Lady Rose – Capítulo 25.1: Un acto en una cierta iglesia (Parte 2)

Traducido por Lugiia

Editado por Ayanami


Hoy, nuevamente, la santa se encontraba en una iglesia en la periferia de la ciudad, en el lugar más alejado del castillo real, con las manos juntas y los ojos cerrados.

Lugiia
Este capítulo es una continuación al 13.5

Cada día que pasaba, sentía que su visión se cubría de niebla, sin saber si esta forma de disculparse era la correcta.

Siempre recordaba en silencio la ilusión de tener una cuerda invisible apretando gradualmente su cuello. Sin embargo, cada día caminaba sin resistirse a ello y vivía su vida de forma tranquila.

—Oh, querido hermano, ¿por qué me dijiste algo así después de tanto tiempo?

La santa sonrió con tristeza. No era capaz de percibir la complicada mezcla de emociones dentro de ella. Sentía alegría, tristeza, felicidad y dolor.

Lo mismo que su vida.

—Muchas gracias, querido Dios. Hoy también me siento bendecida… —dijo su agradecimiento como siempre, con una sonrisa antes de irse.

Sin embargo, dejó de moverse al mirar el camino donde se encontraban el pastor y la monja, algo muy diferente cuando solían irse de inmediato.

Siempre tomaban su distancia de manera que ella no pudiera verlos, pero al encontrase con la mirada de la santa, la cual nunca pareció interesarse por ellos, la monja entró en pánico. Pensó que era natural que no se fijara en ella y siguió manteniendo ese pensamiento.

La santa sonrió hacia la monja, quien miraba nerviosamente hacia todas las direcciones.

—Si no le molesta, ¿le gustaría tener una charla conmigo?

—¿Qué…? ¿Eh? ¡¿Se refiere a mí?!

—Sí, usted.

La monja se sonrojó mientras la santa se acercaba lentamente, agitando sus manos como si fueran alas para disipar un poco su agitación.

—¡¿P-Por qué…?!

—¿Por qué? En este mundo en el que vivimos, siento que hay algo como el destino al que no podemos resistir sin importar lo que pase. Algo a lo que la hija de un vizconde como yo no puede oponerse. Somos como piezas de ajedrez, siendo movidas por un ser inteligente. Todos los días, estoy siendo arrastrada a ello y estoy cansada, por eso… tal vez, quería hablar con alguien que no parece tener algo que ver.

La monja frunció el ceño ante la historia de la santa, borrando la expresión infantil que tenía antes en su rostro. ¿Tal vez, se debía a que la historia era demasiado larga o porque era difícil de comprender? ¿Habrá otra razón? La verdad solo la conocía el pastor, que estaba escuchando su conversación.

Sin embargo, basándose en la expresión que le dio como respuesta, la razón era probablemente la segunda.

—Lo siento, parece que no entiendo de qué está hablando ya que soy una idiota.

—Siento haber hablado de algo extraño. Lo que quería decir es que solo quería hablar con usted. ¿Qué le parece?

La suave y encantadora sonrisa de la santa hizo que la expresión infantil de la monja regresara, iluminando su rostro sin importarle su edad.

—¡Con mucho gusto…!

La respuesta era obvia porque, para ella, la santa era alguien a quien admiraba.

—Nos hemos encontrado muchas veces, pero no me he presentado. Me llamo Liliana Inoci.

—¡Y-Yo soy Nancy! ¡También me llaman Nana!

Era la santa, la próxima reina y, al parecer, el nombre de Liliana Inoci ni siquiera era conocido. Sin embargo, en ningún momento dudó de las elecciones que había hecho.

Seguramente en ese momento, no pensó que estaría involucrada en las travesuras del destino. No estaba claro si esto era una entrada a la buena fortuna o una trampa para la miseria.

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