Marietta – Capítulo 29: ¡Marietta, mantente ahí! (1)

Traducido por Yousei

Editado por Sharon

corregido por Aurora Blue


Los rufianes que abrieron la puerta de la desvencijada cabaña no dieron crédito a lo que sus ojos veían.

—¿Qué diablos está pasando? La princesa… ¡¿A dónde se fue?!

La única prueba de que ella había estado prisionera en ese lugar, era el vestido que había estado usando y las cuerdas con las que había sido amarrada. No había rastros de la joven.

—¿Alguien se infiltró y la liberó en ese período de tiempo tan corto? —especuló el otro bandido.

Sin embargo, la puerta de la cabaña estaba cerrada con llave y las ventanas estaban aseguradas. ¡No había forma de que otra persona hubiera entrado mientras ellos no prestaban atención!.

El más bajo de ellos levantó el vestido para examinar la escena; en ese momento, un pequeño gatito blanco que se había escondido sigiloso cerca de la puerta, se las arregló para salir de la cabaña sin que se dieran cuenta.

Cuando Marietta salió, decidió que lo mejor era dirigirse hacia el bosque. Los hombres habían salido de la cabaña para buscarla en los alrededores; por lo que, incrementó la velocidad de su carrera.

¡Tengo que escapar! ¡Debo escapar!

Al estar en forma de gato, su razonamiento también se había reducido acorde a su nueva apariencia; como resultado, era incapaz de entender el porqué huía y a hacia dónde tenía que ir.

—¿Miau?

Se detuvo a pensar acerca de lo que debía hacer. Lo único que su pequeño cerebro consiguió procesar, fue que había algo realmente terrorífico que amenazaba su vida y que había una persona que añoraba ver.

Tengo que huir, e ir a donde está esta esa persona. Tengo que escapar de ese lugar tenebroso, y encontrarme con esa persona.

Con eso en mente, continuó su carrera por el bosque.

—¿Miau?¿Miau?

Luego de varios minutos de correr sin rumbo, de nuevo se preguntó qué estaba pasando y hacia dónde se dirigía. Mientras temblaba, comenzó a pensar qué debía hacer. Lo único claro para el pequeño gato era que deseaba encontrarse con esa persona rápido..

¿Dónde estás? Quiero verte. Aquí da miedo. 

Con lágrimas en los ojos, continuó su camino por el bosque.

♦ ♦ ♦

—Marietta, espero que te encuentres bien. —Bevant apuró a su caballo, Mistral.

Bajo las instrucciones de River Link pronto dio con la cabaña en el bosque. Al llegar, se bajó del caballo y arremetió contra los rufianes que habían retenido a la princesa, moliendolos a golpes. Él los hubiera decapitado ahí mismo por atreverse a poner en peligro la vida de su prometida, pero Adlan le había advertido que no podía matarlos pues necesitaban clarificar el motivo tras el secuestro y enviar a los verdaderos responsables a prisión.

No obstante, los dos hombres habían sido golpeados por los puños del enfurecido Rey Demonio, quien los atacó sin contenerse, alcanzando la cúspide del dolor y miedo.

Luego de adentrarse en el mismísimo infierno, procedieron a confesar todo lo que sabían.

—¡Maldición!

El enfurecido Belvant perdió los estribos y enterró su espada en el suelo, la cual emitió un sonido tenebroso.

—¡¡Ahhhh!! —Los rufianes cuyas cabezas estaban a escasos centímetros del lugar del impacto, gritaron del miedo y mojaron sus pantalones.

A Belvant le preocupaba lo indefensa que se encontraba Marietta en esos momentos. Él no tenía ninguna duda de que ella estaría asustada y temblando de miedo.

Miró a esos hombres inútiles, conteniendo a penas sus intenciones asesina.

Ellos temblaron de terror ante su terrorífica mirada.

—¡Belvant!

Adlan y el resto de la cuadrilla de soldados, alcanzaron por fin a su General. . El hombre apuró su caballo dejando atrás a los demás.

—¿Qué hay de la princesa? —preguntó en cuanto bajó del animal.

—¡Por qué no lo deduces tú mismo! —respondió Belvant, enfurecido.

—Cálmate, de acuerdo… Según las instrucciones de Link, ella debe haber huido a esconderse en el bosque. Esta situación está dentro de nuestras expectativas.

—Con la magia de Link, Marietta se convirtió en una gatita normal. ¡Un gatito delicado e indefenso! Si alguno de los animales del bosque la atacan… —Belvant se rascó la cabeza, imaginando la terrible situación—. ¡¿Dónde debemos buscarla, entonces?! ¿No podemos encontrarla usando magia?

 —Parece que el poder de Link es limitado en esta zona.

—¡Oigan, ustedes! —Belvant agarró del cabello a los hombres tendido en el piso. Estos temblaron de miedo al encontrarse una vez más con su mirada enfurecida—. ¡¿Vieron algún un gato?! ¡¿Un pequeño gatito blanco?! ¡¡Respondan!!

Incluso aunque quisieran contestar, no tenían idea del paradero gatito. Al parecer la muchacha había ocultado sus pasos y se las arregló para escapar sin ser notada.

De sus cabezas escurría la sangre mientras negaban de forma desesperada.

—¡No lo mates! ¡No lo mates, Belvant!

Adlan trató de contener a su amigo, quien los soltó con una mirada de desagrado en su rostro. Uno de los rufianes había perdido la consciencia; por lo que cayó como peso muerto sobre el suelo.

 —¡Es verdad! ¡Mistral! —El grito de Belvant sorprendió a todos. Se apuró a entrar a la cabaña y recogió el vestido de Marietta; luego, salió con él en la mano y lo puso frente al hocico del caballo—. Recuerda este olor —dijo al animal—. Llévame a donde está el dueño de este olor, ¿de acuerdo?

 —Eso es absurdo —soltó Adlan, incrédulo.

Sin embargo, Belvant no podía pensar en mejor idea. En esos momentos, se sentía acorralado; su prioridad era encontrar a Marietta..

—Si eres tú, entonces puedes hacerlo ¡¿Comprendido, Mistral?!

El caballo del General relinchó a modo de respuesta. Belvant montó sobre él y se adentró en el bosque.

—¡¿Está siendo completamente serio?! —inquirió Adlan consternado—. ¡De tal dueño, tal caballo! —exclamó—. Por favor, de alguna manera, encuentra a la princesa… —rogó mientras lo veía alejarse. Después, se dio la vuelta y soltó varias instrucciones—: ¡La princesa se ha convertido en un pequeño gato blanco! ¡Dividanse en grupos y comiencen a buscar! ¡Asegurense de ser cuidadosos! ¡Recuerden que sigue tratándose de una princesa!

—¡Sí, señor! —Los valientes caballeros de Oltaire se dividieron en grupos y comenzaron la búsqueda.

Por el amor de Dios, princesa, espero que esté a salvo. Si no, Belvant enloquecerá y podría destruir las fronteras del país en busca del culpable.

Adlan pretendía estar tranquilo, pero en el fondo, se encontraba bastante preocupado: si su poder fuera encausado de la forma incorrecta, el hombre se convertiría en un arma asesina. Temía por la guerra que podría ocurrir.

♦ ♦ ♦

—¿Miau?

El gatito que avanzaba entre la maleza, sintió una presencia desagradable y se detuvo. Algo lo acechaba. De forma instintiva saltó a un árbol cercano, minutos antes de que un par de garras afiladas se clavaran en el lugar donde estuvo parado. No se dio la vuelta, solo siguió subiendo lo más alto que pudo.

Una vez alcanzó una altura de tres metros, miró hacia abajo y observó al lobo solitario que daba vueltas bajo el árbol y gruñía por la presa que había perdido.

—Miau…

La gatita estaba abrumada por el miedo, sus garras se clavaban con fuerza en la rama. Había sorteado un gran peligro, pero nada le aseguraba que se hubiera librado. El lobo solo giraba alrededor ideando la manera de poner sus garras en el su cena.

—¡Miau!

La gatita no se atrevía a subir hasta la cima; por lo que, se dedicó maullar con fuerza esperando que alguien viniera en su rescate. El lobo, por su parte, estaba determinado a atrapar al pequeño animal, y haciendo uso de sus robustas piernas traseras, se elevó en un potente saltó e intentó atraparla con sus garras. No lo consiguió, pero el impacto sacudió la delgada rama casi consiguiendo que cayera al suelo.

El gatito se aferró con todas sus fuerzas a la rama.

—¡Miau! ¡Miau!

¡Aterrador! ¡Qué aterrador! 

Si el lobo fuera humano, estaría sonriendo en este momento. Se lanzó en un segundo ataque, sus patas delanteras se aferraron a la rama provocando que esta cediera. La gatita cayó al suelo. Por suertes, la pesada rama cayó primero y absorbió el impacto de su caída.

—Miau…

El felino quitó sus garras de la rama y trató de escapar, pero el lobo despiadado se interpuso en su camino. Su boca abierta mostraba de forma amenazadora una hilera de dientes afilados.

—¿Miau?

¿Este es mi fin?

La gatita sintió que todo había terminado. Cerró sus pequeños y azules ojos; las lágrimas cayeron de ellos.

Quería volver… Quería volver a donde estabas, pero…

En la forma de un gatito, Marietta pensó en su persona amada.

Sharon
De nuevo, ¡qué forma de dejar el capítulo…!

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