Villana mimada por el príncipe vecino – Capítulo 110: Banquete de bienvenida

Traducido por Sharon

Editado por Yonile


Después de pasar por varias calles y aldeas con oasis, Tiararose y los demás finalmente llegaron al Castillo Real de Sandrose.

El techo circular y dorado brillaba con fuerza, y había varias pinturas en las paredes que los rodeaban. Había un gran pozo frente a las escaleras de la entrada, que lucía muy refrescante. Los ojos de Tiararose brillaban, capturada por la vista impresionante.

—Nunca pensé que vería el Castillo Real de Sandrose. Es impresionante.

—Te daré la bienvenida siempre que quieras, gatito —dijo Saravia con una sonrisa, acercándose de inmediato. Esas palabras sonaban demasiado reales para ser una broma, por lo que ella respondió con una sonrisa amarga.

—No, eso no está bien. Sir Aquasteed llegará en cinco días, así que rey Saravia, por favor haga su trabajo mientras tanto. Tiene que prepararse para el festival, ¿verdad?

—Eres tan fría como siempre… Bueno, de todas formas, bienvenida a mi reino Sandrose, Tiararose. Los saludo a ti y a los dos Reyes Hada.

Saravia dio un paso tembloroso hacia adelante, y saludó al grupo con una gran sonrisa. El castillo estaba visible a su espalda, y con el sol brillando con fuerza, lo hacía lucir como un verdadero rey.

—Estoy extremadamente honrada de ser invitada al festival tradicional. No estaré aquí por mucho tiempo, pero por favor cuide de mí durante mi estancia —le agradeció Tiararose con gracia.

—Sí. Por favor, dime si hay algo que te sea inconveniente.

—Muchas gracias por tu consideración.

—Bien —dijo Saravia, invitando al grupo dentro del Castillo—. ¿No fue el camino caluroso y duro? Por favor, descansen por ahora.

—Sí, muchas gracias.

El agua caía por los costados del pasaje, con flores floreciendo, haciendo una imagen extremadamente hermosa. La brisa cómoda le hizo cosquillas a las mejillas de Tiararose, y en la sombra el ambiente era muy fresco.

—Qué lindo —dijo Pearl, impresionada—. Al parecer el agua se maneja bien aquí. Como se esperaba del Palacio Real.

—Es un honor recibir tales cumplidos de usted, Reina Pearl —sonrió Saravia—. ¿No es hermoso? Como han visto, la mayoría del país está cubierto con desiertos, pero gracias a ellos, es más evidente la fuerza de la vida de la naturaleza. Estoy seguro que les será agradable a los dos Reyes Hada.

—Es cierto. Nos gusta la naturaleza sin modificar.

Aunque algunas veces proveían asistencia, era el trabajo de Pearl y los otros Reyes nutrir con cuidado la vitalidad de las criaturas. Debían guiar a las Hadas y cuidar de los humanos. El actual Marineforest probablemente era el ambiente más ideal para ello.

El grupo fue guiado a través del Castillo Real a pie, y pronto llegaron a los cuartos que les habían preparado.

—Este es el cuarto de mi gatito, al lado está el de Keith y Pearl. Detrás está el cuarto que usarán los ayudantes y caballeros. Les hemos preparado ropa de Sandrose, así que siéntanse en libertad de usarlos —les explicó Saravia, guiñando el ojo.

A pesar de que era ropa veraniega, los vestidos de Marineforest eran demasiado calurosos para usar.

—Gracias por tu consideración. Nunca pensé que sería el rey Saravia el que nos guiaría personalmente…

—Bueno, esta podría terminar siendo tu casa, ¿verdad, gatito?

—¡No lo será! Tsk —rechazó al instante Tiararose tal invitación frívola, ya que era la primera vez que visitaba otro país sola. Recibiendo el permiso para descansar, entró a su cuarto.

♦ ♦ ♦

El Sol se había puesto cuando Keith entró en el cuarto de Pearl.

Había un gran número de sirvientes moviendo un gran abanico hacia Pearl, siendo que la persona en cuestión estaba acostada en un sofá mientras tomaba una bebida fría de manera despreocupada con algunos bocadillos.

—Bueno, bueno, pareciera que estás viviendo una vida extravagante.

—¿Qué sucede, Keith? Estoy cansada por el viaje, así que estoy tomándome un descanso.

—Es probable que no estés tan cansada, tsk. Tengo algo que hablar contigo, Pearl, así que el resto por favor deje el cuarto —les dijo Keith a los ayudantes, y Pearl ajustó su figura con un suspiro.

—¿Es sobre la Salamandra?

—Eso es correcto.

Pearl estaba pensando qué debería hacer.

—Tenía razón, después de todo —murmuró Keith al verla en silencio. Al parecer los dos habían estado pensando en lo mismo—. ¿Deberíamos decirle a Tiara?

—Bueno… Si le decimos algo innecesario, es probable que haga algo peligroso.

—En ese caso, nos mantendremos en silencio.

—Sí.

En cuanto tomaron una decisión, un golpe resonó en el cuarto.

—Pearl, pronto será hora de atender al banquete

—Oh, es Philiane… Puedes entrar.

—Discúlpenme. Oh, así que estabas con Keith. ¿Debería ayudarles con los preparativos?

Philiane se había acercado para ayudarlos a prepararse, porque el banquete comenzaría pronto.

—No es necesario —dijo Pearl después de pensarlo por unos momentos. Los trajes ya estaban preparados, así que no tendría problemas para alistarse.

—Lo mismo conmigo.

—Entendido. Entonces, el guía ya ha llegado, así que podemos irnos.

—Sí.

—Sip.

♦ ♦ ♦

El cabello rosado de Tiararose estaba atado en una cola baja hacia un costado, y tenía un velo de gasa sobre su cabeza. El vestido del desierto era atrevido, con tela reveladora y el área del estómago descubierto. Tenía un pendiente cerca de su pecho que contenía la piedra roja que Saravia le dio.

Tiararose estaba usando más accesorios de lo usual, y cada vez que caminaba, se escuchaba un tintineo.

El banquete de bienvenida había comenzado con una danza de las brujas de Sandrose. Estas mujeres, que bailaban en silencio y con movimientos grandes, eran las brujas de este país. El baile ritual era encantador, y lucía muy misterioso bajo la luz de la luna.

El área gigante a donde fueron dirigidos no tenía techo en el centro, lo que les permitía observar la luna y las estrellas. Platillos de bienvenida y vinos de alta calidad estaban alineados sobre la alfombra, pero Tiararose estaba ensimismada con las brujas frente a ella, pensando que eran muy extravagantes.

Las campanas e instrumentos de cuerdas, junto con la canción de amor, la hicieron sentir sola por estar alejada de Aquasteed.

Como el viaje fue planeado para que tuviera tiempo de hacer turismo, les tomaron dieciocho días llegar al Castillo Real desde Marineforest. Sí, habían sido dieciocho días desde que Aqusteed la había tocado por última vez, o había pronunciado su nombre.

Quiero ver a sir Aqua.

Mientras miraba el baile con ojos tristes, Saravia, que estaba sentado a su lado, comenzó a hablar.

—Este es el baile ritual para la Salamandra. Es sagrado, y muchas damas sueñan con estar en su posición.

—Bueno, es una danza hermosa. Estoy segura que satisfacerá a la Salamandra.

Tiararose había querido verla desde la última vez, así que compartió sus pensamientos honestos.

—Probablemente sea difícil bailar de esa forma.

Hablando de eso, la Salamandra existe de verdad, ¿no?

No había dudas. Saravia debería saber de su existencia, al ser su rey. Tiararose lo sabía por Grail, pero Saravia no sabía que ella sabía. Quería hacerle preguntas porque tenía curiosidad, pero no podía.

¿Y si termino encontrándomelo…?

Bueno, era un hábito suyo pensar de esa manera porque amaba jugar juegos otome. Quería saber todo lo que había por saber sobre este mundo.

Una vez terminara el festival, el cual tomaría lugar en unos días, la Salamandra volvería a dormir una vez más. En ese caso, le tomaría unos cientos o incluso miles de años volver a despertar.

¡Oh, no! ¡No puedo! ¡Le prometí a Sir Aqua que no actuaría por mi cuenta!

Si decía que quería conocer a la Salamandra, definitivamente sería regañada por Aquasteed más tarde.

Al ver las expresiones de Tiararose mientras intentaba contenerse, Saravia sonrió.

—¿Qué sucede? Estabas mirando el baile encantada antes, ¿qué hizo que cambies tanto de expresión?

—No… Hay Reyes Hada en mi país, así que pensé que no sería extraño si el espíritu de fuego, la Salamandra, existiera.

—Sí existe.

—Es cierto, no existe… ¿Eh?

Tiararose había mencionado a la Salamandra para hacer conversación; nunca se esperó que él le respondiera con seriedad a su tono bromista. Estaba segura que ahora mismo debía de lucir muy sorprendida, con la boca abierta. Saravia lanzó una carcajada al verla.

—Las hadas existen. No debería ser extraño que también existan espíritus, ¿verdad?

—Bueno, es cierto… Es solo que nunca había escuchado sobre él antes.

—Ah, eso es verdad. Es un secreto nacional.

—¡Espera…!

¡¿Cómo puede revelar algo como eso con tanta facilidad?!

Tiararose estaba nerviosa, pero Saravia no lucía para nada frenético. Lo más probable es que no tuviera ninguna preocupación de haber revelado un secreto tan importante para su país.

—Está bien. Dejándote de lado, Rose, es probable que las hadas se hayan dado cuenta de la existencia de la Salamandra, ¿no? No, lo más probable es que lo supieran ya que tienen vidas más largas que los humanos. Por eso no tengo motivos para ocultárselo a Marineforest.

—Ya veo… Bueno, entonces ¿este festival es por el bien de la Salamandra?

—Sí. Yo también estaré bailando, así que asegúrate de mirarme. Estoy seguro de que te enamorarás de mí de nuevo.

—Nunca me enamoré de ti. Por favor, deja los juegos, rey Saravia.

Le molestaba que él siguiera sin rendirse, pero Saravia no se mostraba preocupado por su reacción. En su lugar, su mirada se desvió hacia el pecho de Tiararose. O para ser más precisos, a la joya roja que brillaba allí, la Lágrima de la Salamandra.

—¿Q-Qué sucede?

—¿Qué? Estás usando la joya que te di, así que pensé que podría haber una posibilidad.

—¡No me la puse por ese propósito!

La estaba usando porque tenía sentido mostrarla en este público, por eso no quería que él tuviera algún malentendido extraño.

—Es hermoso…

—¿Eh?

Saravia extendió su mano y tocó el collar de Tiararose. Había notado de inmediato que, a diferencia de la vez en que le presentó la joya mágica, se había vuelto más poderosa cuando se mezcló con la magia de la reina. Emitía una luz gentil y cálida ahora.

Comenzó a inspeccionar la joya. Por su parte, Tiararose comenzó a desear que no la estuviera observando tanto, porque era vergonzoso.

—Como esperaba de una joya mágica. El color rojo parece estar volviéndose cada vez más vívido… Es muy hermosa.

—En efecto. Brilla con más fuerza desde que se comenzó a mezclar con tu poder mágico, Rose. Superó el brillo que tenía cuando yo la usaba.

Saravia entrecerró los ojos, mirando la joya con tristeza, se dio cuenta Tiararose.

¿Podría ser que es una posesión preciada…?

Saravia solía actuar de manera frívola, por eso no podía entender por qué miraba el accesorio con una mirada tan triste. Era difícil comprender sus verdaderos sentimientos.

Tiararose eligió sus palabras con cuidado para no mostrar su confusión.

—¿Esta joya le perteneció antes, rey Saravia?

—¿Hm? Sí, lo murmuré sin darme cuenta. Esta joya ha estado conmigo desde mi nacimiento. Desafortunadamente, no era compatible conmigo.

¿Existe el concepto de compatibilidad con una joya…?, pensó Tiararose.

O mejor dicho, era un accesorio que le quedaba mejor a él que a ella, ya que tenía el color de sus ojos.

—Creo que también le quedaría bien… —comentó, encontrando extraña la situación.

—No, te queda mejor a ti, Rose. Supongo que una princesa amada por las hadas también es apreciada por los espíritus.

—Eso…

Sin saber qué responder, ella le dio una sonrisa vaga. Aunque se dio cuenta que Saravia estaba actuando extraño, decidió no pensar demasiado en ello ya que Aquasteed no estaba presente.

Aunque estaba algo preocupada.

Saravia tomó el vino y desvió sus ojos de la joya hacia las brujas bailando.

—Siete días hasta el festival, ¿huh…? —murmuró, y Tiararose pensó que por eso su expresión era tan triste. Sin embargo, no podía hacer nada al respecto.

A pesar de que estaba preocupada, decidió no decir nada, y de esa manera, el banquete terminó.

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