Vida en prisión de la villana – Extra 2: Edición limitada de Cabaret

Traducido por Den

Editado por Sharon


Mientras clasificaba cartas en la oficina de Elliot, la mano de George se detuvo de repente.

—¿Esto es para Su Alteza…?

Cuando su amigo suspiró mientras agarraba un sobre rosa, la pluma del príncipe se detuvo como confirmando lo que sucedía.

—¿Qué pasa George? ¿Es una carta desagradable?

—Bueno… bueno, se podría decir que es una carta desafortunada…

—¿Dónde está el idiota que enviaría algo así a la oficina del prínicipe…?

—Ya sabes dónde está mi hermana.

Todos guardaron silencio cuando una atmósfera indescriptible se cernió sobre la habitación.

♦ ♦ ♦

—En serio, ¿de qué se trata esta vez?

Elliot se dirigió hacia la mazmorra, leyendo una vez más la carta que había recibido.

«Querido Elliot, ¿cómo has estado?

Lamento no haberme puesto en contacto contigo en un tiempo, pero mi negocio por fin ha vuelto a abrir tras terminar las reformas. 

Un grupo de lindos nuevos invitados ha comenzado a visitarme, por lo que necesitamos que prepares diferentes tipos de licor. »

—¿Qué quiere decir con “no haberme puesto en contacto contigo en un tiempo”? Si la vi ayer…

—Y la forma en que hablaba también era extraña. Mi hermana siempre lo ha llamado “Su Alteza”, y luego está ese “negocio” que mencionó…

—Ya que se trata de Rachel, ¿no se le habrá ocurrido otro nuevo juego?

—En el peor de los casos…

Definitivamente algo estaba sucediendo. Es absolutamente imposible que lo que sea que los estuviera esperando fuera bueno. Porque “esa” Rachel estaba de buen humor.

En ese momento, todos se dirigían allí para confirmarlo, pero, siendo sinceros, nadie quería ir. Sin embargo, si se limitaban a ignorarlo, se podría convertir en otra situación peligrosa. En toda la historia de este país, ¿ha habido alguna vez un prisionero tan insufrible…?

—Ya, ya, Elliot. Quizás Rachel esté haciendo algo interesante esta vez. —Margaret trató de consolarlo, pero él ya no tenía paciencia.

—Algo interesante para esa Rachel…

—¿Sí?

Elliot soltó un suspiro profundo al pensar en el contenido de la carta metida en su bolsillo. Entonces, lo que vio cuando por fin llegó al fondo de esos escalones…

—Bienvenidos~

Cuando el grupo arribó, las voces de casi una docena de jóvenes mujeres se alzaron para saludarlos.

—¡¿Qué?!

Todas llevaban vestidos ajustados más complejos que un vestido de noche normal, y cada una de ellas comenzó a indicar a los hombres que tomaran asiento a su lado con su más brillante sonrisa de negocios. Eran hermosas, con un estilo y modales excelentes… Sin embargo, ninguno recordaba haberlas visto en la corte.

—¿Eh? ¿Eh? ¿Eh?

—Venid por aquí~

Sin saber lo que estaba pasando, cada uno de los hombres fue agarrado de los brazos y arrastrado hacia los sofás donde los obligaron a sentarse. Elliot también fue llevado por dos mujeres.

—Fu, fu, fu, bienvenido.

—Por favor, siéntese. Ufu, fu.

Una de ellas era una belleza cautivadora y misteriosa para la que la palabra “seductora” encajaba a la perfección con ella. La otra mujer era una belleza más maternal con un aire mucho más sereno a su alrededor. Ambas eran mayores que Elliot, no obstante, de alguna manera se sentía extrañamente cómodo con ellas.

Ya se había sentado en medio de un sofá para tres personas cuando se dio cuenta de que estaba justo delante de unos barrotes de hierro. Rachel estaba dentro de su celda, usando mucho maquillaje y un vestido negro que resaltaba su pecho.

—Bienvenido, Elliot. Últimamente no has pasado por nuestra tienda, por lo que me sentía sola.

—No, ¡te vi ayer! ¡¿Qué es esto?! ¡¿Qué estás tramando esta vez?!

—¿Qué…? Como puedes ver, es un cabaret [1].

Elliot sacudió la cabeza cuando volvió a sus sentidos.

—Un cabaret… ¿En qué diablos estás pensando…?

—¡Bueno! Si es así, ¿en qué crees que estoy pensando, Elliot?

—¡No lo sé, maldita sea! ¡Nunca podré entender lo que se te pasa por la cabeza!

Rachel soltó una agradable risa mientras juntaba sus manos.

—Ya que mis amigas han venido a visitarme, pensé que podríamos jugar a un juego juntos.

—¿Por qué jugarías a estar en un cabaret cuando tus amigas te visitan…? ¿Y quién estaría de acuerdo con eso…?

—Ah, es cierto. ¡Debo presentaros a Elliot!

La noble dama hizo un gran gesto como si fuera realmente la anfitriona de un club y señaló a las dos mujeres que se apoyaban en los hombros de Elliot.

—Hoy, a cargo de manejar la comodidad de Elliott, tenemos el orgullo y la alegría de las recién llegadas de nuestra tienda. A su izquierda, podemos encontrar a Eliza, quien le cortó la cabeza a su novio después de que la traicionara. A la derecha tenemos a Sofía, quien colgó a su marido infiel desde un lugar alto y lo empujó.

—Me voy a casa.

—Ahora…

Elliot intentó ponerse de pie, pero las dos chicas a su lado lo golpearon detrás de las rodillas y lo obligaron a recular.

—Vamos, Elli. Vas a herir nuestros sentimientos si te vas sin ni siquiera tomar una copa.

—Así es, Elli. No puedes salir corriendo antes de tomar tres copas.

Ambas mujeres se le echaban encima. El atractivo sexual era demasiado fuerte, sólo superado por esa suave sensación de presión que sentía en ambos brazos.

—Ah, um, las dos son mayores que yo, pero llamarme Elli es un poco…

El príncipe trató de resistirse débilmente usando la aparente falta de respeto hacia la realeza como excusa, pero la voz despreocupada de Rachel lo calló.

—Ah, no hay problema. De donde vienen, ambas también serían consideradas como “Su Alteza”.

—¡¿Qué estás haciendo que la realeza de otros países haga?!

Elliot estaba siendo retenido por completo en contra de su voluntad. Tenía muchas ganas de levantarse e irse, pero las mujeres a su alrededor lo sujetaban con tanta destreza que apenas podía moverse.

Se puso rígido cuando ambas bellezas trataron de tomar su orden alegremente.

—Elli, ¿qué te gustaría beber? ¿Qué te parece un vodka de 192 grados? Podrías ver el cielo con un solo trago.

—¡No, estoy bien!

—Bueno, ¿quizás prefieres algo más suave?

—¡S-Sí!

Ya se sentía como un ratón entre un par de leones que se lamían los labios. Si bebía un poco de alcohol fuerte y se emborrachaba… ¡sería el fin!

Elliot sacudió la cabeza mientras comenzaba a sudar.

—¡Un poco de Dom Perignon! —pidió la hermosa mujer a su derecha.

—¡¡Muchas gracias~!!

—¡Espere un momento! —gritó el rubio idiota involuntariamente en respuesta al coro de voces femeninas—. ¡¿No acabo de pedir algo más suave?!

—Oh, cielos, pero ¿la cantidad y el precio no deberían ser irrelevantes?

—Sí, ¡pero…! ¡Así es, pero…!

—Por lo que no podemos darle a alguien con un paladar tan fino como el del príncipe ningún tipo de alcohol barato.

—Tienes razón, ¡pero…! ¡Eso tiene sentido…!

Elliot es el primer príncipe, así que naturalmente casi nunca se preocupa por el precio cada vez que hace alguna compra… Razón por la cual, la mejor hija noble de este país lo estaba estafando en ese momento. Con estos precios, podrías intercambiar este alcohol por una casa.

Mientras Elliot murmuraba para sí mismo sobre las dudas que tenía, el guardia de la prisión cuyos ojos disimulaban haber escapado de la realidad, entró empujando un carrito. En él, había muchas botellas de champán y una pirámide hecha de copas que se extendía hacia el techo.

—Muy bien, empecemos.

—¡ESPERAAAAAA! —Elliot intentó detener a la mujer que había comenzado a subir un escalón de la escalera y extendió la mano hacia la copa más alta—. ¡¿No dije “algo más suave”?! Entonces, ¡¿por qué sacáis de repente una torre de champán?!

—Porque somos un negocio de lujo de clase alta utilizado incluso por la realeza. Por ello, necesitamos sacar nuestro alcohol con el grado más alto si vamos a ofrecer una hospitalidad de mejor calidad.

—¡¿Y el dinero para todo esto…?!

—Los clientes de clase alta no deberían preocuparse por cosas así.

Una hermosa pero inexpresiva mujer ignoró los intentos de Elliot de detenerla y usó ambas manos para comenzar a verter un poco de champán en la copa más alta. Debido a la altura de la torre, tuvo que abrir otra botella y luego otra más.

Cuando la torre estaba completamente dorada como un deslumbrante candelabro, las chicas brindaron… mientras el príncipe ya se sentía mareado.

—Pido algo suave y me traes el alcohol con el grado más alto… Qué estafa tan horrible…

—No es una estafa porque está disfrutando del producto de forma adecuada —respondió con calma la inexpresiva mujer, Sofía, pero Elliot ya no tenía ganas de quejarse.

Sin verse afectada por el estado de ánimo de Elliot, Margaret dejó escapar un sincero elogio al contemplar un espectáculo que nunca antes había visto.

—¡Absolutamente increíble! Elliot, ¿puedo beber un poco también?

—Claro, sí, bebe todo lo que quieras…

♦ ♦ ♦

Elliot ya no estaba de humor para beber, por lo que tomaba sorbos moderados de champán de vez en cuando. Estaba bien ya que “Eliza” y “Sofía” estaban más que felices de beber su parte. Sus mejillas se estaban poniendo rojas, y empezaron a pellizcar ebrias los brazos del príncipe.

—Ufu, fu, fu. Después de todo el esfuerzo que hizo Elli para venir a visitarnos, ¿qué tal si jugamos un juego?

—¿Eh? Um, pero un juego como este…

Elliot no presumía de ello, pero como tenía a Margaret, nunca antes había ido a beber a una tienda con chicas así.

—Así es~, es solo un juego… Oh, y uno muy fácil —sonrió dulcemente Eliza.

—Elli, me adelantaré y te pincharé con el filo de tu espada… Si no mueres, entonces ganas. —Estaba sonriendo con tanta dulzura, pero no había ningún rastro de ello en sus ojos.

—¡No! ¡E-Eso es un poco difícil para mí!

—Me pregunto~.

Mientras Elliot trataba de negarse desesperadamente, Sofía, que estaba sentada a su lado, dio una palmada.

—Eso es, tenemos que conseguir algo para que se siente —rió alegremente, y comenzó a pincharlo por todo el cuerpo—. ¿Qué tal si lo llamamos “La escapada por los pelos de Elli”? Lo único que tendrá que hacer es sentarse en un barril. Eso es todo. Luego, las chicas se turnarán para apuñalar el barril con cuchillos, y aquella que dé el golpe mortal será la ganadora. Supongo que Elli será el ganador si sobrevive, ¿verdad?

Se reía feliz, pero sus ojos no captaban la broma.

—No, espe… tal… ¡Nadie querría jugar tan terrible juego! —Miró desesperadamente alrededor de la tienda…

—Vaya~ ¡Qué divertido!

—¡Quiero ir primero!

—¡Espera un momento, no puedes tomarte en serio lo de ser la primera, ¿sabes?! ¡Tenemos que difundirlo, asegurarnos de que todas tengan su turno!

Todas las chicas de la tienda se estaban emocionando. Algunas ya habían empezado a sacar sus espadas en lugar de cuchillos cortos.

—¡Oye, Rachel, ¿qué pasa con esta gente?!

Aunque nunca antes había estado en un cabaret, sin duda así no era como se suponía que funcionaba uno. Incluso un hombre ingenuo como él se daba cuenta de eso. Pero Rachel parecía estar pasándoselo en grande mientras bebía su propio champán.

—¿Eh? ¿No lo dije antes? Todas nuestras anfitrionas son subordinadas de Eliza o Sofía. También son jóvenes que se han visto obligadas a atravesar momentos difíciles a causa de sus prometidos.

—¡¿Entonces por qué están todas aquí?!

—Por Elli, por supuesto.

—Maldita sea… Que alguien me ayude… —Elliot recordó de repente que había traído a sus subordinados con él, por lo que comenzó a buscarlos rápidamente—. ¡George!

El susodicho estaba completamente azul con Alexandra apoyada en su hombro insultándolo.

—Ufu, fu, fu, ¿George viene a menudo a este tipo de lugares?

—¡No, esta es mi primera vez! ¡De verdad!

—Pero, tienes curiosidad, ¿cierto? ¿Debería contarles a tus padres sobre tu increíble vida nocturna?

—¡N-No digas nada estúpido! ¡Nunca haría algo tan tonto!

—Hablando de eso, encontré en venta un hermoso diamante negro de cinco quilates.

—¡¿Q-Quieres que lo compre?! Pero el precio es un poco…

—Bueno, entonces, ¿quizás un mes confinado a tratar asuntos exteriores podría ayudar?

—¡Comprémoslo mañana! ¡No, por supuesto, eso no significa que odio el trabajo!

—¡S-Sykes!

El joven ya estaba muerto por dentro mientras Martina lo adulaba sentada en su regazo.

—¿Sykes viene a menudo a lugares como este? Me enfadaré si dices que tienes una vida nocturna activa.

—No… he roto todo contacto…

—Hufu, fu, sólo bromeo contigo. Ah, parece que Alexandra obtendrá un diamante negro. Qué bien. Sólo estoy un poco celosa.

—Oh, ¿quieres una joya nueva? ¿Q-Qué te gustaría que te comprara…?

—¡¿Está bien?! Bueno, entonces nuestro certificado de matrimonio.

—Entonces un diamante negro, diez o a lo mejor incluso veinte quilates…

—Nuestro certificado de matrimonio.

—¡¿Y si te compro un precioso collar?! ¡¿O tal vez algo que puedas llevar en el cabello?!

—Nuestro certificado de matrimonio.

—No, Wolanski no…

Su subordinado ya estaba bebiendo con Haley, que casualmente estaba usando un pintalabios rojo rubí y un vestido ajustado.

—¡Así es, Su Alteza no mira al caminar, por lo que siempre termina haciendo un gran espectáculo al tropezar!

—¡Ooki!

—Oh, sí, lo hace muy a menudo. Una vez, estaba tan nervioso que cuando se levantó, ¡metió la cabeza en el culo de un caballo!

—¡Ookikiki!

—¡Ja, ja, ja, ja, ja!

—¡¿Por qué eres el único que se está divirtiendo mientras bebe con un mono?!

Rachel ladeó la cabeza con indiferencia mientras Elliot gritaba cansado hacia el techo.

—Oye, Elliot, te ves un poco mal.

—¡Oh, me pregunto por qué!

—Sabes que si bebes alcohol con el estómago vacío, te emborracharás más rápido, ¿no?

—¡No es eso! ¡¿Cómo podría emborracharme en este ambiente tan frío?!

—¿No sería mejor llenar tu barriga como aquel de ahí? —Rachel señaló a Wolanski, quien acababa de pedir un gran plato de fruta.

—Aquí tienes Henry, come todo lo que quieras.

—¡Ooki!

—¿No está regalando la fruta?

—Ya sea que el cliente o la anfitriona lo coma, a la tienda no le importa siempre y cuando paguen.

Elliot de repente sintió curiosidad y miró de cerca el recipiente.

—Oye… ese plato, ¿no es demasiado extraño? Hay muchas frutas que nunca antes he visto en nuestro país.

—Tienes razón, ¡y se debe a que nos tomamos muy en serio la preparación!

—A lo mejor… ¿es más caro que el champán?

—Hemos puesto el precio correspondiente.

—Wolanski… se desmayará después de ver la cuenta.

Sin darse cuenta de la mirada de lástima de su jefe, el susodicho sonrió y se rió con el mono que dudaba en comerse la fruta en sus manos.

Haley miró fijamente su plátano durante un segundo antes de levantar la cabeza.

—¿Ooki…?

—¿Eh? ¿Es muy caro? Está bien, ¡está bien! —Se rió de las preocupaciones del mono—. Su Alteza paga todo.

—¡Wolanski, bastardooooooo!

¿Fue debido al grito o a la terrible presión que sentía desde ambas partes que Elliot de repente empezó a sentirse hambriento? Más bien, es probable que se sintiera exhausto, sin fuerza mental para seguir caminando por la cuerda floja durante esta estresante situación.

—Maldita sea… Tengo miedo de lo que vendrá, pero también…

—¿Quieres un plato de fruta?

—¡¿El precio no es demasiado aterrador como para comerlo?! Además, me gustaría algo más parecido a un aperitivo.

Rachel inclinó la cabeza hacia un lado.

—Hmm… bueno, ¿qué tal unos sándwiches?

—Oh, suena bien… ¡Es lo que me gustaría decir, pero definitivamente pusiste alguna clase de ingredientes extravagantes, ¿verdad?!

—No, para nada. Es “normal”.

—¡No te creo!

Rachel dio una palmada y la mujer inexpresiva que antes había traído la torre de champán apareció una vez más para tomar nota. Tras ausentarse un momento, volvió con un plato lleno de sándwiches… y, por alguna razón, se los llevó de inmediato a Rachel.

—Señorita, si gusta…

—Sí.

Elliot las observó con evidente recelo.

La noble dama cogió los sándwiches que su asistente sujetaba.

—Se ven deliciosos.

—Muchas gracias.

Entonces se los llevó a Elliot.

—Gracias por esperar. Aquí tiene los sándwiches hechos a manos por la hija del duque.

—¡Espera un momento!

—¿Pasa algo malo?

—¿Dices que Rachel los hizo? ¡¿Hay algo más?! ¡¿Hay alguna otra hija de un duque que los haya preparado?!

—Mi señorita acaba de renunciar a su deseo de comer estos deliciosos bocadillos. Después de ese tipo de esfuerzo, no es exagerado decir que los hizo ella —le respondió de forma monótona la subordinada inexpresiva de la noble dama.

—¡Definitivamente es una exageración! ¡¿Cómo puede una cosa así añadir algún valor?!

—Imagínelo como un evento de ídolos.

Mientras Elliot miraba desanimado los aperitivos que había pedido, sin estar seguro de si realmente quería comerlos, Sofía hizo un cálculo aproximado de las ventas de esta noche e informó de su progreso a Rachel.

—Nuestras ventas son fantásticas, señorita. Nuestras cifras se disparan como si un río de oro fluyera hacia nuestras cuentas. Nuestro nuevo producto es todo un éxito.

—Mm, efectivamente. Nuestro margen de beneficios es maravilloso. Nuestro negocio nocturno es popular.

—No, todas ustedes son horribles…

Rachel miró de nuevo su libro de cuentas, pero de repente se dio cuenta de algo y levantó la cabeza.

—Hablando de eso… ¿no vino el saco de arena?

—Sí. Hace un rato estaba haciendo todo lo posible para derribar esa torre de champán.

Rachel y Sofía buscaron a la chica de coletas.

—Mmm, ¡el alcohol de clase alta es re~almente delicioso!

Estaba completamente borracha, rodeada de cuatro o cinco chicas.

—¡Oh, chicas, todas tienen pechos muy grandes! Déjenme tocarlos~.

Además, se comportaba como un viejo borracho que se metía con las otras anfitrionas.

—Increíble…

—Sí, como se esperaba del saco de arena.

—¿Segura que todas las integrantes de Las Chicas Nobles de Luto conocen la identidad de saco de arena?

—Sí, por supuesto. La ven como una rompehogares que robó al cónyuge de otra persona, y en un principio la rodearon con la esperanza de traumatizarla a través de un intenso acoso sexual… Habría estado más segura si se hubiera envuelto en carne cruda y se hubiera arrojado a una jaula con animales salvajes.

—Sin duda… Esta podría ser la primera vez que puedo decir que el saco de arena tiene mi respeto.


[1] El término cabaré ​ (también, cabaret) es una palabra de origen francés cuyo significado original era «taberna», ​ y pasó a utilizarse internacionalmente para denominar salas de espectáculos, generalmente nocturnos, que suelen combinar música, danza y canción e incluso también la actuación de humoristas, ilusionistas, mimos y muchas otras artes escénicas.

Se distinguen de otros locales de espectáculos, entre otras cosas, porque tienen un bar, cuando son pequeños, o un bar y un restaurante, cuando son grandes.

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