Emperatriz Abandonada – Capítulo 9: El tiempo fluyó para cada uno de nosotros (6)

Traducido por Lugiia

Editado por Yusuke


♦ ♦ ♦

Mientras no sabía qué hacer, el carruaje se acercó a gran velocidad y se detuvo. Pronto, se abrió la puerta y salió un hombre.

Cuando lo vi, suspiré para mis adentros. Aunque no podía ver bien en la oscuridad, su brillante cabello plateado se podía ver claramente.

—Papá.

—Ha pasado mucho tiempo, Su Excelencia.

—¿Es ese el joven Allendis? Ha pasado mucho tiempo. —Mi padre se acercó a grandes zancadas y asintió secamente mientras hablaba—: Parece que volvías después de visitarlo.

—Sí.

—Es tarde, apresurémonos a entrar. Joven Allendis, gracias por acompañar a mi hija a casa.

—No es nada, Su Excelencia. Entonces, nos vemos la próxima vez. Adiós, Tia. Hasta pronto.

—Ten cuidado en el camino, Allen… dis.

Después de que apenas logré decir su nombre completo, eché una mirada furtiva a mi padre. Como me había llamado por mi apodo con tanta naturalidad, estuve a punto de llamarle Allen también. Sin embargo, en la oscuridad que se instalaba, no pude leer la expresión de mi padre.

—Entonces, vuelve sano y salvo. Tia, vamos a entrar.

—Sí, papá.

Mi padre había estado caminando en silencio hasta que llegamos a la parte superior de los escalones. Solo cuando habíamos pasado la mayor parte del pasillo se volvió para mirarme.

—Puede que sea tarde, pero ¿quieres tomar una taza de té conmigo?

—Claro, papá.

Sintiéndome como si hubiera cometido un crimen, traté de leerle mientras me dirigía al estudio. Sentados uno frente al otro en cómodos sillones, mi padre suspiró y habló:

—Entonces, ¿tuviste una buena visita?

—Lo siento.

—¿Qué quieres decir?

—Me disculpo por salir de casa sin avisar.

Ante mi respuesta, mi padre frunció las cejas en silencio. Esperé, pues parecía que estaba eligiendo cuidadosamente sus palabras. Después de un rato, controló su tono y dijo en voz baja:

—Aunque no sé qué pasará en el futuro, sigues siendo la prometida del príncipe heredero. Debes saber muy bien que correrán rumores sobre tu estrecha relación con jóvenes de otras familias… No te había impedido relacionarte con el joven Allendis y el joven Carsein anteriormente porque parecías feliz pasando tiempo con ellos. —Mi padre respiró antes de volver a hablar—: Sin embargo, después de que te derrumbaras, me enteré de que el día antes de la ceremonia de mayoría de edad del príncipe heredero, el joven Allendis te había visitado. Me enteré que, de repente, también le ordenaste que se fuera. Oí que parecías estar pasando por un mal momento después de eso.

»Aun así, como el príncipe heredero no está aquí, es aún más fácil para ti atraer la atención. No hay razón para que permita tu relación con él si no te aporta estabilidad emocional, te perjudica y te pone en peligro innecesariamente. Quiero que seas feliz, no que te hagan daño por culpa de él.

—Pero aun así, ocultando mis cartas…

Aunque no es que no le entendiera, pensé que confiscar mis cartas se pasaba de la raya, así que murmuré eso en voz baja. Mi padre, quien me había mirado fijamente, habló con una voz entrecortada por un suspiro:

—¿Así que te has enterado de eso?

—Sí.

—Lo siento. Intentaba protegerte. No estaba seguro de lo que contenía la carta, pero me preocupaba que pudiera volver a hacerte daño. Acababas de empezar a recuperarte. Me alegró verte brillantemente inmersa en el trabajo. Fue egoísta por mi parte, lo siento.

De alguna manera, me sentí apenada. No lo había hecho sin razón, solo lo hizo porque estaba preocupado por mí. Al verle disculparse, me sentí incómoda.

—Siento haberme quejado.

—No, lo siento. Hmm, dejé tu carta sellada. ¿Te la traigo?

—No. Cuando creas que está bien hacerlo, puedes dármela. Lo siento. Ni siquiera lo sabía.

—¿No me odias?

—Sabes que nunca podría.

Riendo a carcajadas, me puse a su lado y apoyé la cabeza en él mientras mi padre me peinaba el cabello.

—Entonces, ¿te lo has pasado bien?

—Sí. Ah, espera. Dijiste que querías tomar una taza de té, ¿no?

Tiré de la cuerda y pedí a la doncella que trajera agua caliente antes de mostrarle a mi padre la caja que había recibido como regalo de Allendis.

—¿Qué es esto?

—Lo recibí como regalo de Allendis. Es una flor rara que solo crece en la casa de campo Verita. El color era muy bonito cuando hacíamos té con ella.

—¿De verdad? —Mi padre, quien había permanecido en silencio después de esas palabras, dijo mi nombre como si se le hubiera ocurrido algo de repente—: Tía.

—¿Sí?

—Sobre lo de antes. El joven Allendis te llamó por tu apodo.

No tenía nada que decirle, así que me limité a sonreír torpemente. Esperaba que no hubiera escuchado nada, ya que no había mencionado el tema, pero mi padre sí lo había oído.

—Ejem, pensé que era el único que podía llamarte por tu apodo… De alguna manera, me siento decepcionado.

—P-Papa, eso es…

Me desgarró su cara de decepción. ¿Qué debo hacer al respecto? Mientras tartamudeaba, pensando en cómo podía explicar esto, escuché un golpe. Involuntariamente suspiré de alivio. ¿Me he salvado?

Después de que la doncella dejara las tazas de té y una tetera llena de agua caliente, me acerqué una taza antes de que mi padre pudiera cuestionar más el apodo. Puse una cucharada de flores secas y vertí agua caliente sobre ella, haciendo que un color azul brillante comenzara a extenderse. Me preocupaba que pudiera equivocarme al hacer el té, pero después de escoger los pétalos, le entregué la taza a mi padre.

—¿No es un color hermoso?

—Sí, lo es.

—Cuando le añadimos zumo de limón, cambió a rosa. Fue realmente fascinante.

—Ya veo.

Incliné la cabeza mientras él bebía el té en silencio. ¿Lo preparé mal? Qué extraño. Sabía igual que antes.

—¿Qué tal está?

—Bueno, el aroma está bien. Pero quizás como mi hija fue la que lo preparó, es aceptable.

¿Quiere decir que es bueno o malo? Desconcertada, le miré mientras bebía un sorbo de té y hablaba.

—Entonces supongo que no pudiste terminar lo que te dije que hicieras hoy.

—Ah, sí. Lo siento, papá. Lo terminaré mañana por la mañana.

—No pasa nada. No es necesario que te quedes despierta toda la noche.

—Aun así…

—Olvídalo. No quiero ser un padre que hace trabajar demasiado a su hija. Es tarde, así que vete a la cama. Pero deberías asegurarte de terminarlo más tarde.

—Sí, lo haré.

Asentí ligeramente mientras me levantaba. Era hora de ir a la cama.

♦ ♦ ♦

La luz del sol, que entraba entre las ventanas ampliamente abiertas, era cegadora. El aire frío que seguía a las chispeantes ondas de luz rodeaba mi habitación, poniéndome de buen humor.

Al levantarme de la cama, respiré hondo. El aire fresco de la mañana me hizo sonreír.

—Buenos días, señorita. ¿Se ha levantado?

Lina entró con cuidado y me saludó con una brillante sonrisa. Colocó un vaso de agua sobre la mesa y tarareó mientras arreglaba mi cama.

Aunque siempre había tenido un carácter alegre, sospeché que hoy parecía estar de muy buen humor. ¿Había pasado algo bueno?

—Lina, ¿te ha pasado algo bueno? Hoy pareces muy feliz.

—Oh, señorita. Hoy es el gran día de limpieza de primeros de invierno. Redecoraremos la habitación y cambiaremos estas cortinas y alfombras.

—¿Día de limpieza? ¿Ya?

—¿Qué quiere decir? Ya es un poco tarde. Como ha habido muchos incidentes este año, el mayordomo sugirió posponerlo un poco. Señorita, debe haber estado muy ocupada con el trabajo. No se ha dado cuenta de que la temporada ha cambiado.

Ante las preocupantes palabras de Lina, conté la fecha.

Ella tenía razón. Pronto sería el último mes del año. Parecía que acababa de empezar a aprender el trabajo de mi familia, pero ya habían pasado meses.

—Tienes razón, ya es invierno.

—Entonces, en ese sentido, ¿deberíamos destacar hoy su vestimenta? Para dar la bienvenida a la reina del invierno.

—¿De qué hablas?

—Vamos, señorita. No tiene ningún interés en vestirse nunca. Ya ha debutado en sociedad, así que debería estar pendiente de su vestimenta.

—Olvídalo. Tengo que ir a entrenar de todos modos.

Negué con la cabeza en señal de rechazo. No era necesario, y no quería hacerlo. Iba a estar entrenando todo el día de todas formas, así que no tendría sentido arreglarme.

Sin embargo, Lina pareció no oírme mientras sacaba varios tipos de lazos para el cabello. Rojos, amarillos, azules y más. Los lazos que se apilaban en mi tocador eran de todos los colores.

Ladeé la cabeza mientras miraba los colores durante un rato. ¿Tenía tantos lazos? Además, había algunos que nunca había visto antes.

—¿Qué pasa, señorita?

—¿Hmm? Parece que hay más lazos que antes.

—Eso no es posible. Seguramente está confundida ya que no le interesan esas cosas. Veamos, ¿cuál sería bueno? ¿El rosa oscuro? ¿El rojo? ¿El verde claro o el amarillo?

Lina dudó un momento antes de presentarme algunos tipos de lazos para el cabello. Suspiré ante su entusiasmo. ¿Era algo a lo que había que prestar tanta atención?

—Cualquier cosa está bien. Solo elige uno para mí.

—Entonces, elegiré el rosa oscuro. Por cierto, aunque vaya a convertirse en una mujer caballero, ¿cómo puede no preocuparse por su aspecto? Una dama es conocida por vestirse. Cuando pongo esmero en mi vestimenta, me tratan de forma muy diferente a cuando no lo hago.

—¿Hmm? ¿Qué significa eso? ¿Tienes un amante ahora?

Ahora que lo pienso, últimamente estaba muy interesada en mi aspecto. Al inclinar la cabeza mientras preguntaba, Lina agitó las manos en señal de negación con una expresión de pánico en su rostro.

—Oh, no. Eso es una tontería. Yo solo…

—Tengo razón, ¿no? ¿Quién es? ¿Es alguien que conozco?

—Realmente no es eso. Solo esperaba que usted luciera más hermosa…

—No mientas. Creo que tengo razón. ¿Quién es? ¿Un sirviente? ¿Un caballero? Tu tipo ideal es un hombre alto y confiable con cabello oscuro, así que tal vez sea un caballero.

—¡No es cierto!

Sonreí alegremente a la aturdida chica. Ella lo negó repetidas veces con la cara sonrojada e hizo un puchero.

—Esto es injusto. Yo le cuento todo, pero usted nunca me cuenta nada.

—¿Hmm? ¿Yo qué?

—Usted sabe cuál es mi tipo ideal, pero ni siquiera me dice qué tipo de hombre le gusta. Esto es bastante molesto…

»Ya que estamos en el tema, ¿qué tipo de persona le gusta? ¿Una persona confiable? ¿Una dulce? ¿O una amistosa?

Los ojos de Lina brillaron como si hubiera encontrado una gran oportunidad. ¿Mi tipo ideal? Hmm… En el pasado, habría nombrado al príncipe heredero sin dudarlo, pero ahora, no tenía pensamientos sobre el amor.

El dolor de ser rechazada después de dedicarle todo mi corazón y sinceridad seguía profundamente grabado en mi alma.

Así que, aunque no tenía un tipo ideal, si realmente tuviera que elegir, quizás sería alguien que no me hiciera daño por segunda vez. Alguien que se pusiera de rodillas y jurara que nunca me abandonaría.

Sonreí con amargura. ¿Qué importaba eso? Mientras siguiera atada a la familia imperial, no podría hacer lo que mi corazón deseara.

Si lo pensaba así, solo había una respuesta. Independientemente de mi tipo ideal, solo esperaba que no fuera el príncipe heredero.

—Es tarde. Debería irme.

—Ah, ¿de verdad va a hacerme esto?

—Hasta luego, Lina. Vigila la limpieza.

Me despedí de una Lina con el ceño fruncido. Aunque parecía realmente molesta, asintió en silencio cuando le dije que dejaría mi habitación a su cuidado.

Ya que los sirvientes se preparaban para la limpieza de invierno, la mansión era un caos. Salí y me dirigí a los campos de entrenamiento. Aunque había intentado no perturbar el entrenamiento, nada más entrar, unos cuantos caballeros se quedaron mirándome.

Incliné la cabeza hacia los caballeros que me miraban expectantes. ¿Por qué me miraban así?

—Buenos días, señorita.

—Buenos días, señor Lieg. ¿Ha dormido bien?

Mientras el caballero de mediana edad sonreía alegremente y me saludaba, yo le devolví la sonrisa. Después de encontrar una espada de madera para entrenar, de repente oí vítores detrás de mí, así como el sonido de unos tragos.

—¡Sí, el rosa oscuro!

—Ah, no puedo creerlo.

Sobresaltada, me giré para mirarlos y me fijé en un joven caballero que me sonreía ampliamente. Parecía que otros caballeros estaban molestos y lo miraban con desprecio. También vi a otros que me miraban con caras de decepción.

¿Qué? ¿Se refieren a mi lazo de cabello? No puede ser. ¿Qué tiene que ver el color de mi lazo con ellos?

Aun así, algo estaba mal. No había nada más en el campo de entrenamiento que fuera de color rosa oscuro, y me molestaban sus miradas.

¿Eh? Tal vez, ¿el aumento de lazos para el cabello se debía a ellos?

Mientras pensaba que tendría que preguntarle a Lina al respecto, seguí caminando pero escuché que alguien me llamaba por detrás.

—Señorita, aquí se encuentra.

—¿Hmm? Mayordomo, ¿por qué ha venido hasta aquí? Debería estar ocupado supervisando la limpieza.

—Ha llegado una carta de palacio para usted.

Me entregó un llamativo sobre de color azul con un resplandor dorado generosamente rociado por todas partes.

Esto era una novedad. Sin embargo, al ver el emblema de la familia imperial estampado en él, pude concluir que de verdad fue enviado desde el palacio.

Despreocupada, tomé la carta; sin embargo, me detuve. En el sobre azul había una firma escrita con letras tan nítidas que reflejaban la personalidad del remitente.

RUVELISS KAMALUDIN SHANA CASTINA.

Estaba escrita con la elegante letra de la familia imperial, pero rezumaba frialdad.

¿Por qué me enviaría una carta?

Una sensación de inquietud me invadió mientras dudaba antes de abrir el sello. Al igual que el sobre, el papel era llamativo, con otro resplandor dorado rociado de la misma manera sobre un fondo azul. Unas pocas líneas habían sido escritas con tinta blanca sutilmente brillante.

He oído que has vuelto a la capital. ¿Te sientes mejor ahora?

Llegaré a la capital a principios del próximo mes. Espero verte una vez por esas fechas.

Ruveliss Kamaludin Shana Castina.

Faltaban cuatro días para el último día del mes.

Solo quedaba alrededor de una semana para su regreso.

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