¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 27: Esperándolo con ansias

Traducido por Lugiia

Editado por Freyna


Esa noche, Violette vio a Maryjun varias veces, pero la chica nunca le habló. Por lo general, Maryjun se acercaba a Violette con una sonrisa radiante, totalmente ajena a la molestia de su hermana mayor, pero después de hoy parecía que no estaba de humor para sonreír. Siendo sincera, Violette seguía preocupada por su charla, pero se sentía aliviada de que ella pareciera estar reflexionando. Aunque, francamente, no le sorprendería que las cavilaciones de Maryjun la llevaran en alguna dirección extraña e inesperada.

Violette cenó, se bañó y volvió a su habitación para prepararse para dormir. Dejando a un lado las preocupaciones, el descanso de Maryjun estaba haciendo maravillas en su estado de ánimo. A estas alturas de la noche, probablemente estaba a salvo de cualquier visita inesperada: Marin los ahuyentaría si intentaban algo. Por fin pudo sentir que sus hombros se relajaban.

Estaba cómodamente sentada en el sofá cuando le pusieron una taza humeante en la mesa. Violette miró agradecida a Marin.

—Señorita Violette, ¿ha pasado algo bueno? —preguntó Marin.

—¿Hm…? —respondió Violette.

—Hoy parece feliz. Su expresión es más suave que de costumbre.

—Hmm. Supongo que sí…

No se había dado cuenta hasta que Marin lo señaló. Violette pensó en el extraño y agitado día que había tenido, y no se le ocurrió de inmediato una razón para estar de buen humor. Se llevó la taza a los labios y sintió que el vapor le calentaba la cara mientras tomaba un sorbo. En un día normal, podría hablar con Yulan, pero aparte de eso solía ser reservada. Hoy, sin embargo, había conocido a gente nueva y había profundizado en sus relaciones con otros. Pensó en los acontecimientos del día. No era su charla con Maryjun, ninguna charla con su hermana la haría feliz. Se alegró de haber conocido al amigo de Yulan, pero ese intercambio no fue suficiente para alegrar su estado de ánimo.

Debía ser algo que viniera después.

—Supongo que sí pasó algo bueno —dijo Violette.

No recordaba el sabor del té que bebió con el hermoso príncipe, y no quería insistir en ello, para que no le recordara la incomodidad y el pánico de aquella conversación. Aunque su charla con él había sido positiva al final, fue una fuente de estrés en ese momento. Se sintió aliviada cuando terminó, pero no feliz.

Solo le quedaba un recuerdo…

—¿Podría ser… porque hice planes con Yulan?

—¿Con el joven Yulan? —repitió Marin.

—Sí. Mañana saldremos a algún lugar. Nunca antes he tomado un desvío después de la academia, así que supongo que estoy emocionada.

Eso no era del todo cierto… Una vez había salido con sus antiguas seguidoras a tomar té en un lugar extraño e inapropiado para jóvenes nobles. Habían charlado con un empresario extranjero, e incluso habían utilizado la sala VIP. Sin embargo, no fue realmente un viaje con amigas; llevó a sus seguidoras y las entretuvo para que no la dejaran. Había gastado dinero para fastidiar a su familia. Nada de eso le trajo felicidad.

Un desvío con Yulan no sería nada de eso. Todavía no tenían planes sólidos, pero eso estaba bien, incluso era emocionante. Y desde que habían acordado hacerlo, había dejado de pensar en ello como la disculpa que había pretendido ofrecerle al principio.

—Pensar que lo estoy deseando tanto… Je, je, no me había dado cuenta hasta que lo mencionaste —dijo Violette.

Esperándolo con ansias… Así es, ese era un sentimiento perfectamente normal. El entorno asfixiante en el que se había criado siempre la hacía sentir como si se ahogara, desesperada por respirar, incluso con Marin a su lado. Sin embargo, siempre que estaba con Yulan, las cadenas se aflojaban, la dejaban libre, la dejaban moverse. Seguía atrapada, pero no inmovilizada. Todos los días, cuando volvía a casa, las cadenas volvían a apretar, pero los atisbos de libertad que veía le daban fuerzas para seguir adelante.

—Lo más probable es que mañana llegue un poco tarde a casa, pero no te preocupes.

—Como ordene. Um, ¿señorita Violette…? —preguntó Marin.

—¿Hm…?

—Espero que se divierta.

—Lo haré.

El rostro de Marin se iluminó con una sonrisa sincera.

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