland y la señorita Fiona lo hacen y se llevan muy bien.

En estos momentos la señorita Fiona y su hermano se habían ido a algún otro lugar, pero se veía que la pasaban muy bien cuando cruzaban sus espadas. La señorita Fiona se veía muy animada, y eso, por sí mismo, hace que me pregunte si no es más que otra forma de expresar amor entre hermanos.

Cecil-kun negó con la cabeza, haciéndome una mueca cuando yo ladeaba la cabeza mientras recordaba lo bien que se llevaban esos dos mientras jugaban con sus espadas.

—Ellos son una excepción, ¡así que olvídalo!

—¡Noo! ¡¿Por queeé?!

Yo quería jugar a pelear con espadas…

Pensé que sería divertido jugar a las espadas con escobas, ya que son ligeras y seguras, pues hubiera sido una buena práctica para mí. Y yo que creí que era una idea genial, ¡qué lástima!

Me pregunto qué parte de mi sugerencia lo tiene tan insatisfecho.

«¡Pero si la que está insatisfecha soy yo!», protesté para mí misma, pensando que era injusto que Cecil-kun se sintiera así; por eso sostuve el doblez de su manga haciendo un puchero. Sin embargo, pensé que sería muy infantil por mi parte si lo exageraba inflando mis mejillas, así que me limité a fruncir mis labios sólo un poco.

Y, Cecil-kun, quien pareció haber captado mi insatisfacción con su mirada, entrecerró sus ojos dorados y soltó un suspiro.

—Ten paciencia con eso… —dijo, acariciando fuertemente mi cabeza con la palma de su mano.

—¡Ah! —Protesté, pero Cecil-kun siguió alborotando mi cabello sin importarle hacer un desastre con él.

—Porque no estoy dispuesto a escuchar quejas ni nada por el estilo, ¿entendido?

—Eeentendido, je, je…

A lo mejor Cecil-kun no se ha dado cuenta, pero en este momento está actuando como todo un hermano mayor…

Es un poco rudo, pero su toque se siente amable, como el de un verdadero hermano. Es diferente al de Gilles. ¿Cómo decirlo? Su afecto tiene un tipo de calidez diferente.

Cecil-kun es así. Tal vez, esa sea la razón por la que él se siente como un hermano mayor. Su carácter, de varias maneras, también se asemeja a la de uno.

Mis mejillas se relajaron y sonreí mientras él volvía a alborotar mi cabello. Entonces, Cecil-kun, como si estuviera disgustado, pellizcó ligeramente mis mejillas; sin embargo, su mirada era amable, por eso decidí interpretar su gesto a mi favor, con el fin de ocultar mi vergüenza.

—Detente, hermano mayor…

—¡Cállate! ¿Quién fue la que me obligó a asumir ese papel?

—¡Yo! Je, je, je.

Cecil-kun suavizó su expresión, como si no hubiera más remedio ante mi risa. Hum… Pienso que sería estupendo que hiciéramos cosas como estas de nuevo en alguna otra ocasión.

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