Bajo el roble – Capítulo 50: Preocupaciones

Traducido por Aria

Editado por Yusuke


Antes de que Max pudiera terminar sus palabras, una poderosa voz la sorprendió con la guardia baja.

Max giró entonces la cabeza hacia el origen del bullicio, y sus ojos se abrieron de par en par con sorpresa cuando vio a seis caballeros en formación de pie junto a la estufa para asar carne, sus rostros estaban brillantes de sudor, pero sus expresiones eran vivas. Al frente del grupo estaba Yurixion Lobar. Cuando la vio, vino corriendo hacia ella, su cara estaba llena de alivio y alegría. Cuando Yurixion estuvo finalmente cerca de ella, se apresuró a preguntarle a Max.

—He oído que ayer pasó por muchas cosas. ¿Se ha hecho daño en algún sitio? ¿Ya está bien que salga así? Cuando nos enteramos de lo que le han hecho esos imbéciles… —Yurixion comenzó a divagar, y con cada segundo su voz subía una octava más, y Max se sintió agradecida por su aparente preocupación.

—E-Estoy bien —Max le dijo al joven caballero en formación. Justo cuando dijo esto, el mejor amigo de Yurixion, Garow, se acercó a mirarla también expectante.

Los ojos de Garow brillaron de asombro ante las incesantes preguntas de Yurixion, y dejó escapar un pequeño suspiro ante las acciones de su mejor amigo.

—Yuri, cálmate, por favor. Estás haciendo que la dama se sienta avergonzada —le dijo Garow a Yurixion.

—Pero Garow, cuando me he enterado de lo que ha pasado nunca he sentido más pena por no haber sido nombrado caballero todavía —susurró Yurixion de vuelta.

La expresión enfurruñada que llevaba Yurixion hizo sonreír a Max. Le recordaba a la imagen de un gran cachorro que dejaba caer la cola y se enfurruñaba con su amo. Parecía adorable.

—G-Gracias por tu p-preocupación, p-pero estaba b-bien. L-los soldados estaban heridos, pero s-su señor l-llegó justo a t-tiempo —Max les dijo a los chicos para tranquilizarlos.

—Yo también he oído esa historia. He oído que esos imbéciles cobardes estaban aterrorizados por el espíritu de lord Calypse y se rindieron enseguida ¡Son unos cobardes patéticos! Bueno, ¡esos ratones de Libadon no serán rivales para lord Calypse después de todo! —exclamó emocionado Yurixion. Era obvio que el muchacho tenía un buen concepto de Riftan.

Max bajó los ojos hacia el suelo mientras sentía que sus mejillas se calentaban de vergüenza. El muchacho apenas podía parar una vez que había comenzado a cantar alabanzas a Riftan. No es que Riftan fuera indigno de ser alabado, por lo que sintió ganas de poner los ojos en blanco cuando Yurixion empezó a recitar sobre todos los méritos y buenas acciones de Riftan, sino porque Yurixion siempre idolatraba a Riftan que incluso Garow, que estaba a su lado, ya sacudía la cabeza como si estuviera cansado de la costumbre diaria de su mejor amigo de hablar de su señor.

Max les dedicó una sonrisa resignada y cortó cuidadosamente las palabras del excitado muchacho lanzándole una pregunta.

—P-Por cierto, ¿qué los t-trae a la cocina?

Sólo después de que Max hiciera la pregunta, los chicos parecieron volver a sus cabales. Yurixion miró a los otros caballeros en formación que estaban detrás de él.

—No podemos resistirnos al olor de la carne asada. Nos escapamos durante el entrenamiento —Yurixion respondió y Max asintió.

Por eso todos parecían tan preocupados cuando la vieron. Max sonrió significativamente para tranquilizar a los chicos que temían que la anfitriona los pudiera delatar a su líder por haberse saltado el entrenamiento.

—E-Estamos hirviendo sa-salchichas ahora. Cocinero, ¿p-puede darles un p-plato, por favor? —dijo Max a los chicos mientras hacía un gesto para que los jóvenes se acercaran.

El cocinero, que estaba rellenando las tripas de cerdo limpiamente lavadas, levantó la cara y sonrió ampliamente.

—Estamos asando allí en la olla ahora. ¡Eh! ¡Llena un plato de salchichas y tráelo aquí! —El cocinero gritó al personal de cocina y los hambrientos muchachos corrieron hacia ellos como un enjambre de abejas.

Max decidió entonces escabullirse cuando los chicos empezaron a comer para que pudieran disfrutar cómodamente de la merienda. Cuando salió de la cocina, vio que los sirvientes estaban encendiendo los candelabros por todo el salón.

Si no encendían los faroles con antelación, todo el castillo quedaría a oscuras en el instante en que el sol se pusiera, por lo que era costumbre que lo hicieran. En caso de emergencia, era vital que el salón central y las escaleras estuvieran iluminados desde primera hora.

El castillo estaba ahora doblemente iluminado cuando ella pasó por sus pasillos, ya que los faroles recién ordenados estaban colocados por todas partes, pero los sirvientes también estaban doblemente ocupados. Habló con rostro decidido mientras atravesaba el vestíbulo.

—C-Conseguiré inmediatamente más t-trabajadores para m-mañana —Max le dijo a Rudis.

—No tiene que… —le respondió Rudis mientras negaba con la cabeza.

—N-No. Se necesitan más si-sirvientes para gestionar un c-castillo tan grande. Hay m-mucha gente que n-necesita ser atendida. C-Creo que necesitamos al m-menos 30 más que ahora. ¿Habrá s-suficientes residencias para ellos? —preguntó Max.

—Sí. Hay muchas habitaciones vacías en el primer piso para los sirvientes —respondió Rudis.

—E-Entonces hablaré con el s-señor en algún m-momento de hoy —Max estaba decidida, tenían que contratar más gente si querían estar listos para el invierno.

Para sus últimas rondas, Max echó un vistazo al granero y cuando terminó, volvió a su habitación para escribir un simple diario.

Para dirigir un gran castillo como el de Calypse, era necesario captar lo que ocurría en cada rincón del palacio, para que no se le escaparan los problemas que tenían o tendrían, y debía solucionarlos pronto pues había mucha gente que dependía de ellos.

De repente llamaron a su puerta, era una de las criadas del castillo.

—Señora, es probable que lord Calypse llegue tarde, y me ha enviado un mensaje para que cene usted primero. ¿Lo preparamos en el comedor? —le preguntó la criada.

Max le dijo a la criada que cenaría en el salón y siguió a esta última a la salida. Cuando llegó al lugar y le sirvieron la comida, decidió comer despacio, esperando que Riftan llegara pronto a casa y la encontrara allí.

No pudo saber cuánto tiempo estuvo sentada frente a la mesa, pero debió de estarlo durante más de una hora, porque todo le parecía frío.

Rudis, que había estado fuera durante un rato, también había regresado ahora, y llamó su atención con voz cautelosa.

—¿Señora? —comenzó Rudis mientras Max seguía sentada, y quiso preguntar cuánto tiempo más pensaba quedarse en el comedor.

Max miró hacia la ventana. Afuera estaba todo oscuro.

¿Seguía Riftan fuera hasta esta hora? No importa que tan fuerte fuera, Max estaba preocupada. Deseó que se tomara un descanso por un tiempo y volviera a casa. Por último, Max sabía que no podía hacer esperar al resto de los sirvientes porque también los preocuparía. Su comida también se había enfriado.

—Tráelo a la habitación, por favor —Max finalmente respondió a una curiosa Rudis y se levantó de su asiento.

Miró las llamas que ardían en la chimenea, atizando sin sentido la leña una última vez antes de emprender el camino hacia su habitación. El día en el castillo de Calypse fue a la vez muy largo y corto. Le resultaba difícil cuando estaba ocupada, pero estaba satisfecha aquí en comparación con cuando vivía en el castillo de su padre como si fuera una persona muerta.

¿Riftan también está satisfecho viviendo aquí? Se preguntó Max.

Recordando las palabras de Rudis durante el día, Max arrugó la cara en un profundo pensamiento. Sólo observando la actitud de los caballeros, Max pudo darse cuenta del trato injusto que recibía Riftan por parte del padre de ella. Él no tuvo más remedio que culparse a sí mismo. Pero intentaba hacerlo mejor de alguna manera y ganarse la aprobación de su padre.

Francamente, no entendía muy bien por qué actuaba así. Por mucho que lo pensara, ella no tenía un lado atractivo que atrajera a otras personas. No tenía una belleza deslumbrante, ni ningún talento extraordinario, ni estaba llena de ingenio.

Lo único que podía alegar era que era descendiente de la hija mayor del duque. Pero incluso eso no era gran cosa si estaba al lado de una princesa. ¿Qué parte de ella le gustaba tanto para que llegara a tales extremos?

Sea cual sea la razón, debe ser mucha suerte para mí. Pensó Max distraídamente y dejó escapar un suspiro.

Admitió con amargura lo que había dicho su padre. Pensó que la suma de la violencia de su padre se había convertido en una suerte inesperada para ella porque la llevó a Riftan. Max rezó firmemente para que esta felicidad no se acabara.

♦ ♦ ♦

—Hmm. —Max se revolvió al sentir que un repentino escalofrío envolvía su cuerpo. Sus largos y firmes dedos rodearon suavemente su pecho en un intento de calentar su piel.

Max se despertó de su siesta y miró el tenue amanecer que se filtraba por la ventana. Le pareció que se había quedado dormida mientras leía un libro después de la cena.

Con los hombros acurrucados contra el aire frío del amanecer y sus ojos rígidos parpadeando débilmente, Max sintió de repente que un fuerte antebrazo le rodeaba por la cintura.

Max se sobresaltó y giró la cabeza hacia atrás para mirar. Vio a Riftan durmiendo a su lado.

¿Cuándo había vuelto?

Estaba tumbado de lado, llevando sólo un par de calzoncillos. Miró con duda su rostro.

¿Se está haciendo el dormido? Max pensó

La había engañado varias veces, así que entrecerró los ojos y lo miró durante mucho tiempo preguntándose si realmente estaba dormido.

Pero Riftan sólo respiró lentamente, se quedó quieto y no se movió. Cuando ella le empujó la mano con cuidado porque pensaba que estaba realmente dormido, él aflojó el brazo inesperadamente.

Max se dio la vuelta con cuidado para que su marido no se despertara.

¿Estás cansado? Preguntó Max a Riftan en su cabeza. Él estaba profundamente dormido y ella no podía dejar de preguntarse lo agotador que había sido el día anterior para él.

Max tocó suavemente su rostro finamente esculpido, que estaba cubierto por la luz azulada del amanecer que llenaba su habitación. Su pelo, que había crecido mucho, estaba despeinado como un nido de pájaros. Vio que se le arrugaba la frente cuando el pelo le pinchaba y le hacía cosquillas en los ojos, así que le apartó los mechones. En ese momento parecía tan vulnerable que a Max se le escapó una sonrisa.

No sabía lo que pasaba por su cabeza. No podía comprender su amor por este hombre, que era al menos 1 kvet [1] más alto y el doble de grande que ella.

Sin embargo, Max se arrastró impulsivamente a sus brazos y enterró su cara contra su firme pecho. Cuando parecía seguro que él se había dormido profundamente, el impulso de realizar una acción más atrevida se disparó dentro de ella.

Acercó su cara al cuello de él y respiró profundamente. Una mezcla de olor corporal masculino y jabón perfumado, y los restos de la intensa luz del sol, desprendían para ella una fragancia inexplicablemente sensual. Al inhalar el olor en lo más profundo de sus pulmones, un misterioso calor recorrió su estómago.

Max le tocó con cuidado la barbilla. Riftan era, en efecto, una presencia deslumbrante de contemplar.

Su piel firme y a la vez suave parecía brillar tenuemente incluso en la oscuridad, y su rostro, con sus largas pestañas, tenía un aspecto inocente y encantador mientras dormía.

Creo que mi cabeza se está volviendo rara. Pensó Max mientras miraba el rostro dormido de Riftan.

Hace sólo unos meses, Max nunca había soñado con utilizar las palabras ingenuo o encantador para describir a Riftan Calypse.

Pero ahora, sentía el extraño impulso de frotar su cara más profundamente en sus brazos, como si fuera una suave almohada de algodón. Sin embargo, estaba conteniendo el loco impulso de hacerlo.

No sólo no tenía valor para hacerlo, sino que no quería despertarlo de un sueño profundo que sabía que se merecía después de mucho tiempo sin poder descansar bien.

Max se deslizó fuera de la cama para que pudiera descansar bien sin interrupciones, cogió su bata y salió de la habitación.

El frío del amanecer la recibió en el pasillo.

Se puso una gruesa bata sobre su fino vestido de lana y bajó directamente a la cocina. Cuando llegó al lugar pensó felizmente que estaba en lo cierto, efectivamente había tanto calor en la cocina como ella pensaba.


[1] Son 30 centímetros aproximadamente.

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