Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 13: Es un mundo de hombres

Traducido por Kiara

Editado por Raine


La Escoria generalmente habla con calidez a sus hijos, pero esta vez los regañó.

—Hijo, esto no es un perro.

¿No quieres decir “ella no es un perro”? Diría que mi orgullo estaba herido si no lo hubiera sacrificado hace mucho tiempo.

—¡Padre! —Abracé su pierna, dándole mi expresión más amable.

Había progresado. Mientras que anteriormente él me hubiera echado diciendo “¡Qué molestia!”, ahora sólo observaba. Cuando estaba de buen humor, incluso me daba unas palmaditas en la cabeza. Quien tuviera que estar agradecido por tal gesto, es un reflejo de la injusticia de este mundo.

—¿Cómo está, Padre? —Hwanseok inclinó la cabeza.

—¡Padre! —Hwanseong estaba alegre como siempre.

Se esperaba que los niños se dirigieran a sus padres respetuosamente por sus títulos de nobleza después de los ocho años, pero Hwanseong no prestó atención a tales reglas. A la Escoria tampoco parecía importarle: Hwanseong iba a ser un caballero, y los caballeros no estaban sujetos a las reglas de etiqueta de la corte.

—Has avanzado mucho en tus habilidades mágicas —dijo la Escoria.

—Todavía estoy aprendiendo —respondió Hwanseok.

—Si hubiera tirado eso, habría aterrizado hasta allí —Hwanseong se echó a reír presuntuosamente.

Al parecer la Escoria tenía alguna razón para llamarme. Al principio, parecía que sólo quería verme, pero tenía una carta para mí. ¡Qué extraño que el rey reinante se encargue de entregar una carta a las manos de un infante, más aún que tal infante es una niña! ¿Qué sigue? Podrías haberme dicho que el cielo ya no es azul y no me habría sorprendido.

—Es de tu prometido.

♦ ♦ ♦

Gihyeon y Jinsu habían comenzado a vivir en el dormitorio del Instituto Imperial de Magia, donde compartían una habitación.

—Jinsu, ¿por qué sigues escribiendo y reescribiendo una carta? ¡Nunca me has escrito una! —preguntó Gihyeon.

—Sí lo hice, una vez.

—¡Sólo una vez! ¡Me estoy poniendo celoso!

Jinsu le dio a Gihyeon un suave empujón. Con un grito, Gihyeon salió volando. No, para ser precisos, Gihyeon levitó y se estrelló contra la cama.

—¡Eso no es justo! ¡Usaste magia! —reclamó Gihyeon.

—Pero podrías haber usado magia para resistir.

—¿Contra ti? ¿Cómo puedo compararme contigo? ¡Eres el mago mejor clasificado en el Reino! ¡No, en el Imperio!

Jinsu frunció el ceño y miró a Gihyeon, quien hinchó las mejillas como un niño pequeño. Él suspiró ruidosamente.

—Estoy ocupado —dijo Jinsu —Silencio.

—Sé lo que estás haciendo. Estás escribiendo una carta a tu novia, ¿verdad?

Jinsu lo negó rotundamente.

—Es la ceremonia de la mayoría de edad de la niña, así que ahora le estás escribiendo una carta, ¿no?

—¡No!

Gihyeon se acercó para pararse detrás de Jinsu.

—No es lo que estoy pensando, ¿verdad? ¿Una carta de amor?

—¡Estás muerto!

—Que seas tan frío me cautiva aún más. —riendo de nuevo, Giheyon se recostó en su cama como para darse por vencido. Fue como si dijera, “Bien, Jinsu, no uses magia en mí”.

Jinsu continuó escribiendo durante muchas horas más. Aquél que es conocido en el Imperio por su brillantez y cuya reputación había adquirido proporciones heroicas por su habilidad para dominar temas complejos, pasó seis horas componiendo esta carta.

Era de mañana cuando Giheyon se levantó y se frotó los ojos.

—¿Todavía estás trabajando? —preguntó.

—¿Sabes el número de esa chica? —Jinsu pregunto sinceramente.

Giheyon se limitó a mirarlo. Después de un minuto respondió, como si estuviera estupefacto.

—Eso es absurdo. ¿Por qué tendría el número de teléfono de cualquier chica? En primer lugar, las chicas no tienen poderes mágicos, por lo que ni siquiera pueden usar los teléfonos. ¿Qué te pasa últimamente?

♦ ♦ ♦

Acepté la carta de mi padre pero la mirada seria en su rostro me hizo dudar de aceptarla, como si tuviera algo siniestro. No me mires así. Sólo tengo ocho años. Nadie está conspirando contra mí.

—Es de tu prometido.

Me animé con la mención de mi prometido pero, ¿por qué la Escoria Real estaría haciendo un recado tan pequeño? Quería preguntar, pero me callé. A ninguna mujer se le permitió cuestionar a un rey.

En su lugar, sonreí encantada.

—¡Estoy tan feliz de ser convocada por Su Majestad!

Él, por supuesto, levantó la barbilla con altanería y se elevó sobre mí, haciéndome sentir aún más pequeña. Todo su ser parecía decir: “Por supuesto que deberías considerar esto como un gran honor”. Al mismo tiempo, también tuve la necesidad de golpearlo.

—Debes haberte vuelto bastante cercana a él.

—Me haría muy feliz que él me apreciara.

—Sí, él no es malo —respondió.

Su rostro mostraba una expresión de disgusto a pesar de sus palabras. Hwanseong también pareció notarlo, y yo secretamente estaba agradecida cuando preguntó:

—Padre, ¿por qué te sientes tan desanimado?

La jerarquía de este mundo no era una dictadura absolutista pura, ni una monarquía. Incluso los reyes y príncipes no observaban estrictamente la etiqueta de la corte si no estaban comprometidos en algún asunto oficial. El sistema social no era ni una clasificación social rígida ni una democracia igualitaria, y había bastante fluidez. El punto al que me dirijo es que el comportamiento de Hwanseong hacia su padre no estaba completamente fuera de la norma.

—No estoy contento.

—¿Qué quieres decir, Padre?

¿Finalmente había cautivado el corazón de mi padre? ¿No debo darme por vencida?

Bueno, estaba bastante equivocada, porque él dijo con una expresión bastante seria:

—Me gustaría tener un hijo como él.

Éstas palabras me hirieron tanto a mí como a Hwanseong. Hwanseong es considerado un genio, pero incluso Jinsu lo supera.

—Me esforzaré por aplicarme —respondió Hwanseong.

Mi padre se opuso.

—Está bien. Tú también eres parte de la élite. Es sólo que Jinsu es una estrella tan brillante.

¡Me hace pensar que él es un héroe, mientras que yo sólo soy una chica humilde!

—Me alegro de estar comprometida con una persona así —le dije.

Él asintió. Parecía como si todavía estuviera felicitándose en privado por su éxito en elegir un compañero para mí. Ésto me hizo odiarlo aún más.

—Habrá una fiesta con los eruditos, así que prepárate.

—¡Sí, Su Majestad! —grité.

Agitó la mano como si golpeara un mosquito.

—¡Me siento tan feliz de haber podido ver a Su Majestad hoy! ¡Estoy superada por la emoción!

Él ciertamente disfrutaba de la adulación. Su reputación como un rey justo era inmerecida. Supongo que ser un rey te hace acostumbrarte a la adulación. Yo me incliné antes de tomar mi permiso para retirarme.

—Espera —dijo.

—Sí, Su Majestad.

Permaneció en silencio, como si pensara cuidadosamente qué palabras decir.

—Ya no es necesario que me llames “Su Majestad”, ésta es una orden del Rey. El término será borrado de tu léxico.

—Quiere que te dirijas a él de otra manera —Hwanseok explicó.

Por sólo un breve momento, fui presa del pánico. ¿Por qué de repente no se me permitió dirigirme a él por ese título?

Suavemente, probé:

—Pa… ¿papi?

La Escoria hizo un gesto despectivo de su mano. Su lenguaje corporal parecía estar diciendo “Tú, molestia, ya vete”.

¿Qué significaba eso? Me quedé pensando.

Él era tan bueno como su palabra. A las hijas del rey ya no se les exigía que llamaran al rey “Su Majestad”.

♦ ♦ ♦

Los eruditos y yo nos reuníamos en ocasiones en las que me pedían que compartiera mis escasos conocimientos. Afortunadamente, todo lo que tenía que hacer era abordar un tema y proporcionar la información más sencilla y ellos se harían cargo de la recopilación de información, independientemente de si la información fuera útil o no.

Hoy les contaba acerca de la mano invisible de Adam Smith. Ellos se maravillaron.

—¡Qué formidable genio eres, princesa Sanghee!

—¿La ley de la oferta y la demanda? ¡Qué cierto es eso!

Los eruditos habían crecido con la magia. En este mundo, nada era inalcanzable con la magia. Algunos incluso usaban la magia para volar por el cielo. También he oído que la Escoria lo hace, aunque nunca lo había visto. La disponibilidad de la magia había retrasado el avance de otros temas. Todos eran muy inteligentes, de modo que captaron inmediatamente cualquier concepto que presenté.

La Escoria y otros eruditos se reunieron para cenar.

—Su Majestad —dijo uno —La princesa debería ser inscrita en la escuela.

—Si no es posible, deberíamos darle educación privada.

—Me sentiría honrado de ser su maestro.

Por deprimente que fuera admitirlo, conocía mi lugar y permanecí en silencio. El sólo hecho de poder comer con los hombres es un honor. Cada erudito presionó con su opinión como si esperara que el rey pusiera resistencia con la esperada frase “¿Por qué una niña sin valor necesita una educación?”, pero el rey sorprendió a todos con su apática respuesta:

—Hagan lo que quieran.

Así fue como me convertí en la primera princesa en recibir una educación formal. Me sorprendió bastante, aunque probablemente debería haber podido predecir esto, dado el progreso que había hecho con él.

Supe de ésto después, pero los muchos eruditos en el Reino se pelearon entre sí para enseñarme. El conocimiento que había traído de la Tierra es aparentemente nuevo para ellos y cada uno quería tener acceso a mí. Un profesor llamado Alex luchó contra la competencia y se convirtió en mi maestro. Sin embargo, antes de llegar a ese tema, describiré algo que sucedió antes.

♦ ♦ ♦

Hay tres príncipes: los dos más jóvenes son Hwanseok y Hwanseong, a quienes llamé “Mocosos” por todas las razones que he ilustrado anteriormente, y el príncipe mayor Hyeongseok, quien estaba en un lugar totalmente adecuado debido a sus modales reflexivos y su disposición amable. Además, es muy guapo.

Hyeongseok es un rehén del Imperio y se le permite regresar al Reino aproximadamente una vez al mes. Cuando lo hacía, siempre venía a mi habitación para una visita. Hwanseok, que había estado leyendo en mi habitación, estaba tan absorto que no se dio cuenta de que había entrado Hyeongseok.

Yo corrí hacia el príncipe mayor y lo abracé. Ah, me sentí feliz.

Aceptando mi abrazo, Hyeongseok caminó a escondidas detrás de Hwanseok.

—Oh, hola —saludó Hwangseon a su hermano mayor —Lo siento. No te vi.

Cuando los ojos de Hwanseok me vieron en los brazos de Hyeongseok, rompió la punta de su lápiz.

Hyeongseok sonrió.

—Oh, ya veo lo que estás pensando. ¿Quieres abrazarla también?

—No —, Hwanseok hizo una mueca —Ella es sólo un perro tonto.

Hyeongseok, aún sonriendo, le preguntó:

—Entonces, ¿por qué rompiste la punta de tu lápiz?

—Fue sólo una coincidencia. Ella es sólo un perro sucio.

Te mataré.

Hwanseok se negó obstinadamente a dejar de lado el apodo humillante para mí. Fue entonces que la puerta se abrió de golpe. Me preparé para lo que vendría. Efectivamente, escuché:

—¡Tráelo! —mientras la muñeca de trapo llegó volando.

—Oh —, dijo Hwanseong, notándome a mí y al mayor de los príncipes. —Estás aferrada a Hyeongseok. ¿Cuándo llegaste, hermano?

Realmente amaba a mi hermano mayor, que era tan firme y guapo. Estaba agradecido de que él fuera tan diferente de los demás. Hwanseong recogió la muñeca de trapo, mirándome sugirió:

—Vamos a dar un paseo afuera.

—¿Qué?

—Padre dijo que podríamos. No se nos permite salir de palacio, pero podemos llegar hasta mi área de entrenamiento. ¡Ya que Hyeonseok está aquí, podemos ir todos juntos!

Sentí que mi mundo se expandía un poco. Me habían restringido a los límites de mi habitación, el comedor de la Escoria y algunas otras áreas.

Hyeongseok palmeó la cabeza de Hwanseong.

—Vamos —le dijo.

Al ver esto, me quejé.

—¡También acaríciame a mí, Hyeonseok!

Hyeonseok sonrió con indulgencia. Estoy segura de que sacaré mis frustraciones en mis cobijas esta noche, pero me sentí aliviada con la expresión de satisfacción en la cara de mi hermano. Bueno, en realidad soy más vieja que él, me recordé a mí misma, dejando que los sentimientos heridos se disipen.

—¡Puedo caminar tan bien ahora! ¡Soy una chica grande! —le dí mi mirada más entrañable.

Fingí caer, esperando que Hyeongseok se acercara para rescatarme pero, en cambio, fue Hwanseong quien, ansioso por mostrar sus crecientes poderes, me enderezó en un instante con magia.

Comencé a agradecerle pero los gritos llegaron a mi garganta cuando ese mocoso Hwanseok, ¡me tiró de nuevo! Quería abofetearlo justo en su rostro presumido mientras él simplemente se reía de alegría. Me comprometí a conseguirlo algún día.

Pronto me di cuenta de lo prematura que había sido. Esto no era nada en comparación con lo que Hwanseong hizo un poco más después, ya que me di cuenta de que hasta entonces él había sido relativamente indulgente conmigo.

2 respuestas a “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 13: Es un mundo de hombres”

  1. La verdad es que sí, por mucho que odie el sistema en el que está viviendo, la verdad, es que ella no sabe de verdad lo que es estar bajo la parte mala de ese mundo. Porque por su astucia, tiene en el bolsillo a quienes tienen el poder.

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