Traducido por Herijo
Editado por Ayanami
Estaba parado solo, en medio de los charcos de sangre. Ni una emoción era visible en su rostro, mientras observa a Azuza. Con su negro cabello y gabardina revoloteando en el viento, no se veía diferente a la muerte parada en sus dominios sobre los cuerpos sin cabeza. Por alguna razón, no sentía miedo. Sino que un indescifrable sentido de nostalgia surgió dentro de ella, al observar ese par de ojos rojos.
♦ ♦ ♦
Azuza abrió sus pesados ojos, ante un techo desconocido. Miró los alrededores de la habitación, donde se encontraba recostada en una cama. El cuarto desprendía tal esplendor que la hacía preguntarse si se encontraba en la habitación de un noble europeo.
Mobiliario y accesorios costosos llenan la espaciosa habitación. pocos segundos después, notó el dosel encima de ella y el candelabro que ilumina el lugar.
— ¿Dónde estoy?
— ¿Ya despertaste? Voy a pasar.
— ¿Huh? Claro —rápidamente, Azuza respondió a la voz ligeramente familiar al otro lado de la puerta.
Al abrirse, reveló a un amigable joven con ojos felinos. Azuza reaccionó después de ver su esponjoso cabello castaño. La niebla que cubre su mente se despejó un poco.
— ¡E…el secuestrador…!
—Siendo exactos, soy del lado que te rescató… —sonrió de manera irónica.
— ¡Lo siento! ¡Gracias por eso! —Azuza, rápidamente, bajó su cabeza.
Ciertamente, le debo mi vida.
—No hay necesidad de agradecer, después de todo, era mi trabajo. Además, no somos muy diferentes de ellos.
— ¿Disculpa?
—Soy Tsubaru. Espero que podamos llevarnos bien, Azuza.
Azuza tomó la mano que le extendió y le regreso el saludo, antes de volver a su lugar.
— ¿Cómo sabes mi nombre?
—Ya habrá tiempo de explicarte las cosas, pero, primero ¡ustedes dos salgan ahora!
Tsubaru grito a la puerta. Una mujer con una cola de caballo entró a la habitación. Tenía el cabello negro, ojos de color avellana y rasgos andróginos. Un pantalón y camisa blanca de cuello alto hacían resaltar su altura y piernas. Directamente, detrás de ella venía…
— ¡Papá!
— ¡Azuza!
El padre de Azuza. Vestía una maltratada túnica blanca y tenía el pelo descuidado. Sus ojos se llenaron de lágrimas, detrás de sus empañados lentes. Corrió hacia donde estaba y me abrazó con todas sus fuerzas.
— ¿Te encuentras bien? ¿Estás herida en algún lado? ¿Te hicieron algo?
—Estoy bien, no estoy herida. Después de todo, Tsubaru me rescató.
— ¡Ya veo! ¡Gracias a Dios! Estoy tan aliviado…lo siento…realmente, lo siento Azuza, yo…
— ¿Qué ocurre papá?
Su padre enterró su rostro en su hombro y se mantuvo sollozando. Azuza estaba sorprendida de ver a su papá llorando por primera vez. Tsubaru observaba desde un lado, mientras continuaba con la conversación.
—Permíteme introducirlos. Esta bella señorita es Ichy, a partir de ahora será tu guardaespaldas.
Dijo Tsubaru, apuntando a la mujer de cola de caballo. Ella asintió levemente en respuesta.
Después de eso, Tsubaru señaló al padre de Azuza que seguía llorando en su hombro.
—Y esa persona de ahí es quien te señaló por órdenes de la asamblea de brujas y es responsable de tu secuestro.
El tiempo se detuvo. Azuza no podía comprender lo que está diciendo. ¿Para qué necesita un guardaespaldas? ¿A qué se refiere con señaló? ¿Quién secuestró a quién?
— ¿De qué estás hablando?
— ¿Crees en los vampiros? —Preguntó, con unos ojos que decían que hablaba completamente en serio.