Herscherik – Vol. 3 – Capítulo Final: El Príncipe Reencarnado y el Sabio aureolado

Traducido por Shisai

Editado por Sakuya


Una brisa primaveral entraba por la ventana abierta, trayendo consigo el aroma de las flores. El cabello blanco y suelto de la figura sentada en el sofá cerca de la ventana fue rozado suavemente por el viento.

El hombre del sofá, tan bello que cualquiera podría confundirlo con una mujer, sonrió al sentir la brisa. Si alguien hubiera presenciado esa sonrisa, tan bella como la de una diosa, podría haberse arrodillado inmediatamente en oración.

La primavera… comentó Shiro en silencio, apartando su cabello. Cuando movió sus manos, que parecían de porcelana, las cadenas de sus esposas sonaron.

Después del incidente en la Catedral, Shiro estuvo postrado en la cama durante tres días, al igual que Herscherik, pero había sido confinado en el castillo en lugar de ser enviado a la Iglesia. Eso sí, le dieron tres comidas y todos los libros que quiso. Un mensajero de la Iglesia había exigido primero procesar a Shiro junto a Hoenir, pero Herscherik había puesto fin a eso. 

—Él es la víctima. ¿Por qué debería ser castigado? —había preguntado. Cuando el mensajero trató de seguir discutiendo con él, Herscherik esbozó una sonrisa impávida.

La herida de su mejilla, cabe señalar, fue curada limpiamente por la magia curativa de un obispo de la Iglesia. Si hubiera cicatrizado mal, Kuro podría haber ido a matar a Hoenir de verdad. 

Herscherik había entregado al mensajero un papel. Era un documento que lo nombraba su Hechicero de servicio, firmado por el rey. El nombre del designado estaba marcado como Weiss, con fecha de principios de año. 

—Es el hechicero a mi servicio —había dicho Herscherik—. Descubrió los malvados planes de Hoenir y me los notificó. —El documento era falso, por supuesto, pero Herscherik lo hizo con confianza—. Pero el gobierno no puede intervenir sin pruebas definitivas. Se ofreció como espía, a pesar del peligro. 

Como el mensajero seguía intentando rebatirle, Herscherik dejó escapar un suspiro exasperado. 

—¿La Iglesia, que sólo intervino después de recibir noticias del príncipe Eutel, está realmente en condiciones de plantear exigencias a nuestra nación, o a mí, quien fui quien más sufrió por las acciones de sus miembros? 

Esto hizo callar al mensajero por un momento. Cuando volvió a abrir la boca, Herscherik le cortó. 

—Aunque fue adoptado por Hoenir, aún no había alcanzado la mayoría de edad y, por lo tanto, no puede haber sido un miembro oficial de la Iglesia… Si esto sigue siendo un problema, estamos dispuestos a exigir que la Iglesia entregue también a Hoenir. ¿Qué dices? 

La silenciosa y sutil coacción de Herscherik para que cediera fue más efectiva de lo que cualquier argumento de un niño de siete años tenía derecho a ser. El mensajero quedó completamente silenciado. 

El intento de golpe de estado de Hoenir había sentado un peligroso precedente para la Iglesia: podía amenazar su propia existencia y su relación con las naciones del continente. Sin duda, la Iglesia quería barrer todo esto bajo la alfombra de la forma más rápida y silenciosa posible. De hecho, la disculpa emitida por la Iglesia afirmaba, en esencia, que Hoenir había actuado por su cuenta y no tenía nada que ver con la organización en general. 

En un principio, Greysis esperaba juzgar a Hoenir con sus leyes y darle un escarmiento tanto a nivel nacional como internacional, sobre todo después de que hubiera hecho circular intencionadamente drogas peligrosas en la capital. Por otro lado, la Santa Iglesia era la mayor organización religiosa del mundo.

Naturalmente, un gran número de personas dentro de Greysis eran miembros de esta Iglesia, lo que hacía que el gobierno quisiera evitar cualquier conflicto con la organización en su conjunto. 

Aunque ésa era la postura oficial del reino, Herscherik, quien no tenía ni una pizca de fe en la religión, estaba dispuesto a aprovechar cualquier oportunidad para luchar contra la Iglesia si ésta insistía en hacerlo, aunque en última instancia quería encontrar el mejor resultado para su país. De hecho, el padre y los hermanos de Herscherik habían confiado las negociaciones con la Iglesia al propio Herscherik. 

Al final, Shiro permanecería en el castillo como hechicero al servicio de Herscherik. 

Después de que el mensajero de la Iglesia se marchara, Herscherik le explicó a Shiro lo que había sucedido y se disculpó por haberle nombrado Hechicero de servicio sin su consentimiento, pero eso no tenía mucha importancia para Shiro.

De hecho, su única pregunta para Herscherik fue: —¿Qué significa ‘Weiss’?

—Significa ‘blanco’ —respondió Herscherik, dejando a Shiro asombrado por lo poco creativo que era Herscherik. 

Shiro miró sus grilletes. Estaban tratados con un hechizo de cancelación de la magia. Si intentaba utilizar un hechizo, éste absorbería su Magia, impidiendo que se activara. Dicho esto, Shiro imaginó que los grilletes se romperían fácilmente si realmente quisiera romperlos. Aunque el Ritual de la Trascendencia había fracasado, la gran cantidad de Magia Interior que poseía ahora era un testimonio de cómo se había convertido en algo no tan humano. 

No era el único cambio que había sufrido. El informe de Sigel sacó a la luz más cosas.

Según el documento, aunque las drogas de la Iglesia fortalecían al usuario físicamente, éste moría si no seguía consumiéndolas. Una vez que alguien dejaba de tomar la droga, sus músculos e inmunidad se debilitaban drásticamente, lo que le hacía contraer enfermedades mortales. 

Ninguno de los síntomas de abstinencia que Eutel había descubierto en su muestra o en los documentos incautados en la catedral se observaba en Shiro, por lo que Sigel le había hecho pruebas. Cuando regresó, Herscherik se encontró con la rara visión de un Sigel confundido.

—Existe la posibilidad de que se haya convertido en una especie de inmortal —dijo Sigel. Siguió una serie de términos técnicos, pero Herscherik entendió que lo esencial era que el cuerpo de Shiro podría haber dejado de envejecer. 

Ahora sí que soy un monstruo… pensó Shiro con un toque de autodesprecio, cuando Herscherik fue a visitarlo, sin compañía.

—¿Cómo te sientes, Shiro? —le preguntó. Había dejado de dirigirse a él como “señor Shiro” desde que Shiro le dijo, con las orejas ligeramente enrojecidas, que deje el “señor”. Herscherik vio las esposas de Shiro y frunció el ceño—. ¿No podemos quitarlas ya?

Shiro negó con la cabeza. 

—Lo prefiero así. Después de todo, soy un monstruo. —Shiro había conservado los grilletes por decisión propia. Mientras los tuviera puestos, sentía que se le permitiría seguir con los humanos… seguir al lado de Herscherik.

—Siempre serás Shiro para mí —dijo Herscherik, como si hubiera leído la mente de Shiro—. Siempre serás el que me enseñó magia, el que me defendió en el laboratorio de campo, el que me salvó de ser atacado en las calles y el que me protegió de ser asesinado por Hoenir. —Herscherik se acercó a Shiro, sujetando sus manos esposadas—. No eres un monstruo, Shiro. —Herscherik sonrió por un momento antes de volver a tener una expresión seria—. Pero encontraré la manera de revertirlo. Lo prometo.

Shiro sabía que Herscherik no podría cumplir su promesa. El Círculo Mágico de la catedral se había desvanecido al fallar el hechizo. Ni siquiera sabía qué fórmulas se habían utilizado. Sencillamente, no había suficiente información para averiguar cómo revertir la evolución sin precedentes que había sufrido su cuerpo. Shiro se preguntó cuánto tiempo viviría… Tal vez para siempre, como un Djinn. Lógicamente, sabía que las palabras de Herscherik nunca se cumplirían. Aun así, las palabras se sintieron cálidas en su corazón. 

—Herscherik… —dijo Shiro, sólo para ser corregido por él para llamar al príncipe por su apodo—. Entonces, Hersche… Déjame estar contigo hasta que averigüemos cómo hacerlo. 

—¿Significa eso que realmente serás mi hechicero a mi servicio? 

Herscherik sólo lo había designado para proteger a Shiro de la Iglesia en cualquier lugar del país. Por eso había planeado encontrarle a Shiro un lugar seguro para vivir, aunque fuera en el campo o en la ciudad natal de Shiro. 

—Es un lugar peligroso para quedarse, —advirtió Herscherik. 

Desconfiaba de lo que pudiera hacer Barbosse a continuación. Incluso después de rastrear la Catedral, no pudieron probar los vínculos de Barbosse con Hoenir, pero era evidente que quería deshacerse de Herscherik. Sin duda, empezaría a emprender su siguiente plan para terminar el trabajo de una vez por todas. 

—El peligro no es nada nuevo para mí —dijo Shiro. Comprendía que, una vez que se corriera la voz de su posible inmortalidad, la perspectiva interesaría a mucha gente. Había historias de naciones que caían en la búsqueda de eso mismo.

Pero, incluso ahora que tenía más magia que los demás y se había convertido en inmortal, Shiro seguía siendo incapaz de lanzar magia de alto nivel sin fórmulas como un Djinn legendario. A la hora de combatir, la fuerza de un Hechicero era su potencia de fuego, equilibrada únicamente por la cantidad de tiempo que le llevaba preparar un hechizo. Si les atacaban antes de que Shiro pudiera lanzar algo, ni siquiera podría protegerse.

—No sé quién soy, Hersche —confesó Shiro. 

Esto había sido un efecto de la maldición y los hechizos de Manipulación que Hoenir le había infligido a lo largo de los años. Se había lanzado un hechizo para manipular sus recuerdos, empeorando los malos y alejando al máximo los recuerdos felices. Shiro comprendía ahora por qué apenas podía recordar los rostros de sus padres. Por la misma razón, seguía siendo incapaz de recordar su verdadero nombre. 

—Pero contigo, puedo seguir sintiéndome yo mismo, aunque no pueda recordar mi verdadero nombre.

—De acuerdo… —Herscherik cedió. No podía rechazar a Shiro después de eso—. Pero no hagas nada peligroso. ¿Entendido? —añadió. Si sus otros hombres a su servicio hubieran estado ahí, habrían señalado que Herscherik era siempre el que saltaba al peligro por sí mismo. 

En respuesta, Shiro se levantó del sofá y se arrodilló ante él. 

—¿Shiro? —Herscherik inclinó la cabeza.

El joven lo ignoró, y en su lugar se inclinó con una mano en el pecho. 

—Mi señor… Mi cuerpo es una espada que atraviesa a tus enemigos, un escudo que te protege de cualquier daño y un bastón que guía tu camino. 

Herscherik se sorprendió de que Shiro conociera las palabras del juramento de lealtad, sobre todo al recordar el desprecio que Shiro había mostrado por la familia real cuando se habían conocido. 

Shiro levantó la vista y miró fijamente a Herscherik. 

—No me importa la familia real, —dijo—. Ni siquiera me importa este país. Ni lo más mínimo —declaró con descaro. Herscherik no sabía cómo reaccionar, lo que hizo que Shiro esbozara esa encantadora sonrisa que podía hacer que cualquiera, hombre o mujer, se enamorara de él en un santiamén—. Pero por ti, mi señor, destruiré una nación. O incluso la salvaré, tal vez. 

Sabiendo que, con su nueva inmortalidad y su poder para absorber la Magia Flotante, Shiro podría literalmente hacer eso, Herscherik balbuceó una respuesta a su peligrosa proposición. Pero entonces, vio la mirada divertida de Shiro y se dio cuenta de que le estaban tomando el pelo.

—Entonces tengo una condición para ti, —sonrió Herscherik. Alcanzó las muñecas de Shiro y le quitó los grilletes—. No vuelvas a llevarlos. —Los levantó, como si quisiera prohibirle a Shiro que se refiriera a sí mismo como un monstruo de aquí en adelante. 

—De acuerdo… —Shiro aceptó.

Justo cuando Herscherik asintió felizmente, una cálida brisa primaveral entró en la habitación, anunciando la llegada de una suave primavera. 

Herscherik Greysis cumplió siete años ese año. Los historiadores afirmaron más tarde que ése fue el año en que Herscherik, el séptimo príncipe del reino de Greysis, se hizo realmente famoso.

La canción sin palabras que empezó a tararear durante este tiempo acabó por extenderse a todo el mundo gracias a los esfuerzos de los bardos viajeros. La melodía recibió letra por parte de cualquiera que tuviera a bien hacerlo. Era una canción para los agricultores en el campo, para una madre con su hijo lactante, para que un amante le cantará a otro… Pero ni una sola de sus interpretaciones era triste.

La melodía pasaría a ser conocida como el Himno de la Esperanza, y se cantaría a lo largo de la historia.

Este fue también el año en que los tres hombres al servicio de Herscherik, en los que había confiado por encima de cualquier otro, se reunieron finalmente. El Caballero del Crepúsculo Orange, la espada implacable que abatía a todos los enemigos de su señor; el Mayordomo Colmillo en las Sombras, el escudo que lo abarcaba todo y que defendía a su señor y sus planes de todos los enemigos; y Weiss el Hechicero aureolado, el bastón supremo que guiaba a su señor sin magia. Cada uno de ellos era un personaje insustituible en cualquiera de los relatos heroicos de Herscherik registrados en la historia. 

El apodo de Weiss, el Hechicero aureolado, le fue dado porque su pelo blanco brillaba como un arcoíris completo cada vez que lanzaba un hechizo utilizando su abundante magia. En cuanto a quién le dio ese nombre, la mayoría cree que fue el propio Herscherik. Los historiadores teorizaron que Herscherik le había dado ese nombre para que la gente no temiera a Weiss y sus extraños poderes. 

Sea como fuere, Weiss acabó siendo aceptado por el pueblo como el Hechicero aureolado. Acabó creando varios hechizos y objetos mágicos nuevos, contribuyendo en gran medida al desarrollo de la magia en la época y ayudando a muchos en el proceso. Tal y como había planeado su maestro, la gente empezó a acogerlo; más tarde fue apodado el Sabio aureolado por sus logros. Numerosos documentos señalan que el Sabio aureolado siempre parecía joven y vibrante, sin importar su edad.

Tras la muerte de Herscherik, el Sabio aureolado desapareció de la historia como si nunca hubiera existido. Desde entonces, empezaron a aparecer leyendas de un Djinn con pelo de arcoíris en documentos históricos de todo el mundo. Nadie descubrió nunca la prueba de que este extraño Djinn fuera el propio Sabio aureolado.


Shisai
¿No es la primera vez que hablan de la muerte de Hersche? No sé porque me pone más triste cuando hablan de las muertes del protagonista que cuando terminan con un final abierto. Me pasó con otra novela, una donde reencarna en un bebé, cuentan su vida hasta que se volvió viejo y murió rodeado de sus hijos y nietos. ¡Me hizo llorar! Se sintió como si hubiese pasado años a su lado, a pesar de que es solo un personaje. Ufff, soy Dokja.

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