No es mi guardia sombra, es mi amante – Capítulo 3: Quejas

Traducido por Shisai

Editado por Shiro


Había pasado medio mes desde la cena familiar, las preocupaciones de Xia Qian’an que tenía en un principio se disiparon lentamente y pasó todos los días perezosamente. También le gustaba este tipo de vida. Si su identidad no fuera tan complicada, sería mejor.

El bosque de bambú era tranquilo y sereno. De vez en cuando, soplaba brisa, y las hojas de bambú crujían, trayendo consigo un ligero aroma fresco a bambú en el aire. Los lejanos acordes del guqin calmaban los corazones impetuosos de los oyentes, y el efecto relajante era sorprendentemente bueno.

Cuanto más se acercaban, más claro podían oírlo.

—¿Qué hay frente a nosotros? —preguntó Xia Hongxuan con una sonrisa.

Xia Hongxuan también había venido a la mansión del príncipe Jing una o dos veces, pero nunca antes había estado en el Patio de Bambú Verde. De repente, escuchó el suave sonido de un guqin y se interesó. Esta habilidad era comparable a la del palacio imperial. Quizás fuese incluso un poco mejor.

—Debería ser del pequeño bosque de bambú en el Patio de Bambú Verde. Este también es un camino que conduce allí —Xia Jinwen dijo con una cálida sonrisa que hacía que la gente se sintiera bien con él a primera vista.

Xia Jinwen era el segundo hijo de la mansión del príncipe Jing. Era gentil, y sonrió ligeramente a todos, pero las personas que estaban familiarizadas con él estaban al tanto de su esencia.

¿Qué persona perteneciente a la realeza era pura? Durante mucho tiempo habían sido teñidos de negro por la casa de Gong Dou, y ni siquiera los niños podían escapar. Sin mencionar a la familia real, incluso las de origen humilde tenían peleas internas.

Xia Jinwen parecía jade en la superficie, pero en esencia, se encontraba alejado de los demás. Tenía un hermano gemelo mayor, cuyo carácter era totalmente opuesto al de él, y cuyo nombre era casi el mismo que el suyo. Se llamaba Xia Jinhan. Éste, como su nombre lo indicaba, era frío y de pocas palabras y expresiones. Tenía siempre un frente frío con cualquiera, y sus padres no eran la excepción.

—¿Oh? ¿Quién vive allí?

—Creo que es Xia Qian’an, ¿verdad? El hijo de una concubina.

—¿Oh? ¡Vamos a echar un vistazo! —Los ojos de Xia Hongxuan se entrecerraron ligeramente, y dijo esto con una sonrisa mientras se dirigía al bosque de bambú.

Xia Jinwen sólo sonrió, no dijo nada y lo siguió. Sus ojos eran profundos. Pensó que este medio hermano suyo era mejor de lo que decían los rumores. Podía tocar el guqin muy bien.

El camino hacia el pequeño bosque de bambú, además del que atravesaba el Patio de Bambú Verde, era remoto, pero pocas personas lo notarían. Esta vez, Xia Hongxuan descubrió que a medida que se acercaba, podía escuchar mejor la música.

Éste y Xia Jinwen caminaron un rato, luego vieron a quien tocaba. En ese momento, Xia Hongxuan pensó que había visto al hijo de una familia pobre. El hombre estaba vestido de blanco, y su cabello estaba parcialmente suelto, pero era hermoso.

En particular, tenía un temperamento que se había formado naturalmente y no de manera deliberada.

Xia Jinwen todavía sonreía cálidamente, pero no lo hacía con sus ojos. Por el contrario, lo miraba con desprecio.

Cuando An Jiu sintió la extraña aura del visitante, le dijo a su Maestro que volvería a las sombras y, a la señal de éste, saldría, pero le aseguró que no se alejaría de él.

Cuando los dos hombres se acercaron, Xia Qian’an acaba de terminar la canción. Levantando la vista, se dio cuenta de que conocía a uno de ellos. A pesar de encontrarse un poco rígido y pálido, se levantó rápidamente y miró a Xia Hongxuan y Xia Jinwen.

—Tercer… Tercer hermano mayor —lo saludó con voz ligera y temblorosa. Tenía cierta impresión de esta persona, pero cuando vio a la persona real, Xia Qian’an sintió vagamente que no era tan cálido como decían los rumores.

Su intuición arruinó la máscara de Xia Jinwen por error.

—¿Qué? Parece que me tienes miedo —dijo, y sonrió. Inesperadamente, su hermano era muy sensible.

Xia Qian’an abrió la boca, pero no sabía qué decir. Su semblante se veía tenso y su mano derecha inconscientemente sujetó el material en su muslo. Tan pronto como él se encontró con personas desconocidas, su cuerpo se puso un poco rígido y su temperamento desapareció.

Afortunadamente, sólo hablaron con él por corto tiempo y luego se fueron, pero el hombre al lado de Xia Jinwen lo miró a los ojos cuando se iba, lo cual fue extraño.

Cuando ambos se fueron, Xia Qian’an se sentó en el banco de piedra para respirar.

An Jiu salió a la luz y se paró medio paso detrás de su Maestro. Cuando sintió el aliento del otro, finalmente su corazón se calmó.

—Si tan sólo pudieras aparecer frente a la gente no estaría tan nervioso hablando con otros —Xia Qian’an susurró en tono quejumbroso sin darse siquiera cuenta.

An Jiu sintió un hormigueo en su corazón. Era un pequeño cosquilleo, este tipo de sentimiento era muy extraño.

—Maestro… —La voz de An Jiu todavía era fría y baja, pero al corazón de Xia Qian’an, lo hacía sentir a gusto.

—An Jiu, ¿hay otra forma de llegar al Patio de Bambú Verde?

Acababa de notar que iban en otra dirección.

—Si, señor.

—Mn, no creo que regresemos más aquí. Vamos, volvamos.

Xia Qian’an se levantó y el guardia dio un paso atrás. Cuando su Maestro no estaba muy lejos, tomó el guqin y lo siguió.

⧫ ⧫ ⧫

En los días que siguieron, Xia Qian’an sintió que su vida tranquila parecía haber llegado a su fin. Su madre vino a hablar con él, y su hermana, con quien compartía la misma madre biológica y a la cual disgustaba, vino a burlarse de él. No entendía bien su propósito, pero presintió que algo malo sucedería, y el aire a su alrededor parecía haberse tornado estático.

—Séptimo joven maestro, la señora le pide que vaya a verla —Dong Xue se paró afuera de la puerta y dijo respetuosamente.

—Mmm —respondió inexpresivamente, preguntándose qué le pediría su madre que hiciera. No estaba en condiciones de permanecer entre la multitud, y no quería tener demasiado contacto con los demás. Ahora alguien siempre vendría aquí para hablar con él o lo llamaría para ir allí de vez en cuando. Era deprimente.

—Señora, ¿me necesita para algo? —Xia Qian’an se sentó en un lugar lejos de su madre, su rostro inexpresivo.

En la mansión, los hijos e hijas de los plebeyos llamaban a su madre señora, y no podían llamarla «madre». Tiempo atrás, cuando su madre notó que su hijo se había alejado de ella, fue una situación que no le fue fácil de soportar. Ésta pensó que había tenido a este hijo por su alto valor, y que en el futuro, ella sería atendida por él, pero no esperaba que éste resultara ser tan cobarde.

Ahora tenía quince años, y a pesar de que había varias mujeres alrededor de los demás en este momento, su hijo ni siquiera tenía una en su habitación. Estaba preocupada por su salud.

—No eres joven ahora. ¿Cuáles son tus planes para el futuro?

Xia Qian’an la miró aturdido. ¿Cuál era su plan? Sólo quería vivir en reclusión ahora. Lo mejor era encontrar un lugar con pocas personas.

Mn… Sería mejor si An Jiu se quedara conmigo, pensó inconscientemente.

La señora vio que su hijo estaba aturdido y casi se enojó. ¿Cómo podría él no ser emprendedor? Ni ella ni su hija habían podido hacer que se preocupara.

—No te quedes callado. A tu edad, ya hay varias mujeres en las habitaciones de otros. ¿Por qué no tienes a nadie a tu alrededor ahora?

Había un fuego en el corazón de ella, y pensó que este era el camino hacia la paz.

—¿Ah? No hay nada malo en mí, hay cuatro en mi patio. —Xia Qian’an bajó ligeramente la cabeza. Esas cuatro doncellas eran el límite. Si unos pocos extraños más ingresaran al Patio de Bambú Verde, no se podría adaptar a ellos.

—Estoy hablando de encontrarte algunas concubinas… —La señora era tan dura como el hierro, ¿cómo podía ser tan lento el hijo del príncipe en este aspecto?

—Esto… ahora… aún no es urgente —La cara de Xia Qian’an estaba pálida en este momento, en lugar de sonrojarse con timidez. La idea de acostarse con una mujer extraña en su cama hizo que su cuerpo su pusiera más rígido.

—¿Por qué pones una cara tan fea? ¿Puede ser que… tengas algún problema con tu cuerpo?

Cuanto más lo pensaba, más probable era su suposición y más ansiosos estaban sus ojos. Si se descubriera que su hijo estaba enfermo… Si esto sucediera, dañaría la reputación de la mansión del príncipe Jing. El príncipe y la princesa no dejarían ir a la madre y al hijo. Tal vez el matrimonio de su hija sería con un desconocido.

—No, no hay nada malo con mi salud…

Xia Qian’an miró los ojos horrorizados de su madre, y su cuerpo tembló, su rostro se puso más pálido, y rápidamente agitó su mano en señal de negación.

¡Ayuda, qué terror!

—Madre te dará dos mujeres. Te llevaré al hospital más tarde.

—Señora… No… No, no tengo eso en mente ahora. —Xia Qian’an se negó a decir mucho, pero con quince años estaba aún en la secundaria, ¿por qué había concubinas en la antigüedad? ¡No era científico!

—Ah, no es negociable. Regresa.

La señora estaba impaciente, debía ver si había algún problema con el cuerpo de su hijo. Las dos mujeres que ella le dio eran para tentarlo.

En principio él se negó a llevar a las mujeres, pero al final tuvo que hacerlo.

De vuelta en el Patio de Bambú Verde, se apresuró a su estudio. Como aceptó las dos mujeres que su madre le había impuesto e inmediatamente después regresó adonde vivía, no le pidió a An Jiu que saliera. Así que tan pronto como entró a su patio, fue inmediatamente a la pequeña biblioteca para buscar consuelo en él.

—An Jiu… —dijo, y dejó que su guardia sombra saliera y lo agarrara en una fracción de segundo. Entonces, lo abrazó y enterró su cara contra su pecho, sintiéndose agraviado.

Ah, el pobre Xia Qian’an estaba tan molesto que abandonó su miedo original y se aferró a An Jiu para encontrar una sensación de seguridad.

Cuando su Maestro se pegó a él, su corazón se detuvo por unos segundos. No sabía dónde poner sus manos, pero no se atrevió a tocar al otro. Sus ojos se tornaron más y más profundos, los cuales cerró con control y luego los abrió unos segundos más tarde. Sus ojos habían vuelto a ser los de siempre.

—Maestro. —La voz de An Jiu era baja y anestesiadora.

—Ellas y yo no nos conocemos. ¿Por qué tuvo que imponérmelas? —Cuanto más hablaba más agraviado se sentía y más rojos se volvían sus ojos. En ese momento, todos sus problemas y quejas por este mundo extraño estallaron.

Odiaba tener contacto con otras personas. No rechazó a las cuatro doncellas, o más bien se había obligado a aceptarlas, pero éstas cuatro eran el límite. Ahora había dos personas más, de la clase más íntima, que habían sido forzadas en su vida para acostarse con él. No las conocía y no podía rechazarlas. Se sintió muy perjudicado. Cuando era un bastardo, su hermano no le imponía mucho, especialmente en sus asuntos privados.

—Maestro… puede… tratar de aceptarlas —An Jiu trató de ignorar su propia aspereza interior.

—¡No! ¡No puedo, las odio! —Xia Qian’an se aferró a él. Sólo quería un poco de paz mental y esto hizo que su voz sonara un poco ronca. ¿Por qué debería salir dañado? Quería volver a casa y volver a los tiempos modernos. En casa, no tenía que soportar tantas cosas incómodas.

An Jiu sintió que la piel de su pecho estaba siendo quemada por las lágrimas de su Maestro, y que la garganta de éste estaba demasiado tensa como para hablar.

Levantó la mano y dudó, pero luego devolvió el abrazo de su amo usando su mano derecha para acariciar su espalda suavemente, silenciosamente reconfortándolo.

Sintiendo su comfort, Xia Qian’an ya no pudo contenerse. Todas las quejas y ansiedades se convirtieron en lágrimas. Su llanto silencioso fue aún más doloroso.

Él rara vez había llorado desde que era un niño. Quizás se debía a su carácter y enfermedad. Podía ignorar la intimidación, regaños e insultos de los demás, porque podía sumergirse en su propio mundo y negarse a recibir información externa. Pero desde que llegó a este mundo extraño, estaba inquieto todos los días. Afortunadamente, podía encontrar una sensación de seguridad en An Jiu, por lo que mostraría su verdadero ser frente a éste.

Pero esta vez, el malestar interno y las quejas de Xia Qian’an llegaron al extremo, por lo que lloró imprudentemente frente a él.

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