Dama Caballero – Capítulo 82: Detente ahí

Traducido por Kiara

Editado por Gia


Debido a la confusión en su mente, Elena había estado demasiado preocupada como para comer, mientras Carlisle seguía dedicándole miradas preocupadas. Después de terminar la cena, ambos regresaron a su habitación.

¿Por qué me mira con tanto cariño?, se preguntó Elena.

Recordó cuando su hermano le dejaba una taza de chocolate dulce después de que su padre se enfadaba con ella. Siempre que lo tomaba, se sentía de buen humor, pero la sensación que le producía la mirada de Carlisle contenía una dulzura más profunda que el chocolate. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 82: Detente ahí”

Dama Caballero – Capítulo 81: Es demasiado grande.

Traducido por Kiara

Editado por Gia


Fue una sorpresa para Mirabelle cuando se enteró de que Kuhn iría al palacio. Había calmado su mente y decidido ir de pícnic con el sirviente, pero ahora sentía como si todo se estuviera derrumbando.

—Kuhn, ¿realmente vas a irte al palacio?

—Sí —respondió él de inmediato, a pesar del temblor en la voz de Mirabelle. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 81: Es demasiado grande.”

Dama Caballero – Capítulo 80: El nombre de esta sensación

Traducido por Kiara

Editado por Gia


El silencio se cernió sobre Carlisle y Elena después de que abandonaron el palacio del emperador. Solo cuando llegaron a una bifurcación en el camino, Elena rompió el silencio:

—Me iré por este camino.

Ella se dio la vuelta cuando, de repente, una mano capturó la muñeca de Elena. Ante tal acto, ella lo cuestionó con la mirada, pero Carlisle, usando una voz más firme que de costumbre, respondió:

—No sé lo que te dio, pero sea lo que sea, deséchalo ahora.

—Si me deshago de un regalo de la emperatriz, habrán rumores innecesarios. No te preocupes, tengo un plan en mente. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 80: El nombre de esta sensación”

Dama Caballero – Capítulo 79: Desajuste

Traducido por Yonile

Editado por Gia


Después de presentarse ante los sirvientes del palacio, Elena se reunió con Carlisle para ofrecer sus respetos al emperador y la emperatriz. Carlisle vestía un traje formal y habitual, salvo por la corbata. Ella lo miró con curiosidad, pero luego, volteó cuando sus ojos se encontraron. Todavía se sentía avergonzada por el beso en la sala de entrenamiento.

—Átalo por mí —indicó el príncipe.

—¿Qué? —preguntó Elena. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 79: Desajuste”

Dama Caballero – Capítulo 78: Qué hombre tan malvado

Traducido por Yonile

Editado por Gia


Elena no tenía la intención de hacer ningún movimiento todavía, pero debido a que la emperatriz lo había hecho, no podía permitir que todo siguiera igual. Se levantó de su asiento lentamente, sus ojos de color sangre brillaban.

—La criada que trajo la planta me parece un poco sospechosa, ¿qué piensas? Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 78: Qué hombre tan malvado”

Dama Caballero – Capítulo 77: Pruebas las aguas

Traducido por Kiara

Editado por Gia


Elena, quien aparentaba un estado calmado, consiguió salir de la sala de entrenamiento con la frente en alto, pero su corazón latía desbocado en su pecho.

Las palabras de Carlisle todavía estaban presentes en su mente.

—Aprovecharé esta oportunidad para enseñarte a besar y respirar al mismo tiempo. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 77: Pruebas las aguas”

Dama Caballero – Capítulo 76: Te enseñaré

Traducido por Kiara

Editado por Gia


Cuando Elena terminó de prepararse para su primera salida del palacio del príncipe heredero, se dirigió hacia la sala de entrenamiento privada, donde le informaron que se encontraba Carlisle. Recibió miradas de envidia de todos durante su breve viaje por el palacio, debido a que corrían rumores de que el príncipe heredero le otorgó un enorme regalo de devolución por puro amor. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 76: Te enseñaré”

Dama Caballero – Capítulo 75: Buenas noches, mi esposa

Traducido por Kiara

Editado por Gia


—Parece que está bien preparado. Sin embargo, es una lástima por las flores rojas… Todavía quedan muchas flores de lavanda en la plaza Bellouet y las habría enviado aquí si lo hubiera sabido.

Elena divagó sobre las primeras palabras que le vinieron a la mente, mientras, observaba los pétalos rojos esparcidos por toda la habitación. No quería que  se enterara de lo nerviosa que estaba. Carlisle se hundió en un lujoso sofá con una expresión indiferente y respondió en voz baja.

—¿Eran flores de lavanda las que decoraban la plaza Bellouet? No lo sabía.

No podía creer que él olvidara por completo ese detalle prominente. El púrpura no era un color común para una boda.

—Las lavandas estaban en todas partes, ¿no te diste cuenta? ¿Qué estabas mirando en su lugar?

Elena hizo una pausa. Una escena se proyectó en su mente, el momento en que los ojos azules de Carlisle se clavaron en ella.

Debe estar bromeando…

Los ojos rojos de Elena brillaron con asombro.

—¿No sabías lo que estaba viendo?

—Yo… no… sé.

—Sientes curiosidad, ¿debería decírtelo?

Elena no necesitaba que él le dijera. Su respuesta, probablemente, sería que las decoraciones de la boda eran inmemorables y que solo miraba a Elena. Su rostro se calentó de vergüenza ante la idea.

—Ah, no importa. Solo fueron las flores de la ceremonia.

Elena se apresuró a responder antes de que Carlisle pudiera decir algo más. Sin embargo, notó su repentina timidez y una sonrisa tiró de la esquina de su boca.

—¿Cuánto tiempo vas a estar ahí parada?

—Ah…

De repente, se dio cuenta de que se había quedado parada junto a la puerta y se recordó a sí misma que este matrimonio era un camino que voluntariamente había elegido. Relajó la tensión en sus hombros y, con una mirada decidida, entró en la habitación. La enormidad de esos pocos pasos fue abrumadora.

Cerró la puerta y, pronto, estuvo completamente dentro de la habitación. Después de inhalar profundamente, Elena se dio la vuelta, lo más casual que pudo y se acercó al otro extremo del sofá donde estaba sentado Carlisle. Él la observó sin decir nada, luego, tomó la botella de vino tinto que estaba sobre la mesa.

—¿Quieres una bebida?

—Estoy bien.

Lo consideró brevemente, pero luego pensó que no sería una buena idea en este momento. Carlisle se sirvió un vaso y tomó un sorbo sin más comentarios. Elena no pudo evitar notar lo atractivo que se veía mientras bebía, por lo que siguió robándole miradas furtivas. Carlisle, ajeno a su interés, vació su vaso y luego volvió a hablar.

—Por favor, no te pongas nerviosa. Cuando siento que estás así… tengo ciertos pensamientos…

Parecía haber notado la tensión que retorcía la mente de Elena, a pesar de su apariencia aparentemente tranquila. Sin una respuesta en particular para darle, ella se sentó y escuchó, mientras, él continuaba con voz apagada.

—Intenta ocultarlo lo mejor que puedas a partir de ahora, incluso en esta sala. Si siento una apertura, querré penetrarla.

Las palabras, que sonaban como advertencia, podrían interpretarse de muchas maneras.

Una abertura…

La condición en su contrato decía que no dormirían juntos hasta que ella se convirtiera en la emperatriz. Era casi irracional esperar que un hombre y una mujer permanecieran juntos sin que suceda nada entre ellos.

El hecho de que Elena no tuviera experiencia en el romance, no significaba que fuera ignorante. Eventualmente, llegaría el momento en que tendría que acostarse con Carlisle, pero eso no podía suceder ahora. Antes de que Carlisle se convirtiera en emperador, ella sería su arma, en lugar de su mujer.

Paulatinamente, la extraña sensación que corría por su cuerpo disminuyó y pudo recordar lo que tenía que hacer.

—¿Estás diciendo que no puedes mantener nuestro contrato? —habló Elena bruscamente, pero Carlisle sacudió la cabeza.

—Por supuesto que no. No habría aceptado el contrato de otra manera. Solo quiero decir…  No me lo pongas difícil.

¿Difícil? ¿Por qué?, pensó Elena mientras miraba a Carlisle, quien sonrió levemente.

—Algunas veces el nerviosismo parece anticipación en los ojos de otra persona. Y con la anticipación viene el deseo de cumplirlo.

Elena levantó la voz en señal de protesta.

—¡El nerviosismo y la anticipación son completamente diferentes!

—Lo sé, pero no hagas una expresión tan disgustada como la que tienes ahora. Si lo haces, me hará querer molestarte. Y luego, podría llegar al punto en que no pueda detenerme.

¿Por qué tenía que ser tan complicado? Elena estaba convencida de eso mientras más lo miraba. Sin embargo, no podía obviar aquellos ojos que la miraban  de forma hambrienta.

—Dado que mantengo nuestro contrato fielmente, no olvides la otra parte de nuestro acuerdo —indico él.

Su contrato decía que no dormirían juntos hasta que ella se convirtiera en emperatriz, pero cuando eso pasara, lo harían. Carlisle claramente estaba tratando de llegar a ese punto ahora. Elena hizo una pausa antes de responder.

—Lo sé.

Por ahora, ella tenía un período de gracia. Cuando Carlisle se convirtiera en emperador y pudiera asegurar la supervivencia de la familia Blaise, entonces se desarrollaría un futuro completamente diferente al anterior. Todavía no estaba segura de cómo sería su relación cuando eso pasara. Salvar a su familia era su máxima prioridad ahora, el resto lo podría pensar más adelante.

No tengo tiempo para enfocarme en nada más hasta entonces, pensó Elena.

Hasta ahora, su plan se había desarrollado sin problemas, pero su felicidad en el presente no significaba que hubiera olvidado el dolor del pasado. Los años donde fue un caballero habían sido largos y duros; en cambio, ahora solo era una princesa. Todavía había muchas montañas que cruzar antes de que pudiera convertirse en emperatriz.

Carlisle dejó la copa de vino sobre la mesa.

—Bien. Si estás cumpliendo tu promesa…

Carlisle se levantó lentamente de su asiento para tomar una espada decorativa, la cual colgaba de una pared.

Rápidamente, deslizó la hoja sobre su palma.

La sangre comenzó a fluir por su mano y Elena saltó de su asiento con un grito aturdido.

—¡Caril!

Sin embargo, la expresión de Carlisle permaneció tranquila. Estaba a punto de preguntarle qué estaba haciendo, pero después de un momento, quedó claro.

Carlisle permitió que la sangre goteara desde su palma hacia la cama. Había una vieja tradición entre las familias imperiales, la cual era colocar sábanas blancas en la cama para la noche de bodas. La superstición decía que si las sábanas manchadas de sangre se quemaban al día siguiente, la novia daría a luz a un niño sano.

Elena se quedó sin palabras. Ella miró a Carlisle con una expresión conflictiva en su rostro, pero este  habló primero con una sonrisa.

—No tienes que decir nada.

Elena quería protestar. No había razón para que él hiciera eso. Era solo una formalidad y no era como si un matrimonio pudiera ser anulado por la ausencia de sangre virgen. En caso de que tuviera que haber sangre, debería haber sido la de Elena.

Su queja brotó en su garganta, pero no pudo decirla. Realmente se preocupaba por ella.

—Mi deuda sigue aumentando —expresó.

Elena tenía sentimientos encontrados sobre él otra vez. Ella se había prometido repetidamente que no quedaría cegada por Carlisle hasta que se garantizara la seguridad de su familia, pero sintió que él, lentamente, la estaba tambaleando.

Carlisle estudió la expresión conflictiva de Elena y le dio otra extraña sonrisa.

—Me alegra saber que te sientes más en deuda.

Parecía extrañamente feliz con esta situación. Elena se apresuró a Carlisle y sacó un pañuelo para envolverlo alrededor de su mano.

—Lo trataré adecuadamente mañana —manifestó ella, echando una mirada desesperada a la herida de Carlisle sin siquiera darse cuenta.

—No me mires así.

—¿Qué?

—Como si estuvieras preocupada. Querré lastimarme más.

Los ojos de Elena se abrieron.

—Tú… ¿No quieres que me preocupe por ti?

—Más bien quiero tu atención —expresó él.

—Entonces, no tendrás que preocuparte —respondió ella con calma, y ​​él la miró con curiosidad. Una sonrisa apareció en su rostro—. ¿No sabes que mi mayor preocupación eres tú, Caril?

Los ojos azules de Carlisle la miraron fijamente ante sus palabras. Su boca se torció, como si no tuviera idea de cómo reaccionar.

—Eso suena bien para mis oídos.

—Antes de ser tu esposa por contrato, soy tu guardaespaldas y la responsable de tu seguridad.

La sonrisa de Carlisle se desvaneció.

—Desearía no haber escuchado eso.

—¿Qué?

—Debes estar cansada, así que ve a dormir.

Elena se congeló ante la sugerencia de Carlisle. Dormiría en esta habitación, naturalmente, pero aún no se había decidido dónde y cómo dormirían.

¿Qué hacemos? No sé si debería dormir en el sofá…

Mientras los pensamientos de Elena se deslizaban por su mente, Carlisle se dirigió hacia el sofá y se tumbó sin decir una palabra. El sofá era lo suficientemente largo como para acomodar a varias personas, pero sus piernas estaban algo apretadas debido a su altura. Elena se recuperó rápidamente y habló.

—Dormiré en el sofá. Eres demasiado alto y sería inconveniente para ti dormir ahí.

—Tú duermes allá y yo duermo acá. Eso no es negociable.

Carlisle levantó el brazo para cubrirse los ojos, haciendo ademán de que no permitiría más discusiones.

Se paró por un momento y debatió consigo misma, pero al final decidió que no sería capaz de obligar a Carlisle a ponerse de pie. Miró la cama, que era demasiado grande para una sola persona, para luego hablar.

—Bien. Entonces, me lavaré primero.

—Claro.

Tenía que quitarse el maquillaje y ponerse un camisón antes de acostarse, por lo que se apresuró a ir al baño.

Después de unos minutos, el sonido del agua hizo eco en toda la habitación. Carlisle, quien estaba acostado boca arriba en el sofá, se quitó la corbata del cuello.

—No creo que pueda durar hasta que me convierta en emperador.

Kiara
Ay, esta Elena que mala, dice cosas lindas y luego dañas el asunto. Ay, mi Caril entiendo tu dolor, es el mismo que el mío, aqui esperando mi noche zukulenta y de pasión

Después de una ducha rápida, Elena volvió cuidadosamente a la habitación. Las luces estaban apagadas y Carlisle ya estaba vestido con un cómodo atuendo para dormir.

—Me lavé lo más rápido que pude, pero ya estás listo para dormir.

La habitación estaba lujosamente amueblada, no solo con un baño, sino con dos, cada uno para uso separado, al igual que un tocador. Elena notó que el cabello de Carlisle estaba húmedo, como si él también hubiera salido de la ducha. Sin embargo, no podía ver su rostro, debido a que todavía se cubría con el brazo.

—Esto no es tan incómodo como pensaba.

Quizás fue porque Carlisle se durmió primero, pero al final fue mucho menos estresante de lo que había imaginado. Ella se metió en la cama. Las huellas de la sangre de Carlisle todavía estaban en las sábanas, pero afortunadamente la cama era lo suficientemente grande como para que ella se acostara alejado de ello.

Es extraño.

De ahora en adelante, ella viviría aquí en lugar de la mansión Blaise. Se perdió tanto en sus pensamientos que se quedó dormida sin darse cuenta. Desde la boda hasta la recepción, su cuerpo había estado trabajando hasta el cansancio.

Elena, vagamente, sintió que alguien acariciaba su cabello muy suavemente. La mano la tocó un tanto vacilante, como si fuera la primera vez que lo hubiera hecho.

—Hmm.

Elena se quejó dormida y la mano dejó de moverse. Finalmente, su respiración se volvió estable mientras se relajaba y una voz familiar le susurró al oído.

—Buenas noches, mi esposa.

Todo su cuerpo parecía algodón y, en lugar de abrir los ojos para ver quién era, finalmente decidió sucumbir al sueño.

♦♦♦

Cuando Elena se despertó, abrió mucho los ojos. Apenas recordaba haber sido perturbada mientras dormía anoche.

¿Qué es eso?

Se levantó de la cama y se le cayó la mandíbula cuando vio la escena ante ella.

—¡Ah…!

Habían cinco cajas grandes, llenas de joyas que no estaban ahí la noche anterior. Era como si una familia aristocrática adinerada hubiera sido saqueada de la noche a la mañana.

—¿Qué demonios es esto…?

Ella sacudió la cabeza, tratando de retirar los rastros de somnolencia, mas la increíble visión no desapareció. Elena miró alrededor de la habitación, pero no había señales de Carlisle. Inmediatamente, llamó al timbre junto a su cama y ​​una criada entró en la habitación.

—¿Durmió bien, Alteza?

Elena abrió la boca con torpeza ante el título desconocido.

—¿Qué son estas joyas de aquí?

—Oh, este es su regalo de devolución. Creo que este es el regalo más grande dado en la historia de Ruford. ¡Felicidades!

—¡Regalo de devolución…!

Una tradición de boda, la cual había escapado de su memoria, regresó a ella. Por lo general, las mujeres casadas con la familia imperial contaban con una gran dote, por lo que era costumbre que el novio devolviera parte del dinero después de la noche de bodas. Era más una cortesía que un requisito y el valor difería dependiendo de cuánto se amaba a la novia. Como tal, la mayoría de las personas evaluaron el amor que los hombres de la realeza tenían por su esposa en función de las joyas dadas. Carlisle no solo se negó a aceptar una dote de Elena, sino que le había dado el mayor regalo de devolución en el imperio Ruford.

La criada continuó con asombro.

—Los rumores sobre las joyas ya se han extendido y hay innumerables nobles que la envidian.

Elena asintió levemente, presionando lentamente sus sienes.

¡Este hombre…!

Ella suspiró en secreto, recordando a Carlisle, a quien había visto la noche anterior.

—¿Dónde está Su Alteza ahora?


Kiara
Esto si esta bueno, levantarse rodeada de joyas, tan detallista nuestro Caril

Dama Caballero – Capítulo 74: Nuestra primera noche

Traducido por Kiara

Editado por Gia


Elena, sintiéndose agotada por reunirse con muchos invitados en la recepción, regresó a la esquina donde Carlisle la esperaba. Sin embargo, sus ojos seguían fijos en Mirabelle y Glenn, por lo que cuando Carlisle habló, se le escuchaba notablemente molesto. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 74: Nuestra primera noche”

Dama Caballero – Capítulo 73: Solo lo diré una vez

Traducido por Kiara

Editado por Gia


La siguiente persona, a la cual Elena se acercó en la recepción, fue a la condesa Stella Viviana, una de las figuras sociales más importantes de la capital. Stella era un enemigo potencial, debido a que la había chantajeado sobre el hijo que mantenía escondido. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 73: Solo lo diré una vez”

Dama Caballero – Capítulo 72: No te olvides

Traducido por Kiara

Editado por Gia


En poco tiempo, los representantes de cada país acumularon una gran cantidad de  regalos. Elena notó que se rendían enormes tributos al imperio Ruford, tal vez por varias razones, pero más que nada era como un pago para no invadir su reino. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 72: No te olvides”

Dama Caballero – Capítulo 71: Eres tan hermosa

Traducido por Kiara

Editado por Gia


Elena se encontraba aturdida. Todos los pensamientos volaron completamente de su mente. Lo único que llenaba su campo de visión eran los ardientes ojos zafiro de Carlisle.

Después de un momento, los labios ardientes y codiciosos que estaban contra los suyos, finalmente se apartaron. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 71: Eres tan hermosa”

Dama Caballero – Capítulo 70: Boda del siglo

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


Elena se encontró apurada en el momento en que abrió los ojos el día de su boda.

A partir de la mañana, su cabello y maquillaje fueron diseñados por un ejército de expertos, y todos los sirvientes de la familia fueron movilizados para ayudarla a vestirse de pies a cabeza. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 70: Boda del siglo”

Dama Caballero – Capítulo 69: No puedo detenerlo

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


La fecha de la boda se cernía sobre Elena durante semanas, y ahora se sentía extraño pensar que finalmente sucedería al día siguiente. Se despertó por la mañana y luego comenzó a prepararse para un día de inspecciones de último minuto. Allí estaba la plataforma donde se llevaría a cabo el trabajo, el pasillo, las mesas y sillas para los invitados, las flores de lavanda, las decoraciones, y vendrían más a la mañana siguiente. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 69: No puedo detenerlo”

Dama Caballero – Capítulo 68: No huyas

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


El empleo de Kuhn en la mansión Blaise había comenzado. Solía ​​colarse dentro de la mansión para proteger el lado de Elena, pero ahora podía caminar al aire libre.

Las ventajas y desventajas eran obvias. No tenía que preocuparse por las miradas de otras personas, pero era difícil moverse en secreto porque los residentes conocían su rostro. Seguí leyendo “Dama Caballero – Capítulo 68: No huyas”

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