Pronto, utiliza el rostro del demonio – Arco 4 – Capítulo 7

Traducido por Shiro

Editado por Meli


Cuando Zhou Yun Sheng llegó, Cao Mo Kun estaba sentado en el sofá, bebiendo vino tinto. Solo la tenue luz de una lámpara de mesa iluminaba la habitación, y las sombras que bañaban su rostro acentuaban sus apuestas facciones.

—Ven y tómate un trago conmigo. —Saludó al joven con la mano, su voz grave.

Vino tinto de Borgoña, 1997.

La nariz de Zhou Yun Sheng se contrajo mientras se acercaba. Levantó el vaso y bebió con elegancia, como un verdadero aristócrata, lo que sorprendió a Cao Mo Kun.

—Solo quiero que salgas conmigo por tres meses, dime tu precio. —Esbozó una sonrisa satírica al tiempo que se terminaba el vino en su copa.

No había nada en ese mundo que el dinero no pudiera comprar. Un buen vino, una belleza…, todo era posible.

Zhou Yun Sheng quería verterle el vino sobre la cabeza, pero se contuvo. Bajó la mirada por un momento, fingiendo reflexionar.

—Quiero trescientos mil.

—¿Seguro? —inquirió, se había preparado para escuchar una cifra astronómica.

Con eso ni siquiera puede comprarse un reloj decente.

—No puede ser menos; necesito trescientos mil —enfatizó Zhou Yun Sheng, habiendo malinterpretado su pregunta.

Cao Mo Kun le dirigió una mirada de escrutinio, antes de golpear su frente con la mano y soltar una carcajada.

—Bueno, trescientos mil serán, pero primero tengo que inspeccionar.

—¿Inspeccionar qué?

Zhou Yun Sheng fue cargado sobre el hombro y arrojado a una cama grande en la habitación contigua. La caída lo dejó aturdido, y antes de que pudiera recuperarse, el fuerte cuerpo del hombre lo presionó contra el colchón y succionó sus labios. Una familiar sensación de vértigo lo hizo perder la cabeza.

Unos minutos después, el hombre puso distancia, aunque siguió lamiendo de manera errática los rojos y húmedos labios del joven.

—Cariño, eres mucho más dulce de lo que imaginé.

—¿Terminaste de inspeccionar? —preguntó Zhou Yun Sheng entre jadeos.

—¿Qué dices? Es una inspección, es obvio que tengo que revisar exhaustivamente adentro y afuera. —Le acarició el trasero, con sus grandes manos.

—Espera, mírame primero a los ojos. —Lo tomó por las mejillas y lo obligó a mirar sus pupilas sin fondo. Bajó la voz y con calma le preguntó—: Dime, ¿qué ves?

De manera involuntaria, Cao Mo Kun lo miró a los ojos y, gradualmente, su expresión se tornó absorta.

—Dime, ¿qué ves? —volvió a preguntar después de un largo silencio.

—Veo un océano de estrellas —respondió, fuera de sí.

—Muy bien. Ahora, apártate y mastúrbate. —Zhou Yun Sheng sonrió, satisfecho. Y, como una reina, hizo a un lado al hombre, más alto y más fuerte.

Lo había hipnotizado, algo que aprendió cuando fue psicólogo en una de sus vidas, gracias a eso, logró engañar a la heroína. Aunque al final, fue «engañado» por la heroína y asesinado por el héroe diez mil veces. No soportaba recordar el pasado, pero esa, era una habilidad con la que completó infinidad de tareas imposibles: asesinato, incendios provocados y la estafa.

Pero el estado absorto en el que Cao Mo Kun se encontraba duró poco tiempo. Cuando el joven escapó de sus brazos y estaba por bajarse de la cama, éste reaccionó.

—Cariño, ¿qué acabas de decir? Repítelo —dijo con una sonrisa burlona.

Zhou Yun Sheng, que estaba a medio camino de ponerse su suéter, quedó estupefacto y, cuando espabiló, contestó:

—Tú… D-Dije que deberías masturbarte. Masturbarte es suficiente, con toda seguridad, te complacerá mucho más que acostarte conmigo. Pruébalo, lo entenderás.

El hombre encontró sus palabras irritantes y divertidas. Lo arrastró de regreso a sus brazos, le quitó el suéter y la camisa con facilidad, se puso sobre él y afirmó:

—Cariño, ¿cómo puedo disfrutar más masturbándome que follándote? No necesito probar para saberlo. —Presionó su miembro erecto contra el suave estómago del joven.

Zhou Yun Sheng intentó zafarse, pero él lo agarró por el tobillo y lo arrastró hacia atrás, le quitó los pantalones y lo desnudó antes de presionarlo sobre el suave colchón.

Shiro
Inicio de escena no apta para leer en el trabajo.

La lámpara emitía una tenue luz. El adolescente de piel blanca como la nieve, resplandecía sobre las suaves sábanas de seda negra, se veía exquisito y terso. Era como una invaluable escultura de jade, que capturaba por completo, y sin escape alguno, la atención de las personas.

La respiración de Cao Mo Kun se aceleró de manera audible. Colocó una mano sobre el hombro del joven para evitar que forcejeara y con la otra jugueteó con el delicado pene.

—Cariño —suspiró—, eres más hermoso de lo que imaginé. Eres rosado claro aquí. Muy lindo y muy limpio. —Estaba asombrado por el cuerpo más hermoso que jamás había visto, sin igual.

Sus ojos estaban un poco enrojecidos, y la parte inferior de su cuerpo estaba cada vez más hinchada, casi estallando fuera de sus pantalones, debido a la estimulación de la hermosa vista frente a él. Pero no tenía prisa por resolver su situación, al contrario, al ver la expresión resentida y la desesperada lucha del joven, bajó la cabeza y con su boca le tomó el pene, alternando entre meterlo y sacarlo, a veces rápido y otras lento. No había rastro de olores desagradables en la apertura, solo un leve aroma hormonal, lo cual lo enamoró por completo.

Zhou Yun Sheng, quien trataba de liberarse del control del hombre, dejó escapar un grito de sorpresa, tras lo que sintió su cuerpo desfallecer.

Maldición.

Era una sensación demasiado estimulante, el instinto grabado en su alma se desligó de su racionalidad. Su resistencia se convirtió en complacencia, y tiró del cabello del hombre. Pretendió alejarlo, pero le falló la fuerza. Y muy a su pesar, su cintura se elevó y su miembro alcanzó mayores profundidades en busca de más placer.

Cao Mo Kun rio entre dientes, le agarró su firme trasero, acariciándolo, mientras se encontraba suspendido; deleitado ante su reacción instintiva. Nunca antes había hecho eso por alguien, pero su habilidad era excepcional, y pronto llevó al joven al clímax.

Zhou Yun Sheng se mordió el dedo índice, bloqueando el grito que quería abandonar su garganta, pero su parte inferior convulsionó sin control, eyaculando un chorro blanco y turbio.

Su mente quedó aturdida y sus ojos enrojecidos estaban llenos de lágrimas. Su lamentable apariencia excitó más a Cao Mo Kun, escupió el blanco líquido y se lo untó entre sus nalgas.

—Luego de examinar el exterior, es momento de examinar el interior —exclamó con voz ronca—. Cariño, relaja tu cuerpo tanto como puedas, de lo contrario te dolerá.

Al inicio, había querido follarlo sin piedad, hacerlo aferrarse a su cuerpo y gemir, pero, en ese momento, descubrió que no podía hacerlo. Quería que disfrutara tanto como él.

Sobre las sábanas negras, Zhou Yun Sheng miró al hombre con ojos vidriosos, como si suplicara, como si lo anhelara; su pequeña boca se abría y cerraba a causa de sus rápidos jadeos. Su apariencia era hermosa y frágil, como un tesoro que debía resguardarse en un caja forrada en terciopelo; en lugar de ser huérfano en las calles, miserable y azotado por el viento y la lluvia.

Ternura se apoderó del corazón de Cao Mo Kun, y con un dedo sondeó el interior con movimientos suaves y flexibles mientras el joven estaba aún inmerso en el regusto del clímax.

Zhou Yun Sheng arqueó la espalda y el dedo del hombre se introdujo hasta el nudillo, golpeando un punto sensible. No podía soportarlo más, aunque sacudía la cabeza y gritaba «No», gimió y bajó sus caderas, empujando el dedo a zonas más profundas.

—Cariño, tu cuerpo es muy honesto. —Cao Mo Kun se rio entre dientes y comenzó a introducir el líquido blanco pegajoso hacia el interior, estimulando de manera continua el punto sensible.

Poco a poco, su mirada se tornó más lujuriosa. El joven gemía con mayor euforia y sensualidad. Se desabrochó el cinturón con una sola mano y se bajó la cremallera y los calzoncillos, lo que posibilitó que un objeto violáceo, duro, grueso y largo rebotara, apuntando hacia la entrada trasera en la que ya había dos dedos insertados.

Zhou Yun Sheng estaba aturdido; las piernas las tenía separadas y el semen cubría su zona íntima. Con una mano agarraba las sábanas de la cama, y con la otra acariciaba su pene, tratando de sentir más placer.

Cao Mo Kun sacó sus dedos y apuntó su enorme cabeza hacia la estrecha y rosada cavidad rosada, insertándola con lentitud.

Zhou Yun Sheng recobró un dejo de lucidez ante la dolorosa sensación, pero el hombre arremetió de nuevo contra él. Las piernas del joven rodearon la cintura del otro de manera activa, igualando su ritmo de subidas y bajadas. Sus cuerpos encajaban a la perfección —si uno retrocedía, el otro avanzaba, y viceversa—, impactando ese punto clave con cada uno de sus movimientos.

—Cariño, eres maravilloso. Así es, apriétame… más fuerte —susurró Cao Mo Kun contra los labios carmesí del joven al tiempo que sacaba la punta y arremetía de nuevo hasta la base.

Ese cuerpo, bien fuese el exterior o el interior, lo fascinaba. Le gustaba la apariencia extasiada del joven, le gustaba cómo se balanceaba salvajemente y sin reservas, y aún más le gustaba que contuviera las lágrimas y lo mirara con esos ojos nublados a causa del placer.

Era el perfume más hermoso; el más potente afrodisíaco; la belleza más conmovedora. Una vez que lo obtenías, dejarlo ir era imposible.

Después de penetrarlo, Cao Mo Kun perdió el control, embistiendo al joven de la cama al suelo. Arremetió sin piedad durante varios minutos, antes de abrazarlo y presionarlo contra la barandilla del balcón, frente a las brillantes luces de neón y el interminable cielo estrellado; follándolo hasta que gritó y lloró…

Una hora después, ambos hombres lucían saciados. Uno estaba envuelto en una colcha, jadeando, y el otro estaba apoyado contra la cabecera, fumando.

El joven evaluó subrepticiamente a Cao Mo Kun; el fallo del hipnotismo todavía lo plagaba. Para no verse afectado por la hipnosis, la persona debía poseer una fuerza espiritual igual o mayor a él, que había sido el único en completar miles de tareas bajo el dominio del Señor Dios. Su alma todavía no había alcanzado el límite superior, y ya poseía un aterrador poder espiritual.

El mundo en el que se encontraba era clase E; no había poderes sobrenaturales, cultivo, magia ni otros elementos de fantasía. En otras palabras, una persona con un poder espiritual superior al de él no debería existir y, sin embargo, allí estaba Cao Mo Kun.

¿Cuál es su origen? ¿La energía faltante del espacio entre mundos —más de la mitad, cabe recalcar—, está relacionada con él?

Zhou Yun Sheng frunció el ceño y agarró una almohada para cubrir su rostro y así bloquear la risita que amenazaba con escapar. Parecía haber descubierto la causa. Similitudes entre las personas eran inevitables, pero semejanza tras semejanza, una y otra vez, no era coincidencia. Además, su cuerpo había reconocido al hombre hacía mucho tiempo, incluso antes de que lo hiciera su razón. El miedo a la decepción lo había hecho negar lo obvio y no pensar demasiado en ello. Al principio, inició una relación con él solo para distraerse de la soledad, pero después de que lo siguiera por tres vidas, sus expectativas se habían incrementado exponencialmente.

Conteniendo su alegría, movió la almohada para observar al hombre en secreto.

Cao Mo Kun había estado atento a las reacciones del joven. Al verlo taparse el rostro con una almohada, pensó que el humo le molestaba, y apagó con presteza el puro. Luego, cuando notó que lo observaba en secreto, no pudo evitar que una sonrisa complaciente aflorara, pero al instante la reemplazó por una expresión fría.

De pronto despertó de su ensoñación. El joven era solo un juguete que había comprado por trescientos mil, uno que estaba dispuesto a vender cualquier cosa por dinero; depravado, frívolo y hambriento de dinero.

Es un juguete sin fuerza de voluntad, ¿por qué tiene que importarme él o sus sentimientos?, se regañó a sí mismo.

No podía evitar sentirse profundamente atraído por el joven. Su estado de ánimo fluctuaba; un caos total. Buscando salir del meollo en el que se encontraba, fingió indiferencia.

—Tu desempeño en la cama fue bastante bueno. Estoy muy satisfecho. Ahora que hemos sellado el trato, necesitamos establecer algunas reglas.

Sus palabras extinguieron el buen humor en el que Zhou Yun Sheng se encontraba.

—¿Vas a ponerme reglas a ? —preguntó, incrédulo, después de arrojar la almohada.

—Las personas que estén conmigo tienen que respetarlas. —El tono de Cao Mo Kun era estricto, pero su corazón estaba en desorden. Por alguna razón se sentía culpable por lo que estaba haciendo.

—¿Las personas que estén contigo? ¿Con cuánta gente has estado?

—¿Por qué te importa? ¿Debo recordarte la clase de relación que tienes conmigo? —replicó, sintiéndose todavía más culpable.

¡Soy tu amante!, exclamó Zhou Yun Sheng en su interior.

Él sabía que la situación de Cao Mo Kun era diferente a la suya que reencarnaba sin recuerdos de su vida anterior.

Siempre y cuando permanezcas a mi lado, todo está bien, concluyó.

—Está bien, hablemos de tus reglas.

Cao Mo Kun acarició con la yema de sus dedos las marcas rojas en el cuello del joven y anunció con solemnidad:

—La primera regla, durante estos tres meses, no puedes dejar que Han Yu te toque. La segunda regla, ven cuando te llame, no puedes evadirme sin razón.

Zhou Yun Sheng se había preparado para escucharlo hasta el final, pero después de ver que no continuaba, incluso después de un largo tiempo, preguntó:

—¿Eso es todo?

—¿Pensaste que te haría memorizar reglas para el hogar? —se burló.

Zhou Yun Sheng asintió con la cabeza mientras recogía su ropa del suelo al pie de la cama y se vestía.

—¿Qué haces? —Cao Mu Kun frunció el ceño.

—Tengo que regresar a casa, si no lo hago, Han Yu me llamará para preguntarme dónde estoy. También tengo una regla para ti, espero puedas cumplirla. No puedes permitir que Han Yu sepa de la transacción entre nosotros.

Cuando se agachó para subirse los pantalones, Zhou Yun Sheng entrecerró los ojos y se burló en su interior: ¿Solo porque te formateaste pensaste que no saldaría cuentas? ¡Te haré sufrir en el futuro!

Cao Mo Kun se sintió muy incómodo, deseando arrastrarlo de nuevo a la cama y volver a follarlo sin piedad. Pero se contuvo e, irritado, se pasó la mano por el cabello al tiempo que ridiculizaba:

—¿No es esto innecesario? Dado que su familia está en bancarrota, ¿por qué no terminas con Han Yu? ¿Qué ganas con desperdiciar tu tiempo en él?

—Lo amo. Nunca terminaré con él —afirmó mientras recogía su chaqueta y se la ponía.

—¿Lo amas? ¿Demuestras tu amor por él subiendo a mi cama? —Sus ojos se inyectaron de sangre, su voz revelaba rastros de furiosa malicia.

—Sí, como lo amo, me acostaré contigo. —Zhou Yun Sheng se puso los zapatos y caminó hacia la puerta, entonces, como si hubiese recordado algo de pronto, se volvió y preguntó—: ¿Recuerdas a Zhou Yun Sheng?

El hombre que seguía, lo miró con perplejidad cuando escuchó el nombre; pero después de pensar por un momento, negó con la cabeza.

—¿Qué hay de Wei Xi Yan?

»¿Shen Yi Bin?

»¿Du Xu Lang?

»¿Ning Si Nian?

»¿Zhu Zhao Ting?


Shiro
Este último nombre es el del príncipe heredero. No sé por qué nunca lo mencionaron en ese arco.

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