¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 23: Maryjun Vahan

Traducido por Lugiia

Editado por Freyna


—¿Eh…? —susurró Maryjun, paralizada y confundida por la inesperada pregunta. ¿Acaso alguien que no estaba de acuerdo con su sentido del bien y del mal era malvado? Violette prácticamente podía oírla pensar en ello.

—No lo son, ¿verdad? Hay gente que cree en un tipo de justicia diferente al tuyo. Creen que están haciendo lo correcto. No se consideran malvados.

El enemigo de la justicia era otra forma de justicia. Ambos podían tener razón, ambos podían estar equivocados, pero nadie podía decidir verdaderamente el bien y el mal mientras cada uno tuviera su propia perspectiva.

—Pero… los aristócratas somos diferentes. Estamos en posición de decidir, y nuestras decisiones pueden cambiar el mundo —continuó Violette.

Las declaraciones de los nobles tenían un peso diferente. Rechazar las creencias de otro aristócrata era lo mismo que rechazar a esa persona, incluso a toda su familia. ¿Cómo vería la gente a Maryjun cuando proclamara en voz alta que sus acusadores eran crueles y que las creencias comunes de la nobleza eran erróneas? Si Maryjun afirmaba estar siempre del lado de lo correcto y del bien, entonces cualquier persona con la que se peleara sería tachada de malvada. No obstante, las discusiones no eran inherentemente malas. La gente necesitaba del conflicto para entenderse. Si se enfadaban, solo era una prueba de que sus creencias merecían la pena.

—Piensa y compórtate con más cuidado. Piensa en la responsabilidad que conlleva todo lo que dices.

Los nobles tenían ventajas más allá de los sueños más salvajes de la población en general, pero esos beneficios venían acompañados de un deber vital que nunca podrían olvidar.

—Mantén tu mente abierta. Incluso comprométete si ves un camino. Pero si no puedes hacerlo, pon una sonrisa en tu cara mientras los maldices en tu corazón. —Aunque juzgar la opinión de alguien como equivocada podía ser el fin de una discusión, eliminar a quien no estuviera de acuerdo… Bueno, eso la dejaría sola al final. La impulsividad aplastaría a Maryjun algún día. Necesitaba pulir su mente para convertirla en un arma y estar preparada para manejarla, para ser una rosa con espinas ocultas.

—No necesitas amar a tu prójimo. Solo debes dejarlos ser —dijo Violette—. Después de todo, eres Maryjun Vahan. —El estatus era ineludible, y ahora que Maryjun llevaba el nombre, no podía huir. No importaba cuánto la quisiera su padre, cuánto la protegiera como a una princesa, tendría que valerse por sí misma.

Maryjun guardó silencio. Violette no estaba segura de lo que estaba pensando su media hermana, o si el sermón estaba siendo asimilado, pero Maryjun no se opuso, ni lloró, ni regañó a Violette por no tener corazón. Ella había dicho su parte; el resto era cosa de Maryjun.

—Me retiraré —dijo Violette.

Si se quedaba, se interpondría en los pensamientos de Maryjun, así que se dio la vuelta y regresó al luminoso y vacío patio.

Bueno, casi vacío.

—Bienvenida de nuevo.

—¡Yulan…!

Él estaba apoyado en la pared, saludándola. Sus ojos brillaban a la luz del sol y su alegre sonrisa iluminaba el patio. Se acercó a ella y le tocó el cabello de forma delicada.

—Tienes el cabello frío.

—Sí…, estaba en la sombra —dijo Violette. La mano de Yulan estaba caliente por el sol; debía de llevar un rato esperando aquí. Probablemente había escuchado toda su conversación con Maryjun. Debería haber elegido un lugar más apartado.

—Yulan… —comenzó a decir Violette.

—¿Hmm?

—Nada… ¿Qué haces aquí?

—Te estaba buscando. Pensé que podríamos comer juntos. —Sin duda alguna había escuchado toda la conversación, pero fingía que no, probablemente porque prefería hablar de cosas más agradables. Su cara sonriente era tan adorable como siempre, sin importar su altura.

Se dieron la vuelta para entrar de nuevo en el edificio. Ella nunca se había dado cuenta, hasta su viaje en el tiempo, de cómo él siempre acompasaba su paso al de ella. Él era una cabeza más alta, con las piernas mucho más largas; debería haberla dejado atrás fácilmente cada vez que caminaban juntos, pero siempre permanecía a su lado.

—No queda mucho tiempo. ¿Por qué no comiste antes? —preguntó Violette.

—Quería comer contigo.

—Ni siquiera habíamos planeado encontrarnos. ¿Qué pasa si llegabas a perder tu hora de almuerzo por completo?

—¡Bueno, me aseguraré de encontrarte más rápido la próxima vez!

—No es eso lo que estoy diciendo… —Desprevenida por su respuesta, Violette se infló las mejillas en señal de frustración. Después de toda la tensión, su mente estaba agotada. Era mucho más fácil relajarse y actuar como una hermana cerca de Yulan, aunque acababa de dejar sola a su verdadera hermana de sangre. Al igual que Marin, Yulan la hacía sentir relajada, como si estuviera envuelta en un edredón hecho con el océano.

Debido a esa sensación, Violet no se dio cuenta de la figura de cabello dorado que se escondía en las sombras y del ceño fruncido en el rostro de Maryjun. Con sus mejillas rojas, ella observó la espalda de Violette mientras se alejaba.

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