¡¿La Bruja devoradora de desgracia en realidad es un vampiro?! – Interludio 1: Resfriado, la llave, y él

Traducido por Sharon

Editado por Yusuke


Yuuri despertó con el golpe de su puerta.

No estaba segura qué hora era con la somnolencia, pero asumió que el sol debía estar alto en el cielo por la forma en que la luz pasaba por las gruesas cortinas. Bajo circunstancias normales, Yuuri se habría despertado hace mucho tiempo.

—¿Señorita Yuuri? ¿Está en casa?

Había sólo un conde extraño que visitara su tienda regularmente. Sujetando su cabeza dolorosa, escalofríos bajaron por el cuerpo de Yuuri mientras se arrastraba fuera de la cama. Observó por la ventana de su baño, pero un toldo de lona oscurecía su visión de la puerta.

Yuuri no se enfermaba, pero la única vez que lo hizo, coincidió con la visita de Ernest.

Estoy tan sedienta… ¿Pero por qué tan pronto después de la última vez que bebí?

Otro golpe sonó en la puerta, pero en su actual estado, necesitaba pretender que no estaba en casa. No había pasado ni un mes desde que Ernest le ofreció sangre por última vez, pero al estar enferma, su sed había despertado.

Tenía miedo de que si le veía ahora, anhelaría su sangre aunque no tenía razones para justificarle su recompensa.

Después de observar por un tiempo, finalmente vio que Ernest se alejaba. El alivio que sintió estaba acompañado con un golpe de soledad mientras se volvía a la cama.

Solo observarlo la llenaba de una sed indescriptible. Tenía una jarra con agua y un vaso cerca, pero estaba tan débil que ni siquiera podía arreglárselas para alcanzarlo.

De todas formas no tenía sentido, el agua no calmaría la sed.

Yuuri cerró sus ojos, dejando ir todo sentido de la realidad y paso del tiempo.

♦ ♦ ♦

En sus sueños, vio a Ernest observarla con una mirada gentil.

—¿Te encuentras bien? Tienes una fiebre alta.

Su gran mano acariciaba la frente de Yuuri. Era fría y suave, y no quería que se detuviera

—Creo que estoy resfriada. Mi cabeza duele y tengo tanta sed.

—Necesitas algo de agua —dijo Ernest, observando el cuarto antes de finalmente notar la jarra. Yuuri sacó su mano de debajo de la manta y tiró de sus pantalones.

—No, espera…

Si Ernest no estuviera allí, ella podría soportar la sed. Pero él sí estaba. Y como era un sueño, sentía que podía pedirle cualquier cosa que quisiera sin temer las consecuencias.

—¿Quieres sangre? ¿Es eso?

—Sí, lo quiero… Tengo tanta sed. Estoy segura que es porque estoy enferma.

En sus sueños, Yuuri podía ser tan abierta como quisiera.

—Te daré sangre, pero lo pondré en tu cuenta, ¿bien? Tendrás que hacer algo por mí a cambio.

Ernest amaba molestar y provocar a Yuuri, aun así, todo lo que ella quería ahora mismo era que fuera amable y gentil.

—¿Algo por ti…?

Aun mareada, Yuuri luchó por pensar en qué podría considerar una compensación adecuada. Como noble, ninguna cantidad de dinero o bienes que pudiera prepararle le satisfacerían. Tampoco le faltaba dinero. Aun así, ella se esforzó por pensar, intentando que se le ocurriera algo que tuviera que él quisiera. Finalmente, la respuesta llegó.

—¿Te gustaría té de jazmín, señor Ernest? —intentó.

—¿Té? No, no me refería a eso.

—Pero pensé… Quiero decir, nunca lo pagas…

Él siempre estaba deteniéndose en la tienda para servirse de los aperitivos y té de Yuuri. Seguramente ella estaba en su derecho de pedirle que apague la sed a cambio.

—Heh, heh, ¡supongo que bajé la guardia en esa! Es lo justo, si eso es lo que se necesita para que mejores, te daré mi sangre.

Coincidentemente, bajo la mesa había una manzana y un cuchillo. Sus sueños estaban siendo muy prácticos hoy, al parecer.

Ernest tomó el cuchillo y cortó su dedo anular de la mano izquierda. Parecía que todo lo que quisiera se estaba cumpliendo en este sueño. Pero no quería que sólo sus deseos se vieran satisfechos, así que se preguntó qué podía hacer por Ernest.

Si estuviera en mi poder, le daría todo lo que quisiera. Cualquier cosa, en cualquier momento, todo lo que necesita es preguntar.

Él puso su dedo en su boca. Yuuri estaba feliz de poder saborear la sangre, incluso en su sueño. Un momento después, su mente se dejó llevar con la feliz intoxicación.

—Qué forma más malvada para probar mi auto-control. Podría eliminar cualquier afirmación de ser un caballero, aquí y ahora.

Borracha con el suave sabor de la sangre, Yuuri ya no podía entender qué decía el conde. Todo lo que entendía era que le había desconcertado de alguna forma. Por alguna razón, su frustración la divirtió.

Deleitarse con la irritación de otros era un hábito malo. Quizás Ernest tenía razón, quizás Yuuri era una bruja malvada.

♦ ♦ ♦

El cuarto estaba oscuro cuando Yuuri despertó de su pacífico sueño. Su fiebre había bajado, y con ella, su sed incontrolable.

Sin embargo, había una lámpara a un lado, una que no había prendido. Su luz gentil iluminaba la figura alta de un cierto joven, esparciendo su sombra por la pared.

—Finalmente has despertado. ¿Cómo te sientes?

¿Qué estaba haciendo aquí? Asustó tanto a Yuuri que su corazón dio un salto, y su boca se abrió y cerró varias veces.

Yuuri se sentó inmóvil en la cama mientras Ernest se inclinaba y tocaba su frente con la de ella gentilmente. Estaban muy cerca.

—Tu fiebre sigue alta. ¿Has comido hoy?

La bruja se mantuvo en silencio. Se sentía acalorada y su corazón latía con fuerza, pero ninguno era causa de su resfriado. Si se enfermaba más, sería la culpa de Ernest.

Le miró fijamente una vez que él se alejó.

—¿Por qué…? ¿Cómo entraste a mi casa?

—Oh, mi señorita Yuuri, el cerrojo de su puerta es tan tosco que un simple cable lo deshizo. —Ernest le contó de su invasión con una reverencia. La ilegalidad de sus acciones no pareció molestarle.

Entonces le contó los eventos de su día a Yuuri. La había visitado en la tienda esa mañana, y cuando estaba por irse porque Yuuri no le respondió, la sintió espiarle desde la ventana del segundo piso.

—Mis agudos sentidos-Yuuri detectaron que estabas enferma, así que fui a comprar algo de fruta para ti y regresé.

Volvió a golpear la puerta para dejarle saber que había ido a revisarla, pero todavía no hubo respuesta. Genuinamente preocupado por su bienestar, no tuvo otra opción más que romper el cerrojo.

—No se preocupe, mi dama. Mientras dormía, pedí la ayuda de un cerrajero para reemplazar el anterior con uno más seguro.

—¿P-P-Por qué irías a hacer algo como eso?

Ernest giraba la llave atada a una cadena en su mano mientras hablaba. La llave tenía el mismo tamaño que la anterior y Yuuri asumió correctamente que era de su nueva cerradura.

—¿Por qué? Porque es demasiado descuidada. No puedo perder todo mi tiempo preocupándome por ti, ¿verdad? —dijo mientras dejaba la llave en su mesa de luz. Entonces tomó la manzana y el cuchillo, se sentó en la silla a un lado de su cama, y comenzó a pelarla.

—¿Incluso los nobles rompen la ley?

Yuuri se encontró impresionada con la habilidad que estaba demostrando con la fruta.

—Esta es una de las muchas cosas que aprendes en el internado —le dijo Ernest alegremente, dejando los pedazos cortados como media luna en el plato al terminar. Luego puso uno en la boca de Yuuri—. Necesitas comer nutrientes para ayudarte a mejorar.

Una dulzura jugosa explotó en su boca. No había tenido apetito en todo el día, pero devoró la manzana que el conde le dió sin demora.

¿Una manzana…? ¿Y el dedo del señor Ernest…?

Hubo una manzana en su sueño también. Y en ese mismo sueño, Ernest había cortado su dedo anular. Aquí, en el mundo real, él tenía una venda en ese dedo.

¿Qué…?

Sintiéndose mareada repentinamente, colapsó en la cama. El pensamiento de que su sed hubiera sido saciada luego de que Ernest se lastimó amenazó su ser. Cerró los ojos, desesperada para que el sueño la quitara de esta realidad.

—¿Señorita Yuuri? ¿Qué sucede? ¿Te sientes bien? —le preguntó Ernest, presionando su mano en su frente. Ella se deslizó dentro de las mantas, desesperada por ocultarse.

—Estoy bien. Simplemente necesito un buen sueño ahora…

—¿Está segura? Puedo venir a revisarla mañana en la mañana antes de ir a trabajar.

—Gracias… Bueno, buenas noches. —Yuuri se despidió, sin salir de sus mantas.

A pesar de que su visita le trajo una gran ansiedad, seguía feliz porque Ernest se preocupara por ella.

Aunque la visita de Ernest y el cambio de cerradura le dio gran agitación, cuando se despertó, se olvidó del tema por completo.

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