El Perseguido – Capítulo 124: Adiós

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya


Chi Yan se quedó atónito mirando las fotos.

¿Qué está pasando? ¿Por qué el hermano mayor Ying Zhi erigió una tumba e incluso escribió él mismo su nombre?

Una sombra negra lo envolvió cuando la persona en la que estaba pensado se acercó en silencio, le rodeó la cintura con su brazo de forma íntima y le susurró suavemente al oído.

—¿Qué está mirando Ah Yan? ¿Por qué te quedaste aquí y no volviste?

Chi Yan se sobresaltó y rápidamente apagó el teléfono, lo sostuvo en la palma de su mano y giró su cabeza para mirar a Ye Ying Zhi.

—Nada —Pensó un momento, sacó de nuevo el celular, abrió las fotos que acababa de ver y se lo entregó al otro—. Ying Zhi, ¿por qué inscribiste tu nombre en una lápida?

El mayor siguió abrazándolo y miró la foto con indiferencia, como si estuviera mirando una señal de tráfico ordinaria en el lado de la carretera en lugar de una lápida con su nombre inscrito en ella.

—Los descendientes de la familia Ye tienen la tradición de erigir tumbas y monumentos para sí mismos por adelantado, ¿qué pasa con eso? —Respondió despreocupadamente.

Con una actitud tan natural y despreocupada, parecía que la reacción de Chi Yan de hace un momento era demasiado alborotada.

—¿Esta es la tumba que Xu Rui mencionó que había ido a excavar? —dudó un poco, pero al final se atrevió a preguntar.

Ye Ying Zhi asintió.

—Sí. Fue por esto que me apresuré a regresar la última vez. Mi gente me informó de que un grupo de miembros de la familia Xu se coló repentinamente en la tierra prohibida de la Familia Ye para desenterrar mi tumba sin ninguna razón, así que me apresuré a volver para detenerlos.

Al escuchar lo que dijo, Chi Yan tuvo de repente otra duda.

—Todavía hay miembros de la familia Ye en el Monte Yin… Xu Rui dijo que todos los miembros de la familia Xu estaban muertos. ¿Qué pasa con los miembros de la familia Ye? ¿Qué pasa con los que te informaron?

Ye Ying Zhi le miró y murmuró en voz baja: —Naturalmente, están todos muertos.

La respiración de Chi Yan se detuvo de repente. El mayor notó que lo había sorprendido e intentó reconfortarlo dándole pequeños besos en los párpados.

—La mayoría de ellos no saben que están muertos y siguen ‘viviendo’ así. No hay nada malo en ello —Su voz restó importancia al asunto, como si fuera lo más insignificante.

El joven estaba aturdido, permitió que Ye Ying Zhi lo llevará de vuelta al dormitorio. Cuando salió de la casa Chi, aún se preguntaba cómo resolvería su hermano mayor la situación ahí. Ahora comprendía que este no tenía intención de resolver el asunto de la inversión del Yin Yang en el Monte Yin. Simplemente seguía la corriente.

Notó que la mano con la que Ye Ying Zhi lo sostenía estaba muy fría. Estaba mucho más fría que la de Chi Rong y Xu Rui cuando los tocó. No había pensado en ello antes. Estaba angustiado por la débil constitución física de Ye Ying Zhi y se ponía a buscar maneras de calentarlo con su cuerpo. Incluso si los dos habían sido íntimos, no sintió nada extraño en él.

Su amante le quitó los zapatos y los calcetines, lo abrazó y le besó las cejas. Chi Yan cerró los ojos, sintiendo los fríos y suaves besos. Por primera vez, tuvo la tentación de esquivarlo.

Chi Rong, el padre, el abuelo, Xu Rui… sus rostros pasaron por su mente uno tras otro.

No le creas a Ye Ying Zhi, no te quedes con él —le había dicho Chi Rong.

Antes de marcharse, su padre apartó desesperadamente las manos de Ye Ying Zhi.

No puedo ver el aspecto de tu amigo. Sólo puedo ver fantasmas y auras Yin a su alrededor —le contó su abuelo.

Ye Ying Zhi está muerto —había exclamado Xu Rui en su relato.

Todos ellos le decían que se alejara de Ye Ying Zhi. Sin embargo, al final, todas esas personas murieron y se fueron. La única persona más cercana a él que quedaba era ese hombre junto a su almohada.

Agarró la colcha, cerró los ojos con fuerza y dejó escapar un pequeño gemido de su garganta. Estaba amargado y desconcertado. De repente se dio cuenta de que no tenía otro camino que seguir creyendo en Ye Ying Zhi. A excepción de esta persona, no le quedaba nada.

No, aún quedaba la familia de Song Jin. Era el único amigo que lo acompañaría en las buenas y en las malas.

Ye Ying Zhi escuchó sus sollozos, se inclinó y besó sus ojos cerrados con cuidado, persuadiendo pacientemente.

—Ah Yan, no estés triste, tu hermano mayor todavía está contigo, tu hermano mayor siempre estará contigo, sé bueno.

Después de un largo rato, abrió los ojos, se abrazó al cuello del otro con fuerza.

—Ying Zhi —pronunció el nombre en tono agraviado enterrando su cara en el cuello del mayor y se frotó suavemente—. No lo hagas… No me mientas.

Pasaron unos segundos hasta que Ye Ying Zhi contestó suavemente con sus largas pestañas caídas y cubriendo sus ojos negros.

—No voy a dejar de quererte. —Se levantó y apretó al joven debajo de él, bajó la cabeza e hizo que la punta de su nariz se rozara con la de Chi Yan y se rio—: Y, pequeño villano, ¿cuándo tu hermano te ha engañado?

Sus alientos se entrelazaron. El joven hizo un suave gemido como respuesta, lo abrazó y dejó de hablar. Luego de un rato se quedó dormido en esa posición.

Ye Ying Zhi se dio la vuelta y se acostó a su izquierda. Se apoyó ligeramente y lo miró, alargó el dedo y trazó suavemente el contorno de sus mejillas y su nariz. Una suave sonrisa se abrió paso en su rostro. Chi Yan le agarró la mano que se movía mientras dormía, y él aprovechó a besarlo.

—Pequeño bebé, eres a quien más quiero —susurró—. No, —volvió a sonreír, atrayendo a la persona entre sus brazos por completo—, sólo te quiero a ti.

♦ ♦ ♦

Después de eso, la vida parecía volver a la normalidad. Caminando por la calle, todo el mundo parecía continuar con su vida cotidiana como de costumbre. Los pequeños vendedores empujan sus carros para vender bocadillos mientras hablan del aumento del precio de los huevos de nuevo. La jefa del pequeño restaurante de abajo y la tía del puesto de fruta de al lado se quejan de que el profesor volvería a citar a los padres. Todos los días, cuando terminaba el horario escolar, la calle estaba llena de alumnos de primaria juguetones y risueños. Todo seguía igual que antes.

Chi Yan y Ye Ying Zhi también vivían como una pareja normal. Comían y dormían juntos todos los días, y de vez en cuando hacían pequeños viajes. Vivían muy cómodamente. Chi Yan encontró un trabajo y comenzaría en septiembre, por lo que, hasta entonces, tenía mucho tiempo libre. Llamó varias veces a Song Jin para preguntar sobre su trabajo y por la salud de Tao Guan Guan y su bebé.

Los tres habían sido compañeros de clase, por lo que su relación era muy buena. A veces, cuando Tao Guan Guan se enteraba de que él llamaba, cogía el teléfono y se quejaba de que Song Jin estaba muy ocupado con el trabajo y no pasaba tiempo con ella y su bebé. Pero Chi Yan podía oír que en realidad no culpaba a su marido. A menudo se reía a carcajadas luego de escucharla, e incluso llegó a un acuerdo con los dos para ser el padrino del bebé una vez que éste naciera.

Después de terminar la llamada, Ye Ying Zhi le miró con una expresión de impotencia e indulgencia.

—Bien por ti, ni siquiera lo discutiste conmigo y ya has acogido a un ahijado para nosotros.

Chi Yan quería refutar, pero al pensarlo, ¿no se convertirían tanto él como Ye Ying Zhi en padrinos? Tenía razón. Se sonrojó y se sentó en una esquina para ignorarlo.

El resto del tiempo, el joven tomó el cuaderno que Ye Ying Zhi le dio para estudiar. Había muchos hechizos simples pero útiles en las notas. Cuando Chi Yan llegó hacia el final, vio un hechizo que le llamó la atención. Su eficacia era similar a la que le había aplicado la cosa del Templo Nuo Shen de la Aldea He Jia. El hechizo permitía a la gente común ver el verdadero Yin y Yang del mundo, ver la energía fantasmal y los fantasmas.

Chi Yan intentó utilizar este hechizo en sí mismo, pero tal vez su cultivo no era lo suficientemente bueno y el hechizo era más avanzado. Lo intentó varias veces y no funcionó. No siguió insistiendo y pasó a leer otros hechizos.

Medio mes más tarde, el clima comenzó a volverse más caluroso día a día. A Chi Yan le gustaba tumbarse y dormir encima de Ye Ying Zhi ya que era más refrescante y este le permitía hacer todo lo que quisiera. La condición física del mayor parecía estar mejorando y, según él, había estado tomando medicamentos. La última vez que regresó se sometió a una operación menor y esta fue muy exitosa.

Una tarde, Chi Yan estaba solo en casa, acostado en la cama medio dormido. Después de que comieron, Ye Ying Zhi se puso de repente de humor e intimaron. Lo zarandeó hasta que lloró y dijo que quería beber sopa de pescado fresca por la noche. Entonces el mayor se aseo, cubrió a Chi Yan con una colcha y salió a comprar pescado, dejándolo descansar.

La habitación estaba un poco bochornosa y a través de la ventana podía ver el cielo sombrío, como si fuera a llover.

Chi Yan estaba envuelto en la colcha y se sentía un poco incómodo. Abrió el edredón y vio las marcas en su cuerpo. Se puso el pijama, bajó al balcón y abrió la puerta. Sintió el viento que soplaba antes de volver a su cama. Acababa de sudar mucho y no se atrevió a encender el aire acondicionado. Cuando se metió bajo el edredón y estaba a punto de dormirse, pensó que su estilo de vida actual era bastante decadente.

Habían pasado algunas horas. Estaba acurrucado en la cama y sintió que se enfriaba, como si hubiera algo muy frío a su lado. Poco a poco fue recobrando el sentido y se dio cuenta de que no era una ilusión. En efecto, había algo junto a su cama que lo llamaba por su nombre.

—Chi Yan, Chi Yan, Chi Yan… —la voz era suave, como si temiera alarmarlo.

Abrió de repente los ojos, miró hacia la fuente del sonido y vio a Song Jin de pie junto a la cabecera de su cama. Su aspecto era un poco diferente a lo habitual. Era un poco extraño, pero no entendía qué pasaba.

Se sobresaltó y se incorporó para mirar al amigo que lo visitaba de repente.

—¿Da Song? ¿Por qué has venido aquí de repente? ¿Cómo has entrado? ¿Ye Ying Zhi no cerró la puerta?

Song Jin sacudió la cabeza.

—Chi Zi, estoy aquí para despedirme. Guan Guan no lo sabe todavía, así que puedes ocultárselo primero, y luego decírselo cuando el niño haya nacido y esté bien cuidado.

Chi Yan se dio cuenta de que algo iba mal.

—Da Song, ¿qué pasa? ¿Qué quieres decir con esto? —exclamó, frunciendo el ceño.

Song Jin lo miró fijamente y dijo: —Chi Zi, estoy muerto. Ya estaba muerto cuando llamaste la semana pasada.


Shisai
Nooooooo.... ¡Qué triste!

Sakuya
Creo que este es el arco más triste...

Una respuesta en “El Perseguido – Capítulo 124: Adiós”

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