Vida en el campo – Capítulo 10: Injusticia y orden

Traducido por Jenei

Editado por Sakuya

Corregido por Beemiracle


[Aine]

Sucedió cuando estaba cenando con el señor Crash.

Un sonido rugiente sacudió la tierra. Era parecido al estruendo que anunció la llegada de Yuan, pero muchas veces peor.

Me puse en guardia, preguntándome qué podría suceder en un campo así. En ese momento, la puerta fue destrozada a la fuerza y ​​varios soldados invadieron.

Daigorou se acercó a mí mientras ladraba. Calico parecía listo para huir a alguna parte. Crash tampoco podía entender la situación, mirando conmocionado.

—Esa mirada estúpida en tu cara es la misma de siempre.

Desde detrás de los soldado, mi hermano Leichel avanzó lentamente.

Su pelo rubio era mucho más largo comparado que la última vez que lo vi hace varios años. Siento que su autoridad ha aumentado. Sus ojos llenos de desprecio mirándome como si yo fuera un gusano no ha cambiado en absoluto.

—¿Cuál es el significado de esto?

—Hace dos años robaste el caballo de la Familia Real y huiste a esta tierra ¿no? El robo de la propiedad de la Familia Real es castigado por traición. Arréstenlo.

—¡¿Caballo?! —exclamé sorprendido, y un soldado atravesó mi sala de estar y se apresuró en sujetar mis brazos con fuerza.

Ah, la planta decorativa… 

¡En primer lugar, ¿dijo caballo? ¿No es mío? ¡Creo que su arrogancia ha atravesado la de Gian! [1]

Cuando miré sobre mi hombro Crash, me di cuenta de que también lo están arrestando. ¡Él no tiene nada que ver, ¿no?!

—¡No puedo estar de acuerdo con esto! —grité, luchando con los brazos del soldado para resistirme. Daigorou aprovechó ese momento para morder el pie del hombre al percibir la crisis en la que se encontraba su dueño.

—¡No! ¡Eso duele!

¡Oh, Daigorou…! Qué perro tan valiente eres, pensé, mirándolo impresionado.

—¡Este condenado perro!

El soldado mordido le dio un duro golpe a Daigorou. Él voló en el aire, golpeó la pared y dejó de moverse.

—¡Daigorou!

Me salí del brazo del soldado y corrí hacia él.

Oh, Daigorou. Por culpa de mi debilidad… 

Mis lágrimas salieron sin detenerse. Llamé su nombre y él ladró con una débil voz, lamiéndome la mano.

¡Daigorou está vivo!

—¿Quieres detener esta farsa? —dijo Leichel a mi espalda. Limpié mis lágrimas y me puse frente a mi hermano.

—Sólo tengo que ir contigo, ¿verdad?

—Cierto.

—Ese hombre no tiene relación con mi crimen. Por favor, sueltelo de inmediato.

—No lo haré. Es un aval para cuando huyas.

¿Es la Realeza tan injusta?  Sentí mi mirada teñida de rabia.  Para que un hombre así vaya a convertirse en el rey…

Cerré mis ojos e intenté calmarme. Suprímelo, cálmate. Soy pacifista.

—Hermano, no voy a huir. Usted puede guisar mi cabeza, hacerme a la parrilla o lo que quieras. Sin embargo, por favor prometan no tocar a otras personas —declaré mirándolo directamente a los ojos y sin pausa.

Le oí tomar aire con fuerza.

No dejaré que hagas daño a los que me importan más que esto… Con esa mentalidad, miré fijamente a Leichel.

—Hmph, ¿qué pretendes, a pesar de ser un mero tonto…? Esta es la razón por la que Yuan se volvió extraño… —murmuró—. ¡Deja a ese hombre inmediatamente! —le ordenó al soldado que capturó a Crash. Este lo lanzó con prisas, y él cayó de rodillas.

Mis ojos se encontraron con los suyos. Cuando bajé la cabeza para disculparme, un dolor agudo me llegó desde mi cabello.

—¿Qué estás mirando? ¡Camina rápido!

Leichel me cogió por la fuerza y ​​me arrojó a un soldado.

Oh, estoy contento. Así que tenía un corazón humano.

—Hermano mayor, gracias —le expresé con una sonrisa, pero él me miró desconcertado

—Qué tonterías estás diciendo. —Con esas palabras finales, salió de la casa.

♦ ♦ ♦

[Leichel]

Varias horas después de montar en el carruaje, las puertas del Palacio aparecieron a la vista.

Finalmente puedo ejecutar a este tonto. 

A pesar de eso, recordar sus acciones hizo que mi corazón palpitara con fuerza. ¿Lanzarse a proteger a un conocido en el mejor de los casos y un perro? Aine no era el tipo de hombre tomaría una acción como esa.

En esta situación en la que parezco el villano, ni siquiera los soldados pudieron ocultar su inquietud.

No, Aine es la razón por la que Yuan se ha vuelto extraño, no puedo dejarlo vivir,traté de convencerme.

—¿Es Su Alteza Leichel? —me llamó en ese momento alguien en cuanto pasé por las puertas del Palacio. Bajé del carruaje y me encontré con los guardias personales del rey sosteniendo antorchas.

—¿Qué sucede?

—Una orden del rey. Quiere que le entregue al príncipe Aine.

—¿Orden del rey?

Mientras estaba confundido, la guardia real sacó a Aine del carruaje y desató sus cuerdas. Como si él tampoco comprendiera la situación, me miró con las cejas arqueadas.

Su expresión parecida a la de un cachorrito me provocó emociones indescriptibles en mi interior.

—¡No lo permitiré! —exclame, tomando la mano del guardia—. Este hombre es mío, lo ejecutaré…

—¡Es una orden real, príncipe Leichel!

—¡Kuh… !

¡El rey no ha emitido una orden por un largo tiempo! ¿Qué está pensando?

Permanecí de pie en total sorpresa mientras veía desaparecer la espalda de Aine.


[1] Gian: Es un personaje de Doraemon

2 respuestas a “Vida en el campo – Capítulo 10: Injusticia y orden”

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