El Conde y el hada – Volumen 3 – Capítulo 3: Luna roja, luna blanca

Traducido por Den

Editado por Nemoné


«Impostor que se hace pasar por el Conde, somos conscientes de que no tiene el derecho de declararse como el Conde Caballero Azul. Renuncie a la espada de una vez. Sino, vendremos a buscar tanto la espada, como tu vida».

En la carta que estaba escrito ese mensaje, por supuesto no había una firma, solo la marca de una luna creciente dibujada con tinta roja en el sobre.

—Qué carta más ridícula.

Edgar la lanzó a un lado y cogió la taza de té.

Lo pusieron de mal humor a primera hora de la mañana.

El baile de ayer continuó hasta la medianoche y, finalmente se fue a dormir a las primeras horas de la mañana. Cuando se despertó, ya era de mañana, pero, este era el estilo de vida de un noble que pasaría día y noche en los bailes.

El mayordomo estuvo esperando con la sangre escapando de su rostro, a que su maestro se despertara para llevarle la carta diligentemente. Afirmó que fue dejada en la puerta trasera en algún momento de la noche. Todos habían estado tan ocupados que finalmente uno de ellos se dio cuenta de ello en algún momento de esta mañana.

— ¿Milord, qué deberíamos hacer? ¿Debería notificarlo a la policía?

La espada era la prueba de que era el Lord de esa familia Conde.

No había ningún error de que, quien alegaba que Edgar era un Conde impostor y le ordenaba que renunciara a la espada, era alguien relacionado con el hombre que ayer atacó a Raven y le llamó el “perro de Príncipe”.

—Hmm, veamos. La policía todavía no puede averiguar nada sobre el instructor que olvidó sus dedos ayer, ¿verdad? De todas formas, parece que lo único que podemos hacer por ahora es reforzar la seguridad.

—Eso se hará fácilmente.

—Entonces, el resto será resuelto por nosotros.

El mayordomo respondió “Entendido” y no insistió en lo que iba a hacer con el grupo misterioso de origen desconocido. Incluso si sentía que Edgar tuvo una relación con una organización no tan pacífica en el pasado, nunca le cuestionaba.

Se decía que el Conde Caballero Azul tenía a hadas y gente relacionada con las ellas bajo su dominio, y que hace mucho tiempo protegió a su gente misteriosa, que tenía sangre de Merrow, de la dura opresión de la Iglesia.

Tompkins era de uno de esos clanes. Mostraba una lealtad indestructible a la familia del Conde.

Edgar imaginaba que por generaciones el Conde Caballero Azul debe haber sido alguien en quien confiaban inmensamente… Y eso lo hacía sentir afligido. Obtuvo el título del Conde, por supuesto, porque era útil. Pero no tenía intención de ensuciar este nombre.

Incluso si era un impostor, solo tenía que convertirse en el verdadero. Cuando se dio cuenta de que tiene la responsabilidad de proteger a esta familia, no podía ser intimidado todo el tiempo por este tipo de amenaza.

—No obstante, milord, no se ponga en peligro por la espada…

— ¿Te estás preocupando por mí?

—Todavía no tiene un heredero.

Como la cabeza de la familia estuvo ausente durante cientos de años, la condición de sucesor permaneció desconocida, por lo que el apellido del Conde no fue eliminado y perduró. Pero, si algo le llegara a pasar a Edgar, entonces eso podría decidir que el linaje había terminado.

—Ya veo. Todavía tengo que cumplir ese deber. Tompkins, me gustaría que te relajaras… Pero es posible de que sea odiado por nuestra futura candidata a esposa.

—Todo está bien, milord, hay muchos maridos que son odiados por sus esposas.

—Ya veo, eso es alentador…

Antes de dejar la habitación, el mayordomo colocó el periódico que tenía todos sus arrugas lisas, frente a Edgar, quien hizo una sonrisa amarga. Cuando salió, Raven entró en la habitación.

—Raven, tengo la sensación de que había un grupo llamado “Luna Escarlata” en una de las organizaciones clandestinas que estábamos investigando.

—Sí. No son conocidos oficialmente por ese nombre, pero son una banda de ladrones que donan sus ganancias. Son bastante famosos en los barrios bajos de la ciudad. Además, corre un rumor de que las monedas de oro que estaban dispersadas en la Calle St. Giles y en Southwark fueron obra de ellos. También de que lanzaron dinero a las casas en East End. En una porción de las monedas, había una luna dibujada con tinta roja.

—Un grupo de ladrones caballerosos…, lo que significa que las monedas de oro debieron de haber sido robadas de alguna parte, ¿verdad?

—Parece que no utilizan el nombre de Luna Escarlata cuando roban, así que no es definitivo. Sin embargo, hay muchas personas y familias ricas que afirman que las monedas que fueron dispersadas habían sido robadas de su hogar.

Mientras leía sus notas, Raven mencionó los nombres de familias ricas y de compañías.

Habían algunos nombres que le resultaron familiares a Edgar.

—Esos son las fuentes de fondos de Príncipe.

—Sí.

Era cuestionable si iban a hacer algún daño a Príncipe, que estaba en lo alto de la pirámide del dinero, y a la riqueza que acumuló simplemente arrebatando monedas de oro cerca del pie de la montaña. Pero, había una posibilidad de que estén haciendo actividades lentas contra ese objetivo, Príncipe.

Eso debe estar conectado con el ataque contra Edgar.

— ¿Han matado a alguno hasta ahora?

—No han habido incidentes que fueran lo suficientemente graves para ser reportados en el periódico.

—Como son una banda de ladrones que donan, asesinar entorpecería su imagen.

Sin embargo, del ataque repentino del otro día y al leer esta carta amenazadora, parece que planean asesinarlo. Además de eso, le están ordenando que entregue la espada de la familia del Conde.

Eso era algo que no podía ser intercambiado con oro, e incluso si la robaban, simplemente tendrían problemas para deshacerse de ella.

Más bien, estaban ligados al nombre del Conde Caballero Azul. Como si no quisieran a Edgar, un impostor y el secuaz de Príncipe, porque lo vieron hacerse con el nombre del Conde.

—Me pregunto por qué es la “Luna Escarlata” …

Luna.

El hechizo de un intercambio con la luna… La promesa que el Conde Caballero Azul hizo con la Reina de las Hadas.

Era como si estuviera maldito.

Ahora que pensaba en ello, anoche Marigold estaba haciendo una conmoción por un anillo de luna o algo así.

Edgar tenía una sensación de que había respondido que ese caso tenía que ser tratado a través de Lydia.

Marigold… Anoche me pareció haber visto unas pequeñas y transparentes alas en la espalda de esa niña…  

Encima de la cabeza de Nico.

Nico, sí, ese maldito gato le habló con sus patas a los lados como si le estuviera dando un sermón.

Gritándole mientras le preguntaba qué le había hecho a Lydia.

No le había hecho nada a Lydia.

Más importante, parece que bebí demasiado. No hay forma de que un gato hablara.

No, ¿no parece que entiende lo que la gente dice de vez en cuando?

—Raven, ¿está Lydia aquí?

—No todavía.

—Me pregunto si vendrá…

—El Sr. Nico está tomando el té en su oficina como de costumbre, creo que podría llegar pronto.

Ahh, té. Sí, era un gato que amaba el té. Y sin embargo, el mayordomo y Raven le servían té como si fuera normal.

—Por cierto, Raven, siempre me he estado preguntando, ¿por qué le dices Señor a un gato?

— ¿Es un gato?

Le devolvió la pregunta como si estuviera confundido.

— ¿No es un gato?

—Como Lord Edgar periódicamente le hablaba, pensé que era diferente.

Cuando lo pensó nuevamente, Edgar también se confundió.

—Por alguna razón u otra, tengo la sensación de que hay una conversación entre nosotros. En primer lugar, no puedo pensar que él podría hacer un truco como tomar una taza de té y beber de ella…

Oh bueno.

Desde que conoció a Lydia, su mágica y misteriosa realidad se estaba sumando a la de él.

Incluso anoche presenció a un caballo negro saltar y desaparecer en la fuente.

Sí, ese hada, él era el hada que se le propuso a Lydia.

No quería perder contra un caballo.

—Una cosa más, Lord Edgar, el Señor Paul Foreman está aquí para verlo.

— ¿Paul? No creo que se lo haya prometido.

—Dice que esperará cuántas horas sean necesarias. Ya han pasado dos horas.

Dejando escapar un suspiro, Edgar se puso de pie para prepararse.

—Entonces, podrá esperar un poco más.

♦ ♦ ♦

Lydia finalmente llegó a su lugar de trabajo en MayFair; saludó rápidamente al mayordomo y corrió hacia su oficina.

No sabía qué tipo de cara debería poner al encontrarse con Edgar, así que decidió que iba a pasar en esta habitación por hoy.

A decir verdad, Lydia no recordaba muy bien lo que sucedió después de eso en el baile. Estaba en tal desesperación que se bebió tres vasos de ponche, pero después de eso, no le importó demasiado.

Según su padre, estaba de muy buen humor y bailaba alegremente, pero a medida que transcurría la noche en el baile, más borrachos estaban todos, por lo que la cortesía y los modales y cualquier actitud educada gradualmente desapareció mientras se volvía más ruidoso y estúpido.

Es por eso que, incluso si Lydia estaba borracha, no destacó mucho. Pero, su padre aparentemente la llevó a casa antes de que hiciera el ridículo. Cambió su estado de ánimo y decidió trabajar primero en revisar las cartas que acababan de llegar, dirigidas a la Doctora de Hadas.

Sin embargo, no era una situación en la que pudiera concentrarse en el trabajo. Marygold, en forma de una pequeña niña humana, irrumpió en su oficina.

—Señorita Lydia, oh, no sabe cuánto la he estado esperando. Necesitaba preguntarle su opinión de una vez… El Conde me dijo que deja todo lo relacionado con las hadas a la señorita Lydia, pero anoche la señorita no estaba sobria, por lo que el señor Nico me dijo que esperara hasta mañana.

— ¿Cuál es el problema…?

—La “luna” de Mi Majestad no sale del dedo de ese hombre. Se suponía que iba a ser presentado al Conde, que se casaría con Nuestra Majestad.

Oh, sí, se había olvidado de eso. Kelpie se la había robado a Marigold e intentó dársela a Lydia, pero Paul la aceptó por error.

Lo que significa que Paul, quien llevaba el anillo, estaba ligado a la promesa de la luna de casarse con la Reina de las Hadas.

Si la Reina de las Hadas decidía que lo quería como reemplazo del Conde, mientras tuviera el anillo, sería difícil evitar que lo llevaran al Reino de las Hadas.

—A este ritmo, solo nos quedaría que ese hombre se casara con nuestra reina.

—Bueno, espera Marigold, solo necesitas que el anillo salga, ¿verdad?

Cuando Lydia dijo aquello, se pudo imaginar que si pasaba, entonces Marigold iría tras Edgar diciéndole que acepte la “luna”. Él solo no tenía que aceptarla. Ella no tenía la fuerza de Kelpie como para forzarlo.

Pero, Edgar tiene una debilidad por las mujeres, así que podría haber algún tipo de error y él terminaría aceptándola.

Estaba pensando en algo, así que cuando alguien llamó a la puerta, no pensó y contestó: “Adelante”.

—Buenos días, Lydia.

Tan pronto como vio la cara de Edgar, Lydia sintió que su cara se ponía más caliente y rápidamente bajó la mirada.

Escondió su rostro detrás de la carta que sostenía, pretendiendo leerla.

— ¿Qué es…? Estoy un poco ocupada ahora mismo.

—La carta, está boca abajo.

Le quitó el escrito de sus manos y la miró desde arriba, por lo que entró en pánico.

—Paul está aquí. Parece que es tu trabajo salvarlo.

Era extraño que el abordara de repente el tema principal sin ninguno de sus halagos tediosamente largos.

Lydia se sentó sin expresión cuando el viento le quitó sus velas, pero también la reveló, por lo que finalmente pudo levantar la cabeza.

Estaba nerviosa de si iba a hablar sobre lo sucedido la noche anterior porque no sabía qué tipo de reacción haría. A este ritmo, Edgar no podría haber notado el desorden en los sentimientos de Lydia.

—Oh, ¿es así? Justamente estaba hablando con Marigold acerca de él.

—Parece que fue atacado en su habitación de la pensión para que devolviera el anillo.

—Eh, ¿por quién?

—Creo que por el Señor Kain.

Ahh, ese Kelpie, ¡qué persistente!

—Casi fue atacado por él mientras era un caballo, pero cuando le lanzó la Biblia, que estaba junto a su almohada, desapareció. Eso fue lo que vio en su sueño.

—Lo más probable es que no fuera un sueño.

—De todas formas, le dijo que vendría las veces que fueran necesarias hasta que lo recuperara, por lo que el señor Foreman no quiere seguir teniendo ese tipo de sueños por el anillo. Afirma de que el anillo seguramente está maldito. Así que como parece que el señor Kain vino ayer a visitarte, vino a pedir consejo. ¿Está bien si lo dejo entrar?

—Sí, por supuesto. Es mi responsabilidad por involucrarlo.

Después de un tiempo, Paul Foreman entró con Raven, pero parecía completamente agotado.

Levantándose, Lydia lo saludó.

—Lo lamento muchísimo, Paul. Ayer me salvaste y sin embargo estás en una situación tan problemática.

—Oh, no, estoy contento de que estés bien… Pero, no tengo ni idea de lo que está pasando. Y el Conde afirma que es obra de un hada.

Parece que el pintor de hadas no podía creer tan fácilmente que había entrado en contacto con un hada.

Instigado por Edgar, se sentó en una silla. Lydia también se sentó, pero primero hizo que le mostrara el anillo.

Estaba pegado fuertemente en el dedo del medio de su mano derecha. Era una mano bastante madura para un pintor, que estaba manchada de pintura y tenía muchos callos de agarrar con fuerza el pincel.

—Es una piedra lunar.

Como Edgar comentó, era una piedra lunar grande.

Era una brillante piedra preciosa de color blanco. La luz brillante que se reflejaba a través de su lado interno translúcido tenía la forma de una luna creciente.

— ¿Marigold, insinuas que esta piedra crece y mengua como la verdadera luna?

—Sí. El ancho de la luz de dentro cambia. En noches de luna llena, se extiende de par en par y se adelgaza hasta una línea apenas visible en una luna nueva.

Después de decir eso, sacudió sus alas amarillas y se corrigió a sí misma.

—No, quería decir que es la verdadera luna.

Estaba en la forma de una niña humana y sin embargo, olvidó esconder las alas.

Pero Edgar y Paul no se habían dado cuenta de eso, o quizás esta no era una situación como para destacar eso cuando estaban tan concentrados en el anillo.

—Seguro que no te aburrirías si la miraras todos los días. Paul, de alguna manera, te puedes considerar afortunado.

Menudo comentario, era un problema que no le preocupaba a él.

—Tienes que estar bromeando, eso es imposible.

— ¿Y por qué no sale?

—Es porque Kelpie lo forzó. Una parte del anillo está curvado y se hundió en su dedo —respondió Lydia.

— ¿Kelpie?

—Kain es el caballo acuático Kelpie.

Edgar solo respondió con un mm-hm, por lo que no debe saber mucho sobre los caballos acuáticos.

— ¡E-Él era un kelpie! ¿De quien se dice que comen humanos…?

El pintor de hadas obviamente sabía sobre ellos y soltó casi un chillido. Pero, Edgar solo respondió de una manera práctica.

—Así que es un devorador de hombres.

—También comen animales domesticados, pero no tocan el hígado y lo dejan a un lado del río.

—Qué desperdicio. Foie gras [1] es lo mejor que hay.

—Más importante… ¿Qué debería hacer…?

Paul desesperadamente intentó centrarse de nuevo en el tema que poco a poco cambiaba de rumbo.

—En cualquier caso, deberíamos tratar de quitar el anillo.

—Intenté muchas opciones pero fue imposible. Jabón y aceite no funcionaron.

—Entonces cortar la parte del anillo es nuestra única opción, ¿no crees? Si lo hacemos con cuidado, podríamos evitar lastimar sus valiosos dedos —sugirió Edgar.

— ¡No debe hacerlo! Si hubiera algún daño al anillo de Nuestra Majestad, entonces nunca podría regresar a casa.

Marigold rompió en lágrimas.

—Oh, eso sería terrible. Pensemos en otra cosa —dijo Edgar.

Edgar fue rápido en ponerse de su parte.

— ¿Hay alguna otra opción? —preguntó Lydia.

— ¿No sería más fácil que saliera si su dedo adelgazara? Solo tenemos que hacer que Paul pierda peso.

Dice perder peso… Pero no era como si Paul estuviera gordo.

—Diría que saldría si no come durante una semana, ¿no crees?

—Por… ¿Por una semana?

—Si no sale, entonces otra semana.

—Moriré.

Paul estaba al borde de las lágrimas.

—Está bien, uno podría seguir viviendo incluso si fuera carne y hueso.

Como Edgar dijo que no estaba bromeando, Paul se dejó caer como si fuera un prisionero al que le estaban dando su sentencia de muerte.

—Hablaré con Kelpie. Aunque no es una prueba, creo que deberías llevar una Biblia y una cruz por si acaso —lo tranquilizó Lydia.

—Gracias, Lydia… —dijo Paul. Justo cuando pensaron que todo se había calmado, Nico apareció en el alféizar de la ventana.

—Oye, Lydia, tenemos otro visitante.

Pensó que vio un par de alas delgadas detrás de Nico, entonces una niña pequeña se deslizó hacia abajo para aterrizar en el alféizar de la ventana.

— ¡Lady Sweetpea [2]! —dijo Marigold y voló hacia ella.

—Marigold, me preguntaba qué te estaba tomando tanto tiempo, ¿qué estás haciendo? No puedo creer que incluso no puedas cumplir el deber que Nuestra Majestad te encomendó.

—Lo lamento mucho, pero en realidad…

El hada, que se llamada Sweetpea, vestía un vestido rosa pálido. Aparentemente tenía un título superior al de Marigold, aunque ambas parecían chicas de la misma edad, por lo que verlas hablando era extraño.

— ¿Qué? ¿El anillo de Su Majestad acabó en las manos de otro hombre que no era el Conde?

Sweetpea retrocedió como si estuviera mareada, Marygold se apresuró a enderezarla.

Lydia miró en secreto a Nico.

— ¿Por qué tenías que traer a un hada tan problemática?

—Bueno, solo me pidieron unas direcciones.

— ¿Por qué siempre te preguntan por direcciones?

—Quién sabe, simplemente estaba tomando una siesta en la azotea.

Debe haber estado cruzado de piernas y apoyándose en su codo como una almohada, no actuando como el gato promedio, sino actuando pretenciosamente majestuoso.

Para alguien que estaba volando por allí, llamaba la atención sin importar qué. Se darían cuenta a primera vista de que era un hada.

—Oh bueno, no se puede evitar. Haremos que este hombre se case con Su Majestad.

No era el momento para que Sweetpea se recuperara y tomara una decisión, pero agarró el abrigo de Paul.

Esto era lo que Lydia temía.

—Espera un momento, ¿estás diciendo que cualquier hombre puede ser el marido de vuestra reina?

—Todos estamos cansados de esperar por el matrimonio de Su Majestad. No tomará a nadie más que no sea el Conde y, pasamos por tantos problemas para conseguir la “luna”. No podemos esperar más. Por el bien de la prosperidad de nuestro clan, necesitamos que se case rápidamente. Así que nos llevaremos a este hombre y nos acompañará como si fuera el Conde.

Qué manejo más violento.

Pero parecía que Sweetpea hablaba en serio. Observó la habitación y vio lo que estaba buscando, luego se acercó a Edgar.

—Señor Conde, perdone mi repentina intromisión. Mi nombre es Sweetpea y soy una de las doncellas de Nuestra Majestad la Reina.

—Sí, es un placer conocerte.

Parecía que no sabía qué estaba sucediendo exactamente, pero aún así le dirigió una sonrisa de la mejor calidad.

—La verdad sea dicha, nos hubiera gustado guiarle a nuestra tierra, pero dado que Nuestra Majestad tomó la decisión de solo casarse con quien lleve el anillo, solo le puedo pedir humildemente que lo entienda por esta ocasión.

—No me importa.

—Me honraría volver a visitarlo una vez más.

— ¿Una vez más?

—Sí, como la vida de un mortal es corta, habrá la necesidad de que Nuestra Majestad se case de nuevo.

—Oh, ya veo. Aunque para ese entonces, yo no seré el Conde. Más que eso, el problema que se presenta ahora mismo es que él es un pintor que favorezco. Sería bastante problemático para mí si de repente se fuera.

Parece que en mayor parte, Edgar no tenía la intención de darle la espalda a Paul.

Lydia estaba un poco sorprendida por eso. Edgar no era una persona compasiva. Incluso si veía el don de pintar en él, ella pensó que era la clase de persona que se lo pensaría dos veces antes de darle la espalda, si eso significaba que las hadas se irían.

No había pasado mucho tiempo desde que se conocieron, y él no era una mujer, y no podía imaginar que el don de un pintor tenía tanto valor para Edgar.

Realmente le debe gustar su personalidad.

—Entonces, negociemos con algo.

—No, ¡nada de negociar!

Lydia se apresuró a interrumpirlos, negociar con un hada era terriblemente peligroso.

—Entonces, no tienes el derecho de deternos. Nos lo llevaremos.

A diferencia de Marigold, era un hada obstinada.

—No digas estupideces. Esa “luna” me pertenece. Planeo dársela a Lydia, así que no actúes como si estuvieras al mando.

Oh, ¿por qué tiene que aparecer otra vez?

De repente se sintió tan cansada, mientras se volvía para mirar que un joven de cabello negro ondulado, entraba a la habitación por la ventana.

—Oye, ustedes pequeñas enanas, fuera de mi vista. O sino, ¡las devoraré!

Ahhh, gritaron Marigold y Sweetpea, mientras se aferraban a ambos lados de Paul.

—Tú, di que vendrás con nosotras ahora mismo. O sino, ¡seremos las presas de esta hada ruidosa malhabida!

Incluso si temblaba de miedo por Kelpie, intentó persuadir desesperadamente a Paul.

—Por qué tú, pequeña, ¡no te atrevas a burlarte del gran y majestuoso Kelpie!

Las cosas se estaban descontrolando.

Lydia perdió la paciencia y gritó:

— ¡DETÉNGANSE YA! ¡Si dan un paso más cerca de él, esta Doctora de Hadas frente a ustedes no se los permitirá! ¿Entendido? ¡Kelpie, Marigold y Sweetpea, todos ustedes tienen que pasar primero por mí!

Estaba respirando agitada mientras todos finalmente se calmaron y callaron.

♦ ♦ ♦

Incluso si era una Doctora de Hadas inexperta, debe de haber habido algún efecto en su bravuconería intimidante. Ya que las dos pequeñas hadas prometieron esperar pacientemente hasta que el anillo saliera.

Con Kelpie, que no temía a Lydia ni un poco, pero si las hadas del campo no iban a interferir, entonces dijo que no le importaría esperar hasta que el anillo saliera por sí solo.

Las hadas de campo estaban bien dado que era buenas, pero con Kelpie, no había ninguna garantía de que no haría nada malicioso a Edgar incluso mientras esperaba.

Lydia consultó con Edgar sobre dejar que Paul se quedara en la residencia del Conde hasta que el anillo saliera.

La casa del Conde que tenía la espada de las Merrows, de alguna manera, era el territorio de las Merrows. Era una tierra donde un caballo acuático no podía hacer lo que quisiera.

Edgar accedió y justo mientras estaban en ello, le ofreció a Paul un trabajo de pintar un cuadro para colgar en la casa.

—Paul, no deberías ir por ese camino. Sería una mala idea acercarse al río.

Llevaba un cuaderno de bocetos en su brazo y, estaba a punto de salirse del camino entre los arbustos, pero se apresuró a regresar.

—Entonces, vayamos a esa colina.

La magia del kelpie se volvía más fuerte cerca del río. Sería mejor tomar precauciones. Lydia pensó que la colina sería mejor y lo siguió.

El motivo por el cual Paul vino a las afueras de Londres para dibujar, era para trabajar en el boceto del dibujo del cuadro que Edgar le había pedido.

Mientras se abstenía de sus comidas para quitarse el anillo, estaba emocionado por comenzar el trabajo que le ofrecieron.

Por otro lado, el motivo por el que Lydia lo acompañaba en su expedición de bosquejo era, a diferencia de la ciudad, que los campos salvajes estaban mucho más cerca del dominio de las hadas.

Ella estaba preocupada de que fuera a una zona que tenía una fuerte magia de hadas, y quien sugirió que lo acompañara fue Edgar.

«Estoy celoso de que vaya a ser protegido por ti».

Lo dijo con su habitual y ligera manera frívola de hablar, pero él fue terriblemente rápido para dejarla ir.

En la noche del baile, estaba haciendo un alboroto porque era demasiado amistosa con Paul, pero que dijera que ella debería acompañarlo, fue sorprendente e inesperado.

Ahora que pensaba en ello, desde la noche del baile no actuaba como si estuviera coqueteando o actuando como si la cortejara como siempre.

Oh, ¿quizás se dio cuenta de que estaba llorando?

Solo recordar cómo actuó, hizo que Lydia entrara en pánico, pero consiguió calmarse.

Si se había dado cuenta, no había manera de que no usara eso como un tema para molestarla.

Entonces finalmente debe haberse cansado de mí.

Edgar estaba yendo a fiestas aquí y allá como siempre, y si podía acercarse a todas las damas para cortejarlas a su antojo, entonces no tendría tiempo que perder con Lydia.

Más bien, si fuera a permanecer así de calmado, entonces podría trabajar armoniosamente como la Doctora de Hadas del Conde.

Una vez que se decidieron por un lugar en la colina, Paul inmediatamente comenzó a trabajar concentrándose en sus bocetos. Lydia pasó el tiempo paseando por la zona y echando un vistazo a sus bocetos de vez en cuando.

La doncella que los acompañaba también conversó con ella, pero poder venir a un lugar rodeado de vegetación y sentir el viento chocar contra su sombrero y pasar el tiempo sin hacer nada, era relajante y tranquilizador.

— ¿Estás aburrida?

Paul había terminado la mayor parte de su trabajo y le habló a Lydia, que estaba observando el paisaje cerca de él.

—De ningún modo. No hace mucho vivía en el campo, así que siempre había ocasiones en las que pasaba debajo de un árbol mientras observaba las nubes.

—Qué forma más maravillosa de pasar el día.

Al decirle eso, Lydia se sintió cálida dentro de ella y sonrió.

—He estado en la ruidosa y concurrida ciudad toda mi vida, así que mi sueño es comprar una casa en algún lugar donde el cielo esté despejado y hermoso, para vivir mis días dibujando flores silvestres.

Inclinó su cabeza de una manera un tanto avergonzado.

—Incluso si digo eso, no podría vivir ese tipo de lujo a menos de que mi trabajo sea reconocido por la sociedad.

—Estoy segura de que serás reconocido. Edgar parece que también te ayudará.

—Eso espero.

Después de reflexionar sobre eso, dijo otra vez.

—Creo que la razón por la que el Conde me está tratando amablemente es por ti. Tengo una sensación de que sus ojos fueron cautivados por mi cuadro de hadas para que pudiera hacerte feliz. Parece que no estaba interesado en ningún cuadro de hadas.

—Imposible, Edgar no me ve como una persona tan especial.

— ¿Es así? ¿No eres su principal amor?

—Oh, Paul, puedes decirlo con tan solo observarlo por cinco minutos cuán coqueto puede ser, ¿no?

Con una sonrisa preocupada y amarga, Paul se rascó la cabeza.

—Bueno, sí, supongo… Pero simplemente tengo la sensación de que te miraba diferente.

¿Qué parte? Quería preguntarle, pero pensando en ello, era ridículamente estúpido.

Sin embargo, parecía que para Paul, no había ningún error de que Edgar era un mujeriego.

—Paul, él se da cuenta de tu talento. Edgar tiene ojos críticos sobre eso. Especialmente con los hombres.

Es verdad. No había ninguna opción en relación con las mujeres, pero con los hombres, definitivamente separaba cómo actuaba dependiendo la persona.

No solo estaba disfrutando del momento y jugando con la nobleza, sino que ponía sus ojos en quien tenía poder en la política y riqueza; se familiarizaba con ellos. No importaba qué tan alto título poseyera el noble, no miraría a alguien que solo tenía un nombre e, iría orgullosamente hacia alguien que subiera por la escalera él mismo a pesar de ser llamado vulgar a sus espaldas.

Cada día, había más y más figuras destacadas que visitaban la casa del Conde.

Para Edgar no era difícil, en absoluto, obtener la confianza de alguien que quería ganar su favor.

Y al aumentar el número de conocidos, se volvía más famoso por sí mismo, lo cual era otra medida para protegerse. Si algo le llegara a pasar y toda Inglaterra hiciera una conmoción al respecto, entonces sus enemigos vacilarían en hacer un movimiento contra él.

Pero, al imaginar que Edgar iba a aprovecharse de construir una fuerte muralla a su alrededor y planearía su venganza, Lydia estaba preocupada por él al aumentar su número de  “amigos poderosos”.

— ¿Cómo lo dirías? A todos les gusta.

Sí. Si era alguien que no conociera su verdadero yo.

—Cuando las personas lo conocen, se vuelve más misterioso cuanto más hablas con él, y sin embargo, eso aumenta tu interés y quieres saber más. ¿Qué tipo de persona es realmente el Conde? Lydia, pareces conocerlo más que cualquiera.

Es un demonio. Pero no podía decir eso, ya que incluso Lydia no estaba al tanto de todos los detalles.

Todo lo que ella sabía era que aunque Edgar era un canalla, era un hombre triste que todavía luchaba contra su destino.

—Cuando lo veo, recuerdo mi pasado. La primera vez que visité la propiedad de un noble fue cuando mi padre, quien era un pintor, me llevó. Era un palacio enorme, y parecía un mundo sacado del libro de un niño. Tanto que creí que los nobles que vivían allí eran los descendientes de los héroes cantados en las baladas. Especialmente el hijo pequeño, él tenía un brillante cabello dorado y creo que tenía alrededor de doce o trece años, pero era un niño que me recordaba a Adonis.[3]

La curiosidad de Lydia fue fuertemente fascinada por esa historia.

— ¿Se parecía a Edgar…?

—Sí, la primera vez que lo conocí pensé que era ese chico adulto. Pero, su familia no era la familia del Conde Ashenbert.

Estaba un poco indecisa de si debería preguntar o no. Pero, al final, Lydia le preguntó.

— ¿Qué familia vivía allí?

—Oh, era la familia de un Duque. Era el hijo pequeño del Duque Silvainford.

¿Familia ducal? Eso es lo más alto que hay.

—A esa edad, sería normal que asistiera a un colegio público. Pero él aparentemente tenía una salud débil, por lo que le enseñaban varios tutores mientras se quedaba en la casa señorial de la familia.

Pero tenía una salud débil. Así que debe ser una persona diferente.

—Mi padre fue contratado por el Duque para pintar el castillo, los jardines y a los miembros de la familia. Tenía dieciséis en ese momento y no tenía ningún deseo de convertirme en un pintor, pero me obligaron a acompañar a mi padre como su asistente y a preparar su pintura y lienzos… El hijo pequeño venía a observar cómo lo hacía.

— ¿Y los dos se volvieron amigos?

—Sí, aunque fue solo por unos meses, el hijo pequeño no tenía a nadie con quien jugar así que debo de haber sido la captura ideal. Vio mis lamentables excusas de un dibujo y aunque no estaba interesado en ser pintor, afirmó de que tenía talento. Si tuviera éxito como Duque, dijo que me cuidaría también. A pesar de que era un niño, ya que estaba rodeado de magníficas y sofisticadas piezas de arte, me sentí un poco animado. Era joven así que fácilmente le prometí que me convertiría en pintor, pero no tenía talento alguno, además pasé por un trabajo minucioso después. Pero gracias a eso, me di cuenta que el cuadro que mi padre había criticado y del cual me había alejado, era en realidad lo que más amaba hacer. Él verdaderamente era un joven justo y de buen corazón que realmente te hacía darte cuenta de lo que era una buena crianza.

Incluso en esa parte, Lydia quería inclinar la cabeza.

—Es por eso que cuando me enteré que él y todos los miembros de la familia del Duque habían muerto, me sorprendí.

Pero la idea de que era una persona diferente cambió fácilmente.

Edgar había dicho que era un hombre que se suponía que estaba muerto. Que le arrebataron todo; sus padres, su casa y su nombre.

—Murieron, pero ¿cómo?

—Escuché que fue un incendio. Fue difícil para mí imaginarme que la gente y ese hermoso castillo, el jardín; todo, no existía más. Esperaba poder mostrarle mi arte al hijo pequeño, más que a nadie, una vez que me convirtiera en un pintor reconocido.

Cuando Lydia se dio cuenta, estaba sosteniendo con fuerza sus dedos temblorosos.

—Oh, lo siento. Dije algo extraño.

—Oh, no, en absoluto.

—Oh, pero la única parte en la que el hijo y el Conde se parecían, era su color de su cabello y ojos.

En otras palabras, cuando conoció a Edgar, descubrió de que tenía una personalidad completamente diferente a la del hijo pequeño de la familia del Duque.

Me pregunto si su personalidad de dos caras era severa desde que era un niño.

—Uh…, si ese chico todavía estuviera vivo, ¿crees que te recordaría?

Le dirigió una mirada desconcertada a Lydia. Era una extraña pregunta cuando dijo que el chico estaba muerto.

Pero, le respondió después de que lo pensara.

—Estaría muy feliz si me recordara.

Edgar seguramente lo había recordado. Es por eso que le estaba ofreciendo a Paul una oportunidad para que su nombre sea reconocido.

Justo como Paul estaba recordando sobre el chico que conoció en la casa de la familia del Duque, Edgar también se estaba sintiendo nostálgico.

Protegió a Paul de las hadas y, le está permitiendo a Lydia dejar de lado su trabajo para la familia del Conde, para acompañarlo.

Aunque ella experimentó de primera mano el lado despiadado y cruel de Edgar, también sintió que es alguien amable y compasivo. Se volvería cruel solo por el bien de sus camaradas, que se apoyaban mutuamente y sobrevivían en las situaciones más peligrosas y desesperadas.

No era una sorpresa si atesoraba la amistad que tenía con Paul en el pasado.

—Lydia, estoy encantado de que me mires pero, por favor, podrías no fruncir el ceño mientras lo haces.

Cuando Lydia se dio cuenta de su situación, había estado observando a Edgar como si lo estuviera mirando desde el otro lado de la mesa entre ellos.

—Eh, ah, oh, solo estaba pensando…

—Si es sobre mí, entonces no tienes que pensar, te responderé. ¿Hay algo que quieras saber?

Lydia había estado almorzando con Edgar, quien estaba inusualmente en su propia casa, cerca del mediodía.

Eran solo los dos en la terraza que estaba llena de la luz del sol. Paul continuaba con sus esfuerzos de perder peso y, sucedía que se olvidaría de comer cuando estaba absorto en su obra de arte.

Incluso cuando le ofrecían a que se les uniera para las comidas, respondería sí pero nunca aparecería. Es por eso que, ahora mismo, solo eran Edgar y Lydia.

No hablaban solos ellos dos desde la noche del baile, lo que hizo que Lydia se pusiera repentinamente nerviosa.

— ¿Solías tener una mala salud?

Abrió la boca en un intento de evadir la situación, así que dijo lo que estaba pasando por su cabeza.

—Uh-hm —respondió Edgar sin vacilar—. Fui encerrado en casa por asma. Se fue cuando tenía diez años, aunque, mi madre todavía estaba terriblemente preocupada. Así que no había mostrado mi cara a la mayoría de los invitados que venían a nuestra casa.

—Es por eso que no hay nadie que te conozca a partir de entonces en la alta sociedad.

—Aunque, excluyendo a una persona.

Ese era Paul. Debe haberse dado cuenta que Paul le había dicho algo que hizo que Lydia mencionara eso de repente.

—Pero, ¿no habían muchos sirvientes ahí? Y tutores.

—Mis tutores y el personal superior estaban muy familiarizados con mi familia, por lo que están todos muertos. Los sirvientes que sobrevivieron no deben conocer mi cara.

Se decía que en una propiedad donde trabajaban cientos de personas, aparte de los pocos miembros del personal superior, como el mayordomo, la ama de llaves, las doncellas y los ayudantes, los sirvientes normalmente no entraban en contacto con el maestro de la casa y su familia.

—Incluso si hubiera gente que recordara a ese chico, no pensarían que yo era él. Tiene una tumba. Hay un cuerpo dentro. No sé quién es. Bueno, no es como si hubiera abierto el ataúd y me hubiera asegurado, pero hay un cuerpo negro como el de un niño, de género no identificable, quemado.

Dijo eso a propósito para desconcertarla, luego le dio un mordisco al pollo asado como si no pasara nada.

Inmediatamente después perdió el apetito y colocó su cuchillo y tenedor, pero Lydia pensó por alguna razón que no quería perder.

—La razón por la que aparentemente no te pareces en nada a ese chico es porque tu personalidad es completamente diferente a la suya. Al menos, no debes haber sido alguien que tuviera un lado agresivo y altivo que molestaba a los demás.

Se llevó un vaso a los ojos para mirar el reflejo de sí mismo en ella.

—Sí. Yo también creo eso. Muchas cosas me han sucedido. Me confundo cuando pienso si soy la misma persona de ese entonces.

De repente asesinaron a toda su familia y lo llevaron a un país extranjero.

Conoció a un hombre llamado Príncipe, quien tomó posesión de él por alguna razón desconocida y, Lydia no tenía ni idea de cómo lo trataron, pero allí era un esclavo que no tenía libertad, quitándole su voluntad.

Junto con Raven, quien también estaba cautivo allí, escapó con sus camaradas de quienes se había hecho amigo.

Debió haber necesitado adquirir sus dos caras para esconder lo que estaba pensando y engañar a sus enemigos, y su calmada decisividad y su crueldad para superar todas las situaciones peligrosas.

Incluso después de que escaparon, tuvieron que esconderse en los barrios bajos de la sociedad para evadir a las persecuciones de sus enemigos. Lucharon y maniobraron planes para establecer sus bases en un campo, que estaba justo al lado de la muerte.

No había forma de que pudiera seguir siendo un joven noble simple e inocente. Ya que no había nadie que lo ayudara, se cambió a sí mismo para sobrevivir y luchar para proteger a Raven.

—No te conozco del pasado, pero no me disgusta cómo eres ahora.

—Realmente eres…

Estaba a punto de decir algo pero cerró la boca. Entonces, le regaló una suave sonrisa.

No podía adivinar lo que realmente estaba pensando Edgar, pero cuando se encontró con una sonrisa tan feliz, Lydia se sintió aliviada.

Pudo haber cambiado, pero debe haber partes de él que permanecían iguales.

Si era alguien que no conocía la pacífica experiencia de la dicha de la felicidad, no importaba qué tan bien actuaran, probablemente nunca podrían sonreír de esa manera.

Es por eso que no podía pensar en Edgar como solo un criminal y quería ayudarlo a recuperar su pacífica vida. Esperaba que pudiera renunciar a su odio a Príncipe y quedarse como el Conde Ashenbert.

—En qué piensan los humanos para quemar la carne.

La repentina voz provino de Kelpie. No se habían dado cuenta que se había sentado en la silla que fue colocada para Paul, y arrancaba un pedazo de pollo asado con la mano.

—Cruda es mucho mejor.

— ¡Qué estás haciendo aquí!

—Para verte. ¿Cómo ha estado? ¿Ha salido el anillo de su dedo?

—Incluso si el anillo sale, no dejaré que te lleves a Lydia.

Kelpie le lanzó una mirada a Edgar,que dijo aquello.

—No abras esa boca tuya tan atrevida. Incluso si eres el Conde Caballero Azul, no puedes ver a las hadas en absoluto. Por lo que tener a Lydia trabajando para ti es intolerable.

—Si tanto quieres estar a su lado, también puedo contratarte a ti. Al menos puedes  tirar de un carruaje, ¿no?

Tratado como un caballo, Kelpie debe haber perdido su temperamento porque arrojó el hueso del pollo.

—No soy un caballo. ¡Soy el gran y noble Caballo Acuático!

Se inclinó y miró a Edgar con ojos amenazadores.

Lydia pensó que Edgar era muy temerario para mirar directamente a los ojos de Kelpie. No debe saber sobre la ferocidad de los kelpies, cómo los ojos seductores del hada corrompían los corazones de la gente y sus deseos.

Incluso habían personas que se desmayaban por el inmenso miedo.

— ¿Cuál es el problema, Conde? Si estás asustado, ¿no deberías llamar a ese sirviente tuyo?

La razón por la que el Kelpie malhumorado no atacó inmediatamente a Edgar era porque estaba siendo cauteloso con Raven.

—Si es por Raven, no está aquí.

Y sin embargo, Edgar no dudó en decirle aquello.

—Hmm, entonces si quisiera romper ese cuello tuyo, no hay nadie para detenerme.

— ¡Te detendré!

Lydia sacó el encantamiento que ahuyenta a los malos espíritus en frente de Kelpie. Eran unas bolas de papel arrancadas de la Biblia.

Retorció su cara para hacer una mueca, como si algo maloliente surgiera repentinamente en frente de su nariz. Incluso si a Kelpie no le gustaban las cosas sagradas, solo le afectaba a ese nivel.

Y sin embargo, no debe considerar seriamente atacarlo, mientras retrocedía.

— ¿No estás avergonzado de ser protegido por una mujer?

—Es tremendamente emocionante tener a Lydia ahuyentando a los hombres que vienen detrás de ella por mi bien.

No estaba equivocado, pero no sonaba bien.

—Lydia, ¿dónde está lo bueno en este tipo de debilucho con una gran boca? No importa cómo lo pienses, soy la mejor opción.

—Por supuesto que elegiría a un humano que a un caballo.

— ¡Te dije que no soy un caballo! Oye, Lydia, déjalo claro. Él o yo, ¿a quién eliges?

Dice que elija, pero ¿qué tipo de elección tiene entre un hada devorador de hombres y un ex-criminal mujeriego?

—Oh, ¡los dos son así!

—El favorito de Lydia es el pintor de hadas —murmuró Edgar.

— ¿Qu-Qué estás diciendo?

—Aceptaste ser su modelo, ¿no? Pero dijiste que no querías.

—Eso es… Así fueron las cosas fueron.

Cuando lo acompañó en su expedición de bosquejo, le preguntó si podía dibujarla, así que solo se sentó en el césped.

Como era algo fácil de hacer, si le pedía lo hiciera otra vez, no había ninguna razón en particular para rechazarlo. No era como si fuera a pintar a Lydia, y si solo iba a utilizar ese boceto para hacer un cuadro de hadas, entonces no era algo sobre lo que hacer un alboroto.

—Señor Kain, es por eso que no soy de quien debería preocuparse.

— ¿Es eso cierto? ¿Mi rival es ese hombre que me robó mi “luna”?

¿Robar? Más bien lo forzaste a él.

—Edgar, no digas algo tan irresponsable.

—Si tienes sentimientos por él, entonces seré un hombre y me rendiré. Al menos no quiero ser odiado.

Si lo ponía de esa forma, no había nada sobre lo que Lydia pudiera refutar.

Si le decía que estaba equivocado, entonces parecería que estaba tratando desesperadamente de aclarar el malentendido de Edgar entre ella y Paul. E incluso si era un malentendido suyo, era un deseo hecho realidad si dejaba de fingir cortejarla solo por diversión.

Es cierto. Paul es un buen hombre, y no hay garantía de que no me enamoraré de él.

Pero, por alguna razón, estaba decepcionada de que no estuviera celoso. Se sentía un poco insatisfecha por no poder escuchar los ataques de cortejo de Edgar hacia ella…

Oh, no, eso es imposible. Solo estaba sorprendida, es todo.

Entró en pánico y puso una excusa, pero Lydia se dio cuenta de algo.

Edgar, quizás no quería ser odiado por Lydia, pero no querría ser odiado por Paul. Incluso la pelea entre Kelpie para ver quién consigue tener a Lydia era solo un juego de palabras divertido para él.

Pero no quería jugar ese tipo de juego con Paul.

No tenía intenciones serias de pelear por Lydia, así que no tenía sentido desagradar a Paul.

Lydia dejó escapar la fuerza dentro de ella, y se dejó caer en la silla.

Bueno, tiene sentido.

Estaba perfectamente al tanto de que el comportamiento coqueto de Edgar y sus palabras de cortejo no eran realmente serias desde el principio.

—Oh, genial, así que no es como si fueras en serio sobre Lydia.

El kelpie de mente simple abrió la boca y dijo un comentario tan irreflexivo que empeoró el cansancio de Lydia. Es por eso que no se dio cuenta que el estado de ánimo de Edgar, se convirtió en una ave de caza y se estaba acumulando en silencio.

Mientras observaba a Kelpie coger una mano llena de pan, Edgar deslizó uno de sus platos, que no había tocado, en su dirección.

—Señor Kain, pruebe este también si gusta.

Incluso si decía que sabía mal, el codicioso Kelpie engulló elegantemente la comida de un golpe.

Pero luego, el color de su cara cambió rápidamente y se puso de pie.

— ¿Q-Qué es esto…? ¡Qué me has dado!

—Una empanada de hígado.

Hígado. Órganos… Lo que un kelpie nunca come.

Sin necesidad de decirlo, el color desapareció del rostro de Lydia.

Él no tenía ni idea de lo que sucedería si realmente enfadaba a un kelpie. Incluso si este lugar eran las tierras de la propiedad del Conde, donde la magia era difícil de conducir, si un caballo acuático salvaje se fuera a liberar… Ella no podría detenerlo.

En la espalda de Kelpie, que temblaba de la rabia, su crin y su cola comenzaron a crecer. Su forma de un caballo comenzaba a asomarse.

Por otro lado, Edgar todavía hablaba como si no pasara nada.

—Sabes, es peligroso meter algo en tu boca que fue ofrecido por alguien en quien no puedes confiar.

—Cómo te atreves… ¡La próxima vez que te vea, te haré pedazos!

Kelpie saltó de la terraza como una ráfaga de viento. Parecía que comer órganos era algo que sorprendía y asustaba al kelpie más que hacerlo enojar.

Lydia se sintió aliviada desde el fondo de su corazón, pero al mismo tiempo, quería poner su cabeza entre sus manos.

— ¡En qué estabas pensando! ¡No es valiente si no eres consciente del peligro!

—Él era quien no me estaba tomando en serio.

La fina sonrisa que puso, surgió de la oscuridad en él que normalmente no se asomaba. No era ajeno al peligro, simplemente no tenía miedo.

Al menos para él, una criatura que podría quitarle la vida no era ningún peligro, pero a lo que más debe temer, es a la existencia de su némesis que lo mantenía vivo mientras le robaba todo lo que tenía.

—Perdone, milord.

Paul apareció en la terraza y Edgar volvió su rostro a él, con una sonrisa de un noble generoso y calmado.

—Paul, me temo que tu ración fue comida por el Señor Kain. Tendré un plato preparado para ti enseguida.

—Oh, no, está bien. Más importante, milord, tengo un favor que me gustaría pedirle.

— ¿Cuál es?

Después de dudar un poco, su rostro cambió a determinación.

— ¿Puedo echar un vistazo a la espada del Lord Caballero Azul?

Según la leyenda, la espada fue otorgada junto con la nobleza del Rey de Inglaterra, Edward I, al fundador de la familia del Conde, Lord Caballero Azul. Era una pieza rara que servía como la prueba de heredero de la familia del Conde.

La razón por la que Edgar, que no estaba relacionado con la familia Ashenbert, fue aceptado como el Conde de Ibrazel, fue porque obtuvo la espada. Y Paul dice que desea ver la espada que también podría ser un tesoro familiar.

—Respecto al cuadro que ordenó, quería crear un cuadro de hadas basado en la historia del Lord Caballero Azul. Y si es así, pensé que debería pintar la legendaria espada también.

Debe de haber pensado que era algo imprudente, mientras seguía hablando nervioso.

—Oh, uh, no haría nada como tocarla o ensuciarla. Con solo verla sería suficiente. Mientras pueda grabar su imagen en mi cabeza. Pensaba que si solo fuera una pintura de hadas normal, entonces no sería adecuada para colgar en esta gran casa, así que pensé en ello y se me ocurrió esta idea.

Podría haber sido la imaginación de Lydia, pero creyó ver los ojos de Edgar estrecharse bruscamente mientras miraba a Paul.

Pero respondió como si no pasara nada.

—Adelante. Si eso significa que tu cuadro será aún más magnífico.

Paul relajó los músculos alrededor de sus labios, como si hubiera sido liberado de su tensión acumulada, y bajó la cabeza. Pero, por alguna razón, Edgar no sonrió en lo absoluto.


Notas:

[1] Foie Gras: es paté en francés. En el contexto en el que lo utiliza Edgar, sería hígado.

[2] Sweetpea: la traducción al español es Guisante dulce pero decidí dejarlo así porque sonaba mejor. Al igual que Marigold es Caléndula.

[3] Adonis era un joven que resultó ser sumamente hermoso.

Dato extra: Este es un personaje mitológico del que se enamoraron Afrodita y Perséfone. Debido al jaleo que se formó por él gracias a ellas, Zeus decidió que Adonis estuviera cuatro meses con Afrodita, y luego cuatro meses con Perséfone. Otros meses estaría solo.

Capítulo 4 ya disponible en Kovel Times edición 21.

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