Una doncella competente – Capítulo 1: Un milagro increíble (4)

Traducido por Den

Editado por Meli


Al día siguiente, alguien llamó a la habitación donde dormía Marie.

—¡Marie! ¡Marie! ¿Estás ahí?

—¡Sí! —Se despertó alarmada—. Estoy aquí. ¿Qué sucede?

—¿Es posible que ayer tuvieras algún tipo de incidente? —preguntó la doncella con rostro desconcertado, tan pronto como abrió la puerta.

—¿Eh? —Su corazón se detuvo un momento antes de latir con más fuerza.

¿Q-Quizás alguien me vio? No. Estoy segura de que no había nadie mientras tocaba… e incluso después de que terminara. Nadie me vio anoche. 

—No te alarmes, pero… ¡El señor Bahan, director de la orquesta del palacio imperial, quiere verte en el Palacio de Cristal ahora mismo!

Marie corrió hacia el Palacio de Cristal. Aunque era temprano en la mañana y todavía no comenzaba la jornada laboral, había una pequeña conmoción en la sala de prácticas. Allí se encontraban el director Bahan, el vicedirector y el concertino [1], las figuras clave de la orquesta.

Bahan observaba un papel enrollado con seriedad, era la pieza que ella escribió.

Ah, me llamó para preguntar por la partitura que dejé. —Respiró aliviada, los presentes ignoraban su presencia—. Tienes que fingir, Marie. Recuerda: eso no lo hiciste tú. No sabes nada.

—Entonces, vicedirector, ¿usted no escribió esta partitura?

—Por supuesto que no, maestro. ¿Cómo podría componer esta música?

—Entonces, ¿fue el concertino?

—No, ya sabe que no tengo la habilidad para seguir al dedillo el contenido de esta composición. Tampoco me atrevería.

El joven director suspiró en respuesta.

—Entonces ¿quién diablos…? ¿Quién demonios compuso esta pieza tan asombrosa?

—¿No la hizo usted, maestro? Creo que esta partitura es la parte final de su sinfonía del campo —preguntaron los miembros de la banda.

—No. —Bahan negó con la cabeza—. Por supuesto que pensé en que el tema melódico avanzara de esta manera, pero no pude desarrollar el contenido en absoluto. No obstante, esta partitura… —Tragó saliva. Su vaga idea ahora estaba compuesta por completo y poseía un elevado nivel de destreza. No podía creerlo.

¿Quién demonios fue? ¿A quién se le ocurrió esta pieza tan prodigiosa?

—Ah, ¿señorita Marie? Lamento llamarte tan temprano en la mañana, pero hay algo que me urge preguntarte.

—Sí, adelante.

—Anoche, ¿no viste a la persona que compuso esta pieza en la sala de prácticas?

Marie negó con la cabeza. A partir de ahora tenía que actuar todo lo mejor que pudiera.

—No vi a nadie.

—¿No viste a nadie?

—Sí, no vi a nadie.

—¿Es así? —Bahan le creyó, no había razón para dudar—. Ah, entonces ¿quién diablos dejó esta partitura?

—¿Qué ocurre…?

—Mira esto —Le mostró la composición que ella escribió—. Alguien creó esta música prodigiosa y se marchó.

¡Música prodigiosa! 

Se quedó perpleja ante el exagerado elogio. Por supuesto, sabía que el acabado de la pieza era espléndido, pero se sentía avergonzada de escuchar críticas tan favorables.

—Hmm… Maestro, ¿no estaba tratando de desarrollarla de la misma manera?

—Así es. Sin embargo, no me sentí capacitado y nunca imaginé que podría darle este desenlace —Suspiró profundamente—. Lo que es aún más sorprendente es que esta partitura solo contiene todos los temas centrales… ¡como si me estuviera dando una pista y haciéndome saber que así es como puedo proceder!

Marie no tenía nada que decir porque estaba en lo correcto. Había hecho bien en decidir darle una pista.

—Entonces, ¿ahora puede completar el resto de las partes basándose en eso? —preguntó con cuidado.

—Por supuesto que puedo, ya que todas las ideas principales han sido desarrolladas.

—Entonces, ¿eso es un problema…?

Bahan negó con la cabeza.

—No lo es. Al contrario, es algo realmente bueno. ¡Ahora puedo completar el sueño de toda mi vida: una sinfonía del paisaje del campo! ¡Pero…! —dijo emocionado—. Definitivamente quiero conocer a la persona que escribió esta pieza. ¡Cómo diablos creó esta maravillosa música! ¡Sin duda es alguien excepcional en comparación conmigo! ¡Quiero que me enseñe!

¿Qué? ¿Quiere que le instruya? Es una broma, ¿no?

No obstante, al ver su mirada ferviente, tragó saliva. Parecía decir que si encontraba al dueño de esa composición, se arrodillaría sin pensarlo y le suplicaría que lo aceptara como su discípulo.

¡Ay, Dios mío! ¡Nunca…! Se prometió que nunca la descubrirían.

En ese momento, se oyeron los pesados pasos de botas militares acercándose.

¿Por qué otra vez? ¿Por qué está aquí la guardia real de Su Alteza el príncipe heredero?, se preguntó al ver a Almond, el caballero escolta del príncipe que el otro día apareció durante el incidente de la escultura.

—¿Quién es el director de la orquesta? —dijo Almond.

—Soy yo, Bahan. —Levantó la mano, extrañado.

—Muy bien, sígueme. Su Alteza el príncipe heredero está esperando.

Todos se sorprendieron. ¿Por qué el Príncipe Cruel, que no parecía estar interesado en la música, buscaba al maestro?

—Tú eres la doncella —declaró Almond luego de examinar a Marie de arriba a abajo.

—¿Eh?

—También sígueme.

Los ojos de la joven se agrandaron.

¿El Príncipe Cruel quiere verme?

Marie y Bahan siguieron al caballero en silencio.

¿Por qué el príncipe heredero?, pensaron ambos.

El rostro de Marie estaba pálido. Bahan estaba a cargo de la orquesta del palacio imperial, por lo que podía haberlo convocado para hablar, pero ella era una simple doncella de bajo rango. No importaba cuánto lo pensara, no existía ninguna razón atendible [2] para que la citara.

¿Sabe que soy Morina? No, no lo creo. Es imposible que haya descubierto mi verdadera identidad, incluso en mi reino no conocían mi rostro con exactitud. 

Recordó cuánto se rió cuando vio el retrato que le habían hecho basado en una suposición. En la pintura había una persona completamente diferente a ella.

Además, habían pasado tres años desde entonces. La chica de catorce años había cumplido diecisiete y su fisonomía había cambiado mucho. Ella ya no era una princesa sino una doncella de bajo rango. E incluso si la viera una persona que sabía cómo era en el pasado, sería difícil que la reconociera.

Quizás sea por otra razón. No te pongas nerviosa, si me hubieran descubierto, no me escoltarían con tanta amabilidad. Me habrían atado con una cuerda y me habrían arrastrado hasta la cárcel.

—Hemos llegado. Su Alteza los está esperando dentro —anunció el caballero mientras Marie estaba sumida en sus pensamientos—. Sean respetuosos.

La puerta se abrió para revelar una espaciosa habitación. Había dos hombres cerca del escritorio, e identificó de inmediato al de la izquierda. Porque llevaba una máscara de hierro que cubría la mitad de su rostro por encima de la barbilla.

¡Era el Príncipe de Sangre de Hierro, a quien vio el día de la caída de su reino! Y junto a él, estaba el primer ministro, el duque Orn, un hombre apuesto con semblante alegre.

Cálmate. No eres la princesa del reino Cloyan, sino una sirvienta que no sabe nada, se repitió para calmar su temblor involuntario.

Inesperadamente, se enfrentaba a dos de los hombres más poderosos del imperio.

—¡Salve a Su Alteza el príncipe heredero del imperio! —Bahan y ella mostraron sus respetos al mismo tiempo.

—Levanten la cabeza.

Ambos aguardaron con cortesía las palabras del príncipe.

—¿Eres Bahan, el director de la orquesta del palacio imperial?

—¡Sí, Su Alteza!

—Gracias por tu arduo trabajo. Te llamé porque hay algo que debo confirmar.

—¿De qué se trata, Su Alteza?

El príncipe se levantó de su asiento sin decir una palabra y caminó hacia el piano en la esquina de la habitación.

¿Hay un piano en la oficina?

Marie y Bahan estaban desconcertados. Al poco tiempo, sucedió algo aún más sorprendente. El hombre se sentó frente al instrumento y colocó las manos sobre las teclas. Un tono bajo y claro resonó.

—¿De casualidad conoces esta canción?

El director estaba estupefacto, tanto por las excelentes habilidades del príncipe como por la canción que le resultaba muy familiar.

¡Esta es mi sinfonía del paisaje del campo! ¿Cómo es que Su Alteza la conoce?

Pero la sorpresa aún no había terminado.

El príncipe ejecutó el primer movimiento con fluidez y elegancia hasta el final. Luego, comenzó a tocar el segundo movimiento inacabado que él aún ni siquiera había tocado. ¡Además, la progresión de la melodía principal era la misma que la de la partitura dejada por esa persona anónima!

¡¿C-Cómo…?!

Bahan no podía creer lo que estaba sucediendo ante sus ojos. Sin embargo, en un momento dado, el príncipe detuvo sus dedos.

—Me resulta difícil tocar a partir de aquí debido a mi nivel. Es un grado de dificultad que no se puede superar a menos que seas un virtuoso. En cualquier caso, ¿conoces esta canción?

El joven director asintió, desorientado.

—S-Sí. La conozco.

—¿Sí? ¿De quién es esta pieza? —preguntó Rael entusiasmado.

A diferencia del escultor de la última vez, pensó que podría encontrar fácilmente al dueño de esta composición. Pero la respuesta de Bahan fue extraña.

—No lo sé…

—¿No acabas de decir que la conoces? Sin embargo, ¿no lo sabes? ¿Qué significa eso?

—Esta pieza la compuse yo, Su Alteza. Mas al mismo tiempo, no es mía.

—No entiendo de qué demonios estás hablando. —El príncipe frunció el ceño ante las incomprensibles palabras de Bahan.

El joven director suspiró profundamente, como si el suelo fuera a desaparecer.

—La verdad es… —le explicó la situación.

Mientras el príncipe escuchaba las palabras de Bahan, su expresión cambiaba a cada momento.

—Entonces… ¿alguien completó la parte final de tu sinfonía inconclusa? ¿Y dejó en secreto la partitura en la sala de prácticas y desapareció?

Era lo mismo que ocurrió con el incidente del escultor.

—Sí, Su Alteza.

—¿Existe alguna posibilidad de que un miembro de la orquesta haya hecho esto? —preguntó.

—No, ninguna —Bahan respondió con firmeza.

—¿Por qué?

—Porque el nivel de la canción es extraordinario. No hay nadie en la orquesta que pueda componer una pieza de esta calidad. Por supuesto, incluyéndome a mí.

Rael se sorprendió ante sus palabras.

—Es tan magnífica que pensé que un ángel descendió del cielo y dejó un regalo. A pesar de que escribí el primer movimiento, el posterior desarrollo temático es el límite que no podría atreverme a imitar.

—Entiendo… Aún así, quizás sea un miembro de la orquesta, por lo que deberías regresar y comprobarlo.

—¡Sí, Su Alteza!

Bahan hizo una reverencia y se retiró. Por el contrario, Marie, que se quedó sola frente al príncipe heredero y el primer ministro, estaba confundida.

¿Me llamó por la canción que toqué ayer? ¿Cómo conoce Su Alteza la música que interpreté ayer? Me aseguré de que no hubiera nadie. 

¡La había atrapado ni más ni menos que el Príncipe Cruel!

Se sentía desorientada.

—Es extraño. —El príncipe miró al Primer Ministro.

—Sí, Su Alteza. Es el mismo patrón que con el escultor de la otra vez.

—Así es. Es extraño. ¿Qué demonios está sucediendo?

Marie tragó saliva mientras escuchaba su conversación. Lo del escultor y lo de esta ocasión también era obra suya. Entonces, el príncipe se volvió hacia ella.

—Tú eres…

—Me llamo Marie. —Inclinó la cabeza cortésmente, disimulando su nerviosismo.

Incluso en esta situación, recordaba con vividez la figura de este hombre buscándola mientras empuñaba una espada bañada en sangre. Nunca debía dejar que la descubrieran ni llamar su atención.

—Marie, escuchaste el piano anoche, ¿verdad? —preguntó el príncipe—. La misma pieza que acabo de tocar.

—Sí, Su Alteza…

—Entonces, ¿viste al músico?

Marie apretó el puño sin darse cuenta. Estaba metiendo la cabeza en la boca del tigre. Tenía que responder.

Poco después, una voz tranquila salió de su boca.

—No vi a nadie, Su Alteza.

—¿No?

—No, escuché la música después de terminar de organizar la sala de prácticas, pero nadie entró mientras lo hacía.

Los fríos ojos azules del príncipe se fijaron en los suyos y, por alguna razón, ella sintió que los había visto recientemente, mas no podía pensar en profundidad en ello debido a los nervios.

—¿Es así?

Su corazón se aceleró cuando le preguntó de nuevo.

—Sí, Su Alteza…

No notó nada extraño, ¿verdad…? No, es imposible que el príncipe heredero pensara que yo, una doncella, era quien tocaba. ¿Cómo podría?

Rael asintió, observándola en silencio por un momento.

—Está bien. Entonces, ya puedes irte.

—Sí, Su Alteza.

¡Sobreviví! 

Marie hizo una reverencia, conteniendo un gran suspiro de alivio. Sin embargo, cuando trató de abandonar la habitación mostrando suma cortesía.

—Espera. —dijo el príncipe en voz baja—. Antes de irte, toca ese piano.

Aquello la sorprendió de sobremanera.

—¿E-El piano? —preguntó confundida.

—Sí. —Rael asintió.

¿P-Por qué? ¿Quizás me descubrió? 

Su mente estaba hecha un caos.

N-No puedo tocarlo. Me podrían atrapar. 

Así como todas las personas tienen apariencias diferentes, cada músico tiene su propio estilo. Es como una huella dactilar, y no podría ocultarlo aunque lo intentara. Si el príncipe, que estaba muy versado en música, la escuchaba, podría encontrar el parecido con la interpretación de ayer. Pero ¿quién se negaría ante él?

Cuando la observó fijamente, Marie se vio obligada a sentarse frente al piano.

—Mi señor, mis habilidades con el piano son pobres. Me preocupa lastimar sus oídos.

—Está bien. No te sientas presionada.

¡Cómo podía tocar sin presión!

¿Qué hago? ¿Qué debería hacer?, pensó Marie, pálida y asustada.

Su mano en el teclado tembló por la tensión. Se quedó en blanco. No sabía qué hacer.

¿Debería tocar mal a propósito? No, se podría dar cuenta. Por tanto ¿qué debería hacer? 

Fue entonces cuando entró en pánico y el príncipe dijo:

—Es suficiente. Estás muy nerviosa. Puedes retirarte.

Miró atónita al hombre.

—Ve a hacer tu trabajo.

—Sí, señor.

Ante la posibilidad de que pudiera detenerla nuevamente, abandonó con pasos apresurados la oficina. Al verla, Rael frunció el ceño bajo la máscara de hierro.

—Hay algo extraño.

—¿A qué se refiere?

—Esa doncella.

El duque ladeó la cabeza confundido.

—No veo nada raro en particular. ¿No le habrá dado miedo que le pidieran de repente que tocara el piano frente a Su Alteza?

—Sí, eso no es nada raro.

Debido a su reputación como el Príncipe Cruel, sabía que cualquiera se sentiría asustado si súbitamente lo llamaran para tocar el piano frente a él.

—Por tanto, ¿qué le hace pensar que es extraño?

Rael estaba a punto de decir algo, pero guardó silencio. Se debía a que ni él mismo lo tenía claro.

La expresión en sus ojos, murmuró para sus adentros.

Recordó la mirada de la doncella mientras le hacía las preguntas, antes de que le pidiera tocar el piano. Unos ojos claros y serenos que eran difíciles de imaginar teniendo en cuenta que se enfrentaba a su infame persona. Contenían tal profundidad que era difícil creer que se trataba de una sirvienta.

¿Por qué se siente tan extraño? ¿Es solo una ilusión?, golpeó la máscara de hierro con el dedo.

—Pero, ¿por qué de pronto le pidió que tocara el piano, Su Alteza? —le preguntó Orn.

Rael se quedó en silencio por un momento. No hubo ninguna razón en particular, pero por un instante creyó que ella era quien había tocado, pero su nerviosismo le confirmó que esa idea era absurda, temblaba tanto que no podía imaginarla como la intérprete de anoche.

No lo sé.

—De todos modos, en esta ocasión definitivamente encontraré tanto a ese músico como al escultor de la última vez. Lo juro por mi nombre —dijo Orn con resolución

Rael asintió.

—Te lo encargo.

¿Se llamaba Marie?, se preguntó.

Un nombre que de alguna manera no podía olvidar y permanecía grabado en su memoria.

De todas formas, tendré que esperar y observar un poco más.

Así, Marie comenzó a involucrarse con el príncipe heredero Rael.

♦ ♦ ♦

Varias semanas pasaron. El festival estaba a la vuelta de la esquina, y Marie, tras terminar en el Palacio de Cristal, tenía un nuevo trabajo.

Por fin me marcho del Palacio.

Bahan completó magníficamente el resto de la sinfonía, basándose en la idea central que ella había escrito. Fue un placer ver esos ojos fervientes por aprender eran lo más sublime del hombre que dedicaba su alma a la música. Aunque le aterraba cada vez que él manifestaba que encontraría al autor y le pediría que le enseñara.

Me alegro de que todo haya terminado bien, es un gran alivio que no me hayan descubierto. Debo tener cuidado a partir de ahora, suspiró para sus adentros.

Recordó la máscara de hierro del príncipe. Con la canción y la escultura había llamado su atención dos veces seguidas. Por suerte, no la descubrió, pero sin duda no debía involucrarse más con él.

¿Dónde debo servir ahora? Dado que terminé mi trabajo aquí, supongo que tendré que ayudar a preparar el festival en otro lugar. No importa si es difícil, solo espero que esta vez sea un oficio en el que no destaque para nadie.

Quizás gracias a ese deseo fue asignada a un lugar tranquilo y sin gente.

—¿Arreglar el Jardín de los Cisnes?

—Sí. En este momento, todas las demás sirvientas están a cargo de diferentes preparativos, por lo que no hay nadie más disponible para ocuparse de ello excepto tú. No será demasiado complicado, solo necesitas limpiar el jardín. A-Aunque —habló con cautela Susan, la doncella principal—, se dice que a veces aparecen fantasmas, pero son rumores infundados, así que no te preocupes demasiado.

¡Hay fantasmas en el Jardín de los Cisnes! Estas historias circulaban entre las sirvientas del palacio imperial.

Qué absurdo… 

Marie guardó silencio.

El Jardín de los Cisnes está ubicado en la parte más aislada del palacio imperial. Ha estado desatendido durante más de cinco años tras la desafortunada muerte por envenenamiento de la séptima princesa.

El jardín, cubierto de enredaderas parecidas al cabello de una bruja, tiene una atmósfera tan espeluznante como una casa encantada, por lo que a menudo había rumores de fantasmas entre las sirvientas.

—R-Recientemente se ha rumoreado de que hay un fantasma de pelo blanco… Todo es falso, así que no te preocupes.

Marie miró sorprendida a Susan. Tiene una personalidad feroz, ¡pero teme a los fantasmas!

Creo que la señora Susan es más aterradora que un fantasma… 

Recordó cómo solía regañarla. Antes, cada vez que cometía un error, gritaba furiosa. Daba tanto miedo que hasta los fantasmas huían.

Marie no creía en los espíritus. Pero la idea de un fantasma en el palacio imperial era un poco…

Y, el príncipe heredero da mucho más miedo que los fantasmas. Pero nunca me encontraré con él allí. 

Se estremeció al pensar en la fría máscara de hierro. Si realmente hubiera un fantasma viviendo en este palacio, sería el príncipe. O el espíritu que murió por su espada.

—Entiendo, entonces iré al Jardín de los Cisnes a partir de mañana. —Inclinó la cabeza.

♦ ♦ ♦

Después de mucho tiempo, soñaba que se convertía en otra persona.

—¿Qué tipo de sueño es esta vez? —murmuró Marie con relativa claridad incluso dentro de su ensoñación.

A medida que se repetían esos sueños lúcidos, poco a poco se fue acostumbrando a ellos.

¿No me digas que estoy soñando con la historia de fantasmas que escuché durante el día?

Estaba preocupada por eso, pero afortunadamente no parecía ser así.

¡Mill! ¡Ban! ¡A comer!

¡Estamos ocupados, mamá!

No se salten la comida. ¡Venid aquí y comed pan de huevo!

Marie parpadeó.

¿Qué tipo de sueño es este? 

A diferencia del último sueño, se encontraba en un hogar común. Era una mujer que podías encontrar en cualquier parte del pueblo, era de mediana edad y madre de dos hijos.

Si tuviera que destacar alguna característica de ella, sería que era muy buena cocinando. El delicioso sabor de su sopa de patatas era muy famoso en la pequeña población.

¿Fue difícil el trabajo, hijo?

Caray, estoy bien. No soy un niño, así que deja de preocuparte. 

Pero sigue siendo peligroso, así que ten cuidado. ¿Entendido? 

El sueño duró mucho a pesar de que no aportaba información especial.

La vida de la mujer y sus dos hijos pasó tranquilamente a través de los ojos de su “yo” madre. Los dos hijos, que solo causaban problemas de niños, consiguieron un trabajo cuando crecieron, se independizaron y se casaron. Por el camino, hubo momentos alegres, difíciles, tristes y felices.

Eran días muy ordinarios de la vida.

La mujer vio crecer a sus hijos.

Cuando eran felices, se regocijaba. Cuando se enfermaban, le dolía. Cuando suspiraban en secreto, pasaba mala noche preocupada por lo que ocurriera. Y ella siempre rezaba.

—Que Dios nos bendiga. 

El tiempo en el sueño fluyó como agua, y Marie se despertó sin saber cuándo.

Parpadeó.

—¿Qué clase de sueño fue ese?

Se trataba de una rutina tan normal y corriente que estaba bastante confundida sobre lo que había soñado. ¿Por qué tuvo ese sueño?

—¿No fue… un simple sueño?

Ladeó la cabeza. No todos sus sueños tendrán algún significado especial. Habrá un día en que tenga sueños normales.

No… No creo que sea solo un sueño sin sentido. 

Aunque no había nada singular, todo fue muy nítido. Fue como si realmente se hubiera convertido en esa mujer de mediana edad.

—No sé… Durmamos un poco más.

Era de madrugada, ni siquiera el primer gallo había cantado. Tenía que descansar un poco más para tener energía.

Con eso en mente, cerró los ojos, mas no pudo dormir. ¿Por qué? El sueño siguió apareciendo como un pensamiento persistente.

¿Hay alguna razón por la que soñara aquello?, pensó con los ojos cerrados.

Con su experiencia hasta ahora, sus sueños siempre han estado relacionados con lo que sucederá en el futuro. Aun así… ¡¿por qué soñó que se convertía en madre?! No podía entenderlo en absoluto.

Ni siquiera he tomado la mano de un hombre… 

Al final, Marie, se quedó despierta.

Se dirigió a su nuevo lugar de trabajo, el Jardín de los Cisnes. De camino, recordó lo que la doncella principal Susan dijo en un tono preocupado, confundiéndola aún más.

Marie, hace unos días informaron que habían visto un fantasma. Dijeron que era un fantasma de cabello rubio… 

La última vez dijo que tenía el pelo blanco…

¡Oh, eso! Ese aparece durante el día y el rubio sale durante la noche. 

Marie estaba desconcertada. ¿Está diciendo que hay un espíritu de pelo blanco durante el día y uno rubio durante la noche?

P-Por supuesto, se tratan de rumores falsos. Aún así, si ves… un fantasma…

Llegó al jardín después de escuchar métodos de cómo enfrentarse a ellos, como orar en voz alta mientras te santiguas.

—Es realmente espeluznante… —murmuró Marie con un rostro ligeramente cansado mientras examinaba el jardín con la mirada.

Enredaderas colgantes, árboles florales marchitos y un estanque de cisnes seco. Observando el lugar intacto y desolado, pudo entender por qué surgían rumores de fantasmas.

No aparecerá un fantasma real, ¿verdad?, pensó y, al instante, sacudió la cabeza, sorprendida por sus propios pensamientos.

—¿Q-Qué? ¿Fantasmas en el palacio imperial? Trabajemos duro en lugar de pensar en cosas innecesarias. —Sacudió la cabeza para disipar su creciente inquietud—. ¡Hagamos nuestro mejor esfuerzo hoy!

Todo lo que tenía que hacer era arreglar el descuidado jardín. No era difícil, pero había muchas cosas que limpiar porque había estado desatendido durante mucho tiempo.

Primero recojamos la basura y retiremos las enredaderas. Si me esfuerzo al máximo, es posible que pueda terminar rápido, se dijo y comenzó a trabajar mientras tarareaba a propósito para deshacerse de la inquietante sensación.

—Con pasión, con energía~

Pero… ¿durante cuánto tiempo estuvo trabajando así? Cuando las gotas de sudor comenzaron a formarse poco a poco bajo el sol abrasador… Escuchó el áspero silbido del viento.

Se sobresaltó y dejó de recoger la basura.

¿Qué fue ese repentino sonido? 

Pestañeó. El silbido fue demasiado áspero para ser el viento y, lo peor de todo, no hacía brisa en el jardín. Escuchó de nuevo un ruido extraño.

¿Q-Qué? —Tragó saliva—. ¿De verdad es un fantasma? 

«Hay fantasmas en el Jardín de los Cisnes. Un fantasma de pelo blanco sale por la mañana y otro rubio por la noche».

¿D-Debería huir? No. El sol se encuentra en lo alto del cielo, ¿qué tipo de fantasma es? Estoy segura que es otra cosa. Vamos a comprobarlo. 

Se dirigió hacia el sonido. Apretó sus pequeños puños y rezó en su mente, en caso de que se tratara de un fantasma de verdad.

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre… 

Al llegar frente a las frondosas enredaderas del jardín, confirmó la identidad del “fantasma” y suspiró.

—Ah.

Había alguien. Era un hombre increíblemente apuesto. Como dijo la doncella Susan, era un joven con cabello blanco, no, cabello plateado brillante que blandía una espada con un rostro escultural.

—¿He interferido en tu trabajo? Lo siento.

Por supuesto, no existen los fantasmas. Por cierto, es muy guapo, pensó, al oír la suave voz del hombre frente a ella.

Marie admiró su rostro. El hombre más apuesto que había visto en su vida era el chico rubio con el que se topó a la salida, después de tocar el piano, en el Palacio de Cristal el otro día, y este joven de aquí no es inferior a él.

Una línea facial gruesa que recuerda a una escultura. Unos ojos de un azul profundo como el mar. Un cabello largo y plateado suave como la seda.

No es un fantasma, todos se confundieron al verlo. 

De lejos, al ver ese cabello plateado debieron pensar que se trataba de un fantasma de cabello blanco y por eso se extendió ese rumor. ¿Cómo pudieron haber confundido a este apuesto hombre con un fantasma?

—N-No. Lamento haber interrumpido tu entrenamiento. Soy Marie.

—Señorita Marie… Yo soy…

Entonces, por alguna razón, vaciló por un instante antes de presentarse.

—Soy Kiel de la guardia imperial.

Marie se sorprendió ante sus palabras.

¿La guardia imperial? 

Había dos tipos de caballeros en el palacio imperial: los caballeros de la escolta real y la guardia imperial. Entre ellos, la guardia imperial era el grupo de fuerzas armadas más poderoso del imperio y era leal solo al emperador actual, Thorn II.

No ha recibido el título oficial de caballero, ¿verdad? No lleva uniforme, debe ser un escudero, alguien que aspira a ser un caballero. 

Dentro del palacio imperial, los caballeros pertenecientes a la guardia imperial están obligados a usar uniforme. Las únicas excepciones eran los escuderos y el comandante del cuerpo.

Era imposible que él fuera el espadachín más fuerte del Imperio, el comandante, quien se encarga de defender la región fronteriza del noroeste, por lo que debía ser un escudero.

—Y, ¿qué te trae a este jardín, Kiel?

—Ah, estoy aquí para practicar con la espada. También… tengo algo en lo que pensar.

Marie lo observó admirada. Y pensar que vino a un jardín deshabitado solo para entrenar.

Como era de esperar, es un diligente escudero de la guardia. 

—Entonces, practicaré por ahí.

Kiel desenvainó su espada.

—¡Ah, sí! ¡Entrena duro!

De esa manera, cada uno comenzó con su respectivo trabajo.

Marie arregló el jardín mientras miraba de soslayo al hombre que se adiestraba con la espada.

Wow, eso es increíble. 

Cada vez que el arma era bandida, se podía oír cómo el aire era cortado. Por supuesto, ella no sabía nada sobre esgrima. No obstante, pudo percatarse del talento extraordinario del hombre.

Pero, ¿eres un escudero con esas habilidades? ¿Tan asombrosa es la habilidad de la guardia? O, ¿quizás hay algún otro problema? 

Ladeó la cabeza y el hombre detuvo la espada. Apartó la mirada pensando que era porque lo estaba observando, pero al parecer no era así. Porque, entonces, él exhaló un largo suspiro.

—Aah, no es fácil. ¿Qué debería hacer?

Luego, miró el lejano cielo durante un buen rato. Los ojos azules como el mar estaban llenos de angustia. ¿Cuánto tiempo pasó hasta que volvió a empuñar su espada?

Marie lo contempló en silencio. Su esgrima seguía siendo fuerte y magnífica, pero ¿se debía al suspiro de antes que lo sentía extrañamente acongojado?

¿Le preocupa algo?, pensó y, al momento siguiente, sacudió la cabeza.

¿Quién en el mundo no tiene preocupaciones? Como se topó con él por primera vez hoy por casualidad, podría ser de mala educación mostrar mucho interés por él.

Por cierto… si él es el fantasma de pelo blanco… ¿quién es el fantasma rubio que aparece por la noche?, se preguntó.

♦ ♦ ♦

Pronto se puso el sol y se hizo de noche. Fue entonces cuando Kiel regresó con los caballeros.

—Volveré, señorita Marie. Perdón por no poder ayudarte más.

—¡Ah, no! No hace falta que me ayudes. Gracias por echarme una mano a pesar de estar tan ocupado.

Para su sorpresa, Kiel la ayudó a limpiar después de completar su entrenamiento con la espada.

No importa si es un escudero, si pertenece a la guardia imperial, debe ser de una familia prestigiosa. 

Al principio, estuvo desconcertada y aunque le dijo que no importaba, poniendo todo tipo de excusas y rechazando su oferta, él le respondió con voz amable: “Está bien. De todos modos, tengo mucho tiempo. Aunque, por alguna razón, sentí pena al verte trabajando a mi lado todo el día.”

Entonces ella confirmó que no solo era un hombre muy apuesto sino también bueno, amable y cortés. Si más adelante lo nombran caballero oficial, las jóvenes aristócratas lo seguirán en fila.

—Entonces, trabaja duro. Está oscureciendo, así que ten cuidado.

—¡Sí, gracias!

Cuando Kiel regresó, Marie, miró alrededor del jardín.

En la noche, es más tenebroso. Terminemos rápido y regresemos.

Era el primer mes del año, así que la luz de la luna era brillante, sin embargo, estar en un jardín remoto y desolado era inquietante. Quería volver pronto, además, tenía que trabajar de noche para terminar dentro del plazo establecido.

—¡Esforcémonos todo lo que podamos! Sé fuerte y valiente~

Comenzó a trabajar de nuevo mientras tarareaba para ahuyentar la espeluznante sensación que tenía.

—Oh, este es el lugar… —murmuró, al llegar a un rincón del jardín.

El viejo pabellón junto al estanque seco. Parecía ser el lugar donde la desafortunada séptima princesa fue envenenada.

Escuché que era una persona muy amable. 

Le contaron que falleció antes de que ella entrara al palacio imperial. Era conocida por su bondadoso corazón que no era como el de la familia imperial, sin embargo, se vio envuelta en la lucha por el trono y fue asesinada impunemente.

¿No dijeron que fue debido a su muerte que el Jardín de los Cisnes se convirtió en una área restringida tácitamente?

Por alguna razón, se sintió conmovida. Después de rezar en silencio, comenzó a arreglar la glorieta y sus alrededores con un poco más de cuidado. Fue entonces cuando, tras llevar mucho tiempo limpiando entorno a la construcción, oyó una voz baja:

—¿Qué… estás haciendo?

—¿Q-Quién es? —gritó Marie asustada ante la voz inesperada.

Cuando volvió la cabeza, sus ojos se agrandaron de la sorpresa. El hombre con el que se encontró la última vez estaba detrás de ella.

¡Es el hombre que vi en el Palacio de Cristal en esa ocasión! 

Cabello rubio brillante, piel blanca como el jade y un hermoso perfil parecido al de una pintura. ¡Era el hombre con el que se topó por casualidad en el pasillo del Palacio de Cristal después de tocar el piano el otro día! Tenía una apariencia tan impresionante que pudo reconocerlo de inmediato.

¿Por qué está en el Jardín de los Cisnes? ¿No era un sirviente del Palacio de Cristal? 

Su atuendo era igual de sencillo y casual que el de la última vez.

—Te pregunté qué estabas haciendo.

—¡Oh! Estoy arreglando el Jardín de los Cisnes para el festival.

Luego, Marie mostró el utensilio de limpieza que sostenía en la mano. El hombre la miró en silencio por un momento.

—Ya veo…

—Pero, ¿qué te trae al Jardín de los Cisnes? —preguntó con curiosidad.

Él no respondió. En cambio, miró alrededor del lugar sin decir una palabra. ¿Por qué…?

Marie guardó silencio mientras los ojos azules del hombre examinaban con suma atención el espacio. Éste observó durante mucho tiempo el jardín, especialmente el pabellón.

—¿Te llamabas Marie? —preguntó en voz baja.

—Ah, sí.

La susodicha abrió los ojos como platos. ¿Cómo sabía su nombre? Solo se había encontrado con él una vez.

¿Le dije mi nombre en ese momento? 

Habían pasado varias semanas y no podía recordarlo con exactitud ya que todo había sido muy caótico.

—¿Tú arreglaste este pabellón?

Marie asintió desconcertada.

—Sí. ¿Por qué?

Una vez más, no hubo respuesta. El hombre la miró en silencio.

Cuando los ojos de Marie se tiñeron de duda, él de repente le dio la espalda y desapareció.

—¿Q-Qué fue eso? —murmuró sin comprender cuando se quedó sola de nuevo—. ¿Qué le pasa?

Ladeó la cabeza. Pensó que era una persona extraña, pero los ojos que examinaban el jardín eran muy serios. Hasta el punto que su corazón palpitaba con fuerza al verlos.

Parecía que el fantasma rubio del que hablaban era él. Si lo miras de lejos, solo verás esa brillante cabellera rubia.

—El fantasma de pelo blanco y el fantasma de pelo rubio no eran rumores falsos en absoluto.

Ninguno de los dos son fantasmas, de hecho, son lo suficientemente apuestos como para agitar incluso a los fantasmas.

Finalmente, al cabo de un rato, Marie terminó de limpiar.

De todas maneras, qué día más peculiar. Conocí a los dos fantasmas, pensó mientras regresaba a su dormitorio.

—No volverán mañana, ¿verdad? —susurró.

♦ ♦ ♦

¡Vinieron de nuevo! Al día siguiente, al día después de ese, y al siguiente de ese. Ambos hicieron lo mismo que cuando se conocieron.

Kiel, de la guardia imperial, regresó a entrenar con la espada en un rincón del jardín. Y el hombre rubio desconocido siempre llegaba a última hora de la noche, como si hubiera venido a dar un paseo, miraba a su alrededor y regresaba como si nada.

¿Qué está pasando?

Marie ladeaba la cabeza cuando los veía. Ambos eran un poco extraños. El Jardín de los Cisnes no era un lugar muy atractivo; estaba aislado y el paisaje no era bonito porque estaba mal mantenido.

¿Está tratando de evitar a la gente? Pero no tiene por qué practicar en un lugar como este. Hay un campo de entrenamiento de uso exclusivo para la guardia. 

Entonces, recordó las palabras del escudero: «Tengo que ordenar mis pensamientos».

No entendía a ninguno de los dos, mientras Kiel suspiraba sin motivo alguno en medio de su práctica, el desconocido de pelo rubio siempre tenía una mirada seria.

Me pregunto qué sucede que siguen viniendo al Jardín de los Cisnes.

Quería preguntarles si iban a ese jardín porque era el mejor lugar para evitar a la gente cuando están confundidos o tristes.

Solo me estoy topando con ellos por casualidad. Sería una molestia que mostrara un interés innecesario. 

El festival empezaría dentro de unos días, así que tenía que terminar cuanto antes. Sin embargo, no podía evitar preguntarse si podía ayudarlos.

Marie, tienes mucho trabajo que hacer. Hazlo bien. No te preocupes por los demás innecesariamente.

Aún así, seguía pensando en el suspiro pesado del joven de cabello blanco.

Es una buena persona, no como un aristócrata de una familia prestigiosa. 

A menudo la ayudaba con su trabajo después de que terminaba su entrenamiento. Era amable y bondadoso, algo inimaginable para un noble.

En muchas ocasiones, los nobles no ven como una persona a una doncella que hace tareas.

Aunque claro, no se habría preocupado si él hubiera sido malo con ella. Pero ¿cuántas personas han sido amables con ella, ayudándola en su trabajo, desde que se convirtió en una sirvienta? Muy pocas. Por eso, seguía inquieta.

Sin embargo, pese a que quería ayudar, no había nada que pudiera hacer al respecto. Porque es solo una sirvienta. No tenía la capacidad para ayudarlo, y la otra parte podría enfadarse ante su insolente intromisión.

¿Debería fingir ignorancia? 

No obstante, en ese momento, recordó las palabras de la mujer de su sueño: «Mill, Van, comed esto e id a trabajar. Es peligroso, así que no os excedáis y tened cuidado» .

Marie se levantó de golpe.

La mujer del sueño pasó por muchas situaciones similares.

A menudo, sus hijos volvían a casa preocupados. Cada una de esas ocasiones, ella les preparaba comida deliciosa para animarlos.

Cuando estaba deprimida, mi madre solía hacer dulces sabrosos. —Asintió con la cabeza—. Sí, no sé qué les preocupa y ni siquiera somos cercanos, así que no puedo entrometerme. Son sus preocupaciones. Pero ¿no estaría bien hacer dulces deliciosos para animarlos? Cuando comes comida deliciosa, estás de buen humor.

Además, pensó que Kiel siempre le ayudaba con su trabajo y al día siguiente todo estaría arreglado, así que sería una buena forma de agradecerle.

Con eso en mente, fue a ver a Peter, el chef del Palacio de los Lirios, después del trabajo.

—Oh, Marie. ¿Qué pasa? —la saludó cálidamente un hombre con abundante pelo.

Era una buena persona y siempre fue amable con Marie. En el pasado, cuando no podía hacer bien su trabajo o incluso cuando la doncella a cargo de la cocina la regañaba, él la defendía.

Marie le pidió cautelosamente si podía usar la cocina por un tiempo. Por suerte, Peter asintió sin decir nada en especial.

—Está bien, pero tienes que dejarla limpia y ordenada.

—¡Sí, gracias! Definitivamente, le devolveré el favor.

—¿Qué favor? Has estado trabajando duro en la cocina. Además, solo es por un rato.

También le dijo que podía usar los ingredientes que sobraban.

—Por cierto, Marie, ¿sabes cocinar? ¿Puedo ayudarte? De todos modos, no tengo nada que hacer en este momento.

Marie negó con la cabeza.

—Está bien. Creo que puedo hacerlo. —Se remangó—. Vamos, hagámoslo. Los ingredientes que podemos utilizar…

Buscó los ingredientes que quedaban.

Claramente no puedo usar carne ni fruta. Hacer chocolate caro es difícil. Harina, leche, huevos, mantequilla… Eso es todo lo que puedo emplear. 

No importaba mucho. Después de todo, lo que quiere hacer no es un plato de alta calidad, sino simplemente unos dulces que puedan cambiar el estado de ánimo.

¿Debería preparar galletas de borgoña con mantequilla [3], bizcochos de clara de huevo, dacquoise [4] y tartas? 

La mujer de su sueño disfrutaba cocinando postres franceses. No requieren ningún ingrediente especial y no son complicados de hacer, por lo que se pueden hornear bastantes.

Bien, comencemos. 

Primero, mezcló la mantequilla blanda y la miel. Luego, lo puso en la harina. A continuación, revolvió la sal y las yemas de huevo enérgicamente.

—Étoiles, amour~ (Estrellas, amor~).

De su boca fluían canciones populares francesas, como si se hubiera convertido en aquella mujer, mientras sus manos seguían moviéndose.

Vertió una pequeña cantidad de ron en el recipiente para realzar el sabor de la mezcla, añadió la harina preparada anteriormente y, luego, amasó.

Y después de darle una forma bonita, unto superficialmente el área circundante con agua y huevo… 

Mientras horneaba la masa terminada de las galletas de borgoña, hizo la siguiente tanda de postres: bizcochos de clara de huevo.

Estos pastelitos se originaron en un convento, en concreto, fueron creados por las monjas, que desechaban con frecuencia las claras de huevo.

Primero, hierve la mantequilla en una olla.

Sus manos se movían hábilmente, como si siempre hubiera cocinado. Hervir la mantequilla, colar, mezclar las claras de huevo, enfriar y hornear.

¿Funcionará?, pensó mientras cocinaba con vehemencia galletas, bizcochos, dacquoise e incluso tartas.

Movía las manos a medida que recordaba a la mujer de su sueño, pero no podía saber si lo estaba haciendo bien.

Espero que esté delicioso. 

La mujer de mediana edad siempre cocinaba con la esperanza de que sus hijos disfrutaran de la comida. Incluso si no es ella, es un deseo común de todos los cocineros que el comensal se deleite con comida deliciosa.

A Marie también le gustaría que ellos disfrutaran de estos dulces. Por eso, se quedó hasta tarde preparando apasionadamente los postres.

♦ ♦ ♦

Al día siguiente, se dirigió al Jardín de los Cisnes.

—¿Qué es esto?

Kiel abrió los ojos como platos cuando miró la bolsa que le tendió Marie.

Ella se sonrojó levemente, sintiéndose avergonzada sin razón.

—S-Solo… los hice en agradecimiento por haberme ayudado hasta ahora. En realidad, hoy es mi último día en el Jardín de los Cisnes —dijo.

—Oh, ¿lo es?

—Sí, ahora tengo que ir a trabajar a otro lugar.

—Ya veo…

Kiel asintió con semblante extraño y, luego, abrió la bolsita. Cuando miró dentro, se sorprendió.

—¿Lo hiciste tú?

—Oh, sí. Aunque son así de simples…

—Increíble.

Quedó realmente impresionado.

No eran dulces extravagantes. En comparación con los que se suelen encontrar en una mansión o fiesta, eran bastante sencillos. Pero se percató que los había preparado con sumo cuidado.

Siempre pareces trabajar hasta tarde en la noche, y, aún así, ¿cuándo los hiciste…? 

Además, los dulces con colores claros, textura suave y aroma delicado se veían muy deliciosos.

—E-Es solo que… hice esto porque estoy agradecida por la ayuda que me has brindado hasta ahora, así que no te preocupes demasiado.

Al verla tartamudear avergonzada, Kiel sonrió en silencio.

—La señorita Marie es muy amable… También es linda.

—¿E-Eh?

El rostro de Marie se puso rojo ante sus inesperadas palabras.

—N-No te burles de mí.

—No me burlo de ti. Lo digo en serio.

Se sonrojó aún más ante su voz seria.

¿Es un mujeriego?, pensó, mas al ver su rostro serio, ese pensamiento desapareció.

—Muchas gracias. Aunque no he sido de mucha ayuda… —dijo, mirando la bolsa.

Por supuesto, no es un gran regalo. Más aún, considerando el estatus social de Kiel.

Ninguno de los numerosos regalos amontonados en su mansión era valioso y precioso… como este.

¿Cuán valioso era este regalo lleno de sinceridad?

He tenido muchas cosas en mente.

Sonrió ante la agradable sensación que no había experimentado en mucho tiempo, tomó la galleta y se la llevó a la boca.

En ese instante, sus ojos se abrieron de par en par.

—¿Está… buena? —preguntó Marie con cautela.

—Está muy buena —respondió después de un momento.

—¿De verdad?

—Sí, no me gustan mucho los dulces… pero esto… está muy delicioso.

Aunque no fue muy cortés lo que dijo, cerró los ojos y disfrutó del sabor.

Esto… tiene un sabor similar al de las galletas que hacía mi madre.

Cuando era niño, su difunta madre a menudo le preparaba dulces. Y sabían así. Llenas de amor y sinceridad.

—Menos mal. Estaba preocupada…

Kiel sonrió al verla reír.

—Gracias, enserio. Definitivamente los apreciaré y me los comeré —declaró—. ¿Hay algo que quieras? Haré lo que desees en agradecimiento por este precioso regalo.

—¿Algo que quiera?

—Sí. Te juro que haré todo lo posible.

Era una conversación que sorprendería a cualquiera. Lo “juraba”. Eso no era nada banal. Por supuesto, Kiel lo sabía, pero estaba muy agradecido con la chica que le había mostrado tanta sinceridad, y la apreciaba.

Ahora bien, parecía ella preocupada por sus inesperadas palabras. No obstante, en un momento dado, Marie dijo con cautela:

—En realidad… no quiero nada… pero tengo algo que decirte.

—¿Qué es?

—¿Puedo decirte algo?

—Sí, adelante.

Kiel se preguntó qué le pediría la chica. Sin embargo, las palabras que salieron de su boca fueron algo que nunca habría esperado.

—Si… estás pasando por un mal momento, espero que esto te anime.

—¿Perdón?

Cuando le preguntó sorprendido, la chica dijo desconcertada:

—E-Es decir… últimamente has estado pasando por un momento difícil. Puede que me equivoque y que sea insolente de mi parte decir esto solo unos días después de conocernos, pero… espero que te animes, escudero —titubeó por un segundo antes de declarar—: quizás… Lo siento si te ofendí por entrometerme cuando ni siquiera te conozco.

El joven de cabello plateado guardó silencio un momento y, luego, negó con la cabeza.

—No me ofendiste. En absoluto. Más bien… —Observó el rostro de Marie. Era linda y amable. Sus ojos estaban claramente fijos en su cara—. Puede que sea difícil animarme… Pero gracias. De verdad.

♦ ♦ ♦

Luego, fue el turno del fantasma rubio.

—¿Qué es esto…?

Ante su fría reacción, Marie se arrepintió inmediatamente de haberle dado los dulces.

Después de todo, solo debería haber hecho dulces para el escudero. 

De hecho, meditó mucho sobre preparar sus dulces o no. En el caso de Kiel, tenía un motivo y era expresarle su gratitud por ayudarla en su trabajo. En cambio, en cuanto al hombre rubio, no había ninguna razón. Aún así, los hizo al mismo tiempo, mas, como era de esperar, su respuesta fue amarga.

—S-Son dulces. Los hice pensando que te gustarían… Si no te gustan, no tienes que aceptarlos.

El hombre miró en silencio la bolsa durante un buen rato. Teniendo en cuenta su habitual comportamiento frío, Marie naturalmente pensó que se los rechazaría. Pero dijo algo inesperado.

—Debes haber trabajado duro para hacerlos. Me los comeré.

Lo miró sorprendida. Fue una reacción inesperada. No obstante, eso no fue todo.

—Qué coincidencia… —murmuró.

Marie ladeó la cabeza ante la voz que contenía unos ambiguos sentimientos.

—¿Eh?

—Nada.

Como de costumbre, el frío hombre le dio la espalda sin responder. Aunque, antes de desaparecer, declaró algo que nunca habría imaginado:

—Te esforzaste mucho en arreglar el jardín. Gracias.

—¿Gracias? ¿Qué? —murmuró Marie mientras él se desvanecía en la distancia.

No parecía estar agradeciéndole por los dulces. Limpiar el jardín era su tarea, así que simplemente trabajó duro, entonces, ¿por qué le dio las gracias?

♦ ♦ ♦

—Dulces… —murmuró suavemente el príncipe heredero Rael, el hombre rubio que salió del Jardín de los Cisnes, mientras miraba la bolsa de dulces.

Recordó a la chica que se los había dado. Hornear dulces era un pasatiempo que disfrutaba la séptima princesa, su hermana menor, que tuvo una muerte injusta en ese jardín. Recientemente había estado visitando ese lugar para honrar a su hermanita que falleció durante esa época. Sin embargo, le regalaron dulces.

Con eso en mente, sacó una galleta y enterró sus dientes. Tras probarla, se sorprendió un poco. Sabía mucho mejor de lo que esperaba.

No está mal. Es mucho mejor que el pastelero del Palacio del León que pone mucho sirope para nada. 

Además, lo que lo sorprendió aún más fue que el sabor le recordaba a los que hacía su hermana hace mucho tiempo. Aunque no era muy buena, le gustaba.

Sin embargo, solo había una razón por la que el sabor de los dulces le hizo recordarla: su sinceridad. Parecían unos simples dulces, pero podía sentir que contenían una gran sinceridad.

—¡Hermano! ¡Ran! ¡Prueba esto! 

—¿Qué? ¿Lo volviste a quemar? 

—Aún así, pruébalo. Me esforcé mucho en hacerlo. 

Rael cerró los ojos por un momento ante los recuerdos de su hermana que le vinieron a la mente.

¿Se llamaba Marie? 

El nombre que escuchó el otro día en el incidente con el músico. Según la investigación, esa doncella también se encontraba en el lugar de los hechos durante el suceso del escultor.

Extrañamente, seguimos coincidiendo. 

Sacó una galleta de nuevo y la mordió. El sabor de la mantequilla se esparció por su boca.

—En cualquier caso, gracias por los dulces.

Después de saborearlos por un momento, se levantó de su asiento y murmuró:

—¿Ya es hora?

Su rostro susurrante bajo la luz era sumamente frío mientras evocaba los recuerdos que le venían a la mente. El Príncipe Cruel, reverenciado por el miedo, se volvió y habló con frialdad:

—Mucho tiempo sin verte. ¿Cómo has estado?

Tan pronto como dijo aquello, apareció una figura entre la oscuridad de los árboles. Un rostro tan hermoso como una escultura, y un elegante cabello blanco. ¡Sorprendentemente, se trataba de Kiel, quien había estado hablando con Marie antes!

—Salve a Su Alteza el príncipe heredero del imperio —mostró sus respetos con una expresión sombría y seria.

—Sí. —Rael observó con arrogancia como se hincaba de rodillas—. Comandante de la guardia imperial, marqués Kielhan.

Si Marie hubiera escuchado las palabras que salieron de la boca del príncipe, no podría haberlo creído.

¡El marqués Kielhan!, el comandante de la guardia imperial y quien protegía la frontera noroeste. ¡El número de soldados pertenecientes al clan es de nada más y nada menos que treinta mil!

Ese hombre de cabello blanco, era el más distinguido caballero del imperio. Descendía del clan militar más fuerte y con mayor influencia y poder aparte de la familia imperial.

—Últimamente has estado viniendo al Jardín de los Cisnes —le dijo el príncipe Rael a Kielhan, que todavía estaba arrodillado—. ¿Por qué un perro que no pudo proteger a su dueño sigue merodeando por aquí?

«Un perro que no pudo proteger a su dueño». Al escuchar esas palabras, la expresión de Kiel se contrajo de dolor.

Cuando murió la séptima princesa, en aquel entonces su caballero no era otro que él.

—Lo siento.

Rael suspiró por lo bajo.

—Es suficiente. No quise encontrarme contigo para culparte por lo que pasó en ese entonces —habló con voz fría—. ¿Has considerado mi proposición de la última vez?

Los ojos de Kiel se agitaron mientras bajaba la cabeza. Al ver que era incapaz de hablar, Rael frunció el ceño.

—Responde. Te he dado suficiente tiempo.

—Lo siento. —Kiel respondió, mordiéndose los labios—. No puedo hacerlo.

Los ojos azules del príncipe se hundieron profundamente en él.

—¿Esa es tu respuesta? —Él no contestó, así que Rael repitió—: pregunté si esa es tu respuesta, Kielhan.

—Lo siento.

—Kielhan, no, Kiel. Una vez fuiste mi querido amigo. No obstante, ¿de verdad crees que el emperador Thorn II volverá a despertarse? —dijo.

Thorn II, el padre de Rael y actual emperador, fue quien declaró la guerra al Reino Cloyan y el culpable principal de todas las tragedias ocurridas en la familia imperial.

Kielhan negó con la cabeza en silencio.

—No. Probablemente será difícil que Su Majestad se recupere.

—Si es así, entonces ¿por qué estás siendo absurdamente leal?

—Porque es mi deber.

—¿Tu deber? —Rael arqueó las cejas y prosiguió con ira en su voz—. ¿Te refieres a la ley de la familia Saton según la cual tienes que proteger ciegamente al emperador sin cuestionar la razón? ¿Así que te enfrentarás a mí por un emperador que no despertará? ¿Porque Thorn II no me reconoció como príncipe heredero?

Kielhan no respondió, pero Rael sabía lo que significaba.

La familia Saton, que ha estado protegiendo al emperador desde la fundación del país, solo reconoce como heredero legítimo al designado directamente por el emperador como príncipe heredero del imperio.

Cuando Rael mató al príncipe heredero original con sus propias manos y ascendió al puesto, fue visto como un maldito usurpador para Kielhan de la casa Saton.

—Sí, sé muy bien lo que quieres decir.

—Lo siento, Su Alteza.

—Dime una cosa Kielhan, no, mi gran amigo, Kiel.

—¿Qué es?

—¿Por qué crees que te propuse eso? ¿Porque necesito tu ayuda? —preguntó el Príncipe Cruel en voz baja. Era un tono frío e indiferente—. No. Ya no necesito tu ayuda. Si quisiera, podría quitarle la corona a Thorn II ahora mismo y convertirme en el emperador por mí mismo. Lo sabes, ¿verdad?

Kielhan lo escuchó en silencio.

—Sin embargo, solo hay una razón por la que te hice esa propuesta: porque no quiero cortarle el cuello con mis propias manos al hombre que solía ser mi íntimo amigo. ¿Crees que no puedo matarte?

—No… Si así lo desea Su Alteza, así será.

—Te lo preguntaré una última vez: ¿de verdad no está dispuesto a doblegar su voluntad, marqués Kielhan? —dijo Rael con sus ojos azules brillando gélidamente.

El susodicho se mordió sus labios estatutarios.

—Lo siento, Su Alteza…

—Lo entiendo. Respeto tu voluntad y la de tu familia.

Rael se volvió y se alejó de su asiento. De esta manera, los dos pasaron de ser viejos amigos a enemigos que algún día tendrán que matarse entre sí.

Kielhan dejó escapar un suspiro profundo.

—Ran —pronunció amargamente el antiguo apodo del príncipe heredero.

El príncipe heredero, el primer ministro Orn y la séptima princesa eran sus preciados amigos. De jóvenes solían reunirse en el Jardín de los Cisnes y compartir los dulces horneados por la séptima princesa.

Recuerdos de momentos felices.

Pero esa felicidad no duró mucho. Las crueles manos de la familia imperial condujeron a la muerte a la séptima princesa, y ahí terminó su felicidad.

—Es frustrante —murmuró—. Es asfixiante.

Sin embargo… ¿por qué de repente recordó las palabras de la doncella con la que se encontró durante el día?

«No sé qué ha pasado, pero espero que esto te anime» .

Había pasado mucho tiempo desde que alguien se preocupaba por él.

—¿Marie…?

Recordó su rostro. Aunque era de complexión pequeña, menos de la mitad de su cuerpo, era linda y parecía de alguna manera fuerte.

—Quiero volver a comer sus dulces —murmuró.


[1] El concertino es el violinista primero de una orquesta, encargado de la ejecución de los solos.

[2] Atendible es ser digno de atención o de ser atendido. Básicamente Marie dice que no existe una razón por la que valga la pena llamarla.

[3] Las galletas de borgoña son galletas de vino tinto. Borgoña es un vino de la región francesa con mismo nombre.

[4] La dacquoise es una tarta originaria del suroeste de Francia.

Den
Ay, Rael, Kiel está ganando muchos puntos TwT

Una respuesta en “Una doncella competente – Capítulo 1: Un milagro increíble (4)”

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