Emperatriz Abandonada – Extra I: ¿Vivieron felices para siempre? (1)

Traducido por Lugiia

Editado por Yusuke


Ruveliss estaba, sin duda alguna, en apuros. Habían pasado unos tres años desde que había destruido la casa Monique y ejecutado a la concubina que pertenecía a esa familia.

Cuando ella estaba viva, le daba tanto asco que odiaba ver incluso un mechón de su cabello. Sin embargo, al sentir su ausencia, ahora estaba desesperado y la echaba de menos.

—Ruve, ¿qué estás haciendo?

Ruveliss, quien había estado revisando el documento dejado por el jefe de palacio, se sobresaltó por la repentina voz y frunció el ceño.

La Dama Enviada por Dios, la Única Consorte del Emperador, la Hija Bendita de la Profecía, Jieun. La razón de su mal humor estaba delante de él.

—Jieun, tengo que preguntarte algo.

—¿Qué es?

—Este es un documento que llegó hoy. ¿Es cierto su contenido?

—Déjame echar un vistazo.

Jieun miró el contenido y ladeó la cabeza. Mientras afirmaba que no sabía su contenido, preguntando por el significado de algunas palabras, Ruveliss empezó a fruncir el ceño. Aunque cada vez estaba más molesto, reprimió su deseo de regañarla y le explicó las palabras por las que preguntaba, una por una.

Si las cosas hubieran sido como en el pasado, aunque estuviera insatisfecho, lo habría entendido y habría dejado pasar las cosas. Sin embargo, hoy estaba especialmente irritado porque ella no podía entender ni un solo documento.

—Sí, es correcto. ¿Por qué?

Tras una larga pausa, Ruveliss preguntó:

—¿En qué estabas pensando? ¿Por qué has hecho algo así?

Mientras decía esas palabras, colocó bruscamente el documento sobre la mesa. Lo que acababa de mirar era una petición que el jefe de palacio había presentado esta mañana. Estaba llena de quejas de la gente del palacio sobre la nueva política de bienestar recientemente implementada por Jieun.

Ruveliss golpeó la mesa con irritación. Cuanto más pensaba en ello, más sorprendido se quedaba. Últimamente, había pensado que la gente de palacio se había mostrado disgustada, pero nunca habría pensado que fuera la emperatriz la causante.

—¿No sabes cuál es el problema?

—Así es, ¿qué parte es extraña? Me esforcé mucho en idearlo.

Ruveliss se olvidó de estar enfadado cuando vio que Jieun ni siquiera sabía lo que estaba mal. De repente, se dio cuenta de que, por mucho que le explicara y le enseñara, nunca sería capaz de encajar perfectamente en este lugar.

—Olvídalo. Estoy un poco ocupado, así que, por favor, vete ahora.

—Hmm, ¿estás tan ocupado? Es difícil ver tu cara los últimos días. Tampoco vienes de visita al palacio de la emperatriz.

—Intentaré visitar el palacio de la emperatriz hoy, así que, por favor, vete y descansa mientras tanto.

—Está bien…, pero debes venir más tarde.

Tal vez, al final se había dado cuenta de que él estaba molesto. Jieun, quien estaba a punto de decir algo más, accedió a su petición mansamente. En cuanto aquel cabello negro desapareció de su vista, Ruveliss se levantó, se echó el cabello hacia atrás con brusquedad y empezó a pasearse de un lado a otro.

¡Esa mujer!

¿No es hora de que se adapte a este mundo? Aunque ha tenido los mejores maestros, por mucho tiempo que haya pasado, todavía le faltaba. Había mejorado mucho desde su llegada, y se esforzaba por adaptarse, pero él seguía sin estar mínimamente satisfecho. Ver sus defectos le estaba volviendo loco.

¿Cómo no se había dado cuenta de esos defectos al principio? Tenía ganas de sacarse los ojos por haber sido tan estúpido.

Ruveliss se pasó los dedos por el cabello con brusquedad. Cuando la reina inferior estaba aquí, no tenía que preocuparse en absoluto de los asuntos internos del palacio.

Esto se debía a que ella se ocupaba de todo perfectamente por sí misma. Tal vez por eso no se había dado cuenta de que Jieun era inadecuada para ser la emperatriz.

Después de tragarse su enfado y respirar hondo, Ruveliss se dirigió al departamento de asuntos internos. La gente de la oficina se sorprendió ante la repentina visita del emperador y se apresuró a levantarse para recibirlo. Después de agitar la mano a medias y ordenarles que volvieran al trabajo, el jefe de palacio se apresuró a salir y Ruveliss fue guiado al interior de la oficina.

—Su Majestad, ¿qué está haciendo aquí? Ni siquiera ha enviado un mensaje.

—No se preocupe, jefe de palacio. Tráeme el documento que detalla lo que la anterior concubina implementó en el palacio respecto al trato de los trabajadores.

—La anterior concubina… ¡No existe tal cosa!

—Eso debería ser cierto, según las reglas. Desde que fue ejecutada por traición, todos los documentos relativos a ella deberían haber sido descartados. Pero sé que no pudiste soportar destruirlos. No te castigaré. Por favor, tráelos aquí de inmediato.

—Me disculpo, Su Majestad. Los buscaré.

Como Ruveliss había predicho, el departamento de asuntos internos no había destruido sus documentos. Violar la ley podría poner a la persona con los documentos bajo sospecha de traición también.

A pesar de saberlo, el jefe de palacio no había destruido los documentos escritos por ella. No, tal vez no pudo. Viendo cómo era Jieun, probablemente las cosas no iban bien con ella al mando.

Tal vez los documentos fueron escondidos a fondo, ya que el jefe de palacio no regresó durante bastante tiempo. Ofreció los documentos con una mano temblorosa. Ruveliss abrió el grueso documento y suspiró profundamente al darse cuenta que, aquello que había adivinado, era cierto.

La política trataba sobre el bienestar de los trabajadores de palacio. Lo que Jieun había sugerido era permitir que los sirvientes reales, los sirvientes inferiores, así como sus familias, recibieran tratamiento médico de los médicos reales. Por otro lado, la reina inferior había implementado una política en la que los sirvientes y doncellas reales, así como sus familias, podían ver a los médicos reales, mientras que los sirvientes inferiores recibirían en cambio todo el dinero que necesitan para el tratamiento. Los gastos necesarios se dividirían y se descontarían de su paga mensual.

Ruveliss dejó escapar otro profundo suspiro. A primera vista, la política de Jieun podría parecer más efectiva que la de la concubina, pero eso no era cierto. Este lugar no era otro que el palacio.

Si los trabajadores no tuvieran ninguna diferencia de posiciones como en las casas de los nobles inferiores, podría no haber importado. Sin embargo, en el palacio, los trabajadores estaban divididos en cuatro niveles de acuerdo a sus posiciones.

La diferencia entre los sirvientes o doncellas reales y los sirvientes o doncellas inferiores era bastante grande. La mayoría de los sirvientes reales eran hijos de nobles inferiores, mientras que los sirvientes inferiores eran en su mayoría plebeyos de nacimiento.

De los cuatro niveles, el más bajo sería el de los sirvientes y doncellas inferiores, y la mayor parte de su trabajo consistía en servir a los sirvientes reales. Aquí fue donde la política de Jieun se equivocó.

Los médicos de la realeza no solo tenían mucho orgullo, sino que la mayoría de ellos habían nacido en una familia noble, por lo que, a menos que se dieran circunstancias especiales, no querrían tratar a plebeyos.

Sin embargo, la política de Jieun permitía que los sirvientes y doncellas inferiores fueran tratados por un médico real, lo que no solo provocó la resistencia de los médicos, sino que también ofendió a los sirvientes y doncellas reales. Se les trataba de la misma manera que a aquellos inferiores.

Además, los médicos reales solo trataban a la familia imperial sin coste alguno. El hecho de que fueran empleados de la familia imperial no significaba que trataran a todos los demás en el palacio de forma gratuita. Así que la gente que era tratada por ellos tenía que pagar una cuota, y esa cuota no era pequeña.

Los sirvientes y las doncellas reales podrían no tener problemas con esto ya que recibían un gran salario, pero los sirvientes inferiores ganaban menos en comparación con ellos. Para ellos, era más beneficioso recibir el dinero necesario para el tratamiento, siempre que no se tratara de una enfermedad grave, y utilizarlo para ser tratados por un médico habitual. En el caso de una enfermedad grave, según la política existente, había que recibir una aprobación de la emperatriz o de la concubina para recibir tratamiento de los médicos reales. En este caso, con la aprobación de alguna de ellas, los médicos reales podrían estudiar la enfermedad mientras la trataban, habiendo menos resistencia. También era un plan mejor, ya que la familia imperial no les proporcionaría un tratamiento gratuito, sino que se lo descontaría posteriormente de sus salarios.

Por lo tanto, era de esperar que los sirvientes y doncellas inferiores estuvieran descontentos con la política de Jieun, ya que tendrían que pagar el costoso tratamiento de un médico real, aunque no fuera una enfermedad grave.

—Ya que se presentó una petición, debes saber la razón por la que pedí este documento, ¿verdad? Tenga en cuenta que esto será tratado una vez más por la emperatriz mañana.

—Estoy muy agradecido, Su Majestad. De verdad, lo estoy.

Ruveliss tragó un suspiro y se levantó. Quedaría mejor que Jieun retirara la política por su propia voluntad en lugar de que él interviniera para corregirla. De todos modos, todos sabrían que no fue Jieun sino la voluntad de Ruveliss la que corrigió esto, pero era suficiente para salvar esa dignidad.

♦ ♦ ♦

—Ruve, has venido antes de lo esperado.

—Por favor, mañana cambia de nuevo a la política original.

—¿Por qué? El método que se me ocurrió es más eficiente.

—¿De verdad crees eso?

Ante su expresión despistada, Ruveliss se sintió repentinamente invadido por una irritación incontrolable y comenzó a gritar:

—¿Qué noble aceptaría recibir el mismo trato que los plebeyos? ¿Qué plebeyo desearía pagar costosas facturas para recibir el tratamiento de un médico real? No puedo creer que quieras implementar una política tan ridícula. ¿Acaso has pensado bien?

—¿Tienen que pagar las facturas?

—¿No es un hecho? ¿Qué médico real trataría gratis a una persona que no es miembro de la familia imperial? Si tienes cerebro, por favor, piensa.

—Ruve, yo…, no lo sabía. ¿Por qué estás tan enfadado? Sabes que lo estoy intentando.

Al ver que sus ojos negros se llenaban de lágrimas, la ira de Ruveliss aumentó y gritó más fuerte:

—Siempre dices que lo estás intentando, pero nada mejora. Entonces, ¿qué has estado haciendo? Aunque fuera comprensible al principio, ya han pasado unos cuatro años. ¿No es hora de que aprendas algo? No hay una sola cosa que hayas hecho bien, y cada vez que alguien te dice algo, solo lloras. ¿El papel de emperatriz no significa nada para ti? ¡No mereces la posición! ¿Eres realmente mi consorte que Dios envió desde el cielo? ¿No puedes, por favor, intentar estar al menos a la altura de la mitad de lo que fue la anterior concubina?

—Ruve… —Jieun, quien había estado llorando en silencio, se limpió bruscamente la cara ante la última frase de Ruveliss y habló con fiereza—: ¿Por qué te pones así? Tú fuiste quien me arrastró hasta aquí cuando no sabía nada, y me hiciste tu emperatriz. Fuiste tú quien abandonó a quien había sido elegida como tu prometida desde joven, porque me querías. ¿Y ahora la quieres de vuelta? Tú eres el que la odiaba, incluso la has hecho pasar por traidora y la has ejecutado. ¿Por qué la echas de menos ahora? ¿Por qué?

—Detente.

A pesar de que su rabia surgió ante sus provocadoras palabras, Ruveliss apenas logró contener su ira y dio una advertencia. Sin embargo, Jieun lo ignoró y siguió gritando:

—¿Por qué? ¿He dicho algo malo? Todo es verdad, ¿no? ¿Por qué la echas de menos ahora? ¿Te sientes culpable? ¿Te diste cuenta demasiado tarde de que la amabas? No es eso, ¿verdad? No estás satisfecho con mi trabajo, así que solo extrañas sus habilidades, ¿es eso? ¿Qué? ¿No lo intento? ¿Crees que me quedo sentada todo el día sin hacer nada? Durante los últimos tres años, me he esforzado mucho por terminar todo. ¿Intentaste siquiera ayudarme adecuadamente? Me esforcé mucho, y estudié cuando no estabas mirando durante más de doce horas casi todos los días.

—Te dije que te detuvieras.

Ruveliss escupió las palabras mientras rechinaba los dientes. Sin embargo, Jieun no se detuvo.

—Entonces, ¿cómo se habrá sentido ella? Después de la muerte de la concubina, ¿sabes lo que escuché todo el tiempo? Aunque se callaban delante de mí, siempre hablaban de ella a mis espaldas. Nos comparaban todos los días. Oí que habría sido la emperatriz perfecta. Ja, ¿acaso era una especie de genio que manejaba perfectamente todo el trabajo desde el principio? Escuché que creció como la futura emperatriz. Probablemente trabajó duro toda su vida; pero, tú ignoraste sus esfuerzos y la torturaste, matándola de esa forma tan cruel al final. ¿Y ahora qué? ¿Me pides que viva como ella?

—¡Te he dicho que te detengas!

La rabia de Ruveliss llegó a su límite, y agitó su mano. Jieun se aferró de inmediato a su mejilla hinchada y se agachó. Ignorando los ojos negros llenos de lágrimas que le miraban con incredulidad, Ruveliss se apartó fríamente.

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