Traducido por Shisai
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Paredes rosas, una mesa negra y una cama con estructura de metal con edredones y cojines azules. Estaba en un lugar que me había acostumbrado a soñar, el dormitorio de mi amiga Acchan.
¡Excelente! Finalmente puedo soñar esto de nuevo.
Desde que comencé a trabajar en el Ministerio, de vez en cuando tenía este sueño en el que Acchan jugaba la secuela, un juego que yo nunca logré jugar.
Seguí leyendo “Katarina – Volumen 10 – Capítulo 1: La vida en el Ministerio de magia (2)”
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El cálido sol de la tarde, que brillaba sobre los textos que había abierto frente a mí me estaba dando un sueño terrible. Yo, Katarina Claes, estaba haciendo todo lo posible por permanecer despierta. Nunca me gustó estudiar teoría, e incluso en la Academia a menudo tenía que luchar contra la somnolencia… El sueño generalmente ganaba. En especial después del almuerzo, cuando estaba llena y cómoda.
Seguí leyendo “Katarina – Volumen 10 – Capítulo 1: La vida en el Ministerio de magia (1)”
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Yo, Susanna Randall, también conocida como Lahna Smith, acababa de terminar de dar mi informe en el Ministerio. Ahora tenía que informar al hombre que nos había ayudado durante este incidente, Jeffrey Stuart, el príncipe mayor y el prometido de mi alias público.
—Últimamente he estado tan ocupado que ni siquiera puedo ir a verlos. Es realmente estresante —refunfuñó tan pronto como nos vimos. Hablaba de sus hermanos menores, a quienes amaba hasta la obsesión. Lo miré fríamente. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 5: Adiós, nos veremos de nuevo (2)”
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—¿Cómo estás, Arneau? —preguntó Sora, entrando en mi habitación del hospital.
—Bastante bien —respondí. Me había curado al punto que la mayoría de mis heridas habían desaparecido.
—Que bueno escuchar eso. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 5: Adiós, nos veremos de nuevo (1)”
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Esto sucedió algún tiempo antes.
Yo, Maria Campbell, estaba en mi habitación en el restaurante, estudiando atentamente el pacto de luz. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que comencé. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 4: Escape (3)”
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—Despierta. Oye. ¡Despierta!
—¿Hm? ¿Ya es de día?
Escuché que alguien me llamaba y, cuando me desperté de mi cómodo sueño, vi a un hombre al que no reconocí parado frente a mí. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 4: Escape (2)”
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—Oh, Arneau, ¿eres tú? Lo siento —dijo, sonriendo, mientras me arrodillaba a su lado y le limpiaba el barro de la cara con un trapo.
Mi amigo de la infancia estaba atado en el suelo de una habitación pequeña y oscura. Vino a buscarme y se involucró en esto. El hombre al que había noqueado le había pagado con creces. Tuve la intuición de decirles a mis colegas que un hombre tan guapo valdría mucho dinero si lo vendiéramos, así que afortunadamente, no llegaron a desfigurar su valioso rostro. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 4: Escape (1)”
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—La misma vieja Katarina.
Salí de la habitación con los niños secuestrados y noté que mis labios se habían curvado en una sonrisa. No había pasado tanto tiempo desde que yo, Cezar Dahl, vi por última vez a Katarina Claes. Tenía la sensación de que la volvería a ver con el tiempo, pero no tan pronto. Y ciertamente no en estas circunstancias.
Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 3: El escondite secreto y una reunión inesperada (4)”
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Salí a comprar comestibles, y luego le llevé algunos dulces a la chica que nos ayudó a encontrar un dueño para el gatito para agradecerle.
Me dirigía de regreso al restaurante cuando vi a Sora, quien se suponía que debería estar trabajando en el puerto a esta hora del día. Curiosa, lo seguí a través de una serie de callejones oscuros y lo vi correr hacia Arneau. Los dos estaban discutiendo sobre algo. Quería ir y preguntar qué estaba pasando, pero luego vi a un niño salir corriendo de un edificio cercano, solo para ser perseguido y atrapado por un hombre, quien le tapó la boca y se lo echó al hombro como si fuera un saco de patatas. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 3: El escondite secreto y una reunión inesperada (3)”
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Yo, Sora Smith, le di las buenas noches a Katarina y volví a mi habitación. Me acosté en mi cama pero me sentí demasiado agitado para dormir. Por supuesto, sabía la razón. Me acababa de reunir con Arneau, mi amigo de la infancia, por primera vez en más de una década.
Cuando vivíamos en los barrios marginales, no podíamos protegernos de los adultos por nuestra cuenta, así que tuvimos que formar grupos. Yo formaba parte de uno con Arneau. Tener una edad cercana ayudó, y como congeniamos, pasamos mucho tiempo juntos. A diferencia de los otros estúpidos fanfarrones, no intimidaba a los más jóvenes o más débiles que él. Actuaba con indiferencia, pero en realidad era un niño amable que cuidaría de los más pequeños. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 3: El escondite secreto y una reunión inesperada (2)”
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Después de lavar al gato, regresé al restaurante y encontré a María ya preparándose para el trabajo. Cocinaba, horneaba y, a partir de ayer, también llevaba los libros contables y trataba de reducir los costos donde podía. Gracias a ella, el restaurante casi había convertido sus enormes pérdidas en ganancias. Sin embargo, estaba tan ocupada que, al igual que el día anterior, probablemente no estaría libre para salir.
Me había preocupado que trabajara demasiado, pero mientras se aferraba a los libros de contabilidad, insistió en que disfrutaba contribuyendo al restaurante y aumentando las ventas. Ahora me sentía feliz de que encontrase un nuevo pasatiempo. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 3: El escondite secreto y una reunión inesperada (1)”
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Había pasado un tiempo desde que encontré al gatito en el callejón. Últimamente, incluso había comenzado a comer directamente de mi mano. Antes de que me diera cuenta, iba a ese callejón para darle de comer siempre que pudiera. Era muy pequeño, pero probablemente entendía que salir de ese lugar era demasiado peligroso para él. O tal vez sabía que yo vendría a traerle comida. Cualquiera que sea el caso, él siempre estaba ahí.
Iba camino a darle un poco de jamón, como de costumbre, cuando encontré a alguien agachado junto al gatito. El callejón estaba tan oscuro que no me di cuenta hasta que estuve muy cerca. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 2: Una reunión en el callejón (5)”
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Otro almuerzo ocupado por toneladas de mujeres jóvenes llegó a su fin.
María dijo que prepararía nuevos platos para la cena y yo también quería ser útil, así que dije que volvería a comprar los ingredientes. Tuvimos más clientes de los que esperábamos y ya se estaban empezando a acabar muchos ingredientes. Los anoté en una lista y fui a la misma tienda en la que había estado antes. Una vez más, lo alcancé sin perderme.
—¿Oh? ¿Aquí otra vez? —me preguntó el comerciante. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 2: Una reunión en el callejón (4)”
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A diferencia del día anterior, logré despertarme sin ningún problema antes de que fuera demasiado tarde… Con la ayuda de María, claro.
Hoy, también, Sora estaba trabajando en los muelles mientras María parecía ocupada preparando los postres para servir a la hora del almuerzo.
Ayer no hice mucho, pero hoy decidí que quería ayudar, así que le pregunté a Regina qué ingredientes necesitábamos y fui a comprarlos. Me estaba acostumbrando a la ciudad y podía ir sola a la tienda más cercana. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 2: Una reunión en el callejón (3)”
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Después de reflexionar sobre mi fechoría, salí de mi habitación lista para prepararme para la hora de la cena. Sora había vuelto de su trabajo en el puerto y nos contó lo que había aprendido allí.
—Aunque la carga se inspecciona cuidadosamente, es imposible vigilar hasta el último rincón de cada barco. Escuché que así es como el contrabando a veces se escapa.
Por tanto, era posible que el puerto estuviera siendo utilizado para la trata de personas. Seguí leyendo “Katarina – Volumen 9 – Capítulo 2: Una reunión en el callejón (2)”