El plan de la villana Roxanne – Capítulo 8: Creo que tengo que ser más sutil

Escrito por Polly

Asesorado por Maru

Editado por Shiro


George me invitó a ver su entrenamiento, aunque creo que él luce más emocionado que yo al respecto. Insistió mucho sobre el tema, no quería decir de manera directa que quería lucirse frente a mí, sólo decía que era bueno para mí poder observar cómo era el poder de un futuro caballero, que me estaba dando una gran oportunidad, que debía ser tonta si no iba…

Al final sólo le dije que iría.

—Está todo listo, señorita, el cocinero preparó una canasta especialmente para que pudiera llevarla.

Katherine me miró con una sonrisa mientras sostenía entre sus manos un canasto de mimbre cubierto por una delicada tela blanca. Era una sorpresa que tenía para George, pedí que el cocinero preparara sólo bocados para poder comer en el exterior. Quería poder comer en un picnic con mi hermano cuando lo dejaran descansar.

—¿Intentó lo que le pedí?

—Por supuesto, señorita, colocó la carne entre dos panes frescos según ordenó. Si puedo preguntar, ¿cómo se le ocurrió eso?

—No lo sé, sólo quise comerlo… Seguro que estará rico porque el chef Víctor es muuuuy talentoso.

Usé mi gran sonrisa mientras empecé a caminar junto a Kath. Esas mismas palabras había usado para convencer al cocinero para que preparara unos deliciosos sándwiches de carne con unos jugosos tomates y un poco de lechuga. Sin dudas no era comida que hubieran experimentado en este libro ambientado en una época bastante antigua, además era para comer con los dedos, ansiaba ver la reacción de mi hermano cuando lo descubra.

—El cocinero estará más que gustoso de escucharla decir eso, señorita Roxanne.

Con suavidad tomé su mano libre mientras sentía que la cinta que ataba mi sombrero se movía suavemente.

No puedo creer que tenga que usar una capelina que es más grande que el ancho de mis hombros, pero tanto Katherine, como mi padre, insistieron. Temen que mi delicada piel se queme con el sol, pero ojalá pudiera darle algo de color a tanta blancura.

♦ ♦ ♦

Estábamos pasando el establo de casa, justo en el jardín de atrás. Era impresionante pero creo que el terreno del duque Maquielo ocupaba tantos kilómetros como un pueblo pequeño.

Allí estaba George, aún era pequeño, con tan sólo siete años, pero parecía ser más grande que John cuando lo conocí. Se veía impresionante, como si la espada en su mano fuese una extensión de su brazo.

Tanta seguridad en sus movimientos, tanta concentración en sus ojos, era un hombre maduro dentro del cuerpo de un niño.

Por primera vez, sentí verdadero respeto por ese tsundere.

—El señor George es un prodigio con la espada, es notable que usted sea su hermana, parece que la grandeza está en sus genes.

Sí, seguro que es por eso, mis recuerdos de mujer adulta no tienen nada que ver. Todo debe ser una cuestión de genes… Dios

—¡Waao! Mi hermano es impresionante, ¿podemos sentarnos a verlo?

—Por supuesto que sí, señorita, fue invitada para que viera la práctica.

Mientras hablábamos, Katherine sacó la manta de la canasta para colocarla sobre el césped con cuidado, y me dio la mano para hacerme sentar. El día era hermoso para comer al aire libre, aunque creí que sería aburrido, ver a mi hermano entrenando con otros caballeros mayores era bastante entretenido.

Después de un rato, por fin, George se percató de mi presencia y enfundó su espada para correr hacia nosotras. Estaba sonriendo de manera sincera, el sudor estaba corriendo por su frente y desde aquí podía notar su pecho agitarse por su respiración, estaba cansado pero podía notar su felicidad.

Hice bien en venir.

—¡Hermano! ¡Eres tan fuerte!

Me puse de pie frente a él y lo abracé de inmediato, aunque olía a sudor y se sentía húmedo.

Sólo no debo pensar en que es antihigiénico.

—Claro que soy fuerte tonta, y no me abraces o vas a ensuciar tu vestido, ¿que no lo sabes?

Cuando me separé de él, pude ver su rostro sonrojado como también su expresión de orgullo mezclada con felicidad. Era tan poco honesto, sabía que quería abrazarme y que le gustaba que le dijera cumplidos.

—Traje comida para poder almorzar contigo, hermano.

Me giré de nuevo hacia nuestro picnic improvisado para poder tomar asiento junto a Katherine de nuevo. Ella estaba sirviendo unas tazas de té

No puedo creer que haya traído, y que todo haya cabido en la canasta, pero quería enseñarle mi idea de sándwich. Bueno, mi idea robada de sándwich.

—¿Qué es esto?

Kath le dio un plato con uno de los sándwiches, pero el rostro de George sólo se veía como una mueca de asco. Sin dudas no le parecía que tenía un aspecto muy agradable, por mi parte creía que lucía muy tentador y delicioso.

—¡Yo le dije a Víctor que lo hiciera! Pruébalo, ¿sí?

Por su rostro parecía que iba a estar a punto de decirme que no, pero él no iba a rechazar mis ojos de cachorrito.

Mi rostro es un arma mortal.

Casi a regañadientes, tomó el plato con el sándwich. Parecía tener un poco de asco por tomarlo con su mano, pero se lo llevó a la boca despacio dándole la primera mordida mientras cerraba sus ojos. Me quedé mirándolo, totalmente expectante, y cuando volvió a verme sorprendido supe que le había gustado.

—¿Esto fue tu idea?

—¡Sip! ¿Te gusta hermano? Quería que almorzáramos juntos porque te extraño mucho en la comida…

—Bueno… no esta tan mal, es comible… así que puedo quedarme contigo a comerlo, ya que te sientes tan sola sin mi presencia

Tomó asiento junto a mí sobre la manta blanca mientras que yo acepté una taza de té de Katherine. Estaba delicioso, era sorprendente lo rico que podía ser aún cuando lo trajo con nosotras desde adentro de la casa, además, lo había dejado macerar en sus propias hebras.

Comimos los dos juntos con calma, hasta que dos sombras se dibujaron frente a nuestros pies. Eran dos caballeros a quienes recordaba haber visto, pero no estaba segura ni de su nombre ni de sus rangos, pero por las sonrisas divertidas en sus rostros y el ceño fruncido de George, debía tratarse de algunos de sus profesores.

—¿Qué tenemos aquí? ¿Quién es la adorable jovencita que lo acompaña, joven George?

Uno de ellos se inclinó hacia nosotros con una petulante sonrisa, seguramente por su nivel se permitía hablarle de esa manera al hijo del duque, pero por mi parte no tenía idea de quiénes eran. De hecho, ambos tenían cabellos comunes y rostros simples…

Podría llamarlos ¿extras?

—No se han ganado el derecho de referirse de esa manera a mi hermana menor.

George se paró frente mío para cubrirme de aquellos hombres, era algo lindo ver que quería protegerme, pero si estos hombres eran caballeros de nuestro padre no podrían representar ningún peligro para nosotros.

—¡Es verdad! El capitán se presentó con ella hace unos días en el cuartel. Incluso, vi que Ronan la llevó en brazos a juntar flores.

—Los rumores son ciertos, es una niña adorable. Poder verla es un verdadero honor, señorita.

Aunque mi hermano seguía interponiéndose entre los caballeros y mi figura, me puse de pie estirando mi vestido para tomar el borde delicadamente y con cuidado hacer una pequeña reverencia, mostrando una de mis carismáticas sonrisas.

—Son muy amables por decirme eso, es un placer conocerlos. Soy Roxanne Firenze Maquielo.

—Ahora, márchense. Estamos comiendo.

La mano de George se cerró alrededor de mi brazo y tiró de él para hacerme sentar de nuevo a su lado. Su mirada de puñal era una cruda amenaza hacia esos hombres, en verdad nunca lo había visto así, pero en realidad esa era la imagen que siempre habían descrito en los libros. Un hombre frío, serio, calculador.

Esos hombres debieron notar lo mismo que yo, porque ambos se pusieron tensos aunque sólo estaban frente a un niño.

Apenas se despidieron, y cuando se dieron la vuelta, me dijo:

—Roxanne, no quiero que cometas la tontería de acercarte a esos hombres tú sola. Y tampoco dejes que nadie te cargue, si no puedes caminar yo mismo te llevaré en mi espalda.

—¿Mi hermano me puede llevar a caballito? ¡Sí! ¡Cuando no pueda caminar le voy a decir a mi hermano mayor porque es muy fuerte para llevarme!

—Pues sí, soy el más fuerte aquí

Casi que puedo ver el crecimiento de su nariz por tanto orgullo que se tiene a sí mismo.

El resto de nuestra comida no tuvo más sorpresas, mi hermano prácticamente devoró lo que tenía en su plato para regresar a su entrenamiento e insistió que me acercara para poder verlo mejor. Por supuesto que Katherine y yo nos movimos hacia unos bancos frente al campo de entrenamiento para poder observar como tanto pidió.

—Debe estar orgullosa del talento de su hermano mayor, señorita Roxanne

—¡Sí! Tengo los mejores hermanos mayores.

George se movía con la agilidad de todo un profesional mientras practicaba contra un caballero notablemente mayor que él. Seguramente había bajado su nivel para poder enseñarle a mi hermano, pero aun así puedo adivinar que estaban teniendo una pelea bastante reñida.

Era entretenido, pero tanto de lo mismo se volvía aburrido, tan siquiera que fuesen dos hombres adultos y guapos para poder admirarlos…

Bueno, soy una mujer después de todo.

Mi mirada vagó lentamente, había mucha variedad de plantas en este lugar, no sólo bonitas flores y árboles.

De hecho… ¿eso es? ¿Es una planta de aloe vera?

Con cuidado, me moví fuera de la banca observando de reojo a Katherine, quien parecía hipnotizada por los movimientos de aquellas espadas, al parecer a ella le gustaba ver el entrenamiento más que a mí.

Apenas me alejé unos pasos mientras repasaba el pequeño arbusto con mis manos. Esas hojas duras y carnosas las conocía muy bien, ahora no me cabía duda de que esto era aloe vera, una planta medicinal muy útil, su gel natural era muy útil para quemaduras, cortaduras, irritaciones, e incluso se podía consumir.

Qué suerte que aún tengo mis conocimientos de herbología. ¿Me pregunto si me dejarán recolectar algunas plantas? Podría hacer una crema con algunas de estas hojas.

—¡Señorita Roxanne! ¡¿Dónde está?!

Los gritos de Katherine me dieron un susto de muerte, apenas estaba agachada a unos pasos, no tenía por qué reaccionar como loca.

Cuando levanté la cabeza para poder mirar, mis ojos se encontraron con los de mi hermano mayor, al parecer los gritos de Kath también lo alertaron.

—¡George! —grité tan fuerte como pude, pero no sirvió para que él viera la espada del mayor pasándose contra él, abriéndole una herida en su brazo.

Yo me moví por instinto propio, mis delicadas manos arrancaron la gruesa hoja de aloe y mis piernas corrieron junto a mi hermano a pesar de que Katherine volvió a llamarme al verme. George sólo me miró con impacto, sin entender nada, por mi parte únicamente le arrebaté la espada de la mano para poder abrir la hoja en dos.

—No te muevas.

Solo escuché el ruido de la camisa de mi hermano cuando la arranqué con ayuda de un pequeño corte de la espada, y comencé a colocar la salvia de la hoja por el corte sangrante.

Nadie dice nada.

Ups.

—Yo… leí en un libro de papi que esta planta ayuda a las heridas. Perdón hermanito, te lastimaste… —comencé a gimotear tratando de distraer a todos del hecho de que acababa de aplicar una planta medicinal sin pestañear teniendo casi cuatro años.

Creo que se comieron la trampa.

La mano de George me acariciaba tiernamente la cabeza para poder consolarme y Kath se arrodilló a mi lado.

—No desaparezca así de nuevo, señorita Roxanne

—Es como dicen los rumores, una niña de su edad reconociendo plantas medicinales… De verdad es una joven prodigio.

Esa era la voz del caballero que se había atrevido a lastimar el brazo del hijo del duque. Sin duda alguna, debían tener un buen rango, porque no lucía asustado por lo que había hecho, sino más bien, interesado con respecto a lo que yo hice.

2 respuestas a “El plan de la villana Roxanne – Capítulo 8: Creo que tengo que ser más sutil”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido