Traducido por Lucy
Editado por Ayanami
Mediodía.
Mientras daba un paseo por el jardín de la mansión, descubrí que, por todo el lugar, crecía hierba plateada[1].
La hierba plateada se marchita en invierno, por lo que no es habitual que aún permanezca, así que me agaché ante ella.
Observé distraídamente su balanceo.
Levantando la mirada hacia el cielo, vi la luna. Seguí leyendo “¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 73: Ella y la vista de la Luna”
Traducido por Lucy
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Al fin pude decírselo a mi hija.
Cuando mi hija salió de la habitación, respiré aliviado por haber cumplido con mi deber de padre.
La “etiqueta entre hombres y mujeres” que se transmite en nuestro país.
Lo que normalmente debería ser impartido antes de su debut social, lo he mantenido oculto hasta ahora. Una vez que le dijera tal cosa, mi hija, que no quería casarse con la realeza, encontraría rápidamente un hombre adecuado, es lo que había pensado, y mi juicio parecía correcto. Seguí leyendo “¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 72: La melancolía del Primer Ministro (4)”
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—Oye, Lidi. ¿Cómo volviste aquel día?
Han pasado unos pocos días desde que me escapé de Freed.
Después de la cena, mi Hermano hizo una visita a mi habitación y me preguntó eso.
Por cierto, esta vez, me ocupe de informar de este asunto a mis padres. Seguí leyendo “¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 71: Ella y la etiqueta”
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—Llegas tarde. ¿Disfrutaste de la última noche?
Cuando Alex me saludó, así nada más entrar en el despacho, deje escapar un fuerte suspiro.
Estaba terminando una enorme pila de documentos en el escritorio de su despacho mientras decía eso.
Era consciente de que lo había presionado con el trabajo de oficina de la mañana, pero me sentía culpable si me lo decía con tanta franqueza. Sobre todo porque son las palabras de su hermano mayor. Seguí leyendo “¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 70: Él y sus singularidades”
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—Abuela, ¿tienes la medicina?
Suspiré cuando alguien habló al abrirse la puerta.
Solo al principio era tímido, ahora sin importarle más, el shinigami de ojos rojos habló y llegó a mi lugar.
—¿Qué es lo que te duele? ¿La cabeza? ¿Para qué la has usado? Seguí leyendo “¡No quiero ser Princesa! – Historia paralela 28: La bruja caprichosa (5)”
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—Hiii, fue terrible…
Habiendo obtenido, por fin, algo de espacio, solté un profundo suspiro.
Como estaba previsto, en este momento, Freed se dirigió a la oficina.
Está bien, pero, por alguna razón, terminamos haciéndolo dos veces antes de que se fuera. Seguí leyendo “¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 69: Ella y su apuesta (2)”
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—Uuum…
Me pregunto cuánto tiempo estuve durmiendo. Cuando me desperté había tanta luz que me costaría decir que no es de día.
Recuerdo haberlo hecho hasta la madrugada. No importaba cuántas veces apelara a que me era imposible, él no me escuchaba, realmente duró hasta la mañana. Seguí leyendo “¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 68: Ella y su apuesta (1)”
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Freed, que sonreía significativamente, me sujetó las caderas y, de un tirón, llevó sus caderas hacia delante.
Mi cuerpo, que por fin recibía el estímulo que estaba esperando impacientemente, reaccionó antes que otra cosa… Aah, se siente bien.
—Haan.
—Mira… he entrado hasta el fondo. ¿Puedes notar que he entrado hasta el fondo de tu interior, Lidi?
Sintiendo como su miembro se retorcía dentro, como si afirmara su existencia, asentí repetidamente. Seguí leyendo “¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 67: Ella y la noche prometida (2)”
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Cuando asentí diciendo que quería consolarlo, una sonrisa se dibujó en el rostro de Freed, como si fuera una persona diferente a la de hace un momento, e impacientemente aceleró su paso.
Aunque me pareció extraño, ya que no saldría corriendo aunque él no se apresurara tanto, no me siento mal al ser tan deseada.
Sin embargo, mientras caminaba, sólo pensaba en cómo debía consolar a Freed.
Quiero que me consuelen. Seguí leyendo “¡No quiero ser Princesa! – Capítulo 66: Ella y la noche prometida (1)”
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Me siento bien por primera vez en mucho tiempo.
Caminé a paso rápido para regresar rápidamente a mi país. Es difícil tener un equipaje grande, pero es un recuerdo para mamá. Seguí leyendo “¡No quiero ser princesa! – Historia paralela 27: La canción de cuna del Apóstata”
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—Ooh. ¿No está totalmente enamorada?
Sentado en un árbol adecuado, vigilé a la princesa.
Gracias a la investigación de anoche, el mapa del castillo ya está en mi cabeza. Seguí leyendo “¡No quiero ser Princesa! – Historia paralela 26: Maniobras secretas de un Shinigami – Continuación”
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—Sinceramente, Lidi. No entiendes nada.
—Haa…
Mientras oía a Freed refunfuñar tales quejas, me llevaron junto a un hombre de alto estatus que parecía de unos cuarenta años, y una mujer que parecía ser su esposa. Seguí leyendo “¡No quiero ser princesa! – Capítulo 65: Ella y la celebración de la fiesta de la victoria (2)”
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La primera vez que lo conocí, sentí como si me hubiera golpeado un rayo.
Era un hermoso príncipe heredero de cabello rubio y ojos azules, como si hubiera salido de un cuento. Quería convertirme en alguien especial para él, alguien que nunca rompiera su amable sonrisa. Seguí leyendo “¡No quiero ser princesa! – Historia Paralela 25: El dolor de la hija de un marqués”
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—¿Oh? Has venido.
—Hermano mayor.
Gracias a Alex, me las arreglé para recuperarme, y después de prepararme, entré en el lugar de la fiesta de celebración de la victoria. Seguí leyendo “¡No quiero ser princesa! – Capítulo 64: El camino de los amigos de la infancia”
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Editado por Ayanami
En el momento en que entramos en el lugar de la fiesta de la celebración de la victoria, las miradas inquisitivas se reunieron sobre nosotros.
Tan pronto como entré escoltada por Freed, el lugar se volvió ruidoso en un instante.
Woah… Todo el mundo nos está mirando fijamente. Seguí leyendo “¡No quiero ser princesa! – Capítulo 63: Ella y la fiesta de celebración de la victoria (1)”