El contrato de la Princesa y la Duquesa Monstruosa – Capítulo 21

Traducido por Ichigo

Editado por Lucy


¡Había hablado en sueños y le había dicho algo a la Duquesa! ¿Qué había dicho?

Espero no haber dicho nada raro. Leslie se sintió acalorada de vergüenza. Solo los niños pequeños harían algo así. Se reprendió a sí misma.

—¿Estás despierta?

Mientras recordaba los sucesos de la noche, las voces y los pasos se hacían cada vez más grandes. Entonces, un golpe y una pregunta llegaron al abrirse la puerta. Presa del pánico por el fresco bochorno del recuerdo, Leslie se echó el edredón encima y fingió dormir. Si todo fuera normal, los saludaría porque sabía que la gente de la residencia de la duquesa era amable con ella, pero en ese momento no pensaba con claridad. Así que fingió e incluso roncó a propósito.

—Todavía está dormida.

¡Es Sir Bethrion! Las orejas de Leslie se agudizaron al oír una voz familiar.

—¿En serio? Sus ojitos están rojos e hinchados. Debe haber estado muy asustada. Pobrecita.

La segunda voz, ella no reconoció. Era tan baja como la de Bethrion, pero era más amable y gentil. ¿Quién  era?

—¡Ese loco bastardo! ¿Crees que alguna vez estará en una guerra? Si muestra su cara, lo decapitaré “por accidente”.

—Se compró un mercenario para que luchara por él en la última. Dudo que alguna vez luche él mismo.

Junto a la cama se intercambiaba una conversación en voz baja. Incapaz de controlar su creciente curiosidad, Leslie abrió un poco los ojos y de inmediato se encontró con un par de ojos verde mar.

—¡Estás despierta!

Era un hombre gigantesco. Leslie pensó que Bethrion era la persona más alta del mundo. Ante él estaba el de los caballeros de la casa de Sperado. Pero el hombre que tenía delante era el más alto de todos. Era una cabeza más alta que Bethrion, y su rostro también era más fornido, con rasgos de líneas gruesas. Parecía aún más grande porque brincaba excitado por la cama agitando sus grandes extremidades.

Tenía un cuerpo grande y musculoso, el pelo engominado y una barba cobriza a juego unida por patillas. Una larga cicatriz en la mejilla descendía de manera vertical y terminaba en la base de sus fuertes mandíbulas. Bajo las pobladas cejas cobrizas, un par de ojos verde mar brillaban a la luz de las ventanas. ¡Parecía un monstruo capaz de comérsela entera!

Esa fue la primera impresión, un hombre corpulento cuyas mejillas se crisparon en una amplia sonrisa, mostrando los dientes, ante la niña que acababa de despertar. Por instinto, Leslie saltó de la cama y se lanzó a los brazos de Bethrion. Enterró la cara en su abrazo en un intento de esconderse del hombretón. Sus ojos lila temblaban sin control.

—Tranquila.

Bethrion acarició y cepilló con suavidad el pelo de Leslie para calmarla. Luego, añadió.

—Es nuestro padre.

—P-padre…

Animada por la dulzura de Bethion, Leslie levantó un poco la cabeza para echar un vistazo al hombre. El hombre temblaba ahora de decepción. Tenía los hombros caídos y las extremidades colgando a los lados. Llevaba una mirada de dolor, así como una pizca de tristeza.

—¿Tanto miedo doy…?

Sus ojos verde mar perdieron su luz y temblaron de desánimo. Entonces, como si se le acabara de ocurrir algo brillante, sus grandes manos se llevaron a la cara y se la taparon. Ocultándose tras las palmas, preguntó con cautela.

—¿Así está mejor, señorita Leslie…? Ah, ¿y si me escondo bajo la capa?

Leslie soltó una risita al ver a un hombre enorme esforzándose tanto por apaciguarla.

Era algo nuevo. En la casa de Sperado, nadie intentaba que se sintiera cómoda o a gusto. Era ella la que siempre tenía que esforzarse por apaciguar a los demás y satisfacer sus exigencias. La criticaban con dureza y la llamaban inútil cuando no cumplía sus expectativas. Pero aquí, en la residencia de la duquesa, era todo lo contrario. Solo era su primer encuentro. Sin embargo, el hombre estaba haciendo todo lo posible para que ella se sintiera cómoda. Era él quien se esforzaba por satisfacer sus expectativas.

El hombre que se esforzaba por tirar de su capa dejó de moverse al oír la risa de Leslie. Incluso Bethrion, que se aferraba a Leslie como si fuera frágil, se quedó mudo de asombro. Leslie levantó la cabeza para mirar a Bethrion a los ojos y, cuando lo hizo, él comprendió lo que quería. Bajó la mano y dejó con suavidad a la niña en el suelo.

Descalza sobre una alfombra gruesa y suave, Leslie se acercó al hombre. Llevaba una capa a medio poner por encima de la cabeza. A través de lols pliegues de la capa, sus ojos verde mar se encontraron con los ojos lilas de Leslie.

—Es un placer conocerte. Soy Leslie Sperado.

Leslie inclinó la parte superior de su cuerpo, tirando de los extremos de su vestido a ambos lados de su cuerpo. Leyó en el libro de etiqueta que una dama siempre saluda a los extraños con una reverencia adecuada. Así que se inclinó tal como había hecho ante la duquesa y Bethrion. El cuerpo del gran hombre se estremeció con un abrumador sentimiento de afecto al ver a la pequeña niña presentarse de manera cortés, de forma linda. Luego, se arrodilló para quedar a la altura de los ojos de Leslie. Era tan grande que, al final, tuvo que sentar por completo las piernas y doblar la parte superior del cuerpo para quedar a la altura de los ojos de ella.

—Me llamo Saraine Delpa Salvatore, esposo de la duquesa Aleca Benkan Salvatore y padre de Bethrion Lahen Salvatore y Tuenti Aduel Salvatore.

Emocionado por su adorabilidad, se aferró a su capa y la miró con atención a los ojos. Leslie se sintió un poco incómoda por su reacción emocional, pero no le desagradó. Ahora sabía que no era una persona temible, al contrario de lo que le había parecido en un principio. Cuando el hombre, Sairaine, sonrió, ella no pudo ver más que una adoración inocente, y su voz era amable. Leslie no tenía miedo.

—Bienvenida a casa, señorita Leslie.

Leslie dio un cuidadoso mordisco a una tortilla del plato que tenía delante. Por el bien de Leslie, que acababa de despertarse, la tortilla estaba preparada con verduras y champiñones cortados muy finos y adornada con queso bien curado.

La tortilla estaba cubierta con una misteriosa salsa marrón oscura. Aun así, antes de que pudiera preguntar por ella, se vio superada por el sabor. Leslie pronto tuvo que aferrarse con fuerza a la cuchara y al mantel para no sentirse demasiado abrumada por la felicidad que la colmaba rápido por la deliciosa comida.

—Estás comiendo bien.

Sairaine sonrió con alegría a Leslie. Su rostro tenía una expresión de felicidad y satisfacción que hacía creer que la comida iba a parar al estómago de Sairaine y no al de Leslie.

—Aunque hubiera sido mejor que comieras algo más nutritivo después de recién despertada… ¿Que tal si traigo un poco de carne?

—Señor Sairaine.

Estaba listo para salir corriendo de la habitación a través de las paredes si Leslie asentía con la cabeza. De hecho, ya estaba de pie, y su cuerpo medio girado para correr cuando Jenna lo detuvo en silencio.

—La señorita Leslie acababa de despertarse. Como le he dicho antes, no podrá digerir algo tan pesado y grasiento como la carne. Acabará con dolor de estómago.

—Pero estábamos bien comiendo carne por la mañana. ¿No ayudaba a recuperarnos de una herida…?

—Señor, eso es porque son usted y Sir Bethrion. Por favor, recuerde que la señorita Leslie es una niña normal.

Los hombros de Sairaine se hundieron ante las suaves pero tajantes palabras de Jenna, que enfatizó la palabra “normal”. Las cejas de Bethrion se movieron en silencio ya que nunca había visto a su padre así.

—Pero esto también está muy delicioso. Lleva queso… La salsa también tiene mucho sabor, y está muy rico con las setas dentro.

Ante las reconfortantes palabras de Leslie, los ojos de Sairaine centellearon.

—¿Entonces voy a traer más tortilla?

—Padre…

Al final, incapaz de soportarlo más, Bethrion llamó a su padre. Él se volvió para encontrarse con los ojos de su hijo sin expresión.

—¿Qué, bribón?

La expresión y todo el comportamiento del hombre cambiaron por completo. Tenía una actitud diferente y opuesta al interactuar con su hijo en comparación con Leslie. Sus ojos verdeazulados brillaban amenazadores.

—No hay nada malo en alimentar a un niño que lleva tres días postrado en la cama.

—Sí, justo por eso. Jenna lo ha explicado hace un momento.

Pero su hijo no estaba intimidado. Más bien, estaba más que acostumbrado a la actitud fría y dura de su padre. Ni siquiera pestañeó mientras seguía conversando con Sairaine. Pero Leslie no podía mostrarse tan tranquila e indiferente ante la conversación. Sintió surgir un dolor repentino y sus pestañas se agitaron con rapidez. ¿Acaba de decir tres días?

—Perdone, ¿llevo tres días durmiendo?

Leslie dejó la cuchara y Sairaine, sentado frente a ella, la observó. Él volvió a reír y asintió con la cabeza. Bethrion parecía tener un dolor de cabeza viendo esto y se masajeó el puente de la nariz hasta los ojos.

—Sí, estuviste inconsciente unos tres días.

Tres días, tres días. Ella nunca había dormido tanto tiempo.

Entonces, todo tuvo sentido. Cuando despertó y trató de levantarse de la cama, no podía caminar muy bien. Era como si estuviera recién nacida. Las piernas le temblaban y le constaba mantenerse en pie. Al final, tuvo que resignarse a los brazos de Bethrion y dejar que la llevara al comedor. Sus mejillas aún estaban calientes por la vergonzosa exhibición. Pero claro, eso no era lo importante en ese momento.

—¿Ha pasado algo con la Casa Sperado mientras dormía?

El marqués Sperado no era de los que se quedaban quietos. Era el tipo de hombre que haría cualquier cosa por encontrarla. Si era para conseguir lo que quería, ¿no haría todo lo posible? Leslie tembló un poco al pensar en el carruaje en llamas como principal ejemplo.

—No pasó nada.

Pero el horror no llegó, y sus temblores se calmaron ante las palabras de Sairaine.

—Mi hermosa esposa los masacró.

—¡Señor Sairaine!

—Padre…

El rostro de Jenna palideció ante las blasfemias, y gritó a su amo para impedirle hacer más daño. También Bethrion miraba a su padre con el ceño fruncido. Él no sabía por qué estaban molestos y se limitó a parpadear.

Leslie hizo lo mismo. Nunca había oído hablar de las blasfemias y estaba confusa ante las reacciones de ambos.

Los masacró. ¿Qué significa? A juzgar por sus reacciones, debe ser malo. Ella no tardó en hacer conjeturas. Pero seguía sin saber qué significaban aquellas palabras, y su curiosidad pudo con ella.

Seguro está bien hacer una pregunta aquí, ¿no? pensó Leslie. Nadie en la casa del marqués respondía nunca a sus preguntas, pero puede que aquí esté bien…

—Um, ¿qué significa que “los masacró”?

Ante su pregunta, las miradas de Bethrion y Jenna se acaloraron hacia Sairaine. Al final comprendió su error, y sus ojos se agrandaron al darse cuenta. Sus brazos se agitaron y empezó a darle explicaciones.

—Oh, uh… Significa romperles sus escuálidos y pequeños cuellos…

Por supuesto, no funcionó. Sus manos hicieron un gesto mímico que parecía que estaba rompiendo una cerilla mientras explicaba lo que quería decir. Esto solo hizo que se oyeran jadeos de asombro alrededor de la mesa.

Bethrion con rapidez cubrió los oídos de Leslie con sus grandes manos. Al mismo tiempo, las manos de Jenna salieron disparadas para bloquear la boca de Sairaine y evitar que hablara.

Los pequeños dedos de Leslie tocaron las enormes manos de Bethrion. Eran tan grandes que le tapaban la mitad de la cara. Ella abrió con suavidad sus dedos, revelando sus ojos lilas llenos de curiosidad. Sus ojos viajaron hasta encontrarse con los alarmados ojos verde oscuro de Bethrion.

—Señor Bethrion, ¿que “los masacró” significa de verdad “romperles sus escuálidos y pequeños cuellos”? ¿Y es una mala palabra para romperle el cuello a alguien?

Tras un momento de silencio, Sairaine fue expulsado del comedor tanto por Bethrion como por Jenna. Él cerró la puerta ante los gritos de su padre diciendo: “Tendré cuidado”. Su hermano volvió a la mesa del comedor y encaró a la niña.

—Por favor, olvida lo que ha dicho. Son malas palabras como tú dijiste, ¿de acuerdo?

Continuó explicando mientras acercaba sin preocupación una silla junto a la de ella.

—Um… nuestro padre era un mercenario. Nació plebeyo, así que su elección de palabras es a veces inapropiada.

—Oh, ya veo.

Leslie asintió sin preguntar con una cuchara en la boca. ¿Pero plebeyo y mercenario? ¿Cómo se casó con la duquesa? La curiosidad burbujeó dentro suyo una vez más, pero la desechó. No importaba, ya que había asuntos urgentes entre manos.

—Entonces, ¿la Duquesa… le rompió el cuello al Marqué?

—¡No, no!

Bethrion contestó con frenesí y sacudió la cabeza. Siempre era reservado y tranquilo, pero acababa mostrando un lado peor por culpa de su padre y de aquella niña. Una vez más empezó a masajear el puente de la nariz hasta los ojos.

—Empecemos de nuevo. El marqués Sperado vino a la residencia a buscarte.

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