Ochenta y Seis – Volumen 1 – Prólogo: Las amapolas florecen en el campo de batalla

Traducido por Lucy

Editado por Wozzieg


Ningún país consideraría jamás un acto de maldad el negarle los derechos humanos a un cerdo.

Por lo tanto, si se definiera a alguien que habla una lengua diferente, a alguien de un color diferente, a alguien de una ascendencia diferente, como un cerdo con forma humana, cualquier opresión, persecución o atrocidad que se le pudiera infligir nunca se consideraría cruel o inhumana.

—Vladilena Milizé, Memorias

♦ ♦ ♦

<Sistema de inicio>

<RMI M1A4 Juggernaut OS Versión 8.15>

Un sonido retumbante se mezcló con el ruido de la transmisión por radio.

Controlador Uno a Undertaker, la interceptación de la fuerza enemiga es visible en el radar. Hemos confirmado una unidad de artillería de tipo antitanque, del tamaño de un batallón; así como una fuerza de tipo dragón, de un tamaño similar.

—Aquí Undertaker, entendido. Puedo sentirlos desde aquí.

El mando se transfiere al oficial a cargo en el campo, con efecto inmediato. Muestra gratitud a tu patria con tu carne y sangre, y defiende la República con tu propia vida.

—Entendido.

Lo siento, chicos… Lo siento mucho.

<Finalización de la transmisión>

<Cabina sellada>

<Fuente de energía, activada. Actuador, iniciado. Mecanismo de bloqueo de articulaciones, liberado>

<Estabilizador: operando con normalidad. FCS: compatible. Electrónica del vehículo: fuera de línea. Modo de exploración del enemigo: pasivo>

—Undertaker a todas las unidades. Controlador Uno ha cedido el mando. A partir de ahora, Undertaker tomará el control de la operación.

—Entendido, Alfa Líder. Lo mismo de siempre… ¿verdad, Parca? ¿Qué dijo nuestro cobarde dueño al final?

—Que lo lamentan.

La voz al otro lado del para-RAID estalló en carcajadas.

Ja…, esos cerdos blancos nunca cambian. Nos echan, nos encierran, ¿y luego se tapan los oídos y dicen que lo sienten? Diablos… Todas las unidades, ya lo han oído. Aún teniendo que marchar a nuestra muerte, al menos, no será tan malo con nuestra fiel Parca allí para guiarnos.

—Sesenta segundos hasta el contacto con el enemigo… El bombardeo está llegando. Atraviesen la zona enemiga a máxima velocidad de combate.

¡Hagamos esto, chicos!

<Maniobras de combate abiertas>

<Detección de unidad enemiga ajustada a Bogey 1> <Ajustada a Bogey 2> <Bogey 3> <Bogey 4> <Bogey 5> <Bogey 6> <Bogey 7> <Bogey 8> <Bogey 9> <Bogey 10> <Bogey 11> <Bogey 12> <Bogey 13> <Bogey 14> <Bogey 15> <Bogey 16> <Bogey 17> <Bogey 18> <Bogey 19> <Bogey 20> <Bogey 21> <Bogey 22> <Bogey 23> <Bogey 24> … <Iniciado: Bogey 210>

¡Líder Delta a Escuadrón Delta! No traten de correr por ahí. ¡Los vamos a sacar de aquí!

¡Charlie Tres! ¡Hostil a las diez! Esquiva… ¡Mierda!

Eco Uno a todas las unidades. Líder Eco, muerto. Eco Uno toma el mando.

Bravo Dos a todas las unidades. Lo siento… Parece que ese es el final de la línea.

¡Líder Alfa a Alfa Tres! ¡Espera un minuto más! ¡Estoy en camino! Alfa Uno, toma el mando por mí. 

Entendido. Buena suerte ahí fuera, Líder Alfa.

Gracias… Hey, Shin… Undertaker.

—¿Qué?

Todavía recuerdas tu promesa, ¿verdad?

—Sí…

<C1 Señal perdida>

<Unidades amigas: 0>

La voz del oficial, mezclada con estática, salió de los auriculares caídos y perturbó la brisa del crepúsculo.

Unidades… Controlador Uno a todas las unidades. ¿Me reciben? Responda, primera unidad.

Se apoyó en el fuselaje de su unidad, una cosa de aspecto orgánico similar a una crisálida, y metió la mano en la cubierta abierta de la cabina, pulsando el botón de transmisión de la radio.

—Undertaker a Controlador Uno. Fuerza de intercepción enemiga exterminada. Hemos confirmado la retirada de las fuerzas enemigas. Operación completada. Regresando a la base.

Undertaker… ¿Cuántos regresarán…?

<Fin de la transmisión>

Era una pregunta tonta para la que no tenía una respuesta clara. Antes de que la otra persona pudiera terminar de hablar, cortó la transmisión y dirigió su mirada al exterior de la cabina.

La escena estaba iluminada por el atardecer, con un resplandor rojizo que proyectaba sombras sobre un campo de batalla sembrado de llamas parpadeantes, restos de bestias metálicas agazapadas y arañas cuadrúpedas con vísceras mecánicas que sobresalían de sus armazones. Eran los restos de los amigos, los restos de los enemigos, los restos de todo.

No quedaba ni un solo rastro de vida en ese campo de batalla, excepto él. Por mucho que buscara, lo único que encontraría serían cadáveres y los fantasmas de los que perduraban incluso después de la muerte. El silencio era inquietante. Al otro lado de los campos, el sol se ponía en una cordillera sombría, arrojando rayos de luz color carmesí, nivelados a su altura.

En ese mundo moribundo bañado en carmín, o quizás teñido por las sombras, él y su unidad eran lo único que aún podía moverse. Las largas extremidades de la unidad estaban diseñadas como las patas de un artrópodo. Su armadura descolorida estaba decorada con innumerables cicatrices, equipada con una hoja de alta frecuencia en forma de tijera y un armamento principal montado en la espalda.

Su silueta era la de una araña merodeadora, pero su naturaleza cuadrúpeda y el cañón de su espalda la asemejaban a un escorpión. Al carecer de cualquier cosa que pudiera considerarse una cabeza, su forma recordaba a la de un cadáver esquelético decapitado, que se arrastra por el campo de batalla en busca de la corona que le falta.

Lanzando un único suspiro al aire, se recostó contra el fuselaje blindado mientras se enfriaba contra el viento del atardecer, dirigiendo su mirada hacia el aterrador brillo del cielo.

En un lejano país oriental se hablaba de una flor nacida de la sangre de la amante de un gran rey que acabó con su propia vida. O tal vez esa flor floreció de los ríos de sangre derramada por los caballeros masacrados por los bárbaros.

El carmesí de aquellas amapolas que florecían hasta donde alcanzaba la vista, iluminados por el atardecer que lo quemaba todo, era tan hermoso como la locura pura.

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